CENTÉSIMA SEXTA
ASAMBLEA PLENARIA ORDINARIA
"EL
SEÑOR AMA AL QUE BUSCA LA JUSTICIA" (Prov. 15, 9)
1) Los Arzobispos
y Obispos de Venezuela, reunidos en la 106ª Asamblea Ordinaria, queremos
compartir con el pueblo venezolano las angustias que sufrimos y comunicarle la
esperanza de que reconciliados y en diálogo encontraremos soluciones eficaces a
la presente crisis.
CLIMA SOCIAL
2) Los venezolanos
estamos atravesando por un momento crucial en los campos moral, económico,
político y social. Ha disminuido drásticamente la calidad de vida. La escasez y
carestía de alimentos, medicinas e insumos hospitalarios nos están llevando al
borde de una crisis de seguridad alimentaria y sanitaria, con consecuencias sociales
impredecibles. En la vida pública, crecen la inseguridad, la impunidad y la
represión militar.
3) El discurso
belicista y agresivo de la dirigencia oficial hace cada día más difícil la
vida. La prédica constante de odio, la criminalización y castigo a toda
disidencia afectan a la familia y a las relaciones sociales. Frente a esta
situación, el acrecentamiento del poder militar es una amenaza a la
tranquilidad y a la paz.
4) El auge de la
delincuencia y de la impunidad entorpecen el ordinario quehacer de la gente y
provocan, en ciudades o poblaciones grandes o pequeñas, verdaderos toques de
queda. Hace pocos días, en Mérida, fueron agredidos transeúntes, entre ellos un
grupo de seminaristas menores de edad. Fueron golpeados y desnudados, violando
sus derechos a la dignidad y al respeto, sin que ninguna autoridad pública
interviniera para protegerlos. Los recientes desórdenes en Cumaná y Tucupita,
así como los intentos de saqueos y cierres de vías por protestas populares, en
diferentes regiones del país, constituyen una expresión del creciente malestar
social.
UNA DEMOCRACIA
RESQUEBRAJADA
5) El Estado de
Derecho consagrado en el numeral dos de la Constitución Nacional, se ha
debilitado. Vivimos prácticamente al arbitrio de las autoridades y de los
funcionarios públicos, quienes tienden a convertirse en los censores de la
vida, del pensamiento y de la actuación de los ciudadanos. Tales actitudes y
procedimientos son inaceptables. La identidad cultural del venezolano se reduce
y hasta se pierde cuando se valora únicamente si está vinculada al proyecto
político imperante.
6) La democracia
en Venezuela está resquebrajada, y el Gobierno y los otros poderes, que tienen
la responsabilidad de oír y concertar con todos los sectores, no están haciendo
lo suficiente para reconstruirla. El diálogo sincero y constructivo, el
ejercicio de la política en su concepción más noble, como búsqueda del bien
común, por más difíciles que parezcan, han de seguir siendo los caminos que
debemos transitar. No se puede dialogar si no se reconoce en primer lugar la
existencia y la igualdad del otro. Ignorarlo o descalificarlo como
interlocutor, cierra toda posibilidad de superar el conflicto.
7) La crisis moral
es mayor que la crisis económica y política, porque afecta a toda la población
en sus normas de comportamiento. La verdad cede su puesto a la mentira, la
transparencia a la corrupción, el diálogo a la intolerancia y la convivencia a
la anarquía. La corrupción se ha incrementado en los organismos del Estado y la
descomposición moral ha invadido a muchas personas integrantes de instituciones
privadas y públicas, civiles y militares, así como a amplios componentes de la
sociedad. Un exponente de esta degradación moral es la reventa especulativa de
productos, llamada popularmente "bachaqueo".
8) Desconocer la
autoridad legítima de la Asamblea Nacional, deslegitima a quienes así actúan,
porque contradice la voluntad soberana expresada en el voto popular. La
división, autonomía y colaboración entre los Poderes es un principio
democrático irrenunciable.
9) Es tal la
indefensión de los ciudadanos ante la delincuencia que se están multiplicando
los casos de pobladas enardecidas que toman la justicia por sus propias manos y
proceden a inmorales y deplorables ejecuciones colectivas ("linchamientos").
