Caracas, 07 de Julio de 2016.
Al iniciar hoy la CVI Asamblea
Ordinaria Plenaria de la Conferencia Episcopal Venezolana nuestros pensamientos
y nuestros corazones de pastores del pueblo de Dios se elevan al Padre de la
misericordia y Dios de todo consuelo que nos conforta en todos nuestros
sufrimientos, para poder nosotros dar a los que sufren el mismo consuelo que
recibimos de Dios (2 Co 1, 3-4)
Mi saludo fraterno y cordial al
Sr. Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas y Presidente de Honor de
nuestra Conferencia, Al Excmo. Mons. Aldo Giordano, Nuncio Apostólico en
Venezuela, y por su digna representación al querido Papa Francisco; A los
apreciados hermanos Arzobispos y Obispos de Venezuela.
Saludo de manera especial y doy
la bienvenida a este Colegio episcopal a los Excmos. Sres. Obispos recién
ordenados: Mons. Jonny Reyes, Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho, Mons.
Pablo Modesto González, Obispo de la nueva Diócesis de Guasdualito, Mons.
Víctor Hugo Basabe, Obispo de San Felipe, y Mons. Polito Rodríguez Méndez,
Obispo de San Carlos. Saludo y doy la más cordial bienvenida a los Obispos
Electos Mons. Enrique Parravano, Obispo Auxiliar de Caracas y Mons. Carlos
Cabezas Mendoza, de la Diócesis de Punto Fijo. Todos ellos participan por
primera vez con voz y voto en la Asamblea episcopal. Con afecto y veneración
saludo a los hermanos Obispos Eméritos.
Un especial saludo y sincero
agradecimiento al Rvdo. Padre Francisco José Virtuoso, Rector de esta ilustre
Universidad, que nos acoge en esta y otras ocasiones.
Mi saludo y agradecimiento por su
presencia, a los Superiores y Superioras Mayores representantes de la
Conferencia de Religiosos y Religiosas de Venezuela (CONVER), al Presidente y
demás miembros de la Junta Directiva del Consejo Nacional de Laicos (CONALAI),
a la Presidenta y demás miembros de la Junta Directiva de la Asociación de
Educadores Católicos (AVEC), al Gerente General de INPRECLERO, al Gerente
General y demás miembros de la Junta Directiva de APEP.
Saludo y doy la más cordial
bienvenida a los nuevos Subsecretarios de la Conferencia Episcopal de
Venezuela, los Presbíteros Rivelino Antonio Cáceres, de la Diócesis de Barinas,
y Gerardo Salas Arjona, de la Arquidiócesis de Mérida. Saludo igualmente al
Equipo de Directores del Secretariado Permanente del Episcopado Venezolano
(SPEV), a los sacerdotes Secretarios de Actas de esta Asamblea y al personal de
empleados y obreros del Secretariado y de la Casa "Mons. Ibarra". A
todos ellos el reconocimiento en nombre de todos los hermanos Obispos.
A los representantes de los Medios
de Comunicación Social, el saludo cordial y el sincero agradecimiento por su
atención a esta Conferencia Episcopal, a lo largo de todo el año. Señoras y
Señores.
PANORAMA ECLESIAL
A pesar de los problemas de toda
índole que agobian a todos los que vivimos en este país, la Iglesia en
Venezuela, como institución, goza de buena salud espiritual. La asamblea
comienza con nueva fuerza del Espíritu. Está precedida por el encuentro de los
diecisiete obispos de nuevo nombramiento, en el que durante tres días reflexionaron
sobre su vocación y ministerio en las circunstancias actuales de la Iglesia y
de la nación.
Por otra parte, el Jubileo de la
misericordia se está viviendo con una sobria espiritualidad, en la línea de la
conversión personal, pero con fervorosa participación, creatividad litúrgica y
sentido de solidaridad en cada diócesis, parroquias y comunidades, y entre los
diversos sectores de la Iglesia, Presbíteros, Religiosos y Religiosas,
Movimientos laicales de apostolado, agentes de pastoral y fieles cristianos.
Ha venido en nuestra ayuda la
reciente Exhortación postsinodal Amoris Laetitia (La alegría del amor) del Papa
Francisco. Va siendo leída, estudiada y asimilada paulatinamente por los
sacerdotes, los agentes de la Pastoral familiar, movimientos apostólicos e
incluso por familias individuales y laicos más comprometidos. Este documento
ofrece una visión integral de la familia, fruto de una larga reflexión de toda
la Iglesia, expuesta desde los ángulos culturales y sociales más diversos, pero
sistematizada en los dos últimos Sínodos de la Iglesia. Es una visión que se
fundamenta en la palabra de Dios y en la tradición multisecular de la Iglesia,
pero también en la realidad concreta de la situación familiar en cada
continente. <>.
