viernes, 30 de septiembre de 2011

DECLARACIÓN DE LA SANTA SEDE EN LA ONU SOBRE LOS DESAFÍOS ACTUALES

Discurso de Mons. Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, ante la ONU.
27-09-2011

Señor presidente:
En nombre de la Santa Sede, tengo el placer de felicitarle por su elección a la Presidencia de la LXVI sesión de la Asamblea General de la ONU, y de asegurarle la plena y sincera colaboración de la Santa Sede. Mis felicitaciones se extienden también al Secretario General, S.E. Señor Ban Ki-moon, quien, durante este periodo de sesiones, el 1 de enero de 2012, comenzará su segundo mandato. Quisiera igualmente saludar cordialmente a la Delegación del Sudán del Sur, convertico en el 193ºpaís miembro de la Organización el pasado julio.
Señor presidente:
Como cada año, el debate general ofrece la ocasión de compartir y de afrontar las principales cuestiones que preocupan a la humanidad en búsqueda de un futuro mejor para todos. Los desafíos planteados a la comunidad internacional son numerosos y difíciles. Con todo, ponen cada vez más a la luz la profunda interdependencia existente dentro de la “familia de las naciones”, que ve en la ONU un instrumento importante, a pesar de sus límites, en la identificación y la aplicación de las soluciones a los principales problemas internacionales. En este contexto, sin querer ser exhaustivo, mi Delegación quiere detenerse sobre los desafíos prioritarios, para que el concepto de “familia de las naciones” se concrete cada vez más.
El primer desafío es de orden humanitario. Interpela a toda la comunidad internacional, o mejor, a la “familia de las naciones”, a cuidar de sus miembros más débiles. En ciertas partes del mundo, como en el Cuerno de África, estamos por desgracia en presencia de emergencias humanitarias graves y dramáticas que provocan el éxodo de millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, con un número elevado de víctimas de la sequía, del hambre y de la desnutrición. La Santa Sede desea renovar su llamamiento, muchas veces expresado por el Papa Benedicto XVI, a la comunidad internacional para amplificar y apoyar las políticas humanitarias en esas zonas e influir concretamente sobre las diferentes causas que acrecientan su vulnerabilidad.
Estas urgencias humanitarias llevan a subrayar la necesidad de encontrar formas innovadoras para poner a la obra el principio de la responsabilidad de proteger, en cuyo fundamento se encuentra el reconocimiento de la unidad de la familia humana y la atención a la dignidad innata de cada hombre y de cada mujer. Como se sabe, este principio hace referencia a la responsabilidad de la comunidad internacional de intervenir en las situaciones en las cuales los Gobiernos ya no pueden por sí mismos o ya no quieren cumplir con el primer deber que les incumbe de proteger a sus poblaciones contra violaciones graves de los derechos humanos, así como ante las consecuencias de las crisis humanitarias. Si los Estados ya no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional debe intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y por otros instrumentos internacionales.
Sin embargo, hay que recordar que existe el riesgo de que dicho principio pueda ser invocado en ciertas circunstancias como un motivo cómodo para utilizar la fuerza militar. Es bueno recordar que el mismo uso de la fuerza conforme a las reglas de las Naciones Unidas debería ser una solución limitada en el tiempo, una medida de verdadera urgencia que debería acompañarse y seguirse de un compromiso concreto de pacificación. En consecuencia, es necesario, para responder al desafío de la “responsabilidad de proteger”, que haya una búsqueda más profunda de los medios de prevenir y de gestionar los conflictos, explorando todas las vías diplomáticas posibles a través de la negociación y del diálogo constructivo y prestando atención y aliento a los más débiles signos de diálogo o de deseo de reconciliación por parte de las partes implicadas. La responsabilidad de proteger debe entenderse no solamente en términos de intervención militar, que deberían ser siempre el último recurso, sino, ante todo, como un imperativo para la comunidad internacional de estar unida ante las crisis y de crear las instancias para negociaciones correctas y sinceras, para apoyar la fuerza moral del derecho, para buscar el bien común y para incitar a los Gobiernos, a la sociedad civil y a la opinión pública a encontrar las causas y a ofrecer soluciones a las crisis de todo tipo, actuando en estrecha colaboración y solidaridad con las poblaciones afectadas y poniendo por encima de todo, la integridad y la seguridad de todos los ciudadanos. Es por tanto importante que la responsabilidad de proteger, entendida en este sentido, sea el criterio y la motivación que subyazga en todo el trabajo de los Estados y de la Organización de las Naciones Unidas para restaurar la paz, la seguridad y los derechos del hombre. Por otro lado, la larga y generalmente exitosa historia de las operaciones de mantenimiento de la paz (peacekeeping) y las iniciativas más recientes de construcción de la paz (peacebuilding) pueden ofrecer experiencias valiosas para concebir modelos de puesta en acto de la responsabilidad de proteger, en el pleno respeto del derecho internacional y de los intereses legítimos de todas las partes implicadas.
Señor presidente:
