Profesor emérito de
la Universidad del Zulia - LUZ
En el marco de esta
reflexión, se entiende la educación como un proceso de preparar a nuestros
niños y jóvenes para un futuro que han de construir con su esfuerzo de adultos,
responsables ante ellos mismos y ante la comunidad y el país. La educación es
un servicio supletorio que presta el Estado a fin de apoyar a los padres y a
las madres para que sus hijos e hijas en formación se desarrollen y
perfeccionen en los diversos aspectos (materiales y espirituales, individuales
y sociales) de sus seres, dirigiéndose así hacia su fin propio. La educación se
presenta como promoción del desarrollo del sujeto, como ayuda para su
perfeccionamiento, su mayor bien.
Le toca a LA
VENEZUELA DE HOY abrir los ojos a la realidad del tercer milenio y
enfrentar los desafíos lanzados al mundo por nuevos contextos socio culturales
y geopolíticos y por las mega
tendencias y dar la cara a una crisis de valores que asume
formas de difuso subjetivismo, relativismo moral y nihilismo.
En el actual
contexto de desarrollo científico, tecnológico e informático, el reto del
sistema educativo es preparar a niños y adolescentes para una sociedad de
transformaciones. En efecto, los rápidos cambios estructurales, las profundas
innovaciones técnicas y la globalización de la economía repercuten en el hombre
de cualquier parte de la tierra, y en especial de una región, como la nuestra,
ubicada de forma privilegiada en un escenario puntual, Caribe y
andino.
En el campo
específico de la educación, las funciones se han ampliado, llegando a ser más
complejas y especializadas. Las ciencias de la educación, anteriormente
centradas en el estudio del niño y en la preparación del maestro, han sido
impulsadas a abrirse a las diversas etapas de la vida, a los diferentes
ambientes y situaciones allende la escuela. Nuevas necesidades han dado fuerza
a la exigencia de nuevos contenidos, de nuevas competencias y de nuevas formas
educativas, además de las tradicionales. Así educar, hacer escuela en el
contexto actual, resulta especialmente difícil.
La escuela es cruce
de caminos y se ve obligada a relacionarse con niños y adolescentes que viven
las dificultades de los tiempos actuales. Se encuentra, las más de las veces,
con alumnos agobiados por un ambiente de hogar escaso de condiciones
emocionales y socioeconómicas sanas; con comunidades educativas (padres y
maestros) que rehuyen al esfuerzo, inconstantes y carentes de modelos válidos a
los que referirse. A esto hay que añadir un sentimiento de apatía por el
proceso educativo que se cumple en el aula y en la institución. Todo ello es
respuesta lógica a las dificultades de orden político, social, económico y
cultural que rodean la escuela. En efecto, el drama del hambre y la pobreza
extrema que viven la mayoría de las comunidades del país, no permite la
realización de proyectos formativos y educativos que contribuyan al
fortalecimiento de la región.
Frente a este
panorama, la escuela en el país está llamada a una renovación valiente, a repensarse,
de manera eficaz, convincente y actual, a fin de garantizar a los
escolares su adecuación, como adultos, a una sociedad cada vez más novedosa.
Educar, es en efecto,
un proceso de preparar a las personas para lo que les espera y cuando las
personas no reciben una educación de calidad, en la edad oportuna, encuentran
fuertes limitaciones para acceder, en igualdad de condiciones, al mercado de
trabajo y se les restringen sus oportunidades de superación personal y de
ejercicio pleno de su ciudadanía.
Uno sueña con una
escuela en la que todos y cada uno de los niños y adolescentes sobrepasen los
más altos niveles educativos; en la que todos los niños sean tratados como si
cada uno fuese superdotado y, sobre la base de sus competencias, a través de
estrategias instruccionales enriquecedoras capaces de desarrollar un
espíritu indagador, un potencial para solucionar problemas y para contribuir al
desarrollo de las ciencias y la técnica, la literatura, el arte, la música, el
deporte y una suficiencia para de dedicarse plenamente a un trabajo que
contribuya al engrandecimiento de cada región y del país. Uno sueña con una
institución escolar en la que todos los miembros de la comunidad educativa
generen una visión de su ideal de escuela y en la que todos colaboren para
alcanzar el sueño de tomar decisiones participativas sobre el currículo, las
estrategias de enseñanza aprendizaje, la organización escolar que ellos desean.
Uno sueña con una escuela en la que las ideas cuenten.
Por ello, al
establecerse la vigencia real de LA EDUCACION como epicentro de la
transformación de cada región de Venezuela se abren las posibilidades
para realizar el sueño de la escuela que uno desea para conformar una
sociedad más justa, equitativa, armónica, solidaria, respetuosa de la
diversidad cultural e individual y del ambiente.
Consecuentemente, la
tarea organizacional y gerencial de las Secretarías de Educación en este
período de gobierno ha de centrarse, con decisión y claridad, en fortalecer el
esfuerzo que se ha venido haciendo por volver a hacer de la educación la
primera prioridad, dado su valor como herramienta insustituible para alcanzar
un vasto desarrollo social, económico y cultural de la región.
