miércoles, 29 de enero de 2020

Abraham Reyes Yo subí los cerros de Caracas con un Santo


Abraham Reyes
Yo subí los cerros de Caracas con un Santo
Pbro. Mg. José Andrés Bravo Henríquez
Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia
Arquidiócesis de Maracaibo
Universidad Católica Cecilio Acosta

          El día 13 de enero pasado me llaman desde Caracas para anunciarme la buena noticia de que se ha propuesto a la Conferencia Episcopal de Venezuela el proyecto de presentar a la Congregación de la Causa de los Santos la petición de agregar a la lista de los beatos al Diácono Abraham Reyes y a su esposa Patricia de Reyes. Con gran complacencia todos los Obispos y Arzobispos acogen la propuesta y la aprueban unánimemente.
Para mí es un revivir la memoria feliz de una persona extraordinaria como lo fue el hermano Abraham, como le decíamos porque así nos llama a nosotros. Para él, todos tenemos el mismo título, hermano. Esto es aprendido por su participación en el Movimiento de Apostolado Legión de María, desde donde fue madurando su fe cristiana conducido por las manos de la Virgen, su predilecta devoción.
Ama con mucha profundidad a la Virgen María, en especial, bajo la advocación de Nuestra Señora de Chiquinquirá, sin ser zuliano, pues, nace en el Estado Falcón. Así lo vive y lo expresa con sencilla espontaneidad. Es que cuando entra a formar parte de la Legión de María lo hace motivado por la promesa de dedicar su vida al servicio de la Santísima Virgen. Así lo ha cumplido con excepcional fidelidad. En su maduración de la fe cristiana, para que su entrega sea total, se forma hasta convertirse en uno de los primeros diáconos permanentes de la Iglesia venezolana.
        Mi alegría de la buena noticia es mayor cuando me piden mi testimonio sobre su apostolado diaconal en el barrio caraqueño Ojo de Agua situado más allá de Plan de Manzano, cerro arriba, por la carretera vieja de La Guaira. Puedo agradecer al Señor haberme permitido subir los cerros de Caracas con un santo. Es una vida santificada en medio de los pobres, con los pobres, obrero pobre como ellos y amando a Dios en ellos. Por eso afirmo que es un testimonio de la Iglesia pobre para los pobres, como hoy lo desea el papa Francisco. Con una sencillez y humildad extraordinarias que no dejan duda de su autenticidad. Su trato amable y cortés, su bondad y su disponibilidad lo llevan a realizar acciones que nos sorprendían.
Mis compañeros y yo, seminaristas del Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima, salíamos todos los fines de semana, sábado y domingo, para encontrarnos en el Templo Jesús Obrero de Catia con el hermano Abraham y algunos legionarios de María. Recuerdo a una pareja de esposos mayores y dos o tres muchachas jóvenes. De ahí salíamos hacia Ojo de Agua, deteniéndonos a cada momento porque subiendo hacia el barrio el hermano Abraham solía acercarse a algún joven drogado durmiendo en plena calle o callejón para colocarlo debajo de un árbol cuidándolo del sol, y diciéndonos: “hermanitos, ayúdenme, por favor”. Al principio sentimos miedo, pero con él pronto el temor desaparece. Nos acostumbramos a esos actos que eran constantes. Así que el camino era largo porque, además, todos lo saludan y le ofrecen café con mucho cariño. En verdad es una experiencia espiritual maravillosa cada vez que asistimos a nuestro apostolado como parte de nuestra formación.
        En el barrio Ojo de Agua la gente es muy pobre, vive realmente en miseria. Cada vez que llegamos nos cuentan los sucesos: que un niño murió mientras bajaban hacia el hospital, que violaron a una niña, que mataron o hirieron a alguien, entre muchas cosas muy lamentables. Tocamos el sufrimiento humano. El hermano Abraham nos enseña con su  valentía a acompañarlos en sus dolores. Muchas veces nos esperan para rezarle a un difunto en su velorio, muchos “velorios de angelitos” (de niños). También visitamos a los enfermos y rezamos por ellos, algunos habitantes de ahí nos acompañan. Consolamos a los padres cuando la policía les mata a un hijo o se lo llevan preso. Nada de eso lo podemos hacer sin la fuerza espiritual del hermano Abraham.
Celebramos la Palabra de Dios en la calle, enseñamos catecismo y preparamos a los niños para la primera comunión. Hacemos teatros y actos culturales con los jóvenes. El hermano Abraham es uno de los mejores catequistas que he conocido en mi vida, lo digo de verdad. Con diapositivas y grabaciones, con un estilo tan impresionante y original. Una vez nos presentó una guía para el catequista escrito por él mismo, en hojas cocidas con hilos. Asiste a muchos cursos y se preparaba muy bien. Les cuento que en el barrio había un terreno donde botaban la basura de la Ciudad, muchas familias inhumanamente se sustentaban y se alimentaban de ese basurero hasta que el gobernador de entonces lo quitó y, en cambio, construyó una cancha deportiva. Una vez no asistieron los niños ni los jóvenes a quienes enseñábamos el catecismo porque todos tenían juego. Eso no fue impedimento para el hermano Abraham: baja hasta la cancha, previo acuerdo con el entrenador quien deja un espacio ahí mismo para enseñar el catecismo. El hermano Abraham es muy respetado por todos, todos los escuchan y jamás hemos sido testigos de algo desagradable, ni con él ni con nosotros. Bueno, en verdad si hubo algo desagradable porque una vez unos malandros lo amenazaron y le querían quitar dinero, pero, que recuerde, no pasó nada grave.
        Una vez hubo en el barrio una situación difícil con un señor con una pierna muy infestada y desde su rancho se deprende un olor muy desagradable, tanto que ninguno pasa por el frente por lo insoportable del olor. El hermano Abraham no sólo se acerca, como buen samaritano, sino que lo saca del rancho y lo monta con él en un taxi hasta dejarlo en la puerta de un hospital. Ahí lo deja, creyendo que no sobreviviría, pero un día recorriendo una calle del barrio se acerca un señor con muletas, con una pierna amputada y vendiendo billetes de lotería, se postra a los pies del hermano Abraham para besárselos en agradecimiento porque le había salvado la vida. Se trata del mismo señor de la pierna infestada. El hermano Abraham lo levanta enseguida y lo abraza lleno de alegría. Mis compañeros y yo al ver esta escena realmente evangélica, nos pusimos a orar por tan hermoso milagro de amor.
        Almorzamos en cualquier casa, aunque se selecciona una para este servicio porque el hermano Abraham le compra el mercado. Un día la pareja de esposos que viven en los bloques del 23 de Enero y forman parte de nuestro equipo, nos invita a almorzar en su apartamento. Es, les aseguro, un momento revelador. Ahí palpamos lo grande del corazón del hermano Abraham. Por cierto, en ese sitio, donde existen muchos jóvenes drogadictos, el hermano acostumbra repartir hojas con mensajes contra la droga en las oscuras y peligrosas escaleras de los edificios.
Mientras almorzamos, los señores de la casa, amigos de él, le pidieron que nos contara la historia de su gran sueño, se hizo de rogar un poco porque dice que no tiene gran importancia. Nos cuenta que él vivía en una casa construida por él y su esposa con mucho esfuerzo y sacrificio, con sus propias manos. A su barrio asistió un sacerdote jesuita con un grupo de estudiantes que los visitó y reunió a los que ahí habitaban para plantear las necesidades del barrio. Él asiste con su esposa. En la misma época, una señora amiga lo invita a pertenecer a la Legión de María, pero su respuesta es no. También nos contó que haciendo servicio militar, en tiempo de Pérez Jiménez, enferma seriamente. Ahí, con gran desespero le pide la salud a la Virgen de Chiquinquirá con la promesa de visitarla en Maracaibo. La Virgen cumple su deseo, nos dice humildemente, pero él se olvida de la promesa.
En este contexto que vive en su barrio con la presencia del sacerdote y los estudiantes, por un lado, y, por otro, la invitación a pertenecer a la Legión de María, tiene un sueño. Nos advierte que no se trataba de una visión ni nada extraordinario, sólo un sueño, como no queriendo ser tratado por místico o algo así. En fin, sueña que la Virgen de Chiquinquirá le reclama la promesa. Así de sencillo y claro. Pero, a mi juicio, lo mejor es su respuesta. Al despertar, sin miedo ni angustia, con firmeza le responde a la Virgen que él no puede cumplir esa promesa porque no tiene recursos económicos para visitarla en Maracaibo. Decidido le dice que en cambio le ofrece su vida a servirle siempre. Inmediatamente asiste a la Legión de María para ser aceptado como uno de sus miembros y sigue participando de las reuniones con el sacerdote y sus alumnos.
En esas reuniones determinan que la necesidad más urgente del barrio es una escuela. El hermano Abraham y su amada esposa se mudan a otro ranchito y donan su modesta casa que tanto sacrificio les costó para que ahí funcione la escuela del barrio. Termina su relato revelándonos que así nace Fe y Alegría. Recuerdo ese almuerzo, si me lo permiten, como un ágape eucarístico.
Agradezco al Señor por esas maravillosas experiencias espirituales y pastorales que he vivido con el hermano Abraham. No he tenido la gracia de conocer a su esposa Patricia. Sin embargo, desde que recibí la noticia de la propuesta para que sean venerados como beatos, oro por esa causa tan hermosa. También les rezo a ellos para que intercedan ante el Señor misericordioso por la libertad de Venezuela, por los más sufridos.
Conservo la esperanza de volver a visitar aquel cerro caraqueño que se debe convertir en reliquia de amor, de bondad y misericordia, donde el próximo, si así lo permite Dios, beato sube cerros caraqueños. Ojo de Agua, no eres ni mucho menos el menor de los barrios, porque Dios te amó por el amor de un santo, el hermano Abraham. Abraham y Patricia, rueguen por nosotros.
Maracaibo, 29 de enero de 2020.

martes, 19 de febrero de 2019

Fe y Acción frente a la crisis en Venezuela


ARQUIDIÓCESIS DE MARACAIBO
XIII SEMANA DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Del domingo 17 al viernes 22 de marzo de 2019
Fe y Acción frente a la crisis en Venezuela
A los Cuarenta Años de la Conferencia de Puebla
En homenaje Especial a San Pablo VI y a San Romero de América

            El objetivo de esta XIII Semana de la Doctrina Social de la Iglesia es iluminar con el pensamiento cristiano nuestra actual realidad venezolana signada por una terrible crisis social, política, económica, moral y cultural, para ayudar a buscar caminos en la conquista de la libertad y la democracia.
               En ella queremos rendir homenaje a dos Pastores, el Papa Pablo VI y a el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, que han sido canonizados por el Papa Francisco el 14 de octubre de 2018. Sus vidas de santidad acompañaron sus enseñanzas que enriquecieron a la doctrina social de la Iglesia.
               Además, en este 2019 celebramos cuarenta años de uno de los acontecimientos eclesiales más importantes, la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Puebla. Su documento es otro de los más iluminadores en la vida de fe y acción para la construcción de una nueva sociedad, libre, justa, pacífica y democrática.
               Nuestro Arzobispo Mons. José Luis Azuaje y su Obispo Auxiliar Mons. Ángel Caraballo (También Administrador Apostólico de Cabimas) con el Clero de Maracaibo (Sacerdotes y Diáconos), a través del Centro Arquidiocesano de Estudios de la Doctrina Social de la Iglesia de la Facultad de Filosofía y Teología de la Universidad Católica Cecilio Acosta (UNICA), la Vicaría Episcopal para la Educación y Cultura, la Parroquia San Antonio María Claret, la Pastoral Social, el Foro Eclesial de Laicos, DSI Padre Claret, la Acción Católica y Caritas Maracaibo, en comunión con la Diócesis de Cabimas, los invitan a participar en esta semana de reflexión cristiana frente a la sociedad venezolana.

Domingo 17 de marzo de 2019 a las 11:00 am.
·       Eucaristía Inaugural presidida por Mons. José Luis Azuaje, Arzobispo de Maracaibo, en el Templo Parroquial San Antonio María Claret.
·       Eucaristía Inaugural presidida por Mons. Ángel Caraballo, Administrador Apostólico de Cabimas, en la Iglesia Catedral de la Diócesis de Cabimas.