El respeto de la libertad religiosa es el camino fundamental para la construcción de la paz, el reconocimiento de la dignidad humana y la salvaguarda de los derechos del hombre. Este es el segundo desafío, sobre el que quisiera detenerme. Las situaciones en las que el derecho a la libertad religiosa es lesionado o negado a los creyentes de las diferentes religiones, son desgraciadamente numerosos; se observa, ay, un aumento de la intolerancia por motivos religiosos, y desgraciadamente se constata que los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre en mayor número persecuciones a causa de su fe. La falta de respeto de la libertad religiosa representa una amenaza para la seguridad y la paz e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral. El peso particular de una religión determinada en una nación no debería jamas implicar que los ciudadanos pertenecientes a otras confesiones sean discriminados en la vida social o, peor aún se tolere la violencia contra ellos. A propósito de esto, es importante que un compromiso común de reconocer y de promover la libertad religiosa de cada persona y de cada comunidad sea favorecido por un diálogo interreligioso sincero, promovido y puesto en práctica por los representantes de las diferentes confesiones religiosas y apoyado por los Gobiernos y por las instancias internacionales. Renuevo a las autoridades y a los jefes religiosos el llamamiento preocupado de la Santa Sede, para que se adopten medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas, allí donde están amenazadas, con el fin de que, por encima de todo, los creyentes de todas las confesiones puedan vivir en seguridad y seguir aportando su contribución a la sociedad de la que son miembros. Pensando en la situación de ciertos países, quisiera repetir, en particular, que los cristianos son ciudadanos con el mismo título que los demás, ligados a su patria y fieles a todos sus deberes nacionales. Es normal que puedan gozar de todos los derechos de ciudadanía, de la libertad de conciencia y de culto, de la libertad en el campo de la enseñanza y de la educación y en el uso de los medios de comunicación.
Por otra parte, hay países en los que, aunque se concede gran importancia al pluralismo y a la tolerancia, paradójicamente, se tiende a considerar la religión como un factor extraño a la sociedad moderna o considerarlo como desestabilizador, buscando por diversos medios marginarla e impedirle toda influencia en la vida social. ¿Pero cómo puede negarse la contribución de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización? Como ha subrayado el Papa Benedicto XVI, la búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre. Por ejemplo, las comunidades cristianas, con sus patrimonios de valores y de principios, han contribuido fuertemente a la toma de conciencia de las personas y de los pueblos respecto a su propia identidad y dignidad, así como a la conquista de las instituciones del Estado de derecho y a la afirmación de los derechos del hombre y de sus correspondientes deberes. En esta perspectiva, es importante que los creyentes, hoy como ayer, se sientan libres de ofrecer su contribución a la promoción de un ordenamiento justo de las realidades humanes, no solamente mediante un compromiso responsable a nivel civil, económico y político, sino también mediante el testimonio de su caridad y de su fe.
Un tercer desafío sobre el que la Santa Sede querría llamar a la atención a esta asamblea concierne la prolongación de la crisis económica y financiera mundial. Todos sabemos que un elemento fundamental de la crisis actual es el déficit ético en las estructuras económicas. La ética no es un elemento externo a la economía y la economía no tiene futuro si no tiene en cuenta el elemento moral: en otras palabras, la dimensión ética es fundamental para afrontar los problemas económicos. La economía no sólo funciona a través de una autorregulación del mercado y mucho menos a través de acuerdos que se limiten a conciliar los intereses de los más poderosos; tiene necesidad de una razón de ser ética para funcionar al servicio del hombre. La idea de producir recursos y bienes, es decir la economía, y de gestionarlos de un manera estratégica, es decir política, sin tratar de hacer el bien a través de las mismas acciones, es decir sin ética, se convierte en una ilusión ingenua o cínica, siempre fatal. De hecho, cada decisión económica tiene una consecuencia moral. La economía tiene necesidad de la ética para funcionar correctamente; no de una ética cualquiera, sino de una ética centrada en la persona y capaz de ofrecer perspectivas a las nuevas generaciones. Las actividades económicas y comerciales orientadas hacia el desarrollo deberían ser capaces de hacer disminuir efectivamente la pobreza y de aliviar los sufrimientos de los más desprotegidos. La Santa Sede alienta en este sentido el refuerzo de la ayuda pública al desarrollo, en conformidad con los compromisos asumidos en Gleneagles. Y mi delegación tiene la esperanza de que las discusiones sobre este tema, con motivo del próximo diálogo de alto nivel sobre la “Financiación del desarrollo”, traigan los resultados esperados. Por otra parte, la Santa Sede ha subrayado en varias ocasiones la importancia de una nueva y profunda reflexión sobre el sentido de la economía y sus objetivos, así como una revisión clarividente de la arquitectura financiera y comercial global para corregir las problemas de funcionamiento y las distorsiones. Esta revisión de las reglas económicas internacionales debe integrarse en el marco de la elaboración de un nuevo modelo global de desarrollo. En realidad, lo exige el estado de salud ecológico del planeta, y lo requiere sobre todo la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son evidentes por doquier desde hace tiempo.