En tal sentido, el
Estado tiene la obligación de:
1. Garantizar, de modo real, la educación Preescolar, Básica
de carácter común, gratuito y obligatorio y la prosecución de los estudios
en el ciclo básico y la educación vocacional y superior a todos los jóvenes,
con la sola limitación de sus competencias, de su amor al estudio, su
compromiso con la región y su dedicación al logro del éxito.
2. Reformar cualitativamente la educación a fin de
fortalecer planes y programas de estudios orientados a establecer las
bases del aprendizaje para toda la vida: Lectura, Escritura, Aritmética y
Computación, fortalecimiento de la formación moral y de la voluntad
de los niños y adolescentes del país y preparación para un desarrollo
vocacional pleno.
3. Responder a la necesidad de rescatar los
niños y adolescentes actualmente fuera del sistema escolar y evitar, a toda
costa, la deserción de la escuela básica.
4. Fomentar la autonomía en equidad y coordinación con
el órgano rector de la educación, de todas las escuelas. Si bien cada Secretaría debe mantener su rol
orientador y supervisor es necesario avanzar paulatinamente hacia la total
autonomía de las escuelas públicas de modo que puedan diseñar sus proyectos
pedagógicos en conformidad con los lineamientos nacionales y estatales, pero en
libertad. Para ello es fundamental capacitar a directores, docentes y
comunidades educativas para trabajar de modo participativo y asumir la
responsabilidad de la función educadora, que les es natural y que el estado
debe apoyar. Vamos hacia una Secretaría de Educación sin escuelas. Las
escuelas han de ser patrimonio de las comunidades educativas que han de
aprender a regentarlas a fin de garantizar la calidad de la enseñanza que se
imparte en ellas.
Estos criterios han
de permitir, por una parte precisar la aplicación inmediata de entrar de lleno
en una programación orgánica a mediano plazo, de cuya convergencia resultará la
TRANSFORMACION SUBSTANCIAL DE LA EDUCACIÓN en el más largo plazo en sus
aspectos esenciales:
El problema que preocupa a todos los ciudadanos es cómo vamos a hacer
la educación más efectiva ahora y en el futuro a través de Cuatro fines primordiales:
1. La educación como patrimonio de todos. Toda persona tiene derecho inalienable a la
educación y la cultura. Es deber de todos trabajar afanosamente en favor
de decisiones que lleven a la práctica este derecho de todos, sin
distinción de raza, sexo, nacionalidad, o condición social. De ahí la primera
finalidad: La formación integral de la personalidad
de todos y cada uno de los niños y adolescentes residentes en esta región,
asentada en el principio de la educación democrática.
2. La educación instrumento para la convivencia
social. La sociedad ha de
ser considerada, ante todo, una realidad de orden espiritual que impulsa a los
hombres a cultivar la plenitud del ser humano como unidad biopsicosocial
y espiritual: a desarrollar las dimensiones fundamentales de la experiencia
humana: la intelectual, la estética, la
moral y la espiritual; a comunicarse entre sí las más diversas
informaciones; a defender sus derechos y cumplir sus deberes, a desear los
bienes del espíritu: Verdad, Belleza, Bondad y Unidad; a sentirse
animados a compartir con los demás lo mejor de sí mismos. La comunidad
regional será sólida cuando sus ciudadanos, bajo la guía de las virtudes
cardinales: Prudencia Justicia, Fortaleza y Templanza, actúen con
sensatez, de forma armónica y equilibrada, respeten los derechos ajenos y
cumplan sus propias obligaciones; cuando estén movidos por el amor de tal
manera, que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a los demás
partícipes de sus bienes y procuren que haya en cada una de las regiones
y todo el País un intercambio de los valores más excelentes del espíritu
humano: Sabiduría, Dignidad, Reputación, Respeto, Veracidad, Honestidad,
Honradez, Urbanidad, Autodisciplina, Fe, Amor, Tacto, Decencia, Sensatez,
Humor, Tolerancia, Humildad, Hospitalidad, Equilibrio. Bajo esta
perspectiva surge una finalidad: La formación del ciudadano virtuoso y
del hombre culto, miembro de una sociedad democrática pluralista en constante
transformación.
3. La educación agente esencial del desarrollo
económico. El crecimiento económico depende, en primer lugar, del progreso
social. Por ello la educación básica es el primer objetivo de un plan de
desarrollo integral de la región. Saber leer, escribir y contar, adquirir una
formación profesional, es recobrar la confianza en sí mismo y descubrir que se
puede progresar al mismo tiempo que los demás. La educación que es para el
hombre un factor primordial de integración social no menos que de
fortalecimiento personal, para la sociedad es un instrumento privilegiado de
progreso económico y de desarrollo. De este postulado surge como fin directo: La
formación del ciudadano virtuoso y del hombre culto, trabajador responsable
y eficiente, para una vida activa y productiva en una o varias funciones
determinadas (multidireccional) dentro de una comunidad solidaria y
democrática, sin perder jamás su calidad de persona humana: ser único e
irrepetible.