Lunes 18 de marzo de 2019
·       Conferencia sobre el mensaje social de Puebla y el testimonio de San Oscar Arnulfo Romero, en la Universidad Católica Cecilio Acosta de la Arquidiócesis de Maracaibo (UNICA). Dictada por el R. P. Alfredo Infante S. J, Director de la revista SIC del Centro Gumilla. Después de la conferencia tenemos, con los participantes, mesas de trabajo sobre el tema, y puesta en común de las conclusiones de cada mesa. Invitamos especialmente a los docentes y alumnos UNICA, a los sacerdotes, diáconos y agentes de pastoral de la Arquidiócesis de Maracaibo.
·       Por la tarde, a las 5 pm en el Templo Parroquial San Antonio María Claret tenemos la misma Conferencia sobre el mensaje social de Puebla y el testimonio de San Oscar Arnulfo Romero, en el templo Claret. Dictada por el R. P. Alfredo Infante S. J. Invitamos especialmente a los laicos de todas las parroquias y público en general.
Martes 19 de marzo de 2019
·       Conferencia: Reflexión Cristiana sobre la Conciencia Social en la Venezuela de Hoy, en la UNICA, dictada por el Dr. Jorge Sánchez Meleán, economista y profesor universitario. Después de la conferencia tenemos con los participantes mesas de trabajo sobre el tema, y puesta en común de las conclusiones de cada mesa. Están invitados especialmente los docentes y alumnos UNICA, los sacerdotes y agentes de pastoral de la Arquidiócesis de Maracaibo.
·       Por la tarde, a las 5 pm en el Templo Parroquial San Antonio María Claret tenemos la misma Conferencia sobre la Reflexión Cristiana sobre la Conciencia Social en la Venezuela de Hoy, en el templo Claret, dictada por el Dr. Jorge Sánchez Meleán. Invitamos especialmente a los laicos de todas las parroquias y público en general.
Miércoles 20 de marzo de 2019
·       Conferencia: Reflexión Cristiana sobre la Organización Popular en la Venezuela de Hoy, en la UNICA, dictada por el Dr. Homero Pérez Aranaga, economista y profesor universitario, miembro del Foro Eclesial de Laicos. Después de la conferencia tenemos con los participantes mesas de trabajo sobre el tema, y puesta en común de las conclusiones de cada mesa. Están invitados especialmente los docentes y alumnos UNICA, los sacerdotes y agentes de pastoral de la Arquidiócesis de Maracaibo.
·       Por la tarde, a las 5 pm en el Templo Parroquial San Antonio María Claret tenemos la misma Conferencia: Reflexión Cristiana sobre la Organización Popular en la Venezuela de Hoy, en el templo Claret, dictada por el Economista Homero Pérez Aranaga, economista y profesor universitario, miembro del Foro Eclesial de Laicos.

Jueves 21 de marzo de 2019
·       Conferencia: Reflexión Cristiana sobre la Participación Ciudadana en la Venezuela de Hoy, en la UNICA, dictada por el Dr. Rafael Díaz Blanco, abogado, politólogo y profesor universitario, miembro del Foro Eclesial de Laicos. Después de la conferencia tenemos con los participantes mesas de trabajo sobre el tema, y puesta en común de las conclusiones de cada mesa. Están invitados especialmente los docentes y alumnos UNICA, los sacerdotes y agentes de pastoral de la Arquidiócesis de Maracaibo.
·       Por la tarde, a las 5 pm en el Templo Parroquial San Antonio María Claret tenemos la misma Conferencia Reflexión Cristiana sobre la Participación Ciudadana en la Venezuela de Hoy, en el templo Claret, dictada por el Dr. Rafael Díaz Blanco.

Viernes 22 de marzo de 2019
·       Conferencia: El Magisterio Social de San Pablo VI, en la Universidad Católica Cecilio Acosta de la Arquidiócesis de Maracaibo (UNICA), dictada por el Dr. Guillermo Yepes Boscán, doctor en letras, profesor honorario de la UNICA, coordinador del Foro Eclesial de Laicos. Después de la conferencia tenemos con los participantes mesas de trabajo sobre el tema, y puesta en común de las conclusiones de cada mesa. Están invitados especialmente los docentes y alumnos UNICA, los sacerdotes y agentes de pastoral de la Arquidiócesis de Maracaibo.
·       Por la tarde, a las 5 pm en el Templo Parroquial San Antonio María Claret tenemos la misma Conferencia: El Magisterio Social de San Pablo VI, en el templo Claret, dictada por el Dr. Guillermo Yepes Boscán.

En el Seminario el Buen Pastor de la Diócesis de Cabimas: El miércoles 20 de marzo a las 6:00 pm. Conferencia sobre el mensaje social de Puebla y el testimonio de San Oscar Arnulfo Romero, dictada por el Dr. César Montoya, doctor en ciencias políticas y de investigación, profesor universitario, diácono permanente.

NOTA: Para aquellos que participen en la UNICA en toda la Semana tanto en las conferencias como en las Mesas de Trabajo, recibirán un certificado o constancia de participación. Para ello deben cancelar en la Dirección de Administración el costo requerido por la Universidad Católica Cecilio Acosta.


martes, 13 de noviembre de 2018

Los Ministros del Canto Litúrgico

Los Ministros del Canto Litúrgico
Pbro. Mg. José Andrés Bravo Henríquez
Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia
Arquidiócesis de Maracaibo
Universidad Católica Cecilio Acosta 

