Docente UNICA
Me he sentido
privilegiado por el Señor porque ha sido bueno conmigo en extremo. Son
innumerables las gracias y bendiciones que, durante toda mi vida, recibo de su
infinita misericordia. Es verdad que no siempre he estado a la altura de mis
responsabilidades a pesar de que he procurado hacer bien lo que me ha
encomendado mi Iglesia. El secreto es ser sincero y confiar en el Señor, ser
perseverante, formarse contantemente y, especialmente, ser dócil al Espíritu
Santo. Soy feliz haciendo lo que sé hacer y no haciendo lo que no alcanzan mis
posibilidades. Aunque a veces me he sentido débil pero jamás ambicioso ni
derrotado. Como no quiero pasar por modesto, expreso responsablemente que
reconozco mis valores que son dones recibidos del Señor para donarlos a los
demás. Reconozco, a la vez, los valores de los demás y me he sentido necesitado
de ellos. Pienso que para poder gozar de esos valores que me faltan, el Señor
me ha puesto cerca de las personas que los tienen para vivir la comunión con
ellos. Sin duda, la mayor riqueza de dones me la da el Señor por medio de mis
hermanos, a los que me coloca cerca de mí para poderlos disfrutar. No hay don
más valioso que el otro, con quien comparto la vida, el ministerio, el trabajo
y el apostolado. Cuando medito en mi vocación de pobreza, la vivo especialmente
en la necesidad que tengo del Señor y de los demás.
Por
eso, me he sentido feliz siendo Capellán de mi Universidad Católica “Cecilio
Acosta”. Desde los primeros días de septiembre de 2005 no ha pasado un solo
momento sin tener motivos para agradecer al Señor por ello. Ciertamente, es el
mejor regalo recibido de mi Arzobispo Mons. Ubaldo Santana, por mis ya lejanos veinticinco
años de ordenación sacerdotal. Puedo decir, con sinceridad, que ser Capellán de
esta tan querida Universidad me ha dado muy buenas satisfacciones. En ella he
crecido como ser humano viviendo mi existencia como consagrado en mi vocación
sacerdotal. Es más lo que he recibido que lo que he dado.
Ser
Capellán de la UNICA es una grave responsabilidad llevada con gozo. El ambiente
me ha ayudado a trabajar con agrado. He aprendido a relacionarme con personas
de una sincera y profunda fe cristiana-católica y no-católica, y con aquellas
personas que, no siendo creyentes o profesan otra confesión religiosa, son
extraordinariamente sinceras y portan un corazón y un cerebro generosamente
abiertos. Como lo leí en alguna parte, la mente es como el paracaídas, sólo
sirve si se abre. El Capellán de la UNICA debe ser abierto de mente y corazón,
recibir a todos y escucharles con respeto y dignidad. Así es la Universidad y
así es la Iglesia Católica, dispuesta al diálogo, al compartir, a debatir, a
valorar y crear espacios de entendimiento para construir juntos el mundo
posible.
Ser
Capellán de la UNICA es colocar alma, vida y corazón, a favor de una auténtica
comunidad donde se viva el Evangelio de Jesús, donde se adore a Dios que es
amor, se venere a la Madre del cielo María de Nazaret, se venere y se siga el
ejemplo de San Alberto Hurtado, donde se conozca las ideas humanistas y el
testimonio del laico Cecilio Acosta, donde todos nos tratemos como hermanos y
cumplamos con honradez, competencia y responsabilidad nuestras tareas para el
bien de todos, para el servicio de la humanidad y la edificación del Pueblo de
Dios que es la Iglesia.
Ser
Capellán de la UNICA es formarse e informarse constantemente sobre las
situaciones socio-políticas, culturales y religiosas, para dar respuestas a sus
retos lo más acertadamente posible. Igualmente, como dice constantemente
nuestro Rector, respirar con el país y con la Iglesia. Siendo Cristo la luz de
la gente, el Capellán debe convertirse en el candelabro para que esa luz divina
ilumine todos los espacios de nuestra Universidad. Sin ser invasor, debe
sentirse su presencia en todas las partes universitarias, con el Evangelio de
Jesús y las enseñanzas de la Iglesia. Dar a conocer las actividades de la
Iglesia, sus documentos, sus pastorales, sus inquietudes para que más que
aprender sobre la Iglesia, aprendamos a ser Iglesia. Más allá de conocer la
Iglesia, la amemos y la sintamos, como lo hacen los grandes Padres Santos y
Doctores.
Ser Capellán de la UNICA es vivir y hacer
vivir los grandes momentos espirituales y litúrgicos donde actualizamos los más
importantes misterios de nuestra fe: Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua. El
Dios-con-nosotros en la encarnación del Hijo, su pasión, muerte y resurrección
hasta la plenitud de la Pascua con la fiesta de Pentecostés, el Espíritu Santo
que al venir a la humanidad la convierte en Pueblo de Dios, un misterio de
comunión y misión.
Yo
me he sentido felizmente realizado colaborando con los estudios de teología y
filosofía, con las maestrías que en su Facultad se organizan. Gracias por poder
enseñar en varios diplomados, especialmente en el de Doctrina Social de la
Iglesia y, recientemente, en el de “Educación, ética, desarrollo humano y
responsabilidad social”, en muchos talleres y cursos, en conferencias y foros. Como
docente, estoy presto a seguir contribuyendo al fortalecimiento de los
programas de Filosofía y Teología, en la difusión y formación de la Doctrina
Social de la Iglesia, en la vivencia de los diferentes ámbitos de la
catolicidad y a seguir trabajando en la investigación sobre el humanismo
integral y solidario.
Cuenten
con mi servicio donde me necesiten y pueda ser útil. Seguiré promoviendo la
Semana de la Doctrina Social de la Iglesia. Seguiré participando en las
diversas comisiones que el Ilustre Consejo Universitario me ha encomendado.
Igualmente, en la Cátedra Libre San Alberto Hurtado. Voy a comenzar nuevos
proyectos de investigación que beneficien a nuestra Universidad. En suma,
todavía no me voy. Me quedo para seguir sirviendo con humildad.
Debo
confesarles lo que personalmente me expresó Mons. Ubaldo: “Has hecho un buen
trabajo y te has ganado el aprecio y el respeto de la gente UNICA. Agradezco
también el apoyo que le puedas brindar al Padre Nedward Andrade para que tenga
también buena aceptación y se gane la colaboración de los directivos, de los
profesores, de los empleados y de los estudiantes en general”. Hoy comienza su
gestión el Padre Nedward Andrade. Con sinceridad, me es grato obedecer en esto
a mi Arzobispo. Me consta que nuestro nuevo Capellán es un excelente Sacerdote,
ama a la Iglesia y ama a la Universidad. Estoy seguro que su trabajo pastoral
nos va a hacer mucho bien. Cuenta conmigo Padre Nedward y con esta Comunidad
que desde ya te acoge con respeto y aprecio.
Por
último, permítanme agradecer especialmente a nuestro Rector Dr. Ángel Lombardi
por seguir confiando en mí a pesar de mis deficiencias. Igualmente, a todas las
autoridades, estudiantes, profesores, directores, secretarias y obreros. Siguen
siendo mi familia UNICA. Mil gracias.
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