sábado, 24 de diciembre de 2011

Un Movimiento Humanístico


Andrés Bravo
Capellán de la UNICA

Termina un año y comienza otro. Siempre comienza otro. La historia aún no dice la última palabra, no llega a su fin. El ser humano es peregrino y a sus pasos deja la construcción de un mundo que se debate entre el bien y el mal, entre sus éxitos y fracasos. Pero, siempre hay posibilidad de lo mejor.
Ya los astrólogos están anunciando sus pronósticos para el nuevo año. Los analistas políticos, económicos y sociales también se arriesgan con los suyos. Ante la planificada realización de las elecciones presidenciales y de gobernantes regionales, este comienzo de año nace acompañado de propuestas, anuncios y promesas.
Los astrólogos juegan con lo probable. Los analistas, por el contrario, trabajan con métodos más confiables y muchos de ellos son serios, aunque, otros no son sino aficionados o simples bocones. Los políticos de oficio se la juegan con sus promesas de tipo populista, dicen sólo aquello que la gente quiere escuchar para obtener sus votos.
Termina, pues, un año que ha durado mucho. Para Venezuela fue una prolongación de doce años más de un deterioro sostenible y en avance. Una revolución que no ha revolucionado nada. Por el contrario, ha seguido profundizado la destrucción del país que ya, hace tiempo, había comenzado. Con el agravante de acabar con las conquistas que se habían logrado, así como la pérdida de la libertad y la soberanía nacional. He ahí el reto que nos trae el nuevo año.
No soy astrólogo, ni analista, ni precandidato o candidato. Ni tengo la mínima posibilidad de serlo, entre otras cosas, porque no quiero. Pero, antes que pronosticar, quiero proponer. Atento, no dije prometer, sino proponer. “Propuesta”, según la vigésima segunda edición del diccionario de la Real Academia Española, significa “proposición o idea que se manifiesta y ofrece a alguien para un fin”. En este sentido, me atrevo a ofrecer una idea que, aunque sea difícil, podría ayudarnos a hacer una verdadera revolución que parta de una concepción cristiana de la persona humana.
Propongo crear un movimiento de reflexión, estudio, investigación y, también, de acción que unifique, interdisciplinarmente, a personas intelectuales, abiertas y desprendidas, capaces de crear opinión y formar a jóvenes en un ideal político posible. El gran reto es la verdadera educación de jóvenes inquietos para la conducción de los destinos de nuestro pueblo.
El Movimiento que propongo debe tomar como base el Evangelio de Jesús y la Doctrina Social de la Iglesia Católica (DSI). El ideal posible es el de, con los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción de dicha doctrina, promover un humanismo integral y solidario. La organización y la formación nos darán el éxito.
Se trata de un Movimiento de acción, no asistencial, sino de promoción. Por eso, debemos comenzar siempre por la formación en los principios de reflexión y de los criterios de juicio. La Iglesia, en estos últimos años, ha avanzado de manera significativa en marcha hacia una renovación que la ha convertido cada vez más al servicio solidario a la humanidad. Nos ha brindado un Magisterio dinámico y renovado, porque se ha vuelto a la fuente misma de la fe que es el misterio que llega a nosotros por la revelación de Jesucristo. Especialmente, en América Latina, la doctrina es maravillosamente rica e inspiradora. Y, en la Iglesia que peregrina y sirve en Venezuela, también encontramos un importante conjunto de enseñanzas, principalmente en los documentos del Concilio Plenario de 2006.
Este último nos desafía a un mayor compromiso por transformar la realidad actual del país, con los valores del Evangelio, en todos los ámbitos de la sociedad. Crear una nueva sociedad ha sido siempre el anhelo de los seguidores de Jesús. La opción evangélica y preferencial por los pobres nos debe desafiar para crear y promover sistemas económicos más justos y solidarios, que tengan como objetivo el progreso integrar de todo el hombre y de todos los hombres. La economía de comunión, es una experiencia por valorar y promover. Por otro lado, la Iglesia nos convoca a defender y promover la paz y los derechos de las personas humanas, fuertemente violados por el régimen imperante en nuestro pueblo. Debemos asumir el valor del trabajo que humaniza, evitando así instrumentalizar al ser humano. En la formación y el ejercicio de la política, es sumamente importante enseñar y vivir su verdadero sentido que se concreta en el servicio del bien común. Pero, sobre todo, hoy se nos exige construir y consolidar la democracia perdida, promoviendo una más auténtica participación y organización de los ciudadanos, fortaleciendo así la sociedad civil.
Un Movimiento Humanístico significa un proyecto gigante que requiere la competencia de hombres y mujeres con un gran sentido humano y cristiano de la humanidad y de su historia. Que estén dispuestos a compartir sus saberes y sus ideales. Que les importe el ser humano como persona digna de ser amada por sí misma. Amarlo porque es humano, imagen e hijo de Dios.
Este es sólo una propuesta que hago para responder al reto de un nuevo año.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Educar a los jóvenes en la justicia y la paz

MENSAJE DE SU SANTIDAD
BENEDICTO XVI
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
XLV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
1 DE ENERO DE 2012

1. El comienzo de un Año nuevo, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz.
¿Con qué actitud debemos mirar el nuevo año? En el salmo 130 encontramos una imagen muy bella. El salmista dice que el hombre de fe aguarda al Señor «más que el centinela la aurora» (v. 6), lo aguarda con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia, salvación. Esta espera nace de la experiencia del pueblo elegido, el cual reconoce que Dios lo ha educado para mirar el mundo en su verdad y a no dejarse abatir por las tribulaciones. Os invito a abrir el año 2012 con dicha actitud de confianza. Es verdad que en el año que termina ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas. Parece como si un manto de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo y no dejara ver con claridad la luz del día.
En esta oscuridad, sin embargo, el corazón del hombre no cesa de esperar la aurora de la que habla el salmista. Se percibe de manera especialmente viva y visible en los jóvenes, y por esa razón me dirijo a ellos teniendo en cuenta la aportación que pueden y deben ofrecer a la sociedad. Así pues, quisiera presentar el Mensaje para la XLV Jornada Mundial de la Paz en una perspectiva educativa: «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», convencido de que ellos, con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza.
Mi mensaje se dirige también a los padres, las familias y a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación. Prestar atención al mundo juvenil, saber escucharlo y valorarlo, no es sólo una oportunidad, sino un deber primario de toda la sociedad, para la construcción de un futuro de justicia y de paz.
Se ha de transmitir a los jóvenes el aprecio por el valor positivo de la vida, suscitando en ellos el deseo de gastarla al servicio del bien. Éste es un deber en el que todos estamos comprometidos en primera persona.
Las preocupaciones manifestadas en estos últimos tiempos por muchos jóvenes en diversas regiones del mundo expresan el deseo de mirar con fundada esperanza el futuro. En la actualidad, muchos son los aspectos que les preocupan: el deseo de recibir una formación que los prepare con más profundidad a afrontar la realidad, la dificultad de formar una familia y encontrar un puesto estable de trabajo, la capacidad efectiva de contribuir al mundo de la política, de la cultura y de la economía, para edificar una sociedad con un rostro más humano y solidario.
Es importante que estos fermentos, y el impulso idealista que contienen, encuentren la justa atención en todos los sectores de la sociedad. La Iglesia mira a los jóvenes con esperanza, confía en ellos y los anima a buscar la verdad, a defender el bien común, a tener una perspectiva abierta sobre el mundo y ojos capaces de ver «cosas nuevas» (Is 42,9; 48,6).

Los responsables de la educación

2. La educación es la aventura más fascinante y difícil de la vida. Educar –que viene de educere en latín– significa conducir fuera de sí mismos para introducirlos en la realidad, hacia una plenitud que hace crecer a la persona. Ese proceso se nutre del encuentro de dos libertades, la del adulto y la del joven. Requiere la responsabilidad del discípulo, que ha de estar abierto a dejarse guiar al conocimiento de la realidad, y la del educador, que debe de estar dispuesto a darse a sí mismo. Por eso, los testigos auténticos, y no simples dispensadores de reglas o informaciones, son más necesarios que nunca; testigos que sepan ver más lejos que los demás, porque su vida abarca espacios más amplios. El testigo es el primero en vivir el camino que propone.
¿Cuáles son los lugares donde madura una verdadera educación en la paz y en la justicia? Ante todo la familia, puesto que los padres son los primeros educadores. La familia es la célula originaria de la sociedad. «En la familia es donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. En la familia es donde se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la acogida del otro»[1].Ella es la primera escuela donde se recibe educación para la justicia y la paz.
Vivimos en un mundo en el que la familia, y también la misma vida, se ven constantemente amenazadas y, a veces, destrozadas. Unas condiciones de trabajo a menudo poco conciliables con las responsabilidades familiares, la preocupación por el futuro, los ritmos de vida frenéticos, la emigración en busca de un sustento adecuado, cuando no de la simple supervivencia, acaban por hacer difícil la posibilidad de asegurar a los hijos uno de los bienes más preciosos: la presencia de los padres; una presencia que les permita cada vez más compartir el camino con ellos, para poder transmitirles esa experiencia y cúmulo de certezas que se adquieren con los años, y que sólo se pueden comunicar pasando juntos el tiempo. Deseo decir a los padres que no se desanimen. Que exhorten con el ejemplo de su vida a los hijos a que pongan la esperanza ante todo en Dios, el único del que mana justicia y paz auténtica.
Quisiera dirigirme también a los responsables de las instituciones dedicadas a la educación: que vigilen con gran sentido de responsabilidad para que se respete y valore en toda circunstancia la dignidad de cada persona. Que se preocupen de que cada joven pueda descubrir la propia vocación, acompañándolo mientras hace fructificar los dones que el Señor le ha concedido. Que aseguren a las familias que sus hijos puedan tener un camino formativo que no contraste con su conciencia y principios religiosos.
Que todo ambiente educativo sea un lugar de apertura al otro y a lo transcendente; lugar de diálogo, de cohesión y de escucha, en el que el joven se sienta valorado en sus propias potencialidades y riqueza interior, y aprenda a apreciar a los hermanos. Que enseñe a gustar la alegría que brota de vivir día a día la caridad y la compasión por el prójimo, y de participar activamente en la construcción de una sociedad más humana y fraterna.
Me dirijo también a los responsables políticos, pidiéndoles que ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho deber de educar. Nunca debe faltar una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad. Que se esfuercen para que a nadie se le niegue el derecho a la instrucción y las familias puedan elegir libremente las estructuras educativas que consideren más idóneas para el bien de sus hijos. Que trabajen para favorecer el reagrupamiento de las familias divididas por la necesidad de encontrar medios de subsistencia. Ofrezcan a los jóvenes una imagen límpida de la política, como verdadero servicio al bien de todos.
No puedo dejar de hacer un llamamiento, además, al mundo de los medios, para que den su aportación educativa. En la sociedad actual, los medios de comunicación de masa tienen un papel particular: no sólo informan, sino que también forman el espíritu de sus destinatarios y, por tanto, pueden dar una aportación notable a la educación de los jóvenes. Es importante tener presente que los lazos entre educación y comunicación son muy estrechos: en efecto, la educación se produce mediante la comunicación, que influye positiva o negativamente en la formación de la persona.
También los jóvenes han de tener el valor de vivir ante todo ellos mismos lo que piden a quienes están en su entorno. Les corresponde una gran responsabilidad: que tengan la fuerza de usar bien y conscientemente la libertad. También ellos son responsables de la propia educación y formación en la justicia y la paz.

Educar en la verdad y en la libertad

3. San Agustín se preguntaba: «Quid enim fortius desiderat anima quam veritatem? - ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad?»[2]. El rostro humano de una sociedad depende mucho de la contribución de la educación a mantener viva esa cuestión insoslayable. En efecto, la educación persigue la formación integral de la persona, incluida la dimensión moral y espiritual del ser, con vistas a su fin último y al bien de la sociedad de la que es miembro. Por eso, para educar en la verdad es necesario saber sobre todo quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Contemplando la realidad que lo rodea, el salmista reflexiona: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que de él te cuides?» (Sal 8,4-5). Ésta es la cuestión fundamental que hay que plantearse: ¿Quién es el hombre? El hombre es un ser que alberga en su corazón una sed de infinito, una sed de verdad –no parcial, sino capaz de explicar el sentido de la vida– porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Así pues, reconocer con gratitud la vida como un don inestimable lleva a descubrir la propia dignidad profunda y la inviolabilidad de toda persona. Por eso, la primera educación consiste en aprender a reconocer en el hombre la imagen del Creador y, por consiguiente, a tener un profundo respeto por cada ser humano y ayudar a los otros a llevar una vida conforme a esta altísima dignidad. Nunca podemos olvidar que «el auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones»[3],incluida la trascendente, y que no se puede sacrificar a la persona para obtener un bien particular, ya sea económico o social, individual o colectivo.
Sólo en la relación con Dios comprende también el hombre el significado de la propia libertad. Y es cometido de la educación el formar en la auténtica libertad. Ésta no es la ausencia de vínculos o el dominio del libre albedrío, no es el absolutismo del yo. El hombre que cree ser absoluto, no depender de nada ni de nadie, que puede hacer todo lo que se le antoja, termina por contradecir la verdad del propio ser, perdiendo su libertad. Por el contrario, el hombre es un ser relacional, que vive en relación con los otros y, sobre todo, con Dios. La auténtica libertad nunca se puede alcanzar alejándose de Él.
La libertad es un valor precioso, pero delicado; se la puede entender y usar mal. «En la actualidad, un obstáculo particularmente insidioso para la obra educativa es la masiva presencia, en nuestra sociedad y cultura, del relativismo que, al no reconocer nada como definitivo, deja como última medida sólo el propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma para cada uno en una prisión, porque separa al uno del otro, dejando a cada uno encerrado dentro de su propio “yo”. Por consiguiente, dentro de ese horizonte relativista no es posible una auténtica educación, pues sin la luz de la verdad, antes o después, toda persona queda condenada a dudar de la bondad de su misma vida y de las relaciones que la constituyen, de la validez de su esfuerzo por construir con los demás algo en común»[4].
Para ejercer su libertad, el hombre debe superar por tanto el horizonte del relativismo y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre el bien y el mal. En lo más íntimo de la conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz lo llama a amar, a hacer el bien y huir del mal, a asumir la responsabilidad del bien que ha hecho y del mal que ha cometido[5].Por eso, el ejercicio de la libertad está íntimamente relacionado con la ley moral natural, que tiene un carácter universal, expresa la dignidad de toda persona, sienta la base de sus derechos y deberes fundamentales, y, por tanto, en último análisis, de la convivencia justa y pacífica entre las personas.
El uso recto de la libertad es, pues, central en la promoción de la justicia y la paz, que requieren el respeto hacia uno mismo y hacia el otro, aunque se distancie de la propia forma de ser y vivir. De esa actitud brotan los elementos sin los cuales la paz y la justicia se quedan en palabras sin contenido: la confianza recíproca, la capacidad de entablar un diálogo constructivo, la posibilidad del perdón, que tantas veces se quisiera obtener pero que cuesta conceder, la caridad recíproca, la compasión hacia los más débiles, así como la disponibilidad para el sacrificio.

Educar en la justicia

4. En nuestro mundo, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, más allá de las declaraciones de intenciones, está seriamente amenazo por la extendida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de utilidad, del beneficio y del tener, es importante no separar el concepto de justicia de sus raíces transcendentes. La justicia, en efecto, no es una simple convención humana, ya que lo que es justo no está determinado originariamente por la ley positiva, sino por la identidad profunda del ser humano. La visión integral del hombre es lo que permite no caer en una concepción contractualista de la justicia y abrir también para ella el horizonte de la solidaridad y del amor[6].
No podemos ignorar que ciertas corrientes de la cultura moderna, sostenida por principios económicos racionalistas e individualistas, han sustraído al concepto de justicia sus raíces transcendentes, separándolo de la caridad y la solidaridad: «La “ciudad del hombre” no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo»[7].
«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados» (Mt 5,6). Serán saciados porque tienen hambre y sed de relaciones rectas con Dios, consigo mismos, con sus hermanos y hermanas, y con toda la creación.

Educar en la paz

5. «La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad»[8].La paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad. Y es ante todo don de Dios. Los cristianos creemos que Cristo es nuestra verdadera paz: en Él, en su cruz, Dios ha reconciliado consigo al mundo y ha destruido las barreras que nos separaban a unos de otros (cf. Ef 2,14-18); en Él, hay una única familia reconciliada en el amor.
Pero la paz no es sólo un don que se recibe, sino también una obra que se ha de construir. Para ser verdaderamente constructores de la paz, debemos ser educados en la compasión, la solidaridad, la colaboración, la fraternidad; hemos de ser activos dentro de las comunidades y atentos a despertar las consciencias sobre las cuestiones nacionales e internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al desarrollo y de la resolución de los conflictos. «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», dice Jesús en el Sermón de la Montaña (Mt 5,9).
La paz para todos nace de la justicia de cada uno y ninguno puede eludir este compromiso esencial de promover la justicia, según las propias competencias y responsabilidades. Invito de modo particular a los jóvenes, que mantienen siempre viva la tensión hacia los ideales, a tener la paciencia y constancia de buscar la justicia y la paz, de cultivar el gusto por lo que es justo y verdadero, aun cuando esto pueda comportar sacrificio e ir contracorriente.