Esta reflexión debe inspirar también las sesiones de trabajo de la Conferencia de la ONU sobre el desarrollo sostenible (Río+20), del mes de junio próximo, con las convicción de que “el ser humano debe ser el centro de las preocupaciones por el desarrollo sostenible”, como lo afirma el primer principio de la Declaración de Río de 1992 sobre el ambiente y el desarrollo. El sentido de la responsabilidad y la salvaguarda del ambiente deberían ser orientadas por la conciencia de ser una “familia de naciones”. La idea de “familia” evoca inmediatamente algo más que relaciones simplemente funcionales o simples convergencias de intereses. Una familia es por su misma naturaleza una comunidad fundada en la interdependencia, en la confianza y ayuda mutua, en el respeto sincero. Su pleno desarrollo no se basa en la supremacía del más fuerte, sino en la atención al más débil y marginado, y su responsabilidad se amplía a las generaciones futuras. El respeto por el desarrollo nos debería hacer más atentos a las necesidades de los pueblos más desfavorecidos; debería crear una estrategia a favor de un desarrollo centrado en las personas, favoreciendo la solidaridad y la responsabilidad con todos, incluyendo las generaciones futuras.
Esta estrategia debe beneficiarse de la Conferencia de la ONU para analizar el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA), prevista en 2012. Un comercio de armas que no esté regulado ni sea transparente tiene importantes repercusiones negativas. Frena el desarrollo humano integral, aumenta los riesgos de conflictos, sobre todo internos, y de inestabilidad, y promueve una cultura de violencia y de impunidad, con frecuencia ligada a las actividades criminales, como el tráfico de droga, el tráfico de seres humanos y la piratería, que constituyen problemas internacionales cada vez más graves. Los resultados del actual proceso del TCA serán un test para medir la voluntad real de los estados de asumir sus responsabilidad moral y jurídica en este campo. La comunidad internacional debe preocuparse por alcanzar un Tratado para el Comercio de Armas que sea efectivo y aplicable, consciente del gran número de personas que están afectadas por el comercio ilegal de armas y municiones, así como de sus sufrimientos. De hecho, el objetivo principal del Tratado no sólo debería ser la regulación del comercio de armas convencionales o convertirse en obstáculo del mercado negro, sino también y sobre todo debería tener por objetivo proteger la vida humana y edificar un mundo más respetuoso de la dignidad humana.
Señor presidente:
Su contribución a la edificación de un mundo más respetuoso de la dignidad humana demostrará la capacidad efectiva de la ONU para cumplir con su misión, que tiene por objetivo ayudar a la “familia de naciones” a perseguir objetivos comunes de paz, de seguridad, y de un desarrollo humano integral para todos.
La preocupación de la Santa Sede se dirige también a los acontecimientos que tienen lugar en algunos países de África del Norte y de Oriente Medio. Quisiera renovar aquí el llamamiento del Santo Padre Benedicto XVI para que todos los ciudadanos, en particular los jóvenes, hagan todo lo posible para promover el bien común y para edificar sociedades en las que se venza la pobreza y en las que toda opción política se inspire en el respeto de la persona humana; sociedades en las que la paz y la concordia triunfarán sobre la división, el odio y la violencia.
Una última observación concierne a la demanda de reconocimiento de Palestina como Estado miembro de las Naciones Unidas, presentada aquí mismo el 23 de septiembre por el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, señor Mahmud Abas. La Santa Sede considera esta iniciativa en la perspectiva de los intentos de encontrar una solución definitiva, con el apoyo de la comunidad internacional, a la cuestión ya afrontada por la Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con fecha del 29 de noviembre de 1947.Este documento fundamental sienta la base jurídica para la existencia de dos Estados. Uno de ellos ya fue creado, mientras que el otro aún no ha sido aún constituido, a pesar de que han pasado casi sesenta y cuatro años. La Santa Sede está convencida de que, si uno quiere la paz, hay que saber adoptar decisiones valientes. Es necesario que los órganos competentes de las Naciones Unidas tomen una determinación que ayude a poner por obra de forma efectiva el objetivo final, es decir, la realización del derecho de los Palestinos a tener su propio Estado independiente y soberano, y el derecho de los israelíes a la seguridad, estando ambos Estados provistos de fronteras reconocidas internacionalmente.
La respuesta de las Naciones Unidas, sea la que sea, no constituirá una solución completa, y sólo se logrará una paz duradera mediante negociaciones de buena fe entre israelíes y palestinos evitando acciones o condiciones que contradigan las declaraciones de buena voluntad. La Santa Sede, en consecuencia, exhorta a las partes a retomar las negociaciones con determinación y hace un apremiante llamamiento a la comunidad internacional para que aumente su compromiso y estimule su creatividad y sus iniciativas, para que se llegue a una paz duradera, en el respeto de los derechos de los israelíes y de los palestinos.

