Andrés Bravo
Capellán de la
UNICA
En la bella Isla de Margarita se
celebró el VIII Encuentro Nacional de la Pastoral Universitaria entre los días 21
al 24 de mayo 2014, organizado por la Comisión Episcopal de Juventud y Pastoral
Universitaria de la Conferencia Episcopal Venezolana, presidida por Mons.
Castor Oswaldo Azuaje, obispo de Trujillo, y dirigida por el presbítero Carlos
Flores. Sin embargo, es el presbítero Leonardo Marius quien asesora acertadamente
la pastoral universitaria a nivel nacional. Aunque se sintió la presencia
activa de Mons. Azuaje y del padre Flores, la coordinación del evento fue
responsabilidad del padre Marius quien lo hizo de manera excelente. Así, pues,
comienzo por darle el reconocimiento que justamente se merece.
El encuentro se constituyó con momentos
espirituales, formativos, de convivencia y compromisos. Participamos cerca de
setenta personas comprometidas con la pastoral en el mundo universitario.
Estudiantes, obreros, administrativos, profesores, sacerdotes y obispo,
representamos unas veinte delegaciones de distintas universidades de nuestro
país, de quince diócesis y arquidiócesis. Mons. Aníbal Quintero, obispo de
Margarita, nos dio la bienvenida y presidió la Eucaristía de Inauguración en la
Iglesia del Valle, ofreciendo el encuentro a la protección maternal de la
Virgen del Valle. El texto que nos iluminó durante todo el evento, fue la
exhortación del papa Francisco, Evangelii
gaudium (EG). De esta forma, también sentimos la presencia del pastor
universal.
El primer día fue la llegada y la
primera reunión donde se señalaron los motivos, las dinámicas y los lineamientos
del encuentro. Se presentó solemnemente el “Año Jubilar de la Juventud en
Venezuela” motivado por la pasada conmemoración del bicentenario de la batalla
de la Victoria que libraron los jóvenes venezolanos el 12 de febrero de 1814.
El tema y lema del año celebrativo de la juventud son las palabras del papa
Francisco que pronunció en la pasada Jornada Mundial de la Juventud: “Sean
callejeros de la fe”. Es un llamado a los jóvenes cristianos a vivir su
vocación bautismal de misioneros “saliendo de la propia comodidad y atreverse a
llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). Lo
que se pretende lograr es propiciar entre los jóvenes la vivencia de fe
cristiana.
El segundo día fue, a mi juicio, el
más productivo. El profesor mexicano, de origen italiano, Giampiero Aquila,
dictó una excelente ponencia sobre una introducción a la Exhortación Apostólica
Evangelii gaudium del papa Francisco,
que tituló: “para ver el trigo en medio de la cizaña”. El mismo profesor con su
enseñanza condujo el trabajo de todo el día. Él calificó la exhortación papal
como una “provocación apostólica”. Es, sin dudas, como lo es la misma persona
de Francisco, una exigencia a la renovación.
En primer lugar, nos habla de una Iglesia misionera
en clave de salida. Aquí se subraya una dimensión antropológica sumamente importante.
“La propuesta, dice el papa, es vivir en un nivel superior” (EG 10). Esto lo
explica el mismo Francisco citando el documento de Aparecida el numeral 360:
“La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad.
De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la
orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás” (EG 10). El
profesor Giampiero interpreta que la invitación misionera atañe la naturaleza
misma del ser humano y que las dimensiones de la vida de la Iglesia son
dimensiones de la vida del hombre. Es decir, digo yo, ser Iglesia, y en Ella,
misionero, forma parte de mi realización personal.
El segundo punto de la ponencia sobre la exhortación
en cuestión, es sobre una respuesta a la realidad o, como textualmente lo dice
nuestro profesor, “una respuesta en el ambiente”. Aquí se encuentra el juicio
ante una realidad que vemos siempre con mirada nueva (“como los ojos del
neonato que se abrieran por primera vez a la realidad”). Ciertamente, aprecio
yo, el papa es crítico ante una realidad que debe cambiar. Si en algún momento
sus predecesores llegaron a insinuar alguna justificación al capitalismo, con
el propósito de señalar el peligro evidente del socialismo, Francisco hace una
fuerte y clara acusación a todo sistema que no asegura el valor de la vida
humana y dice “no a una economía de la exclusión y la inequidad” (EG 53),
porque “esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muera de frío un
anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la
bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay
gente que pasa hambre. Eso es inequidad” (EG 53). Se hablará siempre de los
“nos” de Francisco: No a una economía de la exclusión (EG 53-54), no a la nueva
idolatría del dinero (EG 55-56), no a un dinero que gobierna en lugar de servir
(EG 57-58), no a la inequidad que genera violencia (EG 59).
Otra grave realidad que desafía la evangelización
que nuestro profesor no hizo notar en la exhortación es la secularización que busca reducir la fe al ámbito de lo privado y de
lo íntimo. Explica el papa: “Al negar toda trascendencia, (la secularización)
ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del
pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan
una desorientación generalizada” (EG 64). Para esta realidad que desafía a la
Iglesia misionera, la respuesta es, según el papa, “el sentido unitario y
completo de la vida humana que propone el Evangelio” (EG 75).