               En mi pueblo, el Templo Parroquial se encontraba frente a la plaza principal, al otro lado de ésta se encontraba un local de bailes donde se reunían algunos jóvenes pobladores para divertirse con licor y música. La música expresaba los sentimientos del momento histórico baladas y ritmos bailables, que tenían sentido porque alegraban el ambiente festivo de la reunión. Si la música era de otra época o mal tocada, los jóvenes y las demás personas se iban o morían de aburrimiento. Una vez, en ese mismo local se realizó, con mucho éxito, un concierto de cantos del 60 y 70. Por supuesto, se llenó de viejos y algunos jóvenes asistieron para conocer la música de la época de sus abuelos. Esto nos indica la importancia de la música y cantos para una reunión.
          Una vez estuvo de moda un canto al ritmo de rock and roll, que decía algo así: “Jesucristo, Jesucristo, yo estoy aquí…”. La verdad es que la letra era muy bella como una oración al ritmo de la época. Para sorpresa de muchos, se cantaba en el bar y en la Iglesia. No faltaron las críticas, pero los mismos jóvenes asistían tanto a las fiestas del local mencionado como a la Eucaristía de la Iglesia. ¿Cómo lo ven? El mismo canto en dos ambientes humanos totalmente distintos. Ahora bien, la cuestión que nos ocupa es si el músico y cantor de un bar tiene el mismo interés y el mismo espíritu que el que canta en las Misas. ¿Cuál es la especificidad del cantor litúrgico?
          Antes debo decirles que escribo esto motivado por la inquietud de un joven director de un coro parroquial, quien recientemente me llamó para preguntarme sobre la espiritualidad del, como ellos lo llaman correctamente, ministro del canto litúrgico. Ministro es servidor, así lo entiende el cristiano. Pienso que sirve también para ellos las mismas consideraciones que el papa Francisco hace sobre la homilía. Por eso, parafraseando al papa (Cf. Evangelii Gaudium 138), la Misa no es un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, más bien debe darle el fervor y el sentido a la celebración. Esto, de principio, es fundamental. Es como cantar el “Santo Gregoriano” en el bar.
          Tienen que saber que el movimiento litúrgico que impulsó la reforma del Concilio Vaticano II exige para una nueva liturgia que en ella se revele y se viva el misterio de amor de Jesús que ofreció su vida para nuestra salvación y, para este propósito, la mayor formación y participación del pueblo. Esto nos condujo a la Constitución Conciliar sobre la Liturgia (Sacrosantum Concilium). Uno de sus grandes enseñanzas es la de centrar los sacramentos, especialmente la Eucaristía, en la dinámica de la historia de la salvación. Ellos no son productos de la lógica humana, sino de la acción salvadora de Dios en el tiempo humano, es decir, la historia. Deben, por tanto, revelar este misterio en sus ritos y celebraciones, para que Dios siga actuando su salvación en nosotros.
          Al recuperarse la riqueza del “signo”, se recupera la bella simbología del canto y la música. Así el sacramento celebrado es signo de la presencia de Dios en medio del pueblo. La pascua en una liturgia renovada es núcleo del misterio de la Iglesia. De esta forma la liturgia, celebrada correctamente y con la dulzura natural del lenguaje humano, se convierte en epifanía de Cristo y de la Iglesia. Cristo crucificado es el acto de amor más grande, el sacrificio eucarístico, porque es cuando verdaderamente entrega su cuerpo y derrama su sangre para la salvación. Desde la cruz es donde el amor se hace extremo para atraernos a Él y hacer de nosotros un solo Pueblo de Dios en comunión. A la vez, revela la pascua eterna, porque es la fiesta de la resurrección, el triunfo de la vida, la liberación de todo pecado y sus consecuencias.
          Desde esta acción divina hecha humana en nuestra liturgia, ¿cómo cantar un canto al Señor en tierra extrajera? Es decir, desde una vida esclavizada por el egoísmo, las pasiones desordenadas, las discordias, el odio, las injusticias y toda clase de maldad. En un bar, quizás, pero en la Eucaristía jamás. El ministerio del canto litúrgico debe ser ejercido de modo tal que ayude a que la celebración alcance la armonía de la comunión.
          A partir de estas consideraciones, le he respondido al joven director del coro de su parroquia. Primero, para entender la espiritualidad debemos superar la visión dualista de la persona humana, para asumir una visión integral según el humanismo cristiano. La persona humana no es un cuerpo y un alma yuxtapuestos. Por eso muchos piensan que espiritualidad es exaltar lo espiritual que hay en mí, para mortificar lo corpóreo porque es materia. Por el contrario, el ser humano es una compleja unidad de cuerpo y alma, integrada en su ser. Podemos, incluso, decir que somos un espíritu encarnado o un cuerpo espiritualizado. Sólo que, en el bautismo nos unimos íntimamente a Cristo en quien el Padre Dios nos adopta como hijos suyos y el Espíritu Santo habita en nosotros como en su casa. Somos hijos del Padre, en comunión de amor con su Hijo y templos del Espíritu Santo. Espiritualidad es vivir según el Espíritu Santo quien, habitando en nosotros, dinamiza nuestra existencia para vivir los valores del Evangelio de Jesús. Tal como lo enseña San Pablo en la carta que dirige a los romanos (capítulo 12): ofrecerse en el mismo sacrificio de Cristo, ser una ofrenda agradable a Dios; vivir la humildad de la caridad en la comunidad; vivir la caridad con todos los seres humanos aunque sean enemigos; ser luz despojándonos de las obras de las tinieblas y revestirnos de las vestiduras de la luz; vivir la caridad con los débiles acogiéndolos en la fe; en fin, vivir según el Espíritu es vivir el mandato nuevo  del Señor, el amor fraterno. Todo lo que hacemos debe ser inspirado, movido y santificado por el Espíritu. El ministro del canto litúrgico hace crecer la relación con Dios siempre que el Espíritu Santo lo mueva, lo inspire, lo edifique, lo santifique; para glorificar a Dios, edificar la Iglesia y santificarse personalmente.
          Para concluir, les exhorto a cumplir el ministerio del canto litúrgico como una bella vocación otorgada de lo Alto, por eso cantar en la liturgia es distinto a cantar en un sitio de fiesta. Los otros cantantes hacen espectáculos, ustedes hacen oración, crean puentes milagrosos para que los seres humanos puedan acercarse a Dios y éste los pueda recibir con su misericordia. Con sus poesías y melodías provocan la comunión entre la asamblea y la Trinidad Santísima. Si en sus cantos no se conectan con la Comunidad Divina de Amor, que es el Dios que Cristo nos reveló, es que no están siendo movidos por el Espíritu que habita en ustedes. Les recomiendo, pues, mucha oración comunitaria, ensayen como si fueran a cantar por primera y última vez, mediten la Palabra de Dios, mediten también la letra y la música de cada canción, estén serenos y confiados, estimen más el éxito y esfuerzo del otro, celebren, abrácense, felicítense. Que la asamblea litúrgica no los sienta distraídos, peleados, divididos, competitivos, de mal humor. Cuando se ha faltado o errado en algo, descubran que son humanos y pidan perdón y, los  otros, no se cansen de perdonar.
          Lo más bello de los cantos cristianos bien hechos es que transparentan la misma belleza de Dios, la armonía de lo diverso No canten para que los admiren y aplauden, sino para que vean que Dios nos ama y que nosotros también debemos amarnos. ¡Canten, canten y canten bien, hasta que irrumpa  la justicia en la aurora!

lunes, 22 de octubre de 2018

Pensamiento Social Cristiano



Pensamiento Social Cristiano
Un Diplomado
Pbro. Mg. José Andrés Bravo Henríquez
Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia
Arquidiócesis de Maracaibo
Universidad Católica Cecilio Acosta