El mismo Santo Padre, con sabia
pedagogía da como una clave que ayuda a leer el documento. Advierte con
claridad: Esta Exhortación aborda, con diferentes estilos, muchos y variados
temas. Eso explica su inevitable extensión. Por eso no recomiendo una lectura
general apresurada. Podrá ser mejor aprovechada, tanto por las familias como
por los agentes de pastoral familiar, si la profundizan pacientemente parte por
parte o se buscan en ella lo que puedan necesitar en cada circunstancia
concreta.
La Exhortación se compone de
nueve capítulos. El Papa añade: Es probable, por ejemplo que los matrimonios se
identifiquen con los capítulos cuarto y quinto, que los agentes de pastoral
tengan especial interés en el capítulo sexto, y que todos se vean muy
interpelados por el capítulo octavo. Espero que cada uno a través de la
lectura, se sienta llamado a cuidar con amor la vida de las familias, porque
ellas << no son un problema, sino principalmente una oportunidad >>
En otras palabras no es que la
Exhortación tenga un capítulo más importante que otro sino, que todos
constituyen un todo orgánico y plural como el cuerpo humano.
Francisco sitúa la Exhortación en
el contexto del año jubilar de la Misericordia en el que adquiere un sentido
especial. En primer lugar, porque el Papa la escribe como << propuesta
para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del
matrimonio y la familia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para
que sean signos de misericordia y cercanía allí 5
donde la vida familiar no se
realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo>>
Aunque Amoris Laetitia, la
Alegría del Amor, es una propuesta del Evangelio de la familia, no se limita a
los católicos sino que en ella cualquiera que busque descubrir la verdad y la
belleza de la institución familiar podrá encontrar una respuesta amplia, sería
profunda y realista a la complejidad de la vida familiar moderna. No es un
texto teórico desconectado de los problemas reales de la gente.
El Papa, con toda la Iglesia,
proclama y reafirma sin ambages que el matrimonio es la unión de un hombre y
una mujer.
Las uniones entre las personas
del mismo sexo no se pueden equiparar al matrimonio cristiano.
La Exhortación rechaza la
ideología de género como un pensamiento cerrado que defiende las diferencias
entre el hombre y la mujer no son naturales sino resultado de una convención
social, construcciones meramente culturales según los roles que cada sociedad
asigna a los sexos. Una de sus consignas fundamentales es que << el
hombre y la mujer no nacen sino que se hacen >>. En consecuencia, la
homosexualidad es algo normal por lo cual no solo debe respetarse sino
defenderse, protegerse y hasta privilegiarse. Es inquietante dice el Papa – que
algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones,
a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que
determine incluso la educación de los niños.
Sobre esta difícil problemática
oportunamente a través de las comisiones de Fe y Doctrina y de Familia.
La Exhortación es un documento Pastoral
en el que destaca el reconocimiento a los diferentes esfuerzos, muchas veces
erróneos o incompletos, por formar una familia estable, integrada por un padre,
una madre y sus hijos. Aquí entra de lleno la orientación amplia y motivadora
del capítulo VIII que lleva por título: ACOMPAÑAR, DISCERNIR E INTEGRAR LA
FRAGILIDAD. Es aquí, en las situaciones familiares difíciles, donde los
pastores hemos de conjugar en todas sus formas el verbo acompañar. <<
Nadie – dice el Papa- puede ser condenado para siempre, porque esa no es la
lógica del Evangelio>>. Y continua: <> (277). El Papa, consecuentemente, hace mención de la
<> (308).
Desde otro punto de vista,
Francisco hace un llamado a una preparación más prolongada, mediante
<> al sacramento del matrimonio y pide
que la preparación inmediata no se concentre exclusivamente en los preparativos
de la celebración social.
En Venezuela es urgente y
obligatorio, dada la crisis económica, reducir los gastos en la celebración de
la boda. Hay familias que por esos gastos de sus hijos quedan al borde de la
quiebra o de la ruina. Es también nuestro deber pastoral orientar a Los novios
o contrayentes y ayudarlos a entender que es más importante la preparación
humana y espiritual que la mera celebración social. 7
PANORAMA NACIONAL
No me detendré a describir la
situación del país, porque hoy constituyen una rara excepción los venezolanos
que no sufren una dura realidad. A más de que el sistema que nos gobierna ya
está agotado, los actuales gobernantes manifiestan incapacidad para solucionar
los urgentes problemas del país.
