Mons. Mario Moronta
Obispo de San Cristobal
1. INTRODUCCION. LA CONVERSION
PASTORAL.
En el marco de la NUEVA EVANGELIZACIÓN (NE), nos
encontramos con dos exigencias muy claras que exigen una respuesta decidida por
parte de los creyentes: la situación del momento actual, con sus luces y sus
sombras, amenazada por tensiones contrarias. Esta cuestión se agrava por el
relativismo ético y el secularismo. Muchos hombres y mujeres creyentes se han
ido por otros derroteros, o se han alejado o, sencillamente, han prescindido de
Dios y de la misma Iglesia. La otra
exigencia es la urgencia de un
testimonio claro y valeroso por parte de los cristianos. Este testimonio viene
manifestado en la identidad del cristiano como discípulo y misionero, como bien
nos lo ha hecho saber repetidamente “Aparecida”
(D.A.).
Ambas exigencias presentan,
a la vez, un desafío, que no debe ser eludido o remandado para otros tiempos
posteriores. D.A: nos lo presenta de manera directa, aunque ya había sido
presentado por el Documento de Santo Domingo (SD): la conversión pastoral...
La Conversión Pastoral (CP)
se nos presenta como una actitud y una tarea. Es una actitud que implica una
opción personal y una tarea que hay que hacer de manera personal y comunitaria.
Lo cierto es que es algo urgente dentro del marco de la Nueva Evangelización
(NE). Así nos lo indica SD 30:
La Nueva Evangelización exige la conversión pastoral
de la Iglesia. Tal conversión debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo
y a todos: en la conciencia, en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones
de igualdad y autoridad; con estructuras y dinamismos que hagan presente cada
vez con más claridad a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de
salvación universal.
Sin embargo, D.A., en los numerales 365-372, habló con
mayor claridad de la CONVERSION PASTORAL.
D.A presenta la CP desde la perspectiva de la renovación misionera de las
comunidades eclesiales como respuesta a los grandes desafíos que los signos de
los tiempos, las situaciones concretas y el momento actual le presentan a la
Iglesia. Según D.A., la CP mueve a los miembros del pueblo de Dios para que
todo sea sometido al servicio de la instauración del Reino (Cf. n. 366). Por
eso,
La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del
contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos
socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales
representan nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el Reino
de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce,
de una renovación eclesial, que implica reformas espirituales, pastorales y
también institucionales (D.A 367).
Habida cuenta de lo antes
expuesto, podemos entender que la CP, además de ser una actitud y una tarea,
conlleva la respuesta también a la invitación de Jesús de seguir el mandato
evangelizador, como discípulos y misioneros, como pescadores de hombres. Lo
cual requiere de todos los creyentes la conciencia de que hay que salir al
encuentro de los hermanos todos, sin excepción: como lo hizo el buen Pastor y
con el imperativo del Señor de ir MAR ADENTRO. No es en la orilla de
las seguridades, sobre todo de carácter intraeclesial, donde hay que realizar
la evangelización. Uno de los rasgos de la “nueva” evangelización, con sus ardores, expresiones y métodos
novedosos, es la de asumir con intensidad y decisión el reto que nos presenta
la periferia de la existencia humana. Es donde están los hermanos, creyentes o
no, donde tenemos que ir a su encuentro para hablarles del Evangelio de Jesús.
2. EL DESAFIO ACTUAL Y LA
RESPUESTA PASTORAL.
Ya indicamos las
características del desafío actual que se nos presenta a todos: el de
encontrarnos ante un mundo diverso, lleno de relativismo y secularismo, muchas
veces con violenta oposición hacia lo religioso-cristiano y si no, al menos,
indiferente; a lo que se une, la exigencia de una vida testimonial por parte de
los creyentes, de manera personal y comunitaria. Esto supone una respuesta
pastoral llena de creatividad, valentía y entusiasmo, bajo la guía del Espíritu
Santo y en el nombre del Señor.
Hoy, esa respuesta pastoral,
conlleva la CP de tipo personal y de tipo comunitario. Como lo veremos, se
requiere la adecuación de las diversas estructuras e instancias eclesiales para
permitir, acompañar y reafirmar la misión evangelizadora de la Iglesia.
Nos puede ayudar la
definición que VALADEZ da sobre la CP:
La conversión pastoral consiste fundamentalmente en la
firme decisión, tanto a nivel personal como comunitario, de estar siempre en
marcha, bajo la guía del Buen Pastor, buscando y poniendo los medios necesarios
para realizar el ministerio pastoral según el Espíritu de Jesús y no de las
modas del momento, ni de nuestros gustos o caprichos[1].