Levantar los ojos a Dios

6. Ante el difícil desafío que supone recorrer la vía de la justicia y de la paz, podemos sentirnos tentados de preguntarnos como el salmista: «Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?» (Sal 121,1).
Deseo decir con fuerza a todos, y particularmente a los jóvenes: «No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico [...], mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno.
Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?»[9]. El amor se complace en la verdad, es la fuerza que nos hace capaces de comprometernos con la verdad, la justicia, la paz, porque todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (cf. 1 Co 13,1-13).
Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo.
Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz.
A todos vosotros, hombres y mujeres preocupados por la causa de la paz. La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar. Miremos con mayor esperanza al futuro, animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones de hoy y del mañana, particularmente en educarlas a ser pacíficas y artífices de paz. Consciente de todo ello, os envío estas reflexiones y os dirijo un llamamiento: unamos nuestras fuerzas espirituales, morales y materiales para «educar a los jóvenes en la justicia y la paz».
Vaticano, 8 de diciembre de 2011

BENEDICTUS PP XVI

Notas
[1] Discurso a los Administradores de la Región del Lacio, del Ayuntamiento y de la Provincia de Roma, (14 enero 2011), L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (23 enero 2011), 3.
[2] Comentario al Evangelio de S. Juan, 26,5.
[3] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 11: AAS 101 (2009), 648; cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 14: AAS 59 (1967), 264.
[4] Discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea eclesial de la diócesis de Roma (6 junio 2005): AAS 97 (2005), 816.
[5] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 16.
[6]Cf. Discurso en el Bundestag (Berlín, 22 septiembre 2011): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (25 septiembre 2011), 6-7.
[7] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 6: AAS 101 (2009), 644-645.
[8] Catecismo de la Iglesia Católica, 2304.
[9] Vigilia de oración con los jóvenes (Colonia, 20 agosto 2005): AAS 97 (2005), 885-886.

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viernes, 2 de diciembre de 2011

A la UNICA en su vigésimo octavo aniversario


Andrés Bravo
Capellán de la UNICA

(Homilía de la Eucaristía aniversario de la UNICA celebrada el 1° de diciembre 2011 a las 9 de la mañana)

Agradecemos a Dios por su bondad, porque nos ha regalado un instrumento de su gracia que es nuestra Universidad Católica “Cecilio Acosta”. Este motivo nos reúne hoy como comunidad cristiana para participar de la comunión divina del Padre, por el Hijo Jesús, en el Espíritu Santo.
Permítanme una reflexión que me inspira una predicación del padre Alberto Hurtado en 1945, tiempo de turbulencia para una sociedad que aún está saliendo de la más cruel guerra mundial del siglo pasado. En esa oportunidad les hablaba a los universitarios sobre su misión. Pues bien, también hoy estoy yo frente a universitarios que saben muy bien sobre su misión.
Nuestro padre Hurtado, en aquella oportunidad, critica una concepción puramente pragmática y hasta mercantilista de la Universidad, como simple instrumento para construir profesionales para un trabajo rentable o un sitio para obtener un título profesional que le permita ganarse la vida y resolver su situación económica en el futuro. Aunque, si tuviera que hablar hoy ante nosotros y aquí en la Venezuela actual, no dudaría en decir, con su acostumbrada voz profética, clara y sencilla, que más bien formamos profesionales con un futuro incierto, desempleados y frustrados.
Pero, el padre Hurtado es más optimista y, creyendo en Dios y en nosotros, dice que “felizmente hay excepciones muy honrosas y nos gloriamos de contar con profesores y alumnos que tienen una concepción mucho más amplia de la vida universitaria, de la misión de la Universidad”. Hoy, sin ser adulador, puedo dar gracias al Señor que estas excepciones aquí son más visibles. Pero, no podemos dejar pasar este momento sin que nos interroguemos sobre este desafío. Porque si todavía pensamos que nuestra misión es la de hacer o construir profesionales para el mundo del mercado, es hora de convertirnos a lo que sigue siendo el ideario de nuestra Casa de Estudio, humanista y cristiana. Creando profesionales para el verdadero progreso humano, integral y solidario, que nos permita pasar de una vida menos humana a una vida más humana, como nos ha enseñado la Iglesia. Para ello, nos corresponde orientar las vocaciones hacia la realización de la fraternidad, formar personas para la paz, que sean capaces de instaurar un orden armónico en la libertad y la responsabilidad, respetándonos y aceptándonos los unos con los otros. En pocas palabras y difícil misión, hacer del mundo una casa para todos.
Como lo reza nuestra misión, debemos formar integralmente al ser humano. Hacerlo más humano, formándolo en los valores, capaz de comprometerse con el desarrollo científico, humanístico y artístico de nuestro pueblo venezolano. Sólo en el ejercicio sincero de nuestra vocación como docentes con autenticidad, podemos seguir creciendo para lograr realizar en nosotros una comunidad cristiana de fe, esperanza y caridad. Respondiendo a nuestra propia naturaleza de universidad católica, como lo enseña Juan Pablo II en la Ex corde Ecclesiae, “mediante el esfuerzo por formar una comunidad auténticamente humana, animada por el espíritu de Cristo”. Pues, nuestra visión nos compromete al diálogo con las culturas y al desarrollo humano integral sostenible.
Para terminar con esta reflexión, vuelvo al padre Alberto Hurtado que enseña: “La Universidad debe ser el cerebro de un país, el centro donde se investiga, se planea, se discute cuando dice relación al bien común de la nación y de la humanidad. Y el universitario debe llegar a adquirir la mística de que en el campo propio de su profesión no es sólo un técnico, sino el obrero intelectual de un mundo mejor”. Subrayo: somos obreros intelectuales para construir la fraternidad universal.
El Señor nos siga bendiciendo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

¡Reina y Madre Chiquinquireña, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos!

Homilia de Mons. Ubaldo Santana en la Eucaristía Solemne en honor a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Patrona del pueblo zuliano
Hermanos arzobispos y obispos concelebrantes.
Hermanos presbíteros y diáconos permanentes
Hombres y mujeres de especial consagración;
Estudiantes del Seminario Mayor y del Curso Propedéutico
Señor Gobernador del Estado Zulia y su distinguida esposa
Señora alcaldesa del Municipio Maracaibo
Autoridades civiles y militares nacionales, regionales y municipales
Representantes del Cuerpo consular acreditado en Maracaibo
Invitados especiales
Representantes de los Medios de Comunicación social

