miércoles, 5 de diciembre de 2012

Salutación del electo Obispo Auxiliar de Maracaibo


Ciudad Guayana 4 de diciembre de 2012


Queridos hermanos, queridos amigos,


Con estas dos palabras, “fraternidad” y “amistad”, quiero expresarles   el profundo sentido de mi venida entre ustedes como Obispo Auxiliar de Maracaibo por mandato del Santo Padre Benedicto XVI.

Les confieso que frente a esta noticia mi primera reacción fue la de ponerme frente al Sagrario, sin decir nada, trastornado, confundido, tal vez perplejo, pero al mismo tiempo decidido a ponerme en Manos de Dios y acoger Su Voluntad.  Estoy agradecido con el Señor porque continúa teniendo confianza en mí y porque es Él quien guía la Iglesia y conduce la historia personal de cada uno de nosotros.  Me hice cura para servir a la Iglesia, siempre listo a ir donde el Señor lo disponga, con la plena convicción que ello es lo mejor para la Iglesia y para mí.

Provengo de una familia numerosa y humilde. Disfruto de la bendición de tener aún a mis padres, tengo 10 hermanos. Mi padre trabajó por 35 años en una empresa básica de acá y pudo, con mucho sacrificio y abnegación, formar profesionalmente a sus hijos. Mi madre siempre se dedicó a los quehaceres del hogar. De ellos aprendí  y todavía hoy aprendo, la humildad, el trabajo silencioso y desinteresado, la solidaridad con los más necesitados, la fe de los sencillos y puros de corazón.

Dejo Ciudad Guayana donde nací y me formé, tierra bendecida por Dios con una gran cantidad de recursos naturales. Tierra que ha acogido y acoge a personas de todos los lugares de Venezuela: contamos con la presencia de un grupo nutrido de Zulianos con quienes celebramos cada 18 de Noviembre la solemnidad de “La Chinita”. Tierra que visitó el Beato Juan Pablo II de cuyas manos tuve el privilegio de recibir la comunión, cuando aún era muy joven y con inquietud vocacional.  Tierra a  la cual he servido durante 21 años como sacerdote.   De aquella tierra me llevo tantos bellos recuerdos de sacerdotes y laicos con quienes he caminado, construido, proyectado y soñado quizás, una Iglesia con un rostro bello, capaz de anunciar el Evangelio.

Con gran optimismo y serenidad me dispongo ahora llegar a la Arquidiócesis de Maracaibo, rica de recursos humanos y espirituales.

En espera de iniciar nuestro común camino, quisiera llegar a todos ustedes con mis saludos, a los sacerdotes, los primeros colaboradores del Ministerio del Obispo. A ellos quiero dedicar mis atenciones y mis cuidados más profundos.  Los saludo uno a uno, en modo particular a los miembros de la Curia Arquidiocesana, los párrocos, los sacerdotes misioneros y todos aquellos que espero conocer pronto uno a uno.  Oro  desde ya por los sacerdotes ancianos, por aquellos enfermos, por aquellos que se sienten particularmente solos;    a los diáconos, a los seminaristas; a los religiosos y religiosas que con el don de su carisma construyen la Iglesia; a los colaboradores de los sacerdotes en las diferentes parroquias,  los laicos comprometidos en los diferentes ámbitos de las Pastorales, asociaciones laicales y en el voluntariado; y a toda la comunidad en general que conforma la Arquidiócesis de Maracaibo 

Saludo además a todas las autoridades civiles, políticas y militares a las cuales, desde ahora, les expreso mi disponibilidad a colaborar provechosamente para la construcción de una sociedad más justa y buena.

Vengo como amigo.  Vengo para cada hombre y para cada mujer.   Con  el más absoluto respeto de la libertad de conciencia de cada uno, humilde y firmemente deseo ser servidor de todos.   Pienso en los jóvenes que buscan un sentido  definitivo y fuerte para sus vidas.  En las familias.  También en aquellos que por diversas razones viven solos.  Pienso en los ancianos.  En aquellos que buscan trabajo o que lo han perdido.  Pienso en los enfermos, en los pobres, en los encarcelados. Quisiera que a todos llegase mi estímulo y la bendición de Dios.

Saludo con respeto y afecto a los hermanos en la fe cristiana que no pertenecen a la Iglesia Católica; a todos los creyentes en el Único Dios, y también a aquellos que no profesan ninguna fe y no se reconocen en ninguna religión.  De todos me siento compañero de viaje y a todos quisiera poder ofrecerles lo que me ha sido donado y recibir de ellos, a su vez, sus dones espirituales. 

Mi celebración eucarística y la oración de cada día llevan consigo estos rostros aún no conocidos.

Confiando en las palabras de San Tomás “A los que Dios elige para algo, los prepara y dispone de tal modo que sean idóneos para ello”, iniciaré mi ministerio episcopal al lado de Monseñor Ubaldo Santana y con la ayuda de ustedes.  Les pido desde ahora  me encomienden en sus oraciones para llegar ser verdaderamente servidor a su fe.   El ideal es alto. Pero cuento con la gracia que me otorga el sacramento, mi buena disposición y la ayuda de todos ustedes.

A Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá,  “La Chinita”, amada y venerada por nuestro pueblo, encomendamos nuestra Iglesia y toda la sociedad marabina con sus Instituciones; encomendamos nuestro camino; a Ella le pedimos nos tome de la mano para volvernos fuertes en la Fe, firmes en la Esperanza, arraigados en la Caridad. 

Con sincero y fraterno afecto, a todos bendigo en el Nombre de Jesús

 + Ángel Caraballo F.
Obispo Auxiliar electo de Maracaibo