Gracias, Señor presidente

martes, 20 de septiembre de 2011

“¡Que la Palabra de Dios habite en ustedes con toda su riqueza! “ (Col. 3,16)

A TODOS LOS JOVENES
DE LA DIOCESIS DE SAN CRISTOBAL
1. Al terminar el Concilio Vaticano II, los padres conciliares dirigieron un mensaje a la Humanidad. Dentro de ese Mensaje Final del Concilio, hubo un apartado especial a los jóvenes, en el cual manifestaban la importancia de la juventud para la Iglesia. Aún hoy, son palabras con una total vigencia y una llamada al compromiso evangelizador de la juventud. “Porque son ustedes los que van a recibir la antorcha de manos de sus mayores y a vivir en el mundo en el momento de las más gigantescas transformaciones de su historia. Son ustedes los que, recogiendo lo mejor del ejemplo y de las enseñanzas de sus padres y de sus maestros, van a formar la sociedad de mañana; se salvarán o perecerán con ella”.
Luego de 50 años de aquel evento conciliar, la Iglesia sigue poniendo su mirada y su confianza en los jóvenes. Prueba de ello ha sido la reciente JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD, realizada en Madrid en agosto de este año 2011. Este acontecimiento, así como los diversos actos evangelizadores realizados en nuestra Diócesis, la escuela discipular y los encuentros juveniles con el Obispo, así como la creación y fortalecimiento de los grupos juveniles en las diversas comunidades parroquiales son una clara demostración de la preocupación de nuestra Iglesia por todos ustedes.
Ustedes, con sus alegrías y esperanzas, así como con sus problemas y dificultades, son el centro de las atenciones de nuestra Iglesia. Por eso, queremos reafirmar, en sintonía con el Documento de Puebla, que en la Iglesia local de San Cristóbal hemos hecho la opción preferencial por los jóvenes y adolescentes. Hacemos nuestras las palabras del Mensaje final del Concilio: “La Iglesia los mira a ustedes con confianza y amor. Rica en un largo pasado, siempre vivo en ella, y marchando hacia la perfección humana en el tiempo y hacia los objetivos últimos de la historia y de la vida, es la verdadera juventud del mundo. Posee lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud: la facultad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo para nuevas conquistas. Mírenla y verán en ella el rostro de Cristo, el héroe verdadero, humilde y sabio, el Profeta de la verdad y del amor, el compañero y amigo de los jóvenes. Precisamente en nombre de Cristo les saludamos, les exhortamos y les bendecimos”.
Por eso, quiero animarlos a todos a sentirse Iglesia y desde ese sentido de pertenencia continuar la tarea de evangelizar, en especial a los otros jóvenes. Bien saben que contamos con ustedes para seguir proclamando el Evangelio y consiguiendo que muchos jóvenes se decidan a hacerse verdaderos discípulos de Jesús. No duden de amar a la Iglesia, Madre y Maestra. Ello requiere conocerla, servirla y, sobre todo, hacerla presente en todas partes mediante el testimonio personal de cada uno de ustedes.
2. La reciente JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD, en la que participó un nutrido grupo de tachirenses acompañados por algunos sacerdotes de nuestro presbiterio, les ha invitado a tener como centro de sus vidas a Cristo. El lema, tomado de la carta a los Colosenses (2,7) así lo subraya: Enraizados en Cristo”. Para ello, es necesario que sigamos conociendo al Maestro, con su Palabra de vida eterna. Así nos lo señala el Papa Benedicto XVI: Hay palabras que solamente sirven para entretener, y pasan como el viento; otras instruyen la mente en algunos aspectos; las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida” (Discurso en la Plaza de Cibeles 18 agosto 2011).
En la medida que se va conociendo a Cristo, crece el entusiasmo por Él, así como el deseo de ser fieles a la misión evangelizadora para la cual nos convoca: “Aprovechen… para conocer mejor a Cristo y cerciorarse de que, enraizados en Él, su entusiasmo y alegría, sus deseos de ir a más, de llegar a lo más alto, hasta Dios, tienen siempre futuro cierto, porque la vida en plenitud ya se ha aposentado dentro del ser de cada uno de ustedes” (Ib.). Ese conocimiento de Cristo debe ser vital, de modo que se traduzca luego en acciones concretas. Pero, ante todo debe conducirles al encuentro vivo con el Señor Jesús. Este encuentro, alimentado con la Palabra, la Eucaristía y los sacramentos, así como con la oración y la caridad actuante, hará posible descubrir la clave para una existencia juvenil cristiana: Entonces “descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda su existencia es la persona misma de Cristo, su amigo, hermano y Señor, el Hijo de Dios hecho hombre, que da consistencia a todo el universo.” (Ib.)
Con esta conciencia adquirida en el encuentro con Cristo, seguirán dando el paso que les caracteriza en nuestra Iglesia local de San Cristóbal: actuar en el nombre del Señor. ¡Qué bueno es poder contar con ustedes para poder evangelizar a otros jóvenes y adultos, para edificar el reino de justicia y de paz! Por eso, los aliento a no desfallecer. Hoy, la Iglesia en el Táchira cuenta con ustedes de un modo muy particular. Son esa nota de esperanza que necesitamos para alimentar nuestra misión a favor de todos. En los liceos, en las universidades, en los diversos capos donde trabajan… en todas partes, a tiempo y a destiempo” (2 Tim 4,2), no duden en ser testigos del amor de Dios y heraldos de la Palabra de salvación.
Es importante que no se olviden de ser solidarios con los que más sufren y los más pequeños de la sociedad. Así nos lo indicó Benedicto XVI en la JMJ de Madrid: “Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumenten su alegría y les aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Ustedes, que son muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no pasen de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios les espera para que entreguen lo mejor de ustedes mismos, su capacidad de amar y de compadecer” (Durante el Via Crucis 19 agosto 2011.).
En nuestra Diócesis, con la ayuda del Secretariado de pastoral juvenil, estamos empeñados en brindar una adecuada formación integral para que sean de verdad discípulos y misioneros del Señor. Las diversas experiencias de campos misión, retiros, escuela discipular y social y otras tantas iniciativas hacen que ustedes puedan de verdad profundizar en el conocimiento de la Verdad que nos hace libres (Cf. Jn 8,32). Así, con jóvenes formados y animados por la luz del Espíritu, podemos garantizar un futuro para nuestra Iglesia y hacer sentir en el presente la fuerza de una esperanza que hace crecer a todos. Les invito a permanecer “firmes en la fe” pues también a ustedes les incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo… donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes, y vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsa promesas de un estilo de vida sin Dios” (Misa del 21 de agosto de 2011, en Cuatro Vientos).
Quiero expresarles el aprecio de los sacerdotes y de los adultos hacia ustedes, rubricado por mi cariño y acompañamiento de pastor. Unidos en el Señor, con la bendición de María, podremos seguir haciendo de esta Iglesia de San Cristóbal la grey que tiene a Jesús como único y Buen Pastor. No desfallezcan y miren siempre hacia delante, teniendo en cuenta de que sólo quien pone las manos en el arado y no se deja seducir por lo que ha dejado atrás podrá alcanzar el Reino de Dios (cf. Lc 9,62). Tenemos una certeza que nos alienta: Cristo es el camino, la verdad y la vida”. Esa certeza nos impulsa de tal manera a ser testigos suyos que muchos se entusiasmen por seguir a Cristo (Cf. Hech 2,47).
Para dar gracias a Dios por la reciente JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD y las diversas acciones evangelizadoras realizadas durante el mes de agosto en varias parroquias de nuestra Diócesis, los convoco a celebrar la Eucaristía el próximo 23 de octubre, a las 11.00 am. En la Basílica-Santuario de Nuestra Señora de la Consolación (Táriba). Los espero.
Los saludo con el afecto de pastor y con la alegría de saber que podemos contar con todos ustedes para hacer brillar en el Táchira el esplendor de la verdad y del evangelio de Cristo el Señor. Para culminar, hago mías las palabras de Benedicto XVI en la misa del 21 de agosto en Cuatro Vientos: “Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén”

Con mi cariñosa bendición,
+Mario del Valle
Obispo de San Cristóbal
San Cristóbal, 18 de septiembre del año 2011

“ENRAIZADOS EN CRISTO SEÑOR” (Col. 2,7)

A LOS SACERDOTES DE NUESTRO PRESBITERIO DE SAN CRISTOBAL,
A LOS FIELES CRISTIANOS QUE EDIFICAN EL REINO DE DIOS EN EL TACHIRA Y A LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD

¡SALUD Y PAZ EN EL SEÑOR!
1. Luego de haber participado en las diversas peregrinaciones a los Santuarios Diocesanos, con multitudinarias manifestaciones de fe pública, y con la frescura del mensaje del Papa y del testimonio de tantísimos jóvenes del mundo en la reciente JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD, queremos dirigir una palabra de aliento, invitación y compromiso a todos ustedes. Nos anima el Espíritu del Señor que nos acompaña, cual protagonista que es, en la Misión Diocesana y en el Proyecto Diocesano de Pastoral. Hemos ido haciendo camino en el nombre del Señor.
La experiencia vivida en estas últimas semanas nos habla del entusiasmo de fe de nuestra Iglesia. Un nutrido grupo de jóvenes participó, junto con algunos sacerdotes de nuestro presbiterio, en la mencionada Jornada Mundial de la Juventud. De igual manera, en varias parroquias de nuestra Diócesis, jóvenes realizaron campamentos misioneros, en los cuales compartieron su vida de fe con otros hermanos. El caminar de numerosos peregrinos, sus manifestaciones de fe y su participación en la Eucaristía ante las veneradas imágenes del Santo Cristo de La Grita y de Nuestra Señora de la Consolación manifiesta la voluntad de seguir siendo una Iglesia con sabor a pueblo: sí, el pueblo de Dios que peregrina y proclama el Evangelio del Señor Jesús.
2. Todo esto nos alienta: la fuerza del Señor nos permite mirar hacia delante y seguir edificando su Reino de justicia y de paz. Todo lo hacemos en el nombre del Señor, como repetimos con frecuencia. Acá está la clave para todo lo que vamos haciendo en cada una de nuestras comunidades y como discípulos de Jesús. Así, aceptamos la invitación de Pablo, asumida por Benedicto XVI como lema de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid: Aceptamos el desafío de “enraizarnos en Jesús” (Col 2,7). En Él todo lo podemos. Entonces, seremos capaces de realizar la tarea que nos ha encomendado de ir a buscar nuevos discípulos. Es la misión evangelizadora que define a la Iglesia y que en el Táchira hemos hecho también nuestra, para definirnos como una Iglesia local que anuncia el Evangelio y construye el reino de Dios “a tiempo y a destiempo” (2 Tim 4,2).
¡Qué hermoso es sentirnos Iglesia! ¡Qué apasionante es manifestar, con nuestros actos apostólicos y nuestro quehacer evangelizador, que somos la Iglesia de Jesucristo! Amar a la Iglesia es amar a Cristo; trabajar con la Iglesia es hacerlo en nombre de su Señor; sentirnos Iglesia es experimentar la alegría de ser parte del Cuerpo de Cristo. El Santo Padre nos lo dice de una manera muy especial en la homilía de la Eucaristía del 21 de agosto pasado: “Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como “su” Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1 Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. El está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza”
3. Frente a esta realidad sentimos la permanente llamada a evangelizar. Por eso, se nos vuelve a repetir la invitación a responder con generosidad a esa vocación. Todos y cada uno de los miembros del pueblo de Dios hemos sido convocados por el Señor para ello. No hay excepción ni excusa. Cada uno debe responder de acuerdo a sus carismas y a sus vocaciones particulares, para así, como Iglesia que construye el Reino de Dios en el Táchira en comunión con la Iglesia universal, hacer realidad en todas partes la nueva creación que ha contagiado la salvación a todos los seres humanos.
Todos estamos invitados. Renuevo la invitación a los sacerdotes de nuestro presbiterio para que sigan siendo pastores buenos en medio de las comunidades y como testigos de Jesús entre nuestra gente. A los miembros de la Vida Consagrada, para que no desfallezcan en su compromiso de ser ejemplos y modelos de vida en el Espíritu. A los laicos, para que en medio de sus trabajos y en sus comunidades sean “sal de la tierra y luz del mundo” (Mt. 5, 13.14). A los seminaristas, para que sigan abriendo sus mentes y corazones a fin de dar una respuesta clara y generosa a la llamada de Dios al servicio de su pueblo. Igualmente, les renuevo la invitación a todos los jóvenes para que sean evangelizadores de los otros jóvenes. A los catequistas y los que realizan diversos servicios en nuestras comunidades para que sean de verdad instrumentos de la gracia de Dios en beneficio de nuestros hermanos. Con ustedes y para ustedes, renuevo mi respuesta a la invitación que el Señor me hiciera al convocarme a pastorear esta hermosa grey tachirense y lo hago como “servidor y testigo”.
4. Al aceptar la invitación a seguir evangelizando y edificando el Reino de Dios, reafirmamos nuestro compromiso como Iglesia. En el espíritu del II Sínodo Diocesano e inspirados por el Concilio Plenario de Venezuela, estamos realizando nuestro segundo plan trienal. Los diversos programas allí planteados nos permiten continuar la misión recibida. De manera especial, queremos estar al lado de todos, en especial de los más pobres y excluidos de la sociedad. Con sus angustias y con sus esperanzas. Ello nos está conduciendo a fortalecer nuestra preocupación por la familia, santuario de la vida y futuro de nuestra sociedad. De igual manera, el diagnóstico sobre la situación moral de nuestra región nos está brindando elementos que van a requerir de todos nosotros claras y decididas estrategias pastorales para así hacer brillar el esplendor del hombre nuevo en cada uno de nuestros hermanos.
También nos preparamos a la celebración de los noventa años de nuestra Iglesia diocesana. Somos una Iglesia joven, heredera de todo un bagaje evangelizador de quienes nos han precedido. Esa celebración, que no debe quedarse sólo en actos conmemorativos, es una nueva ocasión de la gracia para asumir con alegría, esperanza y convicción nuestra tarea evangelizadora. Con la fuerza del Espíritu, nos enrumbamos siempre hacia el futuro, para hacer realidad en todo momento y en cada uno de los rincones de nuestra Diócesis, la fuerza de la Palabra de Dios, que celebramos en los sacramentos, especialmente la Eucaristía. Nuestro compromiso es actuar en el nombre del Señor y manifestar que nuestra Iglesia se renueva, cumple su misión y es solidaria en el amor de Dios con todos, “en espíritu y verdad”.
5. “Todo lo que ustedes hagan o digan háganlo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por Él” (Col. 3,17). Por eso mismo, queremos responder a su invitación, llenarnos de aliento y reafirmar nuestro compromiso como Iglesia. Para ello, junto con su gracia, contamos con la intercesión de María del Táchira, Nuestra Señora de la Consolación que nos dice siempre: “hagan lo que Él les indique” (Jn 2,5).
Con mi cariñosa bendición de pastor,