Respondiendo a la invitación del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC), para participar, en calidad de alumno, en el Diplomado sobre Pensamiento Social Cristiano durante dos semanas, me dirigí a la Ciudad de México donde se encuentra dicho Instituto.
Al llegar, lo primero que me encuentro es un Instituto donde se vive y trabaja con espíritu de Iglesia, brindando un testimonio de comunión fraterna expresada, especialmente, en el servicio competente y amable. IMDOSOC está formado por laicos cristianos que viven su fe y entrega desde la comunión católica, en diálogo ecuménico y con las culturas. Se nota que su espíritu es el humanismo cristiano, por su opción en favor de la formación de la persona humana en sus dimensiones individual y social.
Según reza su misión, se orientan hacia la construcción de una realidad social de justicia fundamentada en el Evangelio de Jesús. Es una casa de comunión y fraternidad, de investigación y formación, en particular, sobre el pensamiento social cristiano. Este objetivo da sentido al diplomado al que fui gratamente invitado.
Sinceramente, las personas que forman parte de la organización y funcionamiento del IMDOSOC, con los profesores y compañeros, vivimos una convivencia fraterna sumamente agradable. Entre los alumnos participantes de México y varios países de América Latina y del Caribe, compartimos experiencias de apostolado social y trabajo académico de un alto valor humano-cristiano.
La primera semana fue del 23 al 27 de julio y la segunda, del 30 de julio al 3 de agosto de 2018. Y quedó abierta la invitación para dos semanas más donde se concluye el Diplomado, que se realizará los días 15 al 26 de julio del 2019.
Durante la primera semana tratamos el primer curso con el tema “análisis de la realidad social, económica, política y religiosa de México”, dictado por el profesor Guillermo Torres Quiroz. El objetivo principal es que el alumno tenga bases fundamentales en conceptos políticos, sociológicos y económicos para poder realizar un acercamiento al análisis de la realidad local y regional desde el pensamiento social cristiano. Se trató, pues, en primer lugar, los fundamentos teóricos de política. Con ello se busca enseñar conocimientos básicos sobre la ciencia política, los distintos tipos de metodologías para su estudio y las contribuciones del Magisterio Socio-Político de la Doctrina Social de la Iglesia en la materia. En segundo lugar, se trató los fundamentos teóricos de economía para obtener conocimientos básicos sobre economía desde la visión de la Doctrina Social de la Iglesia, así como elementos para lograr un análisis básico de la materia en su realidad. En tercer lugar, se estudiaron los fundamentos básicos de sociología para conocer las aportaciones científicas en la materia de parte de Max Weber, John Rawls, Paul Ricoeur, así como lograr entender los elementos para un acercamiento de la realidad social y religiosa desde el pensamiento social cristiano. Por último, se habló del caso mexicano para conocer algunas aportaciones y elementos propios de la situación en México. En realidad, esta última parte se amplió al análisis del contexto socio-político de algunos países latinoamericanos con una excelente y amplia participación de los alumnos. Como asistimos tres venezolanos, nos toco hacer equipo para presentar la realidad venezolana. Específicamente me correspondió exponer las etapas históricas de la política de los cien últimos años que cubren, prácticamente, los siglos XX y XXI.
Otro gran tema es la “formación de la conciencia social solidaria”, dictado por la presidente de IMDOSOC, la profesora Lucila Servitje Montull. Explica la profesora la importancia de este segundo curso en estos términos: “La realidad social es el lugar en el que se realiza la misión evangelizadora de la Iglesia, es por ello la que concretiza y condiciona la vida cristiana. El seguimiento de Jesús, que es el proyecto moral fundamental cristiano, debe necesariamente integrarse en los ámbitos de la cultura, la política y la economía. La formación personal, la vida eclesial comunitaria y el servicio evangelizador requieren la elaboración y asunción responsable de valores, criterios y normas morales sobre el comportamiento social”. Su objetivo es analizar y reflexionar sobre las exigencias ético-sociales que surgen de la práctica evangélica y de la reflexión teológica sobre la misma. Se trataron los siguientes temas: fe cristiana y conciencia social; conciencia, conciencia moral y conciencia social; desarrollo de la conciencia moral en el ser humano; deformación de la conciencia y sus repercusiones en la vida social; modelos morales y formación de la conciencia.
El tercer curso es sobre los fundamentos bíblicos del pensamiento social cristiano, dictado por la profesora Wanda Rodríguez Mangual, con el objeto de identificar y analizar las raíces bíblicas que sustentan el pensamiento social cristiano con la intención de fundamentar una reflexión crítica desde la fe, en torno a la pertinencia actual del mensaje cristiano y a favor de la construcción de una sociedad más justa y fraterna. Se explicó el contexto socio-político en el que surge el pueblo de Israel y cómo este contexto se convierte en el telón de fondo del texto bíblico. Se buscó recuperar el testimonio de fe de Israel como memoria subversiva a favor de los pobres y oprimidos. Se analizó los momentos claves de la historia de Israel en clave de alianza y promesa (el Éxodo). Se analizó también el mensaje de los profetas como deconstrucción de la ideología dominante de la élite israelita. Así como el tejido socio-político de la sociedad mediterránea y la Palestina del siglo I para descubrir la fuerza y el impacto del mensaje de Jesús y del cristianismo. Todo esto en una excelente dinámica de narrativas: el contexto socio-político de Israel en el Antiguo Testamento (narrativa del imperio); testimonio de Israel, el Dios liberador (narrativa de los pobres); alianza y promesa, responsabilidad y justicia social (narrativa de Yahvé); mensaje profético, idolatría y desenmascaramiento de la ideología dominante (narrativa de la idolatría); Jesús y el Reino de Dios, resistencia y estilo de vida contracultural (narrativa del Evangelio).
La segunda semana del 30 de julio al 3 de agosto comenzó con la materia sobre el “origen y evolución de la doctrina social cristiana”, dictada por el profesor Juan Carlos López Sáenz. El objetivo es “comprender adecuadamente lo que es el pensamiento social cristiano, su relación con la doctrina social de la Iglesia y la doctrina social cristiana, para profundizar en el origen y evolución de la doctrina social cristiana, mediante un estudio personal y grupal”. El contenido temático versó sobre los presupuestos antropológicos y teológicos, respondiendo a dos interrogantes: ¿quién es la persona humana y cuál es su dignidad? y ¿de cuál Dios hablamos? El segundo tema es sobre el pensamiento social cristiano, es decir, “la reflexión que hacen los cristianos   sobre la compleja realidad social”. El tercer tema se plantea lo siguiente: doctrina social ¿de la Iglesia? o ¿cristiana? El cuarto tema es sobre el método de la doctrina social cristiana: ascendente-pastoral-ver/juzgar/actuar, en la praxis del papa Francisco. El último tema es sobre los principios y valores, destacando el principio misericordia (guiándonos por la parábola evangélica del buen samaritano), solidaridad y subsidiariedad. Su metodología muy dinámica giró entre exposición, discusión y síntesis.
La otra materia consistió en el pensamiento social cristiano en América Latina, con el objetivo de “dar una visión y concepción continental de cómo se ha desarrollado y cómo impacta el pensamiento social cristiano en América Latina y El Caribe”. Se desarrolló el siguiente temario: introducción, aportes del magisterio latinoamericano a la doctrina social de la Iglesia, el Vaticano II y la teología de la liberación, comunidades eclesiales de base, pastoral urbana (mística en la ciudad) y otras expresiones eclesiales. Desde el principio fueron surgiendo realidades de gran interés entre los participantes, tales como la integración latinoamericana, la opción preferencial por los pobres, la promoción humana-liberación, el método de la doctrina social de la Iglesia, las culturas y las ideologías. Se habló también del lugar teológico de la teología de la liberación (los pobres) y de la teología del pueblo (el pueblo como sujeto comunitario). Otras inquietudes que surgieron de las ricas conversaciones en las clases, como el que Dios llegue a las personas, los movimientos sociales, entre otros.
La materia sobre discernimiento evangélico de la realidad social para su transformación la dictó el padre Umberto Mauro Marsich. Se trataron una serie de importantes temas sobre la antropología bíblica: el sentido bíblico de cuerpo, el alma, lo social, la familia humana, el convivir en comunidad, el modelo de convivencia humana, entre otras. Se reflexionó sobre el Decálogo como el credo ético para la realización de la convivencia humana que Dios quiere. De ahí se plantearon las cuestiones: ¿por qué Dios escogió a Israel? ¿Qué discernimos? Ante la primera pregunta se identifica al sujeto de discernimiento. Y frente a la segunda, se responde: La presencia de Dios es lo que discernimos. Partiendo de estas respuestas se reflexionó sobre la libertad auténtica, la conciencia recta, la voluntad sana y los principios evangélicos. Trabajamos, siguiendo el libro del profesor “Discernimiento Evangélico” (IMDOSOC, México 2015), los puntos de concretización del discernimiento evangélico (cuestión trascendental, imperativo evangélico, definición, los principios fundamentales y valores sociales del discernimiento), los niveles del discernimiento evangélico (personal, social-comunitario, grupal), los factores constitutivos del discernimiento evangélico (un sujeto, un objetivo un proceso, un lugar social, una finalidad, una convicción, un principio básico), el discernimiento evangélico como tarea de todo creyente (a vivir el Evangelio, a actuar según el Espíritu, a cumplir los mandamientos de Dios, es decir, el código ético que regula la vida social del pueblo de Dios), los diez pasos del discernimiento evangélico de la realidad social, las actitudes personales básicas para el discernimiento, los indicios acerca de la autenticidad del discernimiento evangélico (la fraternidad, las conductas correctas y concretas, los frutos según el Espíritu, la prioridad de los más necesitados, la fidelidad eclesial), la interpretación de algunas situaciones-problemas contemporáneas (la injusta distribución de los bienes de la tierra, la costumbre del fraude electoral y de la mentira política, el lucro como fin principal de la vida y de la actividad económica, la marginación social de los débiles y de los pobres, la liberación sexual con sus implicaciones éticas de destrucción del matrimonio y la familia con la explotación sexual de mujeres y niños, la violencia social como método generalizado para solucionar conflictos, el deterioro ecológico y la corrupción, el narcomenudeo).
Para concluir este informe, agradezco a mi Arzobispo y a mi Universidad Católica Cecilio Acosta por el permiso requerido, al Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM por su postulación y al mismo IMDOSOC por su testimonio y sus valiosos aportes académicos y pastorales.