Se observa claramente que los
intereses del gobierno no son los intereses del país, de sus gentes y sus
instituciones. La ingobernabilidad, aparte de la brutal represión, y la
carencia de respuestas serias y estables, que superen la improvisación y la
provisionalidad, provocan la percepción generalizada de que la crisis global se
agudiza y se prolonga sin límites. Percepción que genera al mismo tiempo
incertidumbre, desesperanza, depresión rabia y violencia social. Las ciudades
de Cumaná y Tucupita, entre otras, han experimentado los efectos de las
políticas económicas y sociales equivocadas y la indolencia de las autoridades.
Pareciera que una nueva edición del <> se realiza por
capítulos.
Un gobierno que no ha podido
derrotar y dar alimentos y medicinas al pueblo, aún
más, negado a permitir que instituciones religiosas o sociales presten su
concurso para aliviar las penurias y dolencias del pueblo, carece de autoridad
moral para llamar al diálogo y a la paz.
Un gobierno que durante
diecisiete años y no ha podido, a pesar de todos sus recursos, controlar y
dominar la delincuencia no está en condiciones de asegurar tranquilidad y paz a
los ciudadanos. La sola represión, como la Operación de Liberación del Pueblo
(OLP) no es el camino que nos conducirá a la paz.
El diálogo, del cual habla el
gobierno, comienza por el reconocimiento de la gravedad de la situación en
todos los órdenes y la manifestación de la voluntad mediante signos visibles,
de querer cambiar positivamente o transformar la situación. El incremento del
poder militar no solucionará los problemas éticos y sociales. Un diálogo
político sin metas precisas, sin fases definidas y sin resultados previstos es
inútil.
La locura del poder y la
permanencia en el poder no justifican cualquier acción ni cualquier política.
Estamos los venezolanos ante una disyuntiva moral, pues no podemos admitir ni
permitir que la vida humana ceda el puesto a la divinización de la ideología.
Cuando se da una situación así, hay que recurrir al poder originario que está
en el pueblo. Consultarlo y acatar su decisión es un imperativo moral que no
puede ser soslayado por ninguna autoridad. El Referéndum Revocatorio comenzó
prácticamente el 6 de Diciembre.
Las inquietudes de la población
venezolana son compartidas en estos momentos por muchas instancias nacionales e
internacionales. En un mundo globalizado no podemos declararnos ajenos a ellas,
aduciendo soberanía e independencia. Es una verdad ética que la democracia en
Venezuela está resquebrajada, y quienes tienen la obligación de oír y concertar
con todos los sectores no lo están haciendo. Tampoco se puede dialogar si no se
reconoce en primer lugar la existencia y paridad del otro. Ignorarlo o
eliminarlo agrava más la situación.
Los Obispos no somos ni
oficialistas ni opositores per se. En nombre del mandato divino de pastorear a
todos, a los unos ya los otros, hacemos un llamado para evitar que se siga
deteriorando la vida del venezolano y caigamos en una espiral de odio y muerte,
cuando existen mecanismos pacíficos y constitucionales que ofrecen una salida
legítima a la crisis. Nosotros no somos profetas del desastre. Somos pastores y
profetas de la esperanza.
Como miembros de la Iglesia
hacemos un llamado en este año de la misericordia al encuentro, al perdón y a
la reconciliación. Ofrecemos nuestros buenos oficios para facilitar canales de
diálogo. Agradecemos a los mediadores internacionales de un dialogo entre el
gobierno y la oposición para la paz. Es necesario reconocer los errores. Es
necesario corregir las fallas. Es necesario abrirse a la creatividad en la que
quepamos todos sin distingos de ninguna clase.
Como tarea urgente, ratificamos
públicamente nuestra solicitud de que se permita la entrada de medicamentos que
necesitan muchos venezolanos urgidos de una atención sanitaria de altura. La
capilaridad de Cáritas de Venezuela y la cooperación de instituciones privadas,
y no de entes gubernamentales, nos hace capaces de recibir y distribuir
adecuadamente las muchas ofertas que recibimos a diario del exterior. No es la
solución definitiva pero sí es un paliativo que no debería esperar más.
Ruego al Padre misericordioso e
invoco la protección de María de Coromoto a fin de que estas reflexiones que
expresan el sentir no solo de la Conferencia Episcopal sino del y el anhelo de
la inmensa mayoría del pueblo venezolano, que espera una solución pronta y
definitiva, a la crisis que vivimos, encuentren un camino pacífico y
democrático.
+Mons. Diego Rafael Padrón
Sánchez
Arzobispo de Cumaná 10
Presidente CEV
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