Sacerdote de Maracaibo
A Jesús le molestan los hipócritas y los que escandalizan
a los humildes. A los primeros los llama razas de víboras y a los segundos les
aconseja colgarse en el cuello una piedra de molino y tirarse al mar. Realmente
Jesús es tan radical con los que lo siguen que les exige la entrega total de su
existencia. Es decir, el seguidor de Jesús debe dedicar su vida, en la posición
donde se encuentre, al servicio del reino de Dios que pasa por la construcción
de la fraternidad. Todo acto de devoción tiene sentido en la medida en que
exprese con sinceridad la vida de fe en la búsqueda del bien de todos. Recuerden
que no todo el que diga “Señor, Señor” se salvará, sino aquel que, diciendo
“Señor, Señor”, no es hipócrita ni escandaliza a los humildes por su conducta.
No crean que el pueblo no se da cuenta de la sinceridad o
no de los políticos que se acercan imprudentemente a la Virgen para que los
vean y hacer creer que son buenos cristianos y aman a la Chinita. Lo que hacen
es aprovechar el momento extraordinario cuando el pueblo se reúne para venerar
a la Sagrada Dama del Saladillo y buscar agradar a muchos para que voten por
ellos. Son hipócritas, como aquellos fariseos que Jesús rechaza porque les
gusta rezar en las plazas públicas para que la gente los vea.
Así, muchos políticos venezolanos instrumentalizan
electoreramente la vida religiosa del pueblo. Pero lo que consiguen es repugnar,
porque lo que más le duele al pueblo zuliano es la ofensa a Dios y a la Chinita
amada. Es lo más puro y sagrado que tenemos. Ella nos une como hermanos, nos
acerca a Dios y nos motiva a trabajar por el bien de todos. Ningún acto que
divida y cause el mal es cristiano, ni mariano, ni chiquinquireño, ni siquiera
zuliano. Defendamos, pues, las fiestas de la Virgen, Zuliana de los zulianos, viviéndola
con gran devoción y sincera fe.
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