El último punto de la ponencia trató de “la
moralidad no es cumplimiento sino que es tensión”. Muy interesante este
planteamiento que el papa Francisco nos ofrece porque, lo refiere el ponente,
“si la naturaleza del cristianismo es la de ser un acontecimiento, lo que pide
no es ser buenos sino seguirlo”. El cristiano es un seguidor de Jesús. En
realidad, la exhortación nos enseña una moral social (ver EG 217-237). Los
temas son: el bien común y la paz social. Denuncia la falsa paz: “también sería
falsa paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social
que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan
de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos
mientras los demás sobreviven como pueden” (EG 218). Y se afinca el papa con su
hablar claro: “La dignidad de la persona humana y el bien común están por
encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus
privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz
profética” (EG 218).
Al respecto, Francisco nos propone los siguientes
principios:
1.
El
tiempo es superior al espacio
(EG 222-225): “Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más
que de poseer espacios”.
2.
La
unidad prevalece sobre el conflicto (EG 226-230): “El conflicto no puede ser ignorado o
disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos
perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada.
Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la
unidad profunda de la realidad”.
3.
La
realidad es más importante que la idea (EG 231-233): “Esto supone evitar diversas formas
de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo
relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que
reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los
intelectualismos sin sabiduría”.
4.
El
todo es superior a la parte
(EG 234-237): “Entre la globalización y la localización también se produce una
tensión. Hace falta prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad
cotidiana. Al mismo tiempo, no conviene perder de vista lo local, que nos hace
caminar con los pies sobre la tierra. Las dos cosas unidas impide caer en
algunos de estos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en un universalismo
abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los
fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos
programados; otro, que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños
localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse
interpelar por el diferente y de valorar la belleza que Dios derrama fuera de
sus límites”
A
estas enseñanzas maravillosas que sobre la primera exhortación del papa
Francisco, nos diera el profesor Giampiero Aquila, laico comprometido en la
Pastoral Universitaria e investigador de la División de Filosofía del Centro de
Investigación Social Avanzada (CISAV), México; se trabajó en grupo todo el día.
Sobre cinco puntos sugeridos por el expositor y tomados de la exhortación del
papa:
1.
La
necesidad de la conversión: Dios nos primera. “Invito a cada Cristiano, en
cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro
personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar
con Él, de intentarlo cada día sin descanso…” (EG 3).
2.
La
misión paradigmática: una Iglesia en salida. “Aquí descubrimos otra ley
profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la
entrega para dar vida a otros. Eso es en definitiva la misión” (EG 10).
3.
Una
respuesta en el ambiente: la Universidad. ¿A qué nos remite que nuestra presencia no puede
ser intimista o reducida a lo privado?
4.
Una
fe que cubre toda la vida.
“Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para
todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos
de todos los tiempos” (EG 113).
5.
La
moralidad no es cumplimiento sino que es tensión. Si la naturaleza del
cristianismo es un acontecimiento (la persona misma de Jesús), lo que pide no
es ser bueno sino seguirlo. ¿Qué descubrimos de novedoso para ayudarnos a
afrontar la situación actual que vivimos en Venezuela? ¿Cuál puede ser nuestro
aporte como Iglesia presente en la Universidad?
El trabajo en grupo fue realmente serio y
productivo. Ahí es cuando los jóvenes estudiantes tomaron el protagonismo y se
desató una interesante discusión con mucho respeto, con claridad y sinceridad.
La realidad de Venezuela presentada por los estudiantes es dramática y sus
luchas sacrificadas. Un gran aprendizaje de amor y compromiso social desde la
fe cristiana y sus convencimientos democráticos. Esto dio a luz un documento
denominado: “Manifiesto final del VIII Encuentro Nacional de Pastoral
Universitaria”.
Lo que más nos llama la atención es el cómo se ven
ellos (los estudiantes venezolanos) frente al país que sufren. Dicen que, entre
ellos, existen los que luchan indignados, los que luchan esperanzados, los
indiferentes, los que están confundidos, los silenciados y los que sostienen un
compromiso ideológicos. Ahora bien, afirman en el manifiesto, que no se
pretende plantear soluciones a la problemática que vivimos, “ no se trata,
pues, de una postura ideológica que se contrapone a otros o se pone como una
tercera vía, sino, una postura ante la realidad que permite ver mejor lo que acontece”.
Manifiestan: “Nos parece importante aclarar que
Cristo no es un héroe que vino a solucionar o eliminar nuestros problemas, sino
a relacionarnos de otra forma con ellos. Cristo está presente en medio de
nosotros para reconocernos plenamente humanos en Él, para restituir
constantemente nuestra dignidad de personas, para ser protagonistas en el mundo
de lo que verdaderamente cambia al hombre y a la sociedad: una comunidad
cristiana viva dentro de la Universidad”. Y concluyen: “El papa Francisco nos
ha invitado a salir, a callejear la fe… Animamos así a todos los jóvenes y
universitarios en general, a que no tengan miedo a anunciar y vivir a
Jesucristo, que expresen con valentía, creatividad, libertad y profundo respeto
al otro, lo que creen, lo que esperan, lo que le da un horizonte nuevo y
definitivo a la vida, al fin y al cabo esto es la Universidad”.
Esto es, pues, el mejor fruto de nuestro VIII
Encuentro Nacional de Pastoral Universitaria de este año 2014. En la
Universidad Católica Cecilio Acosta hemos compartido esta experiencia con un
grupo de estudiantes y profesores.
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