viernes, 28 de septiembre de 2018

El Camino de Renovación de la Iglesia

El Camino de Renovación de la Iglesia
Al Excelentísimo Monseñor Doctor
Edgar Robinson Peña Parra[1]
Pbro. Mg. José Andrés Bravo Henríquez
Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia
Arquidiócesis de Maracaibo
Universidad Católica Cecilio Acosta
Camino de renovación de la Iglesia: Vaticano II
El 28 de octubre 1958, hace sesenta años, la Iglesia y la humanidad entera vive una agradable sorpresa, un regalo del Altísimo, es elegido papa un italiano campesino, el patriarca de Venecia, el papa bueno, Juan XXIII. Se trata, sin duda, de una acción divina que rompió lo cotidiano y creó cambios radicales. Un acontecimiento evangélico, es decir, una buena noticia para el mundo sumergido en profundos cambios, llenos de conflictos y crisis. Aún se viven las penas de las recientes guerras mundiales y una llamada “Guerra Fría” en pleno desarrollo, no menos violenta. La amenaza de una guerra nuclear que destruiría totalmente a la humanidad, mientras muchos países luchan por sus independencias políticas.
Por otro lado, encuentra una Iglesia tratando de salvarse y protegerse a sí misma presentando a un Dios cada vez más alejado del mundo. Como escribe el teólogo alemán Walter Kasper, se ha alejado tanto a Dios del mundo, que hemos hecho a Dios menos mundano y un mundo más ateo. En este contexto, el rostro de una nueva presencia de la Iglesia en la humanidad contemporánea se asoma al barcón del Vaticano en la persona del ya anciano de 77 años Ángel Roncalli, Juan XXIII.
Juan XXIII abre el camino de renovación, rejuveneciendo a la Iglesia en su interior y de cara a la humanidad, colocándola a la altura de los grandes y graves desafíos de nuestra época con el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965). Hace poco celebramos cincuenta años de tan magno evento, tan importante que todos experimentamos en él un nuevo pentecostés, una nueva acción del Espíritu Santo que, como en los primeros discípulos de Jesús, lanza valientemente a la iglesia al mundo para una nueva presencia de Dios salvador, para la evangelización renovada. Hoy escuchamos al papa Polaco Juan Pablo II diciéndonos, al comienzo del nuevo milenio, que debemos seguir interrogándonos sobre la acogida y puesta en práctica del Vaticano II. Pues, dice el papa grande, “con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza” (Novo millennio ineunte 57).
Se ha dicho que Juan XXIII es elegido como un papa de transición, es decir, por un tiempo corto mientras se encuentre otro mejor. En esto observamos que los humanos hacemos los cálculos, pero el Espíritu Santo es quien actúa. Como lo diría el teólogo Ives Congar, realmente su pontificado significó una verdadera “transición o paso de una Iglesia en sí a una Iglesia para los hombres, abierta al diálogo con los otros. Este aspecto se puso de relieve en el Concilio o con ocasión del Concilio, pero también en el estilo tan pastoral y tan evangélico de este corto Pontificado”.
Así, el 11 de octubre de 1962, con la inauguración del Concilio Ecuménico Vaticano II, se comienza un camino renovador que, impulsado por Juan XIII, es protagonizado de una manera concreta por su inmediato sucesor, el humanista contemporáneo Juan Bautista Montini, elegido papa el 21 de junio de 1963, tomando el nombre de Pablo VI (1963-1978), quien inmediatamente anuncia a la humanidad: “Hago mía la herencia de Juan XXIII, de feliz memoria, convirtiéndola en programa para toda la Iglesia”. Se refiere al Concilio Vaticano II, marcando sus objetivos por lo que entregó su vida entera: una auto-comprensión más clara de la Iglesia, su renovación interior, tender puentes hacia el mundo contemporáneo y realizar un esfuerzo de unidad con los hermanos de otras religiones cristianas.
Más específico lo señala en su programática encíclica Ecclesiam suam el 6 de agosto de 1964, tres pensamientos agitan nuestro espíritu: “Esta es la hora en que la Iglesia debe profundizar la conciencia de sí misma… Brota, por tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación… El segundo pensamiento…, a fin de encontrar no sólo mayor aliento para emprender las debidas reformas, sino también para hallar en vuestra adhesión el consejo y apoyo en tan dedicada y difícil empresa, es ver cuál es el deber presente de la Iglesia de corregir los defectos de los propios miembros y hacerlos tender a mayor perfección y cuál es la vía para llegar con sabiduría a tan gran renovación” (ES 4). Su tercera inquietud es el diálogo de la Iglesia con el mundo, no para censurar ni condenar, sino para respetar su autonomía y brindarle el servicio de la evangelización. Una Iglesia sirvienta de la humanidad o, como hoy lo pide el papa Francisco, una Iglesia samaritana, con entrañas de misericordia.
Pablo VI, a quien pronto se nos permitirán llamarlo san Pablo VI, es el Concilio en marcha. No sólo lo siguió y lo culminó, sino que lo aplicó en la gran reforma profunda y radical. En esta época dialogar con el mundo contemporáneo significaba encontrarse con la diferentes culturas en el proyecto de la evangelización de las culturas. Pero, para la situación de miseria y dominación socio-política del Tercer Mundo, exigía una nueva acción evangelizadora que integrara el progreso y la liberación de los pueblos. Aquel sueño de Juan XXIII de una Iglesia para todos, especialmente para los pobres, encuentra continuidad de compromiso en Pablo VI. Es ahí donde nos cuestiona desde la Evangelii Nuntiandi 31: “¿Cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?”.
Pablo VI le debe Latinoamérica la Conferencia de Medellín en 1968, inaugurada personalmente por él. Una Iglesia que se presenta liberadora, con una clara opción preferencial por los pobres y oprimidos, una Iglesia de comunión de cuyo seno nace el signo renovador con las comunidades de base. Es Pablo VI quien convoca la Conferencia de Puebla y le entregó la Evangelii Nuntiandi como base para sus estudios.