La violencia, en ninguna de sus formas, es solución a los problemas. Como nos
dijo San Juan Pablo II: "La justicia social no puede ser conseguida por
violencia. La violencia mata lo que intenta crear".
10) La raíz de los
problemas está en la implantación de un proyecto político totalitario,
empobrecedor, rentista y centralizador que el Gobierno se empeña en mantener.
PROPUESTAS
URGENTES
11) El Consejo
Nacional Electoral tiene la obligación de cuidar el proceso del referéndum
revocatorio para que se realice este año. Es un camino democrático, un derecho
político contemplado en la Constitución. Impedirlo o retrasarlo con múltiples
trabas es una medida absurda, pues pone en peligro la estabilidad política y
social del país, con fatales consecuencias para personas, instituciones y
bienes.
12) Es de urgente
prioridad que el Ejecutivo permita la entrada de medicamentos al país, dada su
gran escasez. Para su recepción y distribución, la Iglesia ofrece los servicios
e infraestructura de Cáritas, y de otras instancias eclesiales abiertas a la
cooperación de otras confesiones religiosas e instituciones privadas. Este
servicio no es la solución definitiva, pero sí es una ayuda significativa. La
caridad nos impulsa a comportarnos como samaritanos compasivos, dispuestos a
curar a los heridos del camino (Cf. Lc. 10, 25-37).
13) Es una
necesidad que se abra de manera permanente la frontera colombo-venezolana. El
haber permitido su apertura el pasado domingo 10 de Julio hizo posible que
numerosos hermanos pudieran proveerse de alimentos, medicinas y otros insumos.
El paso de miles de ciudadanos al vecino país es prueba evidente de la crisis.
14) Aumenta el
número de ciudadanos venezolanos recluidos en las cárceles y en distintos
lugares de jurisdicción policial, injustamente privados de libertad, muchos de
ellos por razones políticas. La gran mayoría se encuentra en condiciones
inhumanas y carece del debido proceso. Estas personas, siendo inocentes, deben
salir en libertad plena o al menos, deben ser juzgadas en libertad, tal como lo
establece el Código Orgánico Procesal Penal.
"LA ESPERANZA
NO DEFRAUDA" (Rm. 5,8)
15) Las angustias
y esperanzas del pueblo venezolano son compartidas en estos momentos por
numerosas instancias nacionales e internacionales. El gobierno no debe declararlas
ajenas a nuestros derechos ni culpar a quienes acuden a ellas legítimamente,
denunciando injerencias y aduciendo soberanía e independencia, ya que vivimos
en un mundo interconectado y globalizado. Ni los derechos humanos, ni la
justicia tienen fronteras. No nos dejemos robar la esperanza que hace posible,
con la ayuda de Dios, lo que parece imposible (Cf. Lc. 1, 37).
16) En el nombre
de Jesús que nos manda "amarnos unos a otros" (Jn. 13, 34), hacemos
un llamado a las autoridades para que frenen el deterioro de la vida de los
venezolanos, cualquiera sea su preferencia política, y para que se detenga la
actual espiral de violencia, odio y muerte. Movidos exclusivamente por el bien
y la paz de todos los venezolanos, reiteramos el ofrecimiento de nuestros
buenos oficios para facilitar el encuentro entre los contrarios y el
entendimiento en la búsqueda de soluciones efectivas.
17) En la fe
tenemos la firme convicción de que Jesucristo, el Señor de la historia, nos
acompaña. Como hijos de un mismo Padre y hermanos los unos de los otros, nos
comprometemos en la construcción de la unión y de la paz. Invitamos con alegría
a todos los creyentes y a las mujeres y hombres de buena voluntad, a unirnos el
próximo dos de agosto, a la Jornada de ayuno y oración, convocada por el Papa
Francisco en Asís, como una ocasión especial de pedir por la paz y la
reconciliación entre los venezolanos. Invitamos a recitar la Oración por
Venezuela, y a los párrocos a leer ésta exhortación en la misa dominical.
Rogamos a Dios Padre derrame de manera más abundante en este año jubilar su
misericordia y su consuelo sobre nuestro pueblo. Colocamos en las manos
maternales de Nuestra Señora de Coromoto estas propuestas que expresan el
sentir y el anhelo de la inmensa mayoría de los venezolanos,
Con nuestra
bendición,
LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE VENEZUELA
Caracas, 12 de julio de 2016