Como la naturaleza humana sea mucho más débil que la de los restantes animales, a los que ha dotado la providencia divina de defensas naturales, ya para soportar las injurias de los agentes de la naturaleza, ya para rechazar los ataques exteriores de otros animales, en compensación se le concedió al hombre el afecto de la conmiseración, que recibe el nombre de la humanidad, para que nos ayudáramos unos a otros recíprocamente.
Porque si el hombre se enfureciera a la vista de otros hombres, como vemos hacen los animales salvajes, no podría existir sociedad entre los hombres, ni orden, ni seguridad en las ciudades. No habría ninguna tranquilidad en la vida humana si la debilidad de los hombres estuviese expuesta no sólo a los ataques de los demás animales, sino también se combatieran unos a otros continuamente conforme hacen las bestias.
(Lactancio, Instituciones divinas 3, 23.)
Sobre el autor: Lucio Cecilio (o Celio) Firmiano Lactancio (245?-325?), escritor latino y apologista cristiano nacido en el norte de África, discípulo del maestro africano de retórica Arnobio
No hay comentarios:
Publicar un comentario