Puebla es convocada por Pablo VI poco antes de su partida al cielo. Igual, fue convocada por el feliz papa Juan Pablo I en sus pocos días de su ministerio petrino. La Iglesia no se detiene y su continua renovación avanza guiada por el Espíritu Santo. Finalmente, es el papa grande Juan Pablo II quien convoca y preside la Conferencia de Puebla en 1979. Juan Pablo II viene a proponer una Iglesia que renueva su misión evangelizadora con su proyecto pastoral más querido: la nueva evangelización con nuevos métodos,  nuevo ardor y nuevas expresiones, marcando así la Conferencia de Santo Domingo, convocada y presidida por él en 1992.
A Benedicto XVI le corresponde seguir adelante con una Iglesia abierta al mundo e inaugura la Conferencia de Aparecida el año 2007. Recuerdo sus primeras intervenciones destacando que la Iglesia está viva. Impactante su encíclica Caritas in Veritate (2009), celebrando los cuarenta años de la Populorum Progressio de Pablo VI. Dice el hoy papa emérito: “La crisis nos obliga revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo” (CV 21). La Iglesia y la humanidad actual son proyectos abiertos, tareas que nos comprometen. Ciertamente, un mundo mejor es posible, tenemos vocación de construir el reino de Dios.
El Papa Francisco, nueva etapa de renovación
Después de cincuenta años del Vaticano II, el Señor vuelve a sorprender al mundo con el regalo de un papa nuevo, latinoamericano, de gestos y palabras claras y sencillas para que su mensaje siga penetrando en el interior de cada persona del siglo XXI, invitándonos a abrir nuestras vidas al Evangelio de Jesús. Ciertamente, desde que el papa Francisco, el 13 de marzo de 2013, se asomó al balcón del Vaticano, pidiendo al pueblo que lo bendijera antes de bendecir él al pueblo, se siente la presencia de un tiempo nuevo, de renovaciones, para seguir construyendo el camino de sus predecesores, el mundo fraterno, fundado en el amor. Con la exigencia de una visión de Iglesia como Jesús, pobre para los pobres, desde el principio de misericordia, una Iglesia samaritana. Es como dar un renovado impulso al sueño de Juan XXIII cuando expresaba que el Concilio debe auto-comprenderse como la Iglesia de todos, especialmente de los pobres. El sueño de Pablo VI que, al culminar el Concilio, proclama a la Iglesia como la sirvienta de la humanidad, es la misma Iglesia samaritana del papa Francisco.
He leído un libro de dos periodistas, el paisano del papa, Sergio Rubin y la romana Francesca Ambrogetti, que trata de una conversación con el entonces cardenal de Buenos Aires Jorge Bergoglio. En esta obra, el rabino amigo del primado de Argentina, que presenta la obra, Abraham Skorka, define el pensamiento de Francisco con dos vocablos: “encuentro y unidad”. A mi juicio, es esto lo que expresan sus gestos y palabras, desde que comenzó su ministerio como obispo de Roma.
En el referido libro, habla ya sobre un tema apasionante y urgente: “la construcción de una cultura del encuentro”, como propuesta concreta a una situación de individualismo, discordia y desencuentro: “En este momento creo que, o se apuesta a la cultura del encuentro, o se pierde. Las propuestas totalitarias del siglo pasado –fascismo, nazismo, comunismo o liberalismo- tienden a atomizar. Son propuestas corporativas que, bajo el cascarón de la unificación, tienen átomos sin organicidad. El desafío más humano es la organicidad. Por ejemplo, el capitalismo salvaje atomiza lo económico y social, mientras que el desafío de una sociedad es, por el contrario, cómo establecer lazos de solidaridad”. Así piensa el cardenal que hoy es el papa Francisco.
Esto es lo que nos ha estado transmitiendo como pastor universal. Por ejemplo, al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el 23 de marzo de 2013, calificando el acto como un encuentro con todos los pueblos, “que quiere ser idealmente el abrazo del papa al mundo”; propone un proyecto común: el amor a los pobres y el esfuerzo en construir la paz. Y les manifiesta el auténtico sentido de su ministerio como pontífice. De ahí su programa más querido: crear puentes de encuentro entre las personas humanas con Dios y entre sí. En concreto, “la lucha contra la pobreza, tanto material como espiritual; edificar la paz y construir puentes. Son como los puntos de referencia de un camino al cual quisiera invitar a participar a cada uno de los Países que representan”.
Otro de sus discursos emblemáticos sobre el mismo tema es el del encuentro con los representantes de las Iglesias y comunidades eclesiales, y de las diversas religiones, el 20 de marzo de 2013. De entrada los invita a asumir de nuevo el deseo de Jesús de la unidad en la fe: “Éste será nuestro mejor servicio a la causa de la unidad entre los cristianos, un servicio de esperanza para un mundo todavía marcado por divisiones, contrastes y rivalidades”. Luego, manifiesta su deseo sincero de un diálogo respetuoso con las comunidades judías y musulmanas, con el fin de cooperar para el bien de la humanidad. Pues, con la promoción de la amistad entre las personas de diversas tradiciones religiosas, “podemos hacer mucho por el bien de quien es más pobre, débil o sufre, para fomentar la justicia, promover la reconciliación y construir la paz”.
Por último, quisiera referirme también al discurso que ofrece a la clase dirigente del Brasil el día 27 de julio del año 2013. Aquí insiste en “un proceso que hace crecer la humanización integral y la cultura del encuentro y de la relación; ésta es la manera cristiana de promover el bien común, la alegría de vivir”.
Luego pasa a llamar la atención sobre la responsabilidad social. Claramente afirma que “quien actúa responsablemente pone la propia actividad ante los derechos de los demás y ante el juicio de Dios. Este sentido ético aparece hoy como desafío histórico sin precedentes, tenemos que buscarlo, tenemos que insistir en la misma sociedad. Además de la racionalidad científica y técnica, en la situación actual se impone la vinculación moral con una responsabilidad social y profundamente solidaria”.
Completa su reflexión sobre el humanismo integral, respetando la cultura original y asumiendo la responsabilidad solidaria, con el tema recurrente que traza su línea fuerte de encuentro y unidad, “el diálogo constructivo”. Asegura que “el único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca, la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir a cambio. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios. Esta actitud abierta, disponible y sin prejuicios, yo la definiría como humildad social, que es la que favorece el diálogo”.
