jueves, 29 de octubre de 2015

Una oración por nuestro querido Profesor Carmelo Chapero

Andrés Bravo
Profesor de la UNICA
 

Homilía en la Eucaristía por el primer aniversario de su partida
29 de octubre de 2015
 
            Hoy nos reúne el recuerdo cariñoso de una persona de excepción que nos dejó sin aviso el día 31 de octubre de 2014, el profesor Carmelo Chapero. Pertenece a nuestra Comunidad Universitaria con la responsabilidad bien cumplida de Vicerrector Administrativo desde 1998, cuando nuestra Universidad Católica “Cecilio Acosta” comenzó andar por caminos renovadores que nos han conducido hasta hoy.
Desde la Provincia de Burgos, al norte de la Península Ibérica, la región histórica de la vieja Castilla, desde donde comenzó su peregrinación por este mundo humano, emprendió su partida hasta el mundo divino donde el Padre eterno espera a los justos. Este Dios misericordioso lo acoge para ser parte de la Comunidad Divina de Amor, donde el Padre amante, el Hijo amado y donado, y el Espíritu Santo de amor, viven la comunión gloriosa, donde la persona humana realiza su vocación universal a la santidad.
Este Dios-Amor recibió a nuestro profesor diciéndole: “Ven, bendito, a participar de mi reino porque practicaste la caridad sin reservas, porque fuiste fiel en tu misión, porque cumpliste tu deber con responsabilidad, competencia y honestidad, porque serviste a mi Iglesia y al desarrollo de la humanidad, porque educaste a los jóvenes, porque dejaste tu Patria para servir al anuncio del Evangelio en tierra venezolana, porque en ella te sembraste encarnado en tu familia, con dignidad, porque amaste a Venezuela hasta sufrir sus sufrimientos y soñar con su sueños, entra a formar parte de mi reino”.
            Portador de una personalidad humana de calidad, ocupado por hacer bien su trabajo, sin pretender ser popular, con sencillez, oculto en un ser de grandes valores cristianos, pero con la firmeza de sus convicciones universitarias, profesionales y civiles, creyente de la libertad y la democracia, denunciando en voz baja los antivalores de la sociedad; podemos agradecer a Dios su existencia, su paso entre nosotros, porque no buscó honores ni riquezas, su vida realizada se desgastó por nuestra Universidad. A mi juicio, su mejor lección es la humilde dignidad del servidor, desde la fe cristiana. Así lo vive en su profesión de educador en Colegios y Universidades, con la autoridad de su existencia auténtica.
            Una vida así es, como lo enseña nuestro santo patrono Alberto Hurtado, una existencia con sentido trascendente, y la muerte no es sino el encuentro definitivo con la verdad, con el amor, con la santidad. Aprendamos a leer los signos de los tiempos, escuchemos a Dios que nos habla desde los acontecimientos más impactantes de la historia. Con la personalidad de nuestro querido profesor Carmelo Chapero, Dios nos invita a pasar por este mundo haciendo el bien, construyendo la fraternidad en nuestra Venezuela, nos exige  ser competentes en los estudios y en nuestros trabajos,  ser creativos, honestos y responsables, decir la verdad con inteligencia y caridad. Seguro, desde la casa del Padre eterno, el profesor Carmelo nos sigue ayudando.

viernes, 9 de octubre de 2015

Apostar por la Convivencia Pacífica

Andrés Bravo
Profesor de la UNICA

Reflexión Semanal 38
 
Permítanme esta vez escribir desde una terrible experiencia de violencia que, a pesar de estar consciente de la situación de nuestra sociedad venezolana, me sorprendió y golpeó profundamente. De un gozo a un susto, de un susto a otro gozo mayor. Después de  celebrar la Eucaristía de la víspera del día de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de mi parroquia situada en el sector Amparo (Maracaibo), me dirigí a la casa parroquial encontrándola saqueada casi totalmente. Bueno, al menos no se metieron ni con los libros y papeles, ni con mi ropa, ni con el vino para consagrar. De inmediato doy el aviso, muy nervioso (quizás demasiado), a los feligreses que todavía estaban presentes en la entrada del templo. Todos y muchos más que fueron avisados se acercaron para socorrerme con una extraordinaria actitud de solidaridad y generosidad.
El acompañamiento, aparte de algunos pocos curiosos que nunca faltan para hacer hipótesis, me tranquilizó y cuando ya sereno pude darme cuenta del gozo de sentir el cariño generoso de feligreses, amigos y hermanos sacerdotes. En principio buscamos cómo pudo suceder, pues, pensamos que la casa tiene mucha seguridad. Pero, inmediatamente nos concentramos en las soluciones. Gracias a estas soluciones que todavía están en curso, yo y mis feligreses no hemos detenido nuestro ritmo de trabajo. Las fiestas patronales se celebraron con gran éxito espiritual y pastoral.
Me toca hacer la lectura reflexiva del hecho. Nadie duda, ni siquiera aquellos que lo quieren negar en defensa del poder, que actualmente Venezuela es uno de los países más violentos del mundo. La delincuencia nos ha tocado a todos, de una forma menos grave o más grave. Muchos han perdido hasta la vida en atracos y robos. Muchos hemos sido vilmente invadidos con violencia. El terror se ha sembrado en nuestra sociedad de una manera asombrosa, así como sucedió en la revolución francesa como método para oprimir. Pienso en los miles de asesinados y el dolor de sus familias, en los que pierden todo sin esperanza de recuperarlo porque fue adquirido con mucho esfuerzo y sacrificio, en  aquellos niños que ven como violan o asesinan a su madre o padre, en los padres que ven violar a sus hijos o hijas. Una Venezuela colmada de sufrimientos que, muchas veces, se transforma en amargura, odio, deseo de venganza o simplemente resignación.
Sin embargo, a pesar de todo lo que sufrimos, yo prefiero seguir apostando por una nueva sociedad, libre y democrática, justa y pacífica, porque estoy totalmente convencido por nuestra fe cristiana de “qué si Dios está a nuestro favor (y lo está, sin dudas), nadie podrá estar contra nosotros. Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?... ¿Quién nos podrá separa del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?... Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquél que nos amó” (Rom 8,31-37).
Esta fe inquebrantable en el Dios crucificado, que venció luchando y entregándose hasta la donación de su vida, nos impulsa a seguir nuestra lucha por el bien de todos, hasta lograr la liberación. No dejemos de valorar y defender a la familia; no dejemos de estudiar y trabajar con responsabilidad, competencia y honestidad; no dejemos de practicar la justicia, la generosidad y solidaridad, especialmente, con los que más lo necesitan. Es un llamado a la acción, claro que podemos. Jamás el mal ha permanecido victorioso, aunque cueste derrotarlo. Por mi parte, seguiré, con mis reflexiones, iluminando los espíritus para ayudar a descubrir los caminos más dignos. Seguiré inyectando en las venas de nuestra sociedad, las virtudes y los valores del Evangelio de Jesús. Seguir apostando por la fraternidad en una convivencia pacífica, libre y justa.
Maracaibo, 11 de octubre de 2015