Dr. Emilio Fereira
Profesor Emérito de LUZ
Con este escrito quiero unirme a la celebración de los 60 Años de Fe y
Alegría, Institución fruto de la mente inspirada del Padre José María Vélaz,
jesuita de origen chileno, formado en España, de memoria inolvidable para
Venezuela, a donde lo trajo la Divina Providencia, en 1946, para hacer su
magisterio en el colegio San Ignacio de Caracas. Ordenado sacerdote en España,
regresó a Venezuela y fue Rector del prestigioso colegio San José de
Mérida.
Cuando terminó su período rectoral ideó una red de escuelas campesinas
para los llanos de Barinas que se descaminó en 1954, cuando sus superiores le
enviaron a la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Allí, hace
sesenta años, fundó Fe y Alegría para vivir a plenitud su vocación de
Misionero. Su Proyecto, sin la menor duda, ha sido el movimiento de Educación
Popular Integral más transcendental del país.
En estas dos palabras, «Popular e Integral», preñadas de
discernimiento, se compendia la esencia de la propuesta educativa del P. Vélaz
quien esbozó su misión y visión en principios como: “Fe y Alegría comienza
donde termina el asfalto, donde no gotea el agua potable, donde la ciudad
pierde su nombre”. En Fe y Alegría “Nos hemos atrevido a levantar una
bandera cuando tantos arrían y desdeñan las banderas. Nuestra bandera ha sido
la Educación Integral de los más Pobres, es decir, de los más menospreciados e
ignorantes, y como estos son muchos millones, nos hemos atrevido a la Educación
de Millones. O lo que es lo mismo: a la liberación de millones”. Hoy
más de 300.000 venezolanos se forman en Fe y Alegría.[1]
A mí no me queda duda. Como vengo repitiendo desde hace más veinte años,
la educación es lo primero. Sin educación no hay futuro de la nación. De ahí su
importancia como proceso de ayuda para que los niños se desarrollen y
perfeccionen en los diversos aspectos (materiales y espirituales, individuales
y sociales) de su ser, de tal modo que puedan alcanzar su plenitud humana
y cumplir su vocación de servicio a sus semejantes.
A través de la educación, en efecto, el ser humano cultiva sus tres
aptitudes fundamentales:
· Lingüística.
Favorece el desarrollo y uso del pensamiento simbólico y de la comunicación
interpersonal.
· Técnica.
Le permite servirse de la naturaleza a fin de generar instrumentos que mejoren
su capacidad de trabajo y su tarea de transformación de la realidad para, de es
modo, mejorar su calidad de vida.
· Ética.
Propicia la capacidad para distinguir, en el orden objetivo, el deber ser y
el ser de hecho.
Por consiguiente,
educar implica tanto la formación de la mente como el desarrollo de la moral;
la educación se entiende, por un lado, como instrucción, por
otro, como formación del carácter. Educar es un proceso de preparar a las personas para lo que les espera. Cuando las personas no reciben una educación de calidad, en estos
dos sentidos, se enfrentan a fuertes limitaciones para acceder al mundo
laboral y se les restringen sus
oportunidades de superación personal y de ejercicio pleno de su
ciudadanía.
La educación es un servicio que presta la sociedad, como «supletoria»
de la familia, a fin de que los ciudadanos
se desarrollen y perfeccionen en los diversos aspectos (materiales y
espirituales, individuales y sociales) de su ser, dirigiéndose así hacia su fin
propio. La educación es un proceso de preparar a los educandos para un
futuro que han de construir con su esfuerzo de adultos, moralmente responsables
ante ellos mismos y ante la comunidad. En más de cincuenta años de servicio
como docente, jamás he admitido la Tesis del Estado Docente.
Así, La participación de los padres en la educación de los hijos debe
ser considerada esencial y fundamental, pues ellos constituyen las columnas
centrales de esa importante estructura que marcará el futuro de cada ser humano.
La familia es la célula original de la vida social. Es la sociedad natural en
que el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la
vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la
familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la
fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que,
desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar
a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida
en sociedad.
Como afirmara San Juan Pablo II (1994),[2] “la familia se encuentra en el centro de la gran lucha entre el bien y
el mal, entre la vida y la muerte, entre el amor y cuanto se opone al amor. A
la familia está confiado el cometido de luchar ante todo para liberar las
fuerzas del bien.
En la sociedad
actual, señala se plantea el deber de una reflexión y un compromiso profundos,
para que se reconozcan los verdaderos valores, se defiendan los derechos del
hombre y de la mujer y se promueva la justicia en las estructuras mismas de la
sociedad. De este modo el «nuevo humanismo» no apartará a los hombres de su
relación con Dios, sino que los conducirá a ella de manera más plena. “Se hace
necesario recuperar por parte de todos la conciencia de la primacía de los
valores morales, que son los valores de la persona humana en cuanto tal”.[3]
De ahí que se
necesitan canales de comunicación y una acción coordinada para que, en estos
dos ámbitos vitales, los niños se desarrollen intelectual, emocional y
socialmente en las mejores condiciones. Por ello, la suma del esfuerzo de los
dos baluartes de ese proceso, la familia y la escuela, es, según los expertos,
el camino a seguir para que el ser humano alcance el éxito en su vida
Creo que la familia, como fuente primaria de principios y valores, del
lenguaje y conocimientos básicos, tiene el derecho y la obligación de
seleccionar la escuela donde quiere que sus hijos cursen sus estudios, de
discutir y aprobar los programas curriculares, de procurar una
educación de calidad, una educación integral que forme a la persona en su
totalidad. Como bien expresase el P. Vélaz: “Si la educación es un instrumento
de liberación y de humanización, si por medio de ella contribuimos a continuar
el plan salvífico de Dios que quiere el desarrollo pleno de cada hombre, no
bastará educar a todos los hombres, sino que habrá que educar a TODO el hombre.
[1] Luis Ugalde SJ. 2014
Jesuitas en Venezuela: fantasmas o realidades. http://www.el-nacional.com/sj-_luis_ugalde/Jesuitas-Venezuela-fantasmas-realidades_0_472152935.html
06/03/2015.
[2] Juan Pablo II. 1994. Carta a
las Familias. http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1994/documents/hf_jp-ii_let_02021994_families.html
06/03/2015
[3] Juan Pablo II. (1981).
Exhortación Apostólica Familiaris Consortio http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_19811122_familiaris-consortio_sp.html
06/03/2015
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