Esta definición destaca las
dos dimensiones de la CP: la personal y la comunitaria. La personal supone la metanoia
de cada quien: el asumir la invitación del Maestro de convertirse y
creer en el Evangelio (cf. Mc 1,15). La comunitaria que es la de toda la
Iglesia, y no de algunos sectores de la misma. Por eso es un proceso continuo
que conlleva también la renovación de la misma Iglesia. Desde la CP podemos dar
la respuesta pastoral a los desafíos del momento actual porque hará que todos
estén en “camino” “buscando y poniendo los medios necesarios para realizar el
ministerio pastoral según el Espíritu”. Aquí no cuentan los gustos o caprichos,
las apreciaciones meramente personales. Se trata de una acción y actitud que,
sin dejar a un lado la creatividad y el aporte de todos los participantes, se
cimente en el discernimiento a la luz del Evangelio y con la sabiduría del
Espíritu.
El episodio de la pesca
milagrosa (Cf. Lc 5.1-11) nos puede
iluminar para entender mejor la respuesta de la CP a los desafíos actuales.
Mientras Jesús predica, los discípulos están regresando de una pesca baldía. Cansados
de trajinar toda la noche reciben el mandato-petición del Maestro de ir mar
adentro. Ante la réplica, Pedro y sus compañeros acceden. Se produce el
prodigio: la multitud de peces es tan grande que piden ayuda a otros
compañeros. Pedro había lanzado las redes “en el nombre de Jesús”. Lejos de una
felicitación, muy al estilo del Señor, se produce un compromiso: “los
haré pescadores de hombres”.
Las consecuencias para
nosotros están a la vista: el reto no es quedarse en la orilla de la playa,
donde nunca la pesca será abundante y buena. La orilla es para guardar las
barcas, preparar las redes, etc.… Es mar adentro donde está la pesca
buena. Para poder realizarla hay que tener en cuenta dos cosas: una es la
vocación: “ser pescadores de hombres”; la otra “lanzar las redes en el nombre de
Jesús”. Esto supone la conciencia de ser seguidor-discípulo de Jesús
(pescadores de hombres) para ir “mar adentro” (misioneros) y actuar
en el nombre del Señor (”En tu nombre, en tu Palabra porque tú lo
dices…”).
3. LA CONVERSION PASTORAL DE
LAS PARROQUIAS E INSTANCIAS ECLESIALES.
La CP tiene la dimensión
personal y comunitaria. Esta última no se podrá dar si no se da la primera. De
hecho, quienes van a realizar la CP, sobre todo en lo que a la organización,
renovación y motivación de las instancias eclesiales se refiere son los que
pertenecen a la Iglesia. Desde esta perspectiva, se exige que la CP sea una
manifestación de la opción por ser discípulos misioneros de Jesús (Conversión
cristológica). Entonces se podrá dar la Conversión pastoral eclesiológica.
DA 365 nos lo señala con las
siguientes palabras:
Esta
firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y
todos los programas pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas,
movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe
excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos
constantes de renovación misionera, y de abandonar estructuras caducas que ya
no favorezcan la transmisión de la fe.
La conversión pastoral no puede ser vista como una
mera forma de actuación de la Iglesia o una simple proposición de tipo
pastoral. Tiene una fundamentación teológica en la misma sacramentalidad de la
Iglesia:
La conversión pastoral tiene que ver con la sacramentalidad
de la Iglesia, la cual, a su vez tiene su fundamento en el principio
teológico-pastoral de la continuidad de la misión de Cristo. Por ser la Iglesia
sacramento de salvación, realiza su acción pastoral de una forma sacramental.
Por la acción del Espíritu Santo, la Iglesia debe hacer presente la praxis
salvífica de Jesús a través de todo lo que ella es, dice y hace. Por su ser
sacramental, la Iglesia es capaz de propiciar, mediante su acción (visible) la
comunión de Dios con los hombres y mujeres y de estos entre sí. Por tanto, no
sólo las personas, sino también las estructuras y los métodos pastorales de la
Iglesia son un componente indispensable para la acción eclesial y su eficacia
sacramental[2].
Lo último expresado es lo que nos corresponde reflexionar
en este equipo de trabajo: las
estructuras pastorales (Diócesis, parroquias, instancias eclesiales, grupos y
movimientos eclesiales y de apostolado, etc.) así como los métodos pastorales,
deben pasar por ese proceso de CP. Es lo que nos enseña, en el fondo D.A. 370:
La conversión pastoral de nuestras comunidades exige
que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente
misionera. Así será posible que “el único programa del Evangelio siga
introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial” (NMI 12) con nuevo
ardor misionero, haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale
al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera
(D.A 370).
Para ello, es necesario asumir un PROGRAMA PASTORAL (que incluye organización y métodos nuevos), con
lo cual se podrá asumir el reto de ir a la periferia, “mar adentro” para poder
hacer que el Evangelio de Jesús sea recibido por todos.
El proyecto pastoral de la Diócesis, camino de
pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las
exigencias del mundo de hoy, con “indicaciones programáticas concretas,
objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la
búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue
a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el
testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura (D.A 371).
En lo que se refiere a las parroquias y otras
instancias eclesiales, es importante que se pueda asumir lo que D.A. propone y
que es una herencia del quehacer pastoral y evangelizador de las Iglesias que
peregrinan en América. Se trata de asumir que la Parroquia sea COMUNIDAD
DE COMUNIDADES. Esto permite, descentralizar –en el buen sentido de la
palabra- a las parroquias para darle un impulso misionero. Así se desarrollarán
ministerios, oficios y servicios por parte de miembros de la parroquia, para ir
al encuentro de la gente donde ésta vive, labora y busca caminar. Estas
comunidades serán el lugar del encuentro cotidiano de las personas, pero a la
vez, el sitio donde se haga presente el evangelizador para tocar la puerta del
hogar donde viven los alejados o los que se han hecho indiferentes o los que no
conocen a Dios.
De igual manera, desde la Parroquia y la Diócesis, con
las organizaciones pastorales (Consejos, ministerios, secretariados de
pastoral, movimientos, etc.…) valiéndose también de los medios de comunicación,
la Iglesia podrá ir acercándose a tantos alejados o indiferentes, o que no
creen en Dios, para acompañarlos con sentido fraterno y para brindarles la luz
del evangelio. Es allí donde hay que evangelizar. Ciertamente que se requerirá
la formación adecuada y permanente de los evangelizadores… pero hay que salir
al encuentro de todos para ofrecerles lo que Jesús les brinda desde su
Evangelio.
El D.A. nombra algunos sujetos que requieren ser
atendidos de manera muy particular: Personas que viven en las calles de las
grandes urbes, los migrantes, los enfermos, los adictos dependientes, los
encarcelados; sin dejar a un lado las familias, los jóvenes, los niños, los
pobres y excluidos…. También se requiere atender el vasto mundo de la cultura,
de la educación, de la ciencia y de la universidad (en este sentido un ejemplo
bien interesante es la iniciativa denominada “el atrio de los gentiles”),
los medios de comunicación y los nuevos areópagos y centros de decisión.
Finalmente es importante tener en cuenta lo que dice D.A.
sobre la atención a las circunstancias y momentos en los que se mueve
actualmente la Iglesia: Según D.A., la CP mueve a los miembros del pueblo de
Dios para que todo sea sometido al servicio de la instauración del Reino (Cf. n.
366). Por eso,
La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del
contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos
socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales
representan nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el Reino
de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la
conduce, de una renovación eclesial, que implica reformas espirituales,
pastorales y también institucionales (D.A 367).
4. CONCLUSION.
La reflexión que, a partir de ahora, vamos a compartir,
nos va a permitir afinar cómo hacer una conversión pastoral, cómo provocarla en
la Iglesia y cómo enrumbarla hacia este desafío de ir a la periferia. No es
otra cosa sino aceptar el reto de ir MAR ADENTRO. Juan Pablo II,
de santa memoria, nos indicó este rumbo,
en torno a la celebración del año 2000 y del inicio de un nuevo milenio. Es en
el “mar
adentro” de nuestra vida de hoy donde hemos de realizar la NE y para
ello es urgente la CP.
La Clave del éxito es saber que podemos hacerlo por
contar con la acción del Espíritu que nos guía y porque, convertidos en
pescadores de hombres, somos capaces de lanzar las redes en el nombre de Jesús.
BIBLIOGRAFIA
DE APOYO.
CONFERENZA NACIONAL
DOS BISPOS DO BRASIL [CNBB], Olhando
para a frente. O Projeto “Ser Igreja no novo milenio” explicado as comunidades, Sâo Paulo 5ª. Edición
2001.
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LIBANIO, J.B., Conversâo pastoral
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MELGUIZO YEPES, G., La conversión pastoral en el Magisterio de
la Iglesia, en MEDELLÍN XXXIV
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MORONTA, M, La
Conversión Pastoral. “He venido a traer fuego…” (Lc 12,49), Bogotá 2012.
VALADEZ FUENTES, S., Espiritualidad
Pastoral ¿Cómo superar una pastoral “sin alma”?, Paulinas, Bogotá
2005.
VALADEZ FUENTES, S., La conversión en la praxis pastoral,
personal y comunitaria, en MEDELLIN, XXXIV
134 (2008).
VELEZ, J., ¿Debe la misma Iglesia inculturarse? En MEDELLIN 79 (1994).
LAUS DEO
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