+Mario del Valle
Obispo de San Cristóbal
San Cristóbal, 18 de septiembre del año 2011

lunes, 12 de septiembre de 2011

OCTUBRE: UN MES BIBLICO, CATEQUISTICO, MISIONERO Y MARIANO

CARTA PASTORAL PARA EL INICIO DEL AÑO PASTORAL 2010-2011

Muy queridos presbíteros, diáconos permanentes, personas de especial consagración, candidatos al sacerdocio ministerial y fieles laicos asociados y no asociados
Reciban todos ustedes, mis amados hijos, un fraterno saludo en Cristo Jesús Nuestro Señor que nos ha encomendado la maravillosa tarea de arrojar en su nombre la semilla del Evangelio y de la fe en este sembradío marabino. Todos deseamos que la semilla que arrojamos caiga en el mejor terreno y produzca fruto abundante (Mt 13,8).
Me dirijo a todos ustedes con gran alegría, al inicio de este nuevo año pastoral, para animarles a asumir con entusiasmo la tarea pastoral que nos ha sido encomendada. El Señor ha pasado en diferentes horas de nuestra vida para invitarnos a trabajar en su viña (Cf Mt 20,1-16). Quiere contar con nosotros, sus discípulos misioneros para llevar con él vida en abundancia a nuestro pueblo (Cf Jn 10,10). Con tal fin ha derramado sobre nosotros su Espíritu y nos enriquecido con toda clase de dones y carismas para el fiel cumplimiento de nuestro servicio en el puesto que nos corresponde dentro de su cuerpo místico (Cf Rm 12, 3-8; LG 4 y 12). Al empuñar la hoz acordémonos que no somos dueños de la cosecha sino simples obreros cooperadores del “dueño de la mies” (Cf Mt 9,37), que “no cuenta ni el que planta ni el que riega: Dios que hace crecer es el que cuenta” (1 Co 3,7).
Por supuesto que la primacía de la acción divina no nos exime de la responsabilidad de llevar a cabo lo mejor posible nuestra misión porque no somos unos robots teleguiados sino servidores que, como María, hemos aceptado libre y conscientemente colaborar en la realización de los designios divinos (Cf Lc 1,26-38). Cuando el Señor antes de ascender a la derecha del Padre envió a sus apóstoles y les ordenó: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” (Mt 28,218-20) nos envió también a nosotros. La carrera que hemos emprendido, “con los ojos fijos en Jesús, iniciador y consumador de nuestra fe” (He 12, 2), tiene un punto de partida, una meta, un itinerario y unas etapas que estamos aprendiendo a recorrer juntos como familia arquidiocesana mediante el proyecto arquidiocesano de renovación pastoral y de evangelización (PARP/E).
No es fácil aprender a navegar unidos en una sola barca, remando con entusiasmo todos juntos en una misma dirección. Por eso El Espíritu Santo ha hablado a nuestra Iglesia a través del Concilio Plenario de Venezuela y de Aparecida para recordarnos que esto solo es posible a través de un largo y progresivo proceso de conversión pastoral. Esta conversión está expresada en los criterios operativos que inspiran nuestro proyecto:
o Ir dejando atrás la pastoral de eventos para entrar en una pastoral de proceso de crecimiento, lenta, progresiva y global.
o Convocar a todos los bautizados, de forma sistemática, constantey organizada.
o Partir de los signos de la presencia de Dios para ofrecer al pueblo lo que pueda acoger, lo que está a la medida de su crecimiento.
o En la acción pastoral partir de los pobres: de los que no tienen, no saben, no practican, no responden, no vienen.
o No destruir nada de lo que existe sino orientarlo todo hacia lo que se quiere lograr, hacia la meta.
o Distribuir el mayor número de responsabilidades al mayor número de personas. Es mejor que muchos hagan poco que pocos lo hagan todo.
o Avanzar con la mirada puesta en el futuro deseado, la meta ansiada, la promesa por acontecer.
Para Aparecida esta conversión pastoral trae aparejada una renovación misionera de nuestras comunidades y debe impregnar “todas las estructuras eclesiales, y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de Iglesia. Ninguna comunidad (y yo añadiría ningún agente pastoral) debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorecen la trasmisión de la fe” (DA 365). Este es también el enorme desafío que asume la Misión Continental y se planteará la próxima Asamblea Sinodal cuyo Documento de trabajo y consulta estamos estudiando (Cf Lineamenta) para enviar nuestros aportes.
Es con este espíritu y con estas actitudes que les invito a organizar la labor pastoral del mes de octubre. Es un mes muy hermoso que rebosa de celebraciones: día del Catequista, mes de la Biblia, mes de las Misiones, mes del Rosario y varias fiestas patronales. Tal multiplicidad de eventos en un solo mes puede confundirnos, inducirnos a la superficialidad, la dispersión o a la concentración en uno o dos de ellos dejando fuera los demás.