Mons. Edgar Peña, asociado al proceso renovador
Hoy el Señor de la historia miró de nuevo a tierra latinoamericana y encontró a un Sacerdote nacido en el Saladillo, sector más tradicional y mariano en la Ciudad de Maracaibo, del Estado Zulia, Venezuela. Un sacerdote que sale de clero de nuestra Arquidiócesis de Maracaibo, su excelencia mons. dr. Edgar Robinson Peña Parra. Nacido el 3 de marzo de 1960, comienzo de la década renovadora de la acción evangelizadora de la Iglesia, en plena preparación del concilio Vaticano II. De una buena y digna familia cristiana de Robinson Peña, su padre, y Adela Parra de Peña, su madre.
Dios vino a buscarlo para la importante misión de trabajar muy cerca del papa Francisco, correspondiéndole seguir las líneas trazadas en la Exhortación Evangelii Gaudium de la reforma de la Iglesia en salida misionera, entendida como la totalidad del pueblo de Dios que evangeliza, apuntando a la inclusión social de los pobres. En fin, una impostergable renovación eclesial, para decirlo con las mismas palabras del papa Francisco.
Hoy, excelencia, hermano y amigo, te toca soñar con el papa Francisco. El papa dice: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el leguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto-preservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentas pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad” (Evangelii Gaudium 27). Sólo para indicar una muestra de lo significa trabajar alado del papa Francisco.
Nosotros, excelencia, conocemos lo que significa esta misión y te estaremos acompañado con nuestras oraciones y, desde nuestra instancia pastoral, específicamente desde esta tu Universidad Católica Cecilio Acosta, con la acción renovadora que nos corresponda asumir. Señores universitarios, familia UNICA, invitados especiales, este sacerdote zuliano, Edgar Peña, nuestro profesor honorario, es elegido por el papa Francisco como sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano, misión que comienza el próximo 15 de octubre.
Su excelencia es presbítero desde el 23 de agosto de 1985, ordenado por mons. Domingo Roa Pérez, entonces arzobispo de Maracaibo, después de haber cursado estudios de filosofía y teología en los Seminarios Santo Tomás de Aquino de San Cristóbal y el Interdiocesano Santa Rosa de Lima de Caracas.
Lleva consigo una exitosa pastoral en diferentes Parroquias de nuestra Arquidiócesis, Nuestra Señora de Guadalupe (Sierra Maestra), San Pablo Apóstol (La Rotaria) y San Rafael Arcángel (El Moján). Esto sirva de testimonio de que el elegido para tan importante misión, no es un improvisado, le tocó, como joven sacerdote desarrollas una pastoral rural y popular, muy cerca de la gente, como le gusta al papa Francisco. También sirvió como profesor del seminario Mayor Santo Tomás de Aquino de Maracaibo. Pretenciosamente les digo que nuestro rector, el padre Eduardo Ortigoza y yo, somos testigos fieles de tan valiosa misión pastoral de su excelencia en nuestra Arquidiócesis. Pues, les hemos acompañado por estos caminos.
Doctorándose en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y en la Pontificia Academia Eclesiástica para realizar su formación al servicio diplomático de la Santa Sede. Su tesis doctoral versa sobre “los derechos humanos en el sistema interamericano a la luz del Magisterio Pontificio”. Convirtiéndose así en el primer diplomático venezolano al servicio de la Santa Sede.
Su misión diplomática comenzó en Nairobi-Kenia, donde también representó a la Santa Sede ante las Agencias de las Naciones Unidas para el Ambiente y para la vivienda conocida como HABITAT. Luego, pasa a la nunciatura de Yugoslavia en Belgrado, en medio de la guerra de los Balcanes. De ahí pasa a Suiza, Ginebra y luego a Sur África. Es así como cumple su misión diplomática en la Misión Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Organizaciones Especializadas y la Organización Mundial del Comercio. Es consejero de la Nunciatura en Tegucigalpa-Honduras y, después, en la Nunciatura de México, donde le correspondió ejercer como encargado de negocios.
También en África hemos tenido el honor de contemplar de cerca su grata y comprometida presencia muy cerca de los misioneros. En Kenia nos invitó, al padre Eduardo y a mí, a visitar Turkana, un pueblo nilótico en el noroeste de Kenia. Ahí pasamos la noche y el día domingo compartiendo una bella experiencia espiritual y pastoral de los misioneros. De su cercanía y preocupación por los misioneros sacerdotes, religiosos y laicos, también hemos sido testigos.
El 8 de enero de 2011 es nombrado por el papa Benedicto XVI arzobispo titular de la Diócesis de Telepte, situada en la antigua Túnez, y nuncio apostólico de Pakistán. Consagrado arzobispo por Benedicto XVI el 5 de febrero de 2011. El 21 de febrero el papa Francisco lo nombra nuncio apostólico en Mozambique hasta este momento. Ahora ha venido a Maracaibo para ofrecer al Señor su nueva misión eclesial en el Altar de la Virgen de Chiquinquirá, la Sagrada Dama del Saladillo, donde le acompañamos pueblo y pastores en una sola plegaria a la amada Chinita de Maracaibo.
Hoy, nuestra Universidad, unida en comunión con la Iglesia de Venezuela y su pueblo, le expresamos nuestra felicidad por este nuevo paso en su entrega sacerdotal al servicio de la Iglesia y la humanidad. Nos honra entregarle la Orden Cecilio Acosta en su Única Clase para su distinguida personalidad, al excelentísimo monseñor doctor Edgar Robinson Peña Parra, hermano y amigo. Y con su excelencia, a nuestro querido papa Francisco por quien oramos cada vez que nos pide rezar por él. Es él quien nos anima a avanzar en la construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad (cf. Evangelii Gaudium 221). No será fácil trabajar alado del pastor universal. Pero será fascinante ayudarle al papa Francisco a cargar la cruz de la humanidad. Ya sabes, todo lo puedes en Aquel que te conforta.

[1] Discurso de Orden promunciado el 27 de septiembre 2018 por motivo del conferimiento de la Orden Cecilio Acosta de la Universidad Católica “Cecilio Acosta” al excelentísimo monseñor Doctor Edgar Robinson Peña Parra, nombrado por el papa Francisco como sustituto para asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano.