Rector de la Unica
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@angellombardi
El
capitalismo fue el verdadero creador de la democracia moderna, aunque hoy se
haya constituido en el principal obstáculo para su desarrollo, ya que ha
privilegiado la categoría libertad en detrimento y desmedro de la igualdad. Hoy
sabemos que libertad e igualdad son términos indisolubles y complementarios,
ambos necesarios para poder definir un verdadero sistema democrático.
La
teoría política democrática descansa sobre una serie de principios que la
humanidad ha ido conquistando, que cuajan y se definen de manera categórica en
el siglo XVIII, cuando se descubre y define la categoría pueblo, que pasa a ser
la referencia democrática por excelencia y la fuente de donde emanan todos los
poderes y a partir de la cual se elaboran todas las leyes.
A
partir de entonces se identifica e individualiza a la persona como ciudadano de
una nación y se le ampara y protege frente al poder arbitrario del Estado. La
ley se encumbra por encima de toda otra institución o persona en ejercicio del
poder. Con ello se busca controlar el poder y orientarlo en beneficio de todos.
“El
principio inherente a la democracia es la igualdad y su consecuencia debe ser
el esfuerzo del Estado para minimizar las diferencias entre los hombres”,
expresaba Alexis de Tocqueville observando a la sociedad norteamericana.
En
democracia el poder debe ser difundido y compartido para que el pueblo sea el
principal protagonista y beneficiario del sistema, tal como lo asentaba Lincoln
en su discurso de Gettysburg: la nación tiene que ser concebida “en la libertad
y consagrada a la idea de que todos los hombres son creados iguales”, para que
así prevalezca “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
En
los últimos dos siglos se ha avanzado mucho en la conquista de la libertad
política y jurídica, aunque no tanto a nivel económico y social. El socialismo
viene a ser el corolario natural de la evolución histórica de la democracia, la
superación dialéctica del capitalismo en aras de una mayor libertad y de una
garantía cierta de justicia social. Lamentablemente, el socialismo histórico
terminó negándose a sí mismo.
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