Muy amados hermanos y hermanas que colman la plazoleta y los lugares adyacentes, peregrinos venidos de todo el Zulia y de otras regiones de Venezuela, de América y del mundo. A todos los cristianos de la hermana república de Colombia con quienes compartimos este patronazgo mariano un gran saludo lleno del cariño de María de Chiquinquirá.
Radio oyentes y televidentes que están en sintonía con esta celebración particularmente los ancianos, los hospitalizados, los recluidos en las cárceles, así como aquellos que nos siguen a través de las redes sociales.
Un saludo lleno de agradecimiento a los Servidores de María que cumplen 115 años de custodia y protección de la tablita y aseguran la visita lacustre y los traslados de sus réplicas peregrinas a todas las instituciones que la solicitan con gran abnegación y eficiencia
Un saludo muy especial a los pobladores de la subregión goajira que sufren los rigores de las lluvias y han tenido que abandonar sus hogares y trasladarse a refugios provisionales.
Cristianos y cristianas cada vez más numerosos que se unen con entusiasmo a esta fiesta en diversas ciudades del mundo de Europa y América; en especial aquellos que viven en países donde no tienen posibilidad de festejarla públicamente por restricciones a la libertad religiosa.
Desde que la Virgen de Chiquinquirá decidió surcar el lago a bordo de una tablita, y desembarcar en nuestras riberas hace ya más de 300 años, se ha venido tejiendo entre el pueblo zuliano y María del Rosario una hermosa historia de amor. La grey se ha volcado hacia la ermita que la alberga para cantarle gaitas inspiradas y ella ha retribuido sus innumerables gestos de devoción y de cariño con incontables favores, curaciones y bendiciones. De tantos encuentros y citas de estos dos enamorados el de estos días es sin duda alguna el más esplendoroso. Millares de hijos se agolpan en torno a la Madre llena de misericordia, agradecidos por escuchar sus plegarias, atender sus necesidades y consolarlos en sus tribulaciones. Esta noche les invito a dar gracias a Dios por haberle regalado a este noble pueblo la presencia de la Madre de su Hijo Jesús, bajo la figura de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.
Hoy nos sentimos muy cerquita de ella, como San Andrés y San Antonio. Cada vez que nos congregamos en torno a su tierna figura, nos convencemos más de cuánto la necesitamos para aprender a vivir como una sola gran familia; para arraigarnos y edificarnos en Cristo Jesús y mantenernos firmes en la fe católica heredada de nuestros antepasados. ¡Alegrémonos y regocijémonos en el Señor Jesucristo porque en su gran misericordia ha querido enviar a su misma madre como evangelizadora y gran catequista para enseñarnos a ser cristianos! La Virgen María no tiene efectivamente otra misión en la Iglesia que la de mostrarnos a su Hijo Jesucristo y de enseñarnos a hacer lo que El nos diga (Cf Jn 2,5). La verdadera devoción a la Virgen María siempre debe desembocar en un encuentro personal con Jesucristo. Quien anda con ella siente la necesidad de hacerse discípulo misionero de su Hijo y de participar activamente en la vida de la Iglesia.
En la tablita, el rostro goajiro de nuestra Madre aparece inclinado hacia el niño Jesús y sus ojos achinados están centrados en él. Esta postura de la Virgen María nos revela la esencia de la vocación y de la misión de María en el designio de la salvación. Ella es la mujer redimida, la primera criatura de la nueva alianza que en vez de darle la espalda a Dios, se voltea totalmente hacia él. Después del pecado, Adán y Eva, llenos de vergüenza, intentaron esconderse de Dios para no darle la cara. Ya no estamos condenados a caminar a tientas en las tinieblas, a vivir de espaldas a Dios, a escondernos de Él llenos de vergüenza. Como María, podemos voltearnos hacia Jesús, libres de la esclavitud del pecado, fijar nuestros ojos en El, autor y perfeccionador de la fe (He 12, 1-3).
Ese es el fruto hermoso del evangelio predicado por María en suelo venezolano desde que se apareció en Guanare. Esa es la gracia de la conversión que tenemos que pedir esta noche para todos los que profesamos la fe cristiana. Que demos la espalda al pecado, que abandonemos los caminos de la maldad y nos volteemos decididamente hacia Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, y nos dispongamos con la fuerza y la luz de su gracia a hacer el bien, detener la violencia y construir juntos la paz. Este año se nos invita a acoger en nuestras vidas la misericordia divina y a aprender en la escuela de la Palabra a ser misericordiosos, a imitación de nuestro Padre del cielo, rico en misericordia y perdón. Este llamado urgente del Señor Jesús nos llega también a través de la vida de Santa Faustina Kovalska, religiosa polaca escogida por el Señor antes del estallido de la segunda guerra mundial, para propagar por el mundo el mensaje de la reconciliación entre los pueblos con la imagen de Jesús de la Divina Misericordia.
Venezuela también necesita con urgencia este mensaje para erradicar la violencia que nos acosa y aprender a perdonarnos y a reconciliarnos como hermanos. Necesitamos impregnarnos de sentimientos de comprensión y de tolerancia los unos para con los otros. Tantos asesinatos y masacres nos están volviendo personas desconfiadas, duras de corazón, crueles, y retaliativas, insensibles al dolor ajeno. La sospecha nos está robando la proverbial solidaridad de nuestro gentilicio para con los más necesitados. Los venideros tiempos electorales requerirán de todos nosotros un serio empeño para evitar las confrontaciones dañinas y transformarlos en herramientas de concordia y de paz entre todos los venezolanos.
En la cita de este año debemos decirle a nuestra excelsa patrona: Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos y enséñanos a ser más humanos, más compasivos. Ser compasivos, perdonar no es una debilidad. Al contrario es la más grande manifestación de nuestra fortaleza. Nuestro mundo y nuestra patria claman por mayor humanidad. ¡Cuántas guerras, cuántas muertes violentas causadas por la intolerancia racial, ideológica, religiosa y cultural; por el odio y el resentimiento, por las ansias de poder, por la codicia del dinero, por el comercio de seres humanos y el narcotráfico internacional! Ya hay gente abriendo estas nuevas rutas.
El III Encuentro de líderes religiosos realizado en Asís a finales del mes pasado nos muestra el camino por donde debemos enrumbar nuestros pasos. Cobijados por un resplandeciente sol otoñal, ataviados según sus rituales , más de 240 líderes religiosos pertenecientes a diversas confesiones, denominaciones religiosas, tradiciones y grupos humanísticos no creyentes del mundo, convocados esta vez por el Papa Benedicto XVI, dieron un esperanzador testimonio de acercamiento, de mutua escucha y expresaron su compromiso personal e institucional de trabajar juntos para promover la convivencia pacífica y respetuosa de todos los seres humanos y erradicar definitivamente la idea de que las religiones promueven la intolerancia, la violencia, el sectarismo y la guerra.
No hay muros que no se puedan derribar, prejuicios ancestrales e históricos que no se puedan superar, errores cometidos que no se puedan perdonar. No se necesita saber ni cuál es tu religión, ni tu ideología, ni tu color político, ni tu posición social o económica para juntar decisiones y voluntades, para luchar juntos contra todas las miserias, inequidades y discriminaciones que agobian el mundo y construir puentes de amistad, aceptación y entendimiento. La guerra, los conflictos violentos no son el futuro. El futuro es la paz.
Y ya que estamos soñando un mundo distinto, bajo el patrocinio de San Francisco patrono del medio ambiente y de los animales, quiero abogar por la pronta eliminación de las corridas de toros por lo menos el día de la fiesta de la Chinita y si es posible del programa de la Feria y porque no también de los carteles del mundo entero. El maltrato a los animales es una triste y lamentable prolongación del maltrato que los humanos nos infligimos mutuamente y del cual las mujeres, los niños y los ancianos son las principales víctimas. ¿Cómo se va erradicar de este mundo la crueldad y el maltrato si nosotros seguimos ostentándolo como un espectáculo para distraer al pueblo? Madre de misericordia, enséñanos a promover una cultura de la vida, del respeto, de la convivencia más sana con la creación entera y el medio ambiente. No podemos proclamarnos seguidores de Jesús y devotos de la Chinita y aceptar pasivamente tantos actos de crueldad.
Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos y enséñanos, Madre a vivir con mayor consecuencia nuestro cristianismo. Como cristianos hemos de estar alertas para combatir sin violencia pero con firmeza la progresiva entronización de la anticultura de la muerte en nuestro país. Por eso junto con la Conferencia Episcopal Venezolana y muchas Iglesias en América, los movimientos pro vida y los defensores de la dignidad humana, elevo mi voz de protesta contra la venta libre en las farmacias de la píldora del día siguiente que no es más que un abortivo que siega la vida de criaturas inocentes, destruye física y espiritualmente a miles de jóvenes y adolescentes y llena los bolsillos de comerciantes inescrupulosos.
Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. En este año de la Divina Misericordia bajo el lema Acoge su misericordia, construyamos fraternidad, quiero invitarles a recibir a la Virgen María, a acogerla en el seno de nuestras familias e instituciones, en nuestras casas, en nuestros corazones con el mismo amor y entusiasmo de los primeros pobladores de El Saladillo cuando bajo los refulgentes colores de la humilde tablita la Madre amorosa manifestó su presencia.
El milagro de la iluminación que necesitamos este año es el de ser capaces de recoger la herencia de los primeros saladilleros y ponernos a trabajar con decisión para recuperar el sentido familiar de la cultura zuliana, a fortalecer la familia cristiana y a no permitir que culturas mercantilistas y paganas nos impongan falsos modelos de familia que pervierten y dañan a nuestros niños y a nuestros jóvenes
En esta tarde bendita todos clavamos nuestra mirada en sus dulces ojos achinados y le decimos con todas las fuerzas de nuestra devoción: “Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos”, Te entregamos esta noche, la realización del Cuarto Congreso americano misionero, el CAM 4 que se llevará a cabo en esta ciudad en noviembre del 2013. Ponte tu misma al frente de su preparación para que este magno evento renueve la vida misionera de nuestra Iglesia.
Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Que lo descubramos su presencia salvadora en esta misa, en nuestros hermanos y en todo ser humano que necesita nuestra ayuda. Abramos sin miedo nuestras casas, nuestros hospitales, nuestras escuelas, nuestros seminarios y centros de formación profesional, nuestros cuárteles, nuestros lugares de trabajo, nuestras calles y vecindarios, nuestros puestos de buhoneros, nuestros campos y ciudades para que entre Santa María y junto con ella entre la gracia salvadora de Jesucristo nuestro Señor. Amen