4. La educación como proceso de formación
permanente. Si el ser humano ha
de operar de modo exitoso en nuestra sociedad ha de sentirse confortable y
adaptado a las transformaciones que ocurren a ritmo acelerado en el campo del
conocimiento y de la técnica. Por ello, ha de ampliar sus destrezas de
comunicación, desarrollar flexibilidad ante los cambios, mejorar la calidad de
sus relaciones con los demás, facilitar la participación y atender su crecimiento
personal. De ello se desprende la finalidad de garantizar: el
perfeccionamiento y la capacitación permanente de los recursos
humanos existentes a través de programas de reactualización y recalificación de
sus competencias.
Para lograr una
transformación exitosa del Sistema se deben implementar las siguientes
acciones:
1. Buscar todos los medios posibles para involucrar
a todos los participantes del proceso de la educación (Directores,
educadores, estudiantes, empleados, obreros, padres, comunidad) en todos los
aspectos del cambio.
2. Invertir el tiempo y los recursos necesarios para
formular una MODELO DE DIRECCION y generar acciones y procesos que
generen excelencia en la prestación del servicio educativo que cada región
requiere.
3. Establecer una cultura y un sistema en el que todos
los involucrados en el proceso, a lo largo y ancho de cada región, tengan la
oportunidad de aprender y sean capaces de mejorar continuamente su actuación
para alcanzar el ideal de escuela que se aspira: Democrática y solidaria,
conectada a la realidad social, cultural y productiva de cada región. Una
escuela que goce de autonomía equilibrada con respecto al poder educativo
central de cada región; con directores habilitados plenamente para
dirigir su proyecto pedagógico, educadores comprometidos y alumnos
entusiastas. Una escuela promotora de justicia y equidad social, vinculada a la
producción, la creación y autogestión.
El país requiere una
escuela «democrática y solidaria». Autónoma. Centrada en una
responsabilidad compartida. Con directores con facultad y habilidad para
dirigir, educadores comprometidos y alumnos entusiastas. Generadora de justicia
y equidad social. Vinculada a la producción, la creación y autogestión. Con un
proyecto pedagógico propio. En fin, una escuela activa, conectada a la
realidad social, cultural y productiva de la comunidad, la región zuliana y el
país.
En esta escuela,
cada uno de los educadores, sin distingo de la posición que ocupen y del lugar
donde cumplan su transcendental tarea, ha de tener la oportunidad de expresar
su respuesta a los tres interrogantes siguientes:
1.
¿Por
qué cada día hay que realizar el esfuerzo de transformación del sistema
escolar?
2.
¿Cómo
lo vamos a lograr?
3.
¿Cuál
es mi papel durante el proceso de cambio y después de él?
El primer esfuerzo
de gestión escolar, en consecuencia, ha de ser el de visualizar, entre todos
(padres, representantes, maestros, miembros de la comunidad) qué ha de
permanecer como está, qué carece de importancia y, por tanto, debe ser
eliminado y qué elementos han de ser modificados y mejorados. Esta tarea
no puede ser orientada por los criterios exclusivos del Estado, la Supervisión
y la Dirección. Las organizaciones realizan una transformación exitosa
sólo cuando la misma es producto del trabajo y del potencial de todos los que
en ella laboran o tienen responsabilidades como usuarios.
Para alcanzar esta
colaboración, todo el mundo (Directores, maestros, profesores, padres y
representantes, miembros de la comunidad) ha de ser informado constantemente
de lo que ocurre y se le debe escuchar. La nueva cultura que
se busca solo puede conformarse sobre la base de la confianza y la
credibilidad, de una comunicación abierta y de un aprendizaje continuo de todos
los involucrados.
La mirada dirigida
a los éxitos y a las dificultades en la realización del proceso de
transformación de la educación, mueve a reflexionar sobre la ayuda que cada
escuela puede prestar a la formación de ciudadanos conscientes de que el futuro
de Venezuela y de las comunidades pertenece a estas nuevas generaciones que
alcanzarán su madurez en la segunda década del siglo XXI. De ahí la
responsabilidad de proporcionar a nuestros escolares medios aptos para
encontrar puesto en una sociedad altamente competitiva, caracterizada por
medios técnicos y científicos y la urgencia de ofrecerles una formación moral y
axiológica sólida que permita asuman con responsabilidad sus obligaciones
ciudadanas.
La
escuela es el corazón del país. Nuestra
identidad como región y como pueblo, nuestro orgullo de pertenecer a Venezuela
y de seguir contribuyendo con nuestro trabajo a su engrandecimiento y
desarrollo pleno, nos obliga a prestar cuidados especiales a las escuelas como
lugares de formación ciudadana, de educación integral, de inculturación y
aprendizaje de un diálogo vital entre personas de distintas ideologías, fe
religiosa y condiciones sociales. En cada escuela se funden Fe, Esperanza,
Cultura y Vida.
La escuela ha de
transformarse en una experiencia de la que la comunidad es la matriz.
Sólo si se sitúa en un contexto orgánico con la comunidad se convertirá en
ambiente favorable para la formación del ciudadano que queremos. Por ello es
tan urgente promover una nueva sensibilidad en las comunidades para que sientan
el llamado a responsabilizarse de la educación y de la escuela.
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