Yo les invito más bien a organizar todas estas celebraciones de forma evangelizadora, articulada y procesual. En estos últimos años el Espíritu Santo, presente y actuante en medio de nuestra Iglesia, ha venido en nuestra ayuda y nos ha hecho descubrir y tomar conciencia de que, la Palabra de Dios (VD 73), el Año litúrgico, es decir la Pascua de Cristo (VD 52), la misión (VD 94) y la Virgen María (DA 266-272) son dimensiones fundamentales, ejes animadores que deben estar presentes en toda pastoral eclesial. Nuestro proyecto nos enseña a realizar este tipo de tejido pastoral para que todo quede bien enhebrado.
Mis queridos hijos, hermanos y colaboradores, la luz de estas consideraciones les invito a asumir con sus respectivos equipos pastorales las siguientes líneas de trabajo:
1) Impulsar decididamente la pastoral catequética y asumir los cuatro desafíos del Documento de catequesis del Concilio Plenario con sus correspondientes orientaciones pastorales (Cf CAT 109-132), es decir:
o Dar prioridad a la catequesis como proceso de iniciación y maduración en la fe de la comunidad cristiana, ante todo de los adultos.
o Implementar en nuestras parroquias y rectorías los itinerarios catequísticos de iniciación cristiana
o Formar los catequistas requeridos para esta catequesis renovada
o Promover y animar los itinerarios catequísticos contando con la asesoría y apoyo formativo del Secretariado arquidiocesano de catequesis hasta que quede implantado en toda la arquidiócesis.
2) Para que este cometido pueda alcanzarse es menester que obispos, presbíteros, diáconos permanentes, personas consagradas y catequistas nos capacitemos para poder animar y coordinar los itinerarios catequísticos como proceso de iniciación cristiana de adultos, de niños, de adolescentes y jóvenes
3) Hacer el lanzamiento del mes misionero con el envío de los catequistas y otros grupos misioneros, el 1 de octubre, día de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las misiones, en el nivel arquidiocesano y el domingo 2 en el nivel parroquial. En el Bendicional encontrarán los formularios propuestos.
4) En ambas eucaristías haremos la entronización solemne de la Sagrada Escritura y la colecta para sostener el trabajo del Secretariado Arquidiocesano de Catequesis. En la reunión del clero de octubre abordaremos como tema bíblico la presentación de la tesis doctoral del Pbro. Carlos Javier Villasmil, fundamentada en la carta de San Pablo a los Efesios..
5) Como guía de formación de nuestros agentes pastorales en este mes se estudiará la exhortación postsinodal “Verbum Domini (VD)” de Benedicto XVI. El Secretariado Arquidiocesano de Catequesis ha elaborado una excelente presentación en power point y ofrecerá talleres de formación en el Colegio Claret de 8:00 a.m. a 12:00 m. sobre el documento postsinodal, los sábados 8, 15, 22 y 29 de octubre, dirigidos y animados por el P. José Manuel Iparraguirre, claretiano, doctor en Pastoral catequética y asesor de nuestro secretariado.
6) Incentivar en este mes en el que celebramos las fiestas de Ntra. Sra. del Rosario y del Pilar el rezo del rosario en familia y el rosario misionero utilizando los NN. 90 a 108 y 121 a 124 de la Exhortación postsinodal “Verbum Domini” del Santo Padre Benedicto XVI
7) Aprovechar las fiestas de Santa Teresita del Niño Jesús, San Francisco de Asís, San Antonio Ma. Claret y los Apóstoles SS. Simón y Judas Tadeo para colocar todas nuestras actividades de animación y formación misionera en el horizonte del Congreso Americano Misionero CAM 4 COMLA 9, magno evento eclesial que nos corresponde ir preparando con empeño y entusiasmo crecientes.
8) Cerrar el mes con la celebración del Domund con su correspondiente colecta en la que nuestra Arquidiócesis suele participar con creciente generosidad. Este domingo cobrará un relieve particular porque será también el marco del lanzamiento oficial del Congreso Americano Misionero CAM 4 COMLA 9, que se llevará a cabo Dios mediante del 26 de noviembre al 1 de diciembre del 2013.
9) Para darle mayor fortaleza y empuje a nuestro Proyecto de Renovación pastoral con una mayor presencia de los presbíteros he decidido que todos los delegados zonales o sus suplentes se integren al Equipo arquidiocesano de renovación pastoral (EAAP). En las reuniones de zona decidirán quién de los dos será el integrante estable.
Que el Padre Celestial nos dé a todos la gracia de implantar con ánimo, entusiasmo y perseverancia los itinerarios catequísticos de iniciación cristiana. Que Jesús de la Divina Misericordia esté presente en todas nuestras actividades pastorales. “Acoge su misericordia y construyamos fraternidad”.
María de Coromoto, madre de todos los venezolanos, anunciadora del primer kerigma entre los cospes, enséñanos a convivir como hermanos, a revalorizar nuestro bautismo y a caminar unidos hacia el cielo bajo tu guía maternal. Amen
Imploro, conjuntamente con mi obispo auxiliar, la bendición divina sobre todos ustedes.
Maracaibo 11 de septiembre de 2011, solemnidad de Ntra. Sra. de Coromoto patrona de Venezuela
+ Mons. Ubaldo Ramón Santana Sequera
Arzobispo metropolitano de Maracaibo

lunes, 5 de septiembre de 2011

La reflexión del Presidente

Andrés Bravo

Capellán de la UNICA

Reflexionar significa reflejar nuestra existencia para ser contemplada por uno mismo. Es, como muchos lo han considerado, una mirada interior para darnos cuenta de lo que ha sido nuestra vida. Algo así como un conocerse a sí mismo desde las profundidades de la historia. En el acto de reflexión, a algunos nos ayuda hacernos una especie de entrevista. Formularnos preguntas y respondérnoslas. Tenemos, naturalmente, que tener un alto grado de sinceridad para que sea efectiva.
Para la reflexión necesitamos una verdadera referencia de vida que nos sirva de modelo donde nos veamos reflejados cómo deberíamos ser. El deber ser, como dicen ahora. Ahondando más, toda reflexión parte de una opción fundamental de nuestra vida. Por ejemplo, los cristianos hemos optado por el proyecto de vida de la persona y el Evangelio de Jesús de Nazaret. Es decir, nuestra existencia tiene sentido en la medida en que vivamos nuestra fe en el seguimiento a Jesús. Como toda reflexión tiene como fruto la conversión o cambio de vida, necesitamos saber dónde debemos hacer mayor énfasis para corregir lo malo y asumir lo que es correcto. Para ello, necesitamos ser valientes. Un rebelde político de los años sesenta del siglo pasado escribió a su novia: “Crecer causa dolor”. Porque no es fácil romper con lo que nos hemos acostumbrado a ser para asumir una nueva manera de vivir. Jesús lo expresa con radicalidad: Sácate el ojo o arráncate el brazo si te hacen pecar. Romper con el mal de raíz para ser el “hombre nuevo” del que habla San Pablo.
Quizá, nos convenga plantearnos nuestra relación con nosotros mismos: ¿Qué hemos hecho con nuestra vida? ¿Por qué no somos felices? ¿En qué hemos fallado? Ojo, estas cuestiones no son sólo para filósofos. Ahí está nuestro error superior, creyendo que es filosofía, no nos atrevemos a planteárnoslas a nosotros mismos. Estas interrogantes implican vernos frente a los otros: frente a Dios, a las demás personas humanas y a la naturaleza y cosas materiales. Porque, no hay duda, nuestra existencia no es individualidad pura, implica comunión o vida social. Es decir, el cambio no es sólo para nuestro beneficio, aun tratándose de la salud. Se trata de ser distinto también ante los otros.
Escribo estas líneas por el presidente que ha dicho: "... He reflexionado sobre los errores cometidos, sobre los modos de vida que a veces son hasta suicidas. Yo era uno de esos insensatos que no me cuidaba. De aquí está naciendo un nuevo Chávez. Creo que estas enfermedades sirven para reflexionar...". Si queremos en serio reflexionar, lo mejor es retirarnos y buscar el silencio para encontrarnos con nosotros mismos. A veces, Dios nos brinda la oportunidad en la enfermedad. Ignacio de Loyola y Francisco de Asís lograron cambiar radicalmente sus vidas desde sus lechos de enfermos. Para el Presidente es una buena ocasión para cuestionarse de sus errores: "... He reflexionado sobre los errores cometidos”. Pero, sólo se ha preguntado sobre sus errores a él mismo, “sobre los modos de vida que a veces son hasta suicidas”. Y hasta se reprocha diciendo: “Yo era uno de esos insensatos que no me cuidaba”.
Pero, al presidente se le olvida que “los modos de vida que a veces son hasta suicidas”, no son sólo porque ha descuidado su salud, sino porque ha vivido por una causa equivocada, ha proyectado su existencia en la búsqueda del poder a toda costa, hasta hacerse mucho daño y hasta hacer mucho daño. Si en verdad está naciendo un “nuevo Chávez”, entonces cuestiónese ¿cuál es mi nueva opción fundamental? Es posible que descubra una nueva forma de vivir y deje de hacerse y hacer tanto daño. Deje de tratar a los demás como simples súbditos o sirvientes, y deje de sentirse que es un “súper hombre”. Que el soberano es el pueblo, no él. Y, mejor aún, un “nuevo Chávez” surgirá cuando abandone su poder autócrata y gobierne al servicio del pueblo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

¿Nos duele Somalia?

Elvy Monzant
Buena Nueva

Ocho de cada diez niños y niñas en Somalia están muriendo de hambre.
En pleno Siglo XXI cuando la humanidad navega veloz por la súper autopista de la comunicación, cuando la magia del internet rompe todas las barreras, cuando la tecnología es capaz de las más increíbles proezas, paradójicamente millones de niños y niñas se nos mueren de la mayor vergüenza para la humanidad: el hambre.
Mientras tanto la mayoría vivimos en nuestro mundo individualista, consumista, egoísta, haciéndonos cómplices de este genocidio con nuestro silencio e indiferencia .
Cuánto se gasta hoy en comida para mascotas? Será que los perritos y gatos del primer mundo tienen más derechos que los niños y niñas africanos o sin ir más lejos de aquí de Maracaibo del barrio Palo Blanco o Amalwyn?
Cuánto nos cuestan las marcas, lujos y vanidades?
Cuánto invertimos en tener la "tecnología de punta", que en breve se nos hace obsoleta y nos exige una nueva versión claro está cada vez más costosa?
Cuál será el Twiter del hambre en Somalia? le ganará en seguidores a Justin Biber?
Cuànto invertimos en gimnasios, productos light, nutricionistas, estéticas y dietas para rebajar los "kilitos de más"? Qué irónica realidad frente a los niños de Somalia obligados a rebajar hasta el extremo por el hambre que los asesina.
Cuánta comida y agua se pierde, se bota, por el derroche consumista de los que podemos darnos ese " lujo"? Se imaginan que dirían los niños somalíes si vieran nuestras cocinas y nuestros basureros? Botamos sin inmutarnos lo que para ellos sería un gran festín
Cuànto se invierte en siliconas e implantes que hagan "crecer la felicidad" porque sin tetas no hay paraíso?
Cuántas "cajitas felices" con la inmensa M del capitalismo ingestan la barriga de los que viven en la abundancia?
Cuànto gastamos los religiosos en velas, inciensos, flores, adornos para los templos, fuegos artificiales en nuestras solemnidades litúrgicas? Le agradará eso al Señor? (Cf Is 58)
Cuànto están invirtiendo los gobiernos, incluso los llamados "revolucionarios" como el nuestro, en armas, tanques, misiles y bombas?
Cuànto se invierte en burocracia, oficinas y papeles de los organismos encargados de solucionar el hambre del mundo y defender los derechos humanos?
Transitar el camino de la conversión nos debe llevar a un estilo de vida más sobrio, ecológico y sobre todo solidario.
Por amor a Dios, no nos quedemos de brazos cruzados.
Algo podemos hacer. Si cada uno, cada una aporta, por muy pequeño que sea el aporte, se van sumando voluntades y la ayuda irá llegando, para salvar la vida a esos niños y niñas víctimas inocentes de la sequía en África, pero más aún de un sistema socio económico que los ha empobrecido y excluido. Ayer los esclavizamos, hoy los matamos de hambre.
Si quieres dar una ayuda directa a los niños y niñas de Somalia, si quieres sumarte a los que están luchando contra la miseria y el hambre en África, Caritas Somalia está dando la batalla. A través de Caritas Venezuela podemos hacer llegar de forma segura nuestro aporte. Si no sabes cómo contactarlos con mucho gusto en la Fundación Buena Nueva podemos hacer de puente. Comunícate con nosotros a través de esta vía o al 04262940745.
Los niños de África nos necesitan, pero también los niños y niñas de Venezuela. Para ellos podemos ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Elijamos siempre la VIDA