Maracaibo 18 de noviembre de 2011

+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo

jueves, 17 de noviembre de 2011

COMUNICADO DE LA COMISIÒN EPISCOPAL DE FAMILIA E INFANCIA SOBRE LA PILDORA ANTICONCEPTIVA DE EMERGENCIA

1. Los Obispos que conformamos la Comisión Episcopal de Familia e Infancia de la Conferencia Episcopal Venezolana comprometidos, por nuestra condición de Pastores del Pueblo de Dios con la defensa de la dignidad de la persona y de su derecho al matrimonio, a la familia y del derecho fundamental a la vida y alarmados por la grave confusión que puede provocar en la opinión publica la promoción a través de algunos medios de comunicación social, de la llamada “píldora anticonceptiva de emergencia”, nos sentimos obligados a alertar a todo la sociedad venezolana y en particular al pueblo católico.
2. Nos preocupa gravemente que para evitar un embarazo no deseado se invite a la utilización del “ANTICONCEPTIVO DE EMERGENCIA”. Este “anticonceptivo” es un producto farmacéutico compuesto por Levonorgestrel (0,75 mg.), que incluye entre sus mecanismos de acción “un efecto que produce cambios en el endometrio que impide la implantación”1. Este efecto no es una acción anticonceptiva como se manifiesta, sino interceptiva, ya que intercepta el embrión antes de su anidación en el útero materno, 2 deteniendo así el proceso de desarrollo normal del embrión humano, que da lugar a un aborto químico temprano.
3. Según la explicación científica se trata explícitamente de un aborto. Por aborto entendemos "la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de la existencia, que va de la concepción al nacimiento". 3 Por lo tanto el uso de medios de intercepción es una modalidad de aborto, que en la legislación venezolana es sancionado como delito por el Código Penal 4, y es, además, gravemente inmoral.
4. La promoción de este fármaco deja abierta la idea de que es lícito tener relaciones sexuales seguras sin peligro de procreación, al ofrecer la posibilidad de eliminar la vida de un ser humano ya concebido. Ello es inadmisible desde el punto de vista moral y legal5, dado que todo ser humano desde el momento que se inicia su existencia con el embarazo de la mujer en la concepción, posee una dignidad y el derecho a que le sea garantizada y respetada su vida, por el Estado, la sociedad, y la familia6.
5. En la promoción de la píldora se utiliza la imagen y voz de una joven, que afirma haber perdido sus sueños de ir a la universidad por un embarazo no deseado, por no conocer este fármaco. Esto constituye una incitación al uso indiscriminado y prematuro de la sexualidad, dejando de lado los valores éticos que ella lleva consigo. Sin embargo, la promoción del fármaco anticonceptivo no informa de las graves consecuencias y los efectos éticos, psicológicos y emocionales que sobrevendrán a las jóvenes cuando tomen conciencia de haber provocado el aborto de sus propios hijos.
6. Una sociedad llamada a proteger la vida no puede aceptar la oferta de soluciones irresponsables como la eliminación de la vida humana fruto de relaciones sexuales prematuras e irresponsables. Una autentica prevención coherente con la dignidad del ser humano y solución de fondo a la problemática de embarazos no deseados pasa por una adecuada educación hacia la responsabilidad en el recto uso de la sexualidad humana. Es a través de la educación de los valores morales el modo de crecer como seres humanos y de contribuir al desarrollo de una sociedad sana y responsable.
7. Hacemos un llamado a los padres de familia, como primeros y principales responsables de educar y proteger el desarrollo moral de sus hijos, para que inculquen en ellos el respeto y el valor a la vida.
8. También hacemos un llamado al Estado que propugna el derecho a la vida entre los valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, 7 para que se comprometa a tomar cartas en tan delicada situación. Igualmente sometemos a la consideración de las autoridades competentes, en materia sanitaria, las siguientes interrogantes: ¿Por qué se está anteponiendo el aspecto comercial, a través de esta publicidad, al derecho a la vida del concebido y a la salud de las venezolanas?, ¿Por qué es posible que se pueda acceder a este fármaco abortivo sin restricción a libre venta en las farmacias?
9. Esta alerta no es una cuestión de religión ni de ideologías, sino que es el llamado al respeto del primero y principal de todos los derechos humanos, como lo es el derecho a la vida, la cual exige ser respetada y promovida desde el momento del inicio su existencia con la concepción.

Caracas 14 de noviembre de 2011


Firman los Obispos de la Comisión Episcopal de Familia e Infancia

1 Formulario Terapéutico Nacional. 2ª Edición, 2004. Pág. 153-154.
2 Dignitate Personae N° 23
3 Juan Pablo II, Evangelium Vitae Nº 58.
4 Código Penal, Artículo 431
5 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Artículos 43 y 75.
6 Ley Orgánica para la Protección al Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA), Artículo 1
7 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Artículo 2

“Reconciliación Paz y Justicia”

CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA

COMISIÓN DE JUSTICIA Y PAZ

La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana, ante la huelga de hambre de Leocenis García expresa lo siguiente:
1. Nos preocupa la salud y la vida del periodista Leocenis García, quien se encuentra en huelga de hambre desde hace más de ocho días.
2. En el ánimo de que la vida humana se preserve integralmente, exhortamos a las autoridades judiciales a considerar con atención los motivos de huelga de hambre. Así mismo elevamos oraciones porque esta situación se resuelva sin daños, y que la cordura sea lo que impere entre los involucrados en este caso. Sería muy grave la pérdida de la vida de un ser humano que puede ser juzgado en libertad, más cuando los delitos de opinión no están contemplados en la Constitución Bolivariana de Venezuela.
3. Nos hacemos eco de los defensores del editor del semanario 6to poder, quienes han denunciado violaciones de derechos humanos al periodista durante la huelga, situación muy grave a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia.
4. Esta intervención no tiene otro motivo que la exigencia de la fe, la búsqueda permanente de la Reconciliación, la Paz y la Justicia y el velar por la integridad personal y familiar de este ciudadano para que, tomando en cuenta los procedimientos contemplados en nuestra Constitución, se haga evidente el debido proceso.

Caracas, 16 de Noviembre de 2011.

Con nuestra bendición,

+ Mons. Roberto Luckert león
Arzobispo de Coro
Presidente de La Comisión de Justicia y Paz


DA AL ALTÍSIMO COMO EL TE HA DADO A TI, CON GENEROSIDAD, DE ACUERDO A TUS CAPACIDADES,…” (Eclo 35,9)

PLAN IGLESIA SOLIDARIA
Exhortación Pastoral sobre el
Sostenimiento de la Obra Evangelizadora de la Iglesia Católica en Venezuela,
con ocasión del lanzamiento del Plan Iglesia Solidaria
AL CLERO, A LOS RELIGIOSOS Y A LAS RELIGIOSAS, A LOS FIELES LAICOS Y A TODOS LOS HOMBRES Y LAS MUJERES DE BUENA VOLUNTAD

INTRODUCCIÓN

1.- Desde su inicio la Iglesia recibió el mandato de continuar la Misión evangelizadora del Señor Jesús y para esto le prometió su presencia y su Espíritu, al decir: “Yo estaré siempre con Ustedes, hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20)
Este mandato, además de ser dirigido a los obispos, a los sacerdotes y a las personas consagradas, se refiere también a demás miembros del Pueblo de Dios. De ahí que Cristo exige nuestra participación, como la requirió de los Doce Apóstoles, de los setenta y dos discípulos, y de aquellas santas mujeres que lo seguían como el Mesías y al mismo tiempo lo ayudaban (Lc 8, 1-3).

COMUNIÓN DE BIENES

2.- Tomemos conciencia de que la necesidad de vivir en comunión de bienes, es objetivo indispensable para entender la vida de la Iglesia, porque esto implica vivir “en comunión unos con otros” (1 Jn. 1,7).
Existen en algunas organizaciones eclesiales, experiencias exitosas de autogestión y solidaridad, que podrían ser compartidas para el aprendizaje de todos (CPV-ICM 69). Una verdadera comunidad católica debe ser partícipe de los gozos, penas y necesidades de las otras comunidades cristianas.
3.- Hemos de recordar con agradecimiento a tantos cristianos y cristianas, que han colaborado en la evangelización, desde sus diócesis y parroquias a través de los voluntariados, en múltiples servicios sociales y pastorales.
La Iglesia en su doctrina ha buscado clarificar cada vez mejor la conceptualización sobre los bienes materiales. Así, en la legislación eclesial, se dice que los bienes temporales, que la Iglesia adquiere y administra están al servicio de tres fines: "la organización del culto divino, el procurar la honesta sustentación del clero y demás ministros, el ejercicio de las obras de apostolado sagrado y de caridad, sobre todo respecto a los necesitados" (CIC 1254 parágrafo 2).
4.- Es necesario que los creyentes conozcan el origen de los fondos económicos que utiliza la Iglesia; ya que estos provienen de tres fuentes: contribución de los fieles, ayudas de Iglesias hermanas y algunos aportes del Estado. Conocer el origen de los fondos servirá para asumir mejor las responsabilidades en cada nivel específico.
5.- El principal aporte económico a nuestra Iglesia proviene de los mismos fieles desde sus comunidades, lo cual se debe cuantificar, agradecer e informar periódicamente, en aras de mantener el clima de confianza necesario sobre el uso de los bienes que se reciben con toda transparencia. La Iglesia recibe también colaboraciones de Iglesias hermanas, de otros países, para atender parte de proyectos específicos, en el marco eclesial de la comunión de bienes. Finalmente, la ayuda que se recibe de entes gubernamentales o del Estado va dirigida fundamentalmente al área educativa y para construcciones al servicio de la Iglesia.

GUIADOS POR EL ESPÍRITU

6.- La palabra de Dios nos ilumina al decir: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hch. 20, 35); “Cada uno debe dar lo que ha decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9, 6-8)
7.- El espíritu nos capacita para el servicio recíproco, muy especialmente a través de los talentos personales. Así todos podemos dar, recibir y experimentar la alegría de compartir. De esta manera, desde la parábola de los talentos (Mt 23, 14-30), Jesús nos invita a tomar conciencia de la importancia de dichos dones y del deber de acrecentarlos y compartirlos; ya que “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común” (1Cor 12, 7).
8.- Jesús expuso una rica doctrina sobre el buen uso del dinero y de las demás riquezas materiales, cuando dice: “Acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla" (Lc. 12, 33). La enseñanza de Cristo nos hace conscientes, además, de que la abundancia de unos, debía suplir la pobreza de otros, ya que Dios es el dueño absoluto de las riquezas que nos da. Y nos las dona para que las administremos no sólo en provecho nuestro, sino, en especial para compartirlas con los más necesitados.

CRITERIOS PASTORALES

9.- Para facilitar esta integración de los cristianos, en la obra evangelizadora de la Iglesia, los Obispos venezolanos hemos estructurado el Plan Iglesia Solidaria, que busca precisamente que cada fiel venezolano se sienta parte integrante de la misma y corresponsable de su buena marcha en todos los sentidos. Conscientes de que nuestra Iglesia vive situaciones difíciles, particularmente en lo que se refiere al ámbito económico y social, nos hace sentir la urgencia de proponer al Pueblo de Dios, una doctrina y práctica de la SOLIDARIDAD con los bienes que tenemos, según el designio de Dios Creador del mundo.
10.- El principio de la comunión es válido para todos los órdenes de la vida eclesial, incluyendo el económico. Cuando hablamos de bienes a compartir, en orden a la evangelización, incluimos nuestras personas, con todo lo que somos y tenemos: talento, tiempo y tesoro, y recordemos lo que nos dice al respecto el Evangelio: "Zaqueo, puesto en pie dijo, daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más” (Lc 19, 8).
11.- Al deber de los fieles de ayudar económicamente a la Iglesia en sus necesidades, corresponde también el deber correlativo de los Pastores, de disponer que sean correctamente administrados. Jesús nos dio ejemplo de ello cuando, después de la multiplicación de los panes, ordenó: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada" (Jn 6, 12).
12.- Tomemos en cuenta el quinto desafío: para propiciar la comunicación cristiana de bienes del documento Instancias de Comunión del Pueblo de Dios para la Misión (Concilio Plenario de Venezuela).
12.1.- “Todos los miembros de Pueblo de Dios contribuyan decididamente en aquellas iniciativas tendientes a lograr una más justa distribución de los recursos humanos y materiales en el seno de la Iglesia”. CPV-ICM 224
12.2.- “Cada uno de los organismos e instancias de la Iglesia particular contribuya, desde su posibilidad y especificidad, a promover una catequesis referente a la comunicación cristiana de bienes y la responsabilidad de los bautizados en el sostenimiento económico de la acción evangelizadora”. CPV-ICM 226
12.3.- “Los diversos organismos e instancias eclesiales busquen mecanismos para superar el secreto en que se encuentra envuelto lo económico a través de oportunos informes, de manera que se cambien las imágenes deformadas que se tienen sobre la posesión y uso de los bienes de la Iglesia. CPV-ICM 227
13.- La transparencia en la rendición de cuentas ante las comunidades cristianas será un signo de credibilidad. También la solidaridad concreta entre los que tienen más, hacia los que tienen menos, será el signo más concreto de nuestro amor fraterno: “Hijitos míos, no amemos solamente con los labios y de palabras, sino con obras y de verdad” (1Jn 3, 17-18).

CONCLUSIÓN

14.- La CEV invita a poner en práctica este “Plan Iglesia Solidaria” en todas las Circunscripciones eclesiásticas de nuestro país. Que la Virgen María de Coromoto, Madre de Jesucristo, interceda ante su Hijo para que nuestra Iglesia obtenga la gracia de crecer en el espíritu de comunión y solidaridad

Los Arzobispos y Obispos de Venezuela

Caracas; 12 de julio de 2008

viernes, 4 de noviembre de 2011

El Espíritu de Asís: unidos por la paz


Documento de la Universidad Católica
“Cecilio Acosta”

Sin paz no es posible la tan anhelada fraternidad universal, ideal del cristianismo por ser el designio de Dios desde su creación. Por eso, toda iniciativa es bien acogida por la humanidad que espera algún día poder cantar al unísono “¡vean qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” (Salmo 133,1). Es este deseo escondido en el misterio divino y revelado a su pueblo quien mueve el corazón del Papa Juan Pablo II a citar a los representantes de las diversas religiones, cristianas y no-cristianas, del mundo entero a la ciudad mística de Asís, cuna de los pobrecillos Francisco y Clara y símbolo de paz y bondad divinas, para unirse en una oración por la paz que hace posible la fraternidad universal. Este evento inspirador se realizó el 27 de octubre de 1986, hace exactamente 25 años, con la presencia de 70 líderes de las más significativas religiones existentes en la humanidad actual.
Esta iniciativa fue colmando los corazones de hombres y mujeres del mundo entero, de fe y de buena voluntad, tanto que se ha convertido en un ambiente espiritual denominado “el espíritu de Asís”. Ciertamente, la humanidad apreció y acogió con entusiasmo este espíritu que se multiplicó con eventos en varias comunidades religiosas.
Aquel año de 1986 el panorama mundial sufría el horror de la guerra fría, mundo dividido en dos bloques irreconciliables, en lucha por el control del poder político y económico de la humanidad, mientras la gran mayoría sumergida en la miseria inhumana y marginada de toda participación, vivía bajo el signo del miedo de la violencia. Un paso de gran valía para alcanzar la paz, significó la caída del famoso muro de Berlín y el fin del imperio comunista. Sin embargo, cuando nuestro actual Pontífice Benedicto XVI convoca de nuevo, con impresionante éxito, a celebrar el encuentro de la humanidad por la paz, el 27 de octubre pasado, a los 25 años del comienzo del “espíritu de Asís”, lamenta que aún nuestra humanidad no ha alcanzado conquistar la libertad ni la paz que nos conduce a la fraternidad universal: “La discordia asume formas nuevas y espantosas, y la lucha por la paz nos debe estimular a todos nosotros de modo nuevo” (Discurso en Asís, 27-10-2011). Señala dos tipos de violencia: el terrorismo que, según sus responsables, “la gran causa de perjudicar al enemigo justifica toda forma de crueldad”. Peor aún, cuando su motivación es religiosa. Lógicamente, es un absurdo considerar la religión, de cualquier signo de fe como una justificación para la violencia destructora de la humanidad creada por Dios. Hoy el Papa enfatiza: “Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza que esta no es la verdadera naturaleza de la religión”.
Pero, el Papa señala un segundo tipo de violencia, “consecuencia de la ausencia de Dios, de su religión, que va a la par con la perdida de humanidad”. Se refiere al siempre tentador ateísmo dramático que se convierte en inhumano, y que hoy se concreta en la persecución de la religión. Así lo deja expresado el Papa: “La adoración de Mamón, del tener y del poder, revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal. El deseo de felicidad degenera, por ejemplo, en un afán desenfrenado e inhumano, como se manifiesta en el sometimiento a la droga en sus diversas formas. Hay algunos poderosos que hacen con ella sus negocios, y después muchos otros seducidos y arruinados por ella, tanto en el cuerpo como en el alma. La violencia se convierte en algo normal y amenaza con destruir nuestra juventud en algunas partes del mundo. Puesto que la violencia llega a hacerse normal, se destruye la paz y, en esta falta de paz, el hombre se destruye a sí mismo”.
Todos los que convivimos en la Comunidad Universitaria UNICA, bajo el signo de cristiana y humanista, somos invitados a acoger con libertad y responsabilidad este espíritu de Asís, que nos llama a la urgente misión de conquistar la paz para construir la fraternidad universal. Comenzando por reconocernos humanos, con una dignidad superior que nos da el ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

sábado, 29 de octubre de 2011

¡HALLOWEEN!

Mons. Mario Moronta
Obispo de San Cristobal

En estos días, desarrollando un afán consumista, muchos negocios y, sobre todo discotecas o centros así denominados “nocturnos”, hacen una gala de invitaciones a “celebrar” el así denominado “Halloween”. Esta es una especie de celebración propia de los pueblos nórdicos y anglosajones, que rememoraría un culto antiquísimo, de origen pagano y que tiene que ver con algunos espíritus del mal. En su evolución, se le ha denominado “noche de brujas”, presentando imágenes grotescas de “seres especiales” que no han existido. Una cosa es la brujería que se practica y que va contra todo tipo de creencia sana en Dios, y otra es esa manifestación de ciertos seres –ficticios- que harían referencia a espíritus malignos o del mal. Aunque ambos casos tienen el mismo denominador común.
En algunos países de origen anglosajón, se le conmemora como una especie de fiesta de disfraces. Es un elemento cultural, sincretista, de esos países. Lamentablemente, por un proceso de transculturización, se ha venido implementando y promoviendo en muchos otros países de otras culturas. Se habla de estar al día o a la moda. Pero no tiene nada que ver con ninguna raíz cultural de nuestros pueblos, como es el caso de las naciones latinoamericanas. Se han venido imponiendo como si fuera un logro. Sin embargo, todo ello encierra un mensaje subliminal: lo que se estaría celebrando es la personificación de la maldad. Por eso, incluso hay quienes ven en estas manifestaciones una especie de culto satánico.
Y en el fondo, sí hay algo de ello. En primer lugar por querer darse una exaltación de la maldad. Aunque pareciera un juego o una especie de carnaval. Y, en segundo lugar, por la forma de realizarse la así denominada fiestas de brujas. Todo ello está rodeado, al menos, en nuestra sociedad, de materialismo, sensualismo y consumismo. No deja nada. Podría hablarse de una cierta inocentada… “No hay nada de malo en celebrarlo… total sigo creyendo en Dios”. Pero es que creer en Dios significa eso: “creer en Dios” y, por tanto dejar a un lado todo aquello que se contradiga y, sobre todo desvirtúe tanto el bien como el sentido de la trascendencia. Hay muchos que piensan que no hay nada de malo… hasta se ven colegios o escuelas que la celebran, por estar al día o a la moda… y entonces, se comienza a desvirtuar ya la mente de los niños y adolescentes. Tiene sus consecuencias, aunque muchas veces no se perciban de manera inmediata. Lamentablemente, también en muchas de esas fiestas se mezcla el alcohol (con sus secuelas de embriaguez y otras cosas) y la droga. Los resultados se pueden hasta medir. Por ejemplo, el pasado año -2010- de acuerdo a las estadísticas y a las reseñas de los periódicos, todas las muertes violentas que hubo en esa noche de brujas celebrada en la ciudad de San Cristóbal fueron de jóvenes que habían participado en diversas fiestas en discotecas y centros nocturnos… ¿Coincidencia? Es para pensarlo.
Un cristiano, que se define como seguidor de Jesús y de los principios del Evangelio, no debe participar en ese tipo de celebraciones. Su centro es la Persona de Jesús, que le revela el amor del Padre Dios. Y, como nos enseña el evangelio, entonces no podrá servir a dos señores: o se decide servir a Dios o al demonio y el mal… pero no a los dos a la vez. Hay muchas formas de enfrentar esta tentación de la celebración de la noche de brujas. En algunos lugares se organizan “fiestas de la luz” (hay quienes las denominan “explosión de luz”). Es una manera…. Pero no hay que quedarse en ello. Se puede correr el riesgo de quedarse sólo en una expresión externa de alabanza. No se le pueden considerar como el “antihalloween”.
El mejor modo es con la reafirmación de la fe, a través de la evangelización, de los sacramentos y de la opción decidida por Jesús, el Señor y el verdadero liberador de la humanidad. Si esto se tiene muy en cuenta, entonces esas manifestaciones comunitarias orientadas a reafirmar la luz de Cristo frente a la oscuridad de la “noche de brujas” no se quedarán sólo en expresiones esporádicas y compulsivas, sino tendrán un sentido mayor: será una forma particular y puntual de profesar la fe en el Dios de la Vida y del Amor, que no quiere el mal sino la salvación de la humanidad.
Hoy, cuando en nuestra sociedad queremos reaccionar ante tanta violencia y tanta apología de la maldad y de lo negativo, hoy cuando nos quejamos de que se va perdiendo la práctica de los valores fundamentales de la conducta humana, hoy cuando comprobamos una descomposición moral… no podemos darnos el lujo los cristianos de “celebrar” la noche de los espíritus feos y malignos, y menos darle un sentido diabólico a ello. Es más bien el tiempo, como siempre lo ha sido, de pensar que todo ha sido hecho de nuevo –la nueva creación- gracias a Jesús, que nos ha invitado a ser hombres nuevos-mujeres nuevas que optamos por su seguimiento que nos conduce a la luz de la salvación en la eternidad del encuentro con el Padre Dios.

viernes, 28 de octubre de 2011

Lanzamiento de Maracaibo como sede del CAM4Comla9

Homilía de
Mons. C. Oswaldo Azuaje Pérez
Obispo Auxiliar de Maracaibo


Queridos Monseñores: Roberto Luckert, William Delgado y Jesús Alfonso Guerrero… Sacerdotes, religosos, seminaristas y laicos en general, Queridos hermanos todos, en este día domingo en que celebramos el día mundial de las misiones “DOMUND”, hacemos el lanzamiento de un congreso misionero, evento importante en el camino de la evangelización de nuestra Iglesia local, nacional, y de toda América
Comienzo con una frase de los obispos de Latinoamérica reunidos en Aparecida (Brasil) en el año 2007: “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”. (Aparecida 29). Este fue el modo en que se expresaron los habitantes de Tesalónica para que San Pablo, el apasionado de Cristo y apóstol de los pueblos, los felicitara y pusiera de ejemplo para otras comunidades.: ”ustedes han aceptado la palabra de Dios en tal forma, que han llegado a ser ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya, porque de ustedes partió y se ha difundido la palabra del Señor; y su fe en Dios ha llegado a ser conocida, no sólo en Macedonia y Acaya, sino en todas partes; de tal manera, que nosotros ya no teníamos necesidad de decir nada”.
Hoy la palabra de Jesús nos renueva el recuerdo de un precepto del antiguo testamento: el amor a Dios. Él une el amor a Dios y el amor del prójimo. Son dos amores que en el cristiano son inseparables. El amor que se conoce por experiencia se trasmite y se comunica. Es por este motivo que la Iglesia en este domingo de manera especial quiere que recordemos y respondamos a la imperiosa necesidad de comunicar la verdad total de aquellos hombres y mujeres que aún no conocen a Cristo. En este contexto es importante recordar las palabras del Apóstol San Pablo “¿cómo conocerán a Jesucristo si no hay quien les predique?”. Por ello la Iglesia, no deja de invitar a todos los bautizados y muy especialmente, a aquellos que han recibido el llamado de Dios a ser misioneros, a ser portadores del amor divino en aquellos lugares donde aun Jesucristo no es conocido, una invitación a responder con generosidad a la llamada de Dios, entregando a los demás el amor que han recibido de Dios: “haz crecer ese don que has recibido” (Carta de San Pablo a Timoteo 1.6).
Luego de Aparecida , el mayor acontecimiento a nivel eclesiástico continental vivido hasta ahora fue en 2008, el Tercer Congreso Misionero Americano CAM 3-Comla 8, que tuvo lugar en la ciudad de Quito (Ecuador), del 12 al 17 de agosto de 2008, con el tema “La Iglesia en discipulado misionero” y el lema “América con Cristo: escucha, aprende y anuncia”.
Su excelencia Mons. Ubaldo Ramón Santana Sequera –nuestro arzobispo metropolitano-, en nombre de la Iglesia que peregrina en Venezuela, aceptó en Ecuador, en la misa de clausura del CAM 3-Comla 8, la sede del CAM 4-Comla9. El Cardenal Antonio González Zumárraga +, Presidente de la Comisión Central del Tercer Congreso Americano Misionero, en discurso emotivo, entregó simbólicamente la sede del próximo CAM, a Su Excelencia Mons., Ubaldo Ramón Santana, Arzobispo de Maracaibo y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Desde entonces, nuestra ciudad con su arquidiócesis representa a Venezuela. La Conferencia Episcopal Venezolana y las Obras Misionales pontificias se dieron a partir de aquel momento a la tarea de organizar el itinerario. Este ha sido un tiempo de gracia de Dios para esta Iglesia que nos lleva a estar despiertos a los signos que el Señor nos está regalando.
El Santo Padre ha querido que el lema del DOMUND de este año sea: “Así les envío yo a ustedes (Jn20,21)”. Y yo como padre y pastor en esta Iglesia que peregrina en Maracaibo también les digo a todos: vayamos y ayudemos a enviar. Desde sus inicios la Iglesia, fiel al mandato misionero de Jesucristo, hizo suyo este mandamiento: “vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (28,16-20), ha respondido con el testimonio de una gran cantidad de hombres y mujeres que han consumido sus vidas para continuar la misión y el deseo de Jesucristo: “que todos sean uno como tú y yo somos uno” (Juan 17,21). Y con Él y en Él, asumir la conciencia y el compromiso del mandato misionero de Cristo de “hacer discípulos a todos los pueblos” (Mt 28.19).
Siendo la actualidad una época fuertemente caracterizada por el avance y por el acceso inmediato a los medios de comunicación, parecería contradictorio pensar que aun existan personas que no conocen a Jesucristo, es decir, que todavía haya “tierras de misión”. En realidad, la naturaleza misionera de la Iglesia, la de todos los bautizados no se reduce a la “missio ad gentes” (misión hacia todos los pueblos). Toda la Iglesia por naturaleza es misionera, así nos dice el Concilio Vaticano II (AG 2). Ella es enviada hacia todos y cada uno de los hombres, misión orientada a ayudar al hombre a descubrirse hijo en el Hijo de Dios, Jesucristo Nuestro Señor. No olvidemos que todos somos Iglesia y que todos los servicios en el amor que ella realiza, aunque se diferencien por los diversos carismas y ministerios, se dirigen a la evangelización.
Familiares, vecinos, incluso los de al lado de nuestras casas, en los colegios y liceos, ¿qué decir de las universidades? Son tierra de misión. Es allí donde el Señor nos está llamando a llevar su mensaje, es a esos ambientes que frecuentamos a diario donde el Señor nos dice, como le dijo a los judíos en el libro del Éxodo, que acabamos de escuchar, que no se puede excluir a nadie, que a todos se les tiene que acercar al gran amor de Dios y mostrar su misericordia, que a través de ese amor misericordioso de Dios se puede llevar el resto del mensaje evangélico. Es un llamado a los adolescentes y jóvenes, y a los no tan jóvenes: no te dejes atrapar por un ambiente en donde no se respire a Cristo, en donde no se sienta su presencia, Jesucristo no es un Dios triste, es alegre y entusiasta; traten ustedes más bien de atraer hacia ese Jesús siempre amigo, siempre alegre a todos los que los rodean, llevando adelante la misión “inter gentes” (entre los otros).
La Iglesia, consciente del llamado y envío misionero, no se limita con el ir a las “tierras de misión”. Ella nos recuerda que todos y cada uno de los bautizados somos y estamos llamados a ser reflejo de la presencia viva de Jesucristo en donde quiera que estemos, en la casa, en el trabajo, en la escuela, ser testigos del amor de Jesucristo. Todos estamos llamados a ser testigos del amor divino, que nos ha amado primero, llamados a encarnar en nuestras vidas las palabras de Jesucristo.
La Iglesia de Maracaibo a lo largo de su historia ha respondido a este llamado misionero con sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares que se encuentran en “tierras de misión”, y necesitamos rezar mucho para que su entrega sea fructífera y perseverante en los éxitos y en las dificultades. Sigamos pidiendo al Señor de la mies, que siga enviando operarios a esta mies para que acompañen y lleven la buena noticia de Jesús a todo el Pueblo Santo de Dios, y con la disponibilidad de ir a donde el Señor llame.
No obstante, esta imperiosa necesidad de misioneros ad gentes, como se les llama, no debemos olvidar la urgencia de ser misioneros en nuestros propios hogares, el dar a conocer a Cristo en nuestras familias, a nuestros amigos y toda la gente que nos rodea, todos los bautizados estamos inmersos en este llamado y deseo divino, de que todos los hombres y mujeres, conozcan y se sientan amados por Dios, por ello debemos pedir constantemente que más hombres y mujeres respondan a la invitación divina de “dejar todo” y seguir a Cristo en aquellos lugares donde aún Jesucristo no es conocido.
Estamos llamados a colaborar espiritualmente con nuestras oraciones y sacrificios espirituales para que los misioneros den con alegría y fidelidad su vida. Sintamos la invitación a ayudar materialmente para que estos misioneros se consagren a tiempo completo en la misión que han recibido: ser puentes entre Dios y los hombres. De esta manera la Iglesia responderá al mandato misionero que Jesucristo nos dejó: “vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,16-20). Junto con la misión de enseñar también debemos transmitir el mensaje del Amor que el Señor nos regala hoy en su evangelio.
Con mi bendición en Cristo nuestro Señor y la Santísima Virgen María de Chiquinquirá, nuestra amada Chinita, cuya fiesta celebraremos pronto. Amén.
22 de Octubre, 2011

jueves, 20 de octubre de 2011

DECLARACION DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA ANTE LOS VENIDEROS PROCESOS ELECTORALES

1.- Los Arzobispos y Obispos de Venezuela, reunidos en la XLII Asamblea Plenaria Extraordinaria, saludamos con afecto sincero al Pueblo de Dios que peregrina en Venezuela y a todos los habitantes de nuestra Patria. Queremos compartir con todos algunas reflexiones sobre un tema inquietante y de vital importancia para el presente y futuro de la nación, como es el largo proceso electoral que se avecina.
2.- Los Obispos somos conscientes de que como ciudadanos responsables y creyentes motivados por los valores del Evangelio, nuestra vocación cristiana y misión pastoral implican contribuir a que todos los ciudadanos seamos constructores de paz, de reconciliación y de entendimiento entre todos.
3.- Las elecciones en los años venideros son de gran relevancia: primero elegiremos al Presidente de la República (7 de octubre 2012), luego a los Gobernadores de Estado e integrantes de los Consejos Legislativos (16 diciembre 2012), y por último, a los Alcaldes y Miembros de los Concejos Municipales (el 14 de abril 2013).

EL VOTO UN DERECHO HUMANO PARA EL BIEN DE NUESTRO PUEBLO

4.- El avance de los derechos humanos a nivel universal ha incorporado el derecho al voto y el respeto de la decisión de cada uno, como uno de esos derechos, reconocido y protegido internacionalmente. La Doctrina Social de la Iglesia lo asume como una tarea inherente al ejercicio de la vida democrática e instrumento para preservar la paz y el entendimiento entre todos los ciudadanos.
5.- En ocasiones, los procesos electorales generan en algunos actores, una lucha y emocionalidad que requiere ser encauzada para evitar excesos, fanatismos, insultos, agresiones verbales o físicas, ventajismos, que, en el clima de polarización que vive el país, pueden conducir a actitudes poco cónsonas con la civilidad, racionalidad y respeto básicos que deben reinar por encima de cualquier diferencia.
6.- Las elecciones son para evaluar gestiones de gobierno y escoger entre propuestas alternativas, mandatarios responsables; así significan una oportunidad para demostrar la madurez cívica y el ejercicio de la soberanía popular de la población de un país. Ratificamos nuestro llamado acerca de la necesidad de garantizar que todos los pasos del proceso se desarrollen con el consenso y apoyo de todas las organizaciones que están involucradas. Por ello, sometemos a la consideración de todos algunos puntos que estamos convencidos pueden ayudar a crecer en ciudadanía, preservar la paz y avizorar un futuro de convivencia y desarrollo.

LAS ELECCIONES: UN DEBER DE PARTICIPACION DE TODOS CON RESPONSABILIDAD Y EFICIENCIA

7.- En efecto, es tarea de todos reforzar cuanto favorezca la paz para que se consolide una base sólida para la convivencia ciudadana. Este momento histórico exige crear y consolidar las mejores condiciones para que se fortalezcan el sentido ético, la tranquilidad y seguridad como responsabilidades que a cada uno nos toca.
8.- A los electores: somos seres humanos con dignidad inalienable, ciudadanos, hijos de esta tierra a la que nos debemos. Ser elector es un derecho y un deber. Participar supone interés por inscribirse, revisar su lugar de votación, animar a otros a que también lo hagan; pero todo proceso eleccionario exige un gran número de ciudadanos prestando una colaboración voluntaria, activa en la preparación, ejecución y preservación del voto. Los más jóvenes y nuevos electores deben ser animados por el ejemplo de los mayores en su responsabilidad ciudadana. Seamos proactivos y personas de esperanza. El país lo construimos todos. Y cada decisión, a través de los procesos eleccionarios, genera también responsabilidades ineludibles.
9.- Al Consejo Nacional Electoral: como ente rector de estos comicios tiene la máxima responsabilidad en la conducción del proceso electoral y por ello se le pide apego a los principios de igualdad, confiabilidad, imparcialidad y eficiencia, apegados a la norma constitucional, y se le debe ofrecer apoyo sincero y respetuoso para tal tarea. Un desarrollo sereno y transparente en todas las etapas contribuirá a fortalecer la paz y la convivencia de todos los venezolanos.
9a.- El Registro Electoral, en particular, debe ser depurado transparentemente. La inscripción en los consulados en el exterior debe garantizarse, así como superar los inconvenientes que han sido denunciados recientemente.
9b.- Se han señalado discrepancias en los criterios sobre la distribución de las mesas electorales. Es necesario disipar esas dudas. Mientras que en lugares muy poblados se concentran demasiados electores con los problemas típicos de colas interminables, en algunos lugares con menor densidad de población parece que hay un número excesivo de mesas.
10.- A los Miembros de Mesa: todo el pueblo espera el respeto a la voluntad ciudadana. Entre los actores electorales, los Miembros de Mesa siempre han jugado un papel específico, primordial e insustituible. Les exhortamos a participar con interés en esta noble responsabilidad, asumiendo la capacitación y el entrenamiento necesarios para que los procesos comiciales no dejen dudas en la ciudadanía.

OBSERVACION INTERNACIONAL

11.- Un gran apoyo a la tranquilidad y confianza del electorado, es que el CNE invite a las organizaciones internacionales especializadas en observación electoral. Dicha observación externa, plural, calificada e invitada a tiempo, favorece a todos, pues crea un clima de confianza que ayuda a preservar la paz. Tanto si los resultados ofrecen márgenes amplios como estrechos, este instrumento, usado hoy por la mayoría de los países democráticos, es un invalorable aporte a la concordia ciudadana.
12.- Los Obispos estamos al servicio del pueblo todo. Trabajemos juntos por la convivencia serena de todos los venezolanos. Es el mejor aporte que podemos dar en estos momentos. Las sugerencias que hemos señalado buscan que reine la paz en la justicia, la libertad y la verdad, en esta tierra de gracia. Elevamos nuestra oración al Dios de la paz y la misericordia para que todos nos comprometamos en un proceso electoral en el que sobresalgan la armonía, el respeto, la fraternidad justa convivencia. ¡Santa María, Reina de la paz, ruega por nosotros!
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Caracas, 19 de Octubre de 2011
Con nuestra bendición
Los Arzobispos y Obispos de Venezuela