Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia
Arquidiócesis de Maracaibo
Universidad Católica Cecilio Acosta
Celebro la entrega que el padre Richard Colmenares hace al
pueblo de Dios de su primer libro “El Discernimiento Eclesial en el Concilio
Vaticano II: como categoría teológica que funda la acción de la Iglesia”, fruto
de sus estudios de teología pastoral en la Pontificia Universidad Lateranense
de Roma, investigación que presentó para su licencia.
El
padre Colmenares es un joven sacerdote de la Arquidiócesis de Maracaibo
entusiasta y talentoso, que ha desarrollado su acción pastoral en nuestro
pueblo zuliano. Recientemente ha regresado después de su segunda
especialización, esta vez, en Sagradas Escrituras que hizo en el prestigioso
Pontificio Instituto Bíblico de Roma de la Pontificia Universidad Gregoriana.
Está ya entre nosotros y nos trajo esta obra de gran valor eclesiológica.
Me gustaría interrogar al libro. Las respuestas a las
preguntas las buscaré primero en la introducción. ¿Por qué discernimiento? Sin
duda, es un importante tema para la vida cristiana que el joven autor presenta
como parte del proceso educativo de la persona humana. Dice que no se trata
sólo de un proceso intelectual, aunque necesario, sino “experiencial” que va
desde el acto existencial de separar realidades – examinándolas y evaluándolas
– hasta llevarnos al acto de decidir. Entiendo que es un proceso muy serio y
dedicado porque compromete la conducta humana y la opción fundamental por el
seguimiento de Jesús.
Pero, ¿por qué eclesial? Ya nos está marcando al sujeto del
proceso, la Iglesia. Nos indica que desde los primeros cristianos – nos remite
a la excelente experiencia del concilio de Jerusalén (Hechos 15,4-5), entre
otras – el discernimiento tiene la guía del Espíritu Santo. Es, sin duda, un
proceso humano pero dentro de una vivencia religiosa “donde el gran protagonista
es el Espíritu Santo”. Otra característica importante es que el discernimiento
es comunitario. Es la comunidad cristiana, la Iglesia, el sujeto del
discernimiento: “Es hablar de un discernimiento comunitario que tiene como
finalidad en bien de la Iglesia, es hacer referencia al denominado:
discernimiento eclesial”.
Todavía nos queda la pregunta ¿por qué “en el concilio
Vaticano II”? Aquí nos ubica en la actualidad de la investigación, porque,
aunque el concilio tiene ya poco más de 50 años, aún nos debemos interrogar
sobre él, como lo expresa extraordinariamente Juan Pablo II: “¡Cuánta riqueza,
queridos hermanos y hermanas, en las orientaciones que nos dio el concilio
Vaticano II! Por eso, en la preparación del Gran Jubileo (2000), he pedido a la
Iglesia que se interrogase sobre la
acogida del concilio… A medida que pasan los años, aquellos textos no pierden su valor ni su esplendor… con el
concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino
del siglo que comienza” (Novo millennio
ineunte 57).
El joven investigador lo entendió claramente. Su obra es la
respuesta. Entiende que el Vaticano II es un gran ejemplo de discernimiento
eclesial que ha buscado en la fuente del misterio de Dios el misterio de la
Iglesia como pueblo de Dios, como sacramento (misterio) de comunión y misión,
al servicio de la humanidad actual (Gaudium
et spes). A mi juicio, es acertada la opción del autor en privilegiar la
imagen eclesiológica de pueblo de Dios.
Los tres capítulos de la obra teológica-pastoral responde,
pues, a esta propuesta metodológica. El primero, sobre
“el concilio Vaticano II como una oportunidad de discernimiento en el historia
de la Iglesia del siglo XX”, enseña el proceso histórico de nuestro concilio
que esencialmente es un acontecimiento de Iglesia sobre la Iglesia. Así, bajo
la clave del discernimiento, el padre Colmenares, desarrolla un estudio
eclesiológico: “El discernimiento ad
intra en la Eclesiología del Vaticano II” (segundo capítulo) y “La Gaudium et spes, el discernimiento como
clave metodológica para la acción de la Iglesia” (tercer capítulo).
De la conclusión entiendo que la auto-comprensión que la
Iglesia hace desde el concilio, es fruto de un discernimiento bien realizado.
Noto que leyó el excelente artículo de Ives Congar, señalado en la amplia y
organizada bibliografía, sobre el pueblo de Dios, aparecido en el primer número
de la revista Concilium (1965) de
donde intuye que “este discernimiento, que lo impone el reconocimiento de una
igualdad ontológica entre todos los cristianos (cf. LG 11), asume, con el
bautismo, la necesidad de una relación fraterna y ordenada entre cada uno de
los miembros del pueblo de Dios”.
Estamos felices de que un hermano nuestro, el padre Richard
Colmenares, haya logrado tan importante éxito. Nuestro mejor homenaje es la
lectura y el estudio de su obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario