viernes, 3 de octubre de 2014

Ser Capellán de la UNICA




         Andrés Bravo 
Docente UNICA


Me he sentido privilegiado por el Señor porque ha sido bueno conmigo en extremo. Son innumerables las gracias y bendiciones que, durante toda mi vida, recibo de su infinita misericordia. Es verdad que no siempre he estado a la altura de mis responsabilidades a pesar de que he procurado hacer bien lo que me ha encomendado mi Iglesia. El secreto es ser sincero y confiar en el Señor, ser perseverante, formarse contantemente y, especialmente, ser dócil al Espíritu Santo. Soy feliz haciendo lo que sé hacer y no haciendo lo que no alcanzan mis posibilidades. Aunque a veces me he sentido débil pero jamás ambicioso ni derrotado. Como no quiero pasar por modesto, expreso responsablemente que reconozco mis valores que son dones recibidos del Señor para donarlos a los demás. Reconozco, a la vez, los valores de los demás y me he sentido necesitado de ellos. Pienso que para poder gozar de esos valores que me faltan, el Señor me ha puesto cerca de las personas que los tienen para vivir la comunión con ellos. Sin duda, la mayor riqueza de dones me la da el Señor por medio de mis hermanos, a los que me coloca cerca de mí para poderlos disfrutar. No hay don más valioso que el otro, con quien comparto la vida, el ministerio, el trabajo y el apostolado. Cuando medito en mi vocación de pobreza, la vivo especialmente en la necesidad que tengo del Señor y de los demás.
                Por eso, me he sentido feliz siendo Capellán de mi Universidad Católica “Cecilio Acosta”. Desde los primeros días de septiembre de 2005 no ha pasado un solo momento sin tener motivos para agradecer al Señor por ello. Ciertamente, es el mejor regalo recibido de mi Arzobispo Mons. Ubaldo Santana, por mis ya lejanos veinticinco años de ordenación sacerdotal. Puedo decir, con sinceridad, que ser Capellán de esta tan querida Universidad me ha dado muy buenas satisfacciones. En ella he crecido como ser humano viviendo mi existencia como consagrado en mi vocación sacerdotal. Es más lo que he recibido que lo que he dado.
                Ser Capellán de la UNICA es una grave responsabilidad llevada con gozo. El ambiente me ha ayudado a trabajar con agrado. He aprendido a relacionarme con personas de una sincera y profunda fe cristiana-católica y no-católica, y con aquellas personas que, no siendo creyentes o profesan otra confesión religiosa, son extraordinariamente sinceras y portan un corazón y un cerebro generosamente abiertos. Como lo leí en alguna parte, la mente es como el paracaídas, sólo sirve si se abre. El Capellán de la UNICA debe ser abierto de mente y corazón, recibir a todos y escucharles con respeto y dignidad. Así es la Universidad y así es la Iglesia Católica, dispuesta al diálogo, al compartir, a debatir, a valorar y crear espacios de entendimiento para construir juntos el mundo posible.
                Ser Capellán de la UNICA es colocar alma, vida y corazón, a favor de una auténtica comunidad donde se viva el Evangelio de Jesús, donde se adore a Dios que es amor, se venere a la Madre del cielo María de Nazaret, se venere y se siga el ejemplo de San Alberto Hurtado, donde se conozca las ideas humanistas y el testimonio del laico Cecilio Acosta, donde todos nos tratemos como hermanos y cumplamos con honradez, competencia y responsabilidad nuestras tareas para el bien de todos, para el servicio de la humanidad y la edificación del Pueblo de Dios que es la Iglesia.
                Ser Capellán de la UNICA es formarse e informarse constantemente sobre las situaciones socio-políticas, culturales y religiosas, para dar respuestas a sus retos lo más acertadamente posible. Igualmente, como dice constantemente nuestro Rector, respirar con el país y con la Iglesia. Siendo Cristo la luz de la gente, el Capellán debe convertirse en el candelabro para que esa luz divina ilumine todos los espacios de nuestra Universidad. Sin ser invasor, debe sentirse su presencia en todas las partes universitarias, con el Evangelio de Jesús y las enseñanzas de la Iglesia. Dar a conocer las actividades de la Iglesia, sus documentos, sus pastorales, sus inquietudes para que más que aprender sobre la Iglesia, aprendamos a ser Iglesia. Más allá de conocer la Iglesia, la amemos y la sintamos, como lo hacen los grandes Padres Santos y Doctores.
              

Ser Capellán de la UNICA es vivir y hacer vivir los grandes momentos espirituales y litúrgicos donde actualizamos los más importantes misterios de nuestra fe: Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua. El Dios-con-nosotros en la encarnación del Hijo, su pasión, muerte y resurrección hasta la plenitud de la Pascua con la fiesta de Pentecostés, el Espíritu Santo que al venir a la humanidad la convierte en Pueblo de Dios, un misterio de comunión y misión.
                Yo me he sentido felizmente realizado colaborando con los estudios de teología y filosofía, con las maestrías que en su Facultad se organizan. Gracias por poder enseñar en varios diplomados, especialmente en el de Doctrina Social de la Iglesia y, recientemente, en el de “Educación, ética, desarrollo humano y responsabilidad social”, en muchos talleres y cursos, en conferencias y foros. Como docente, estoy presto a seguir contribuyendo al fortalecimiento de los programas de Filosofía y Teología, en la difusión y formación de la Doctrina Social de la Iglesia, en la vivencia de los diferentes ámbitos de la catolicidad y a seguir trabajando en la investigación sobre el humanismo integral y solidario.
                Cuenten con mi servicio donde me necesiten y pueda ser útil. Seguiré promoviendo la Semana de la Doctrina Social de la Iglesia. Seguiré participando en las diversas comisiones que el Ilustre Consejo Universitario me ha encomendado. Igualmente, en la Cátedra Libre San Alberto Hurtado. Voy a comenzar nuevos proyectos de investigación que beneficien a nuestra Universidad. En suma, todavía no me voy. Me quedo para seguir sirviendo con humildad.
                Debo confesarles lo que personalmente me expresó Mons. Ubaldo: “Has hecho un buen trabajo y te has ganado el aprecio y el respeto de la gente UNICA. Agradezco también el apoyo que le puedas brindar al Padre Nedward Andrade para que tenga también buena aceptación y se gane la colaboración de los directivos, de los profesores, de los empleados y de los estudiantes en general”. Hoy comienza su gestión el Padre Nedward Andrade. Con sinceridad, me es grato obedecer en esto a mi Arzobispo. Me consta que nuestro nuevo Capellán es un excelente Sacerdote, ama a la Iglesia y ama a la Universidad. Estoy seguro que su trabajo pastoral nos va a hacer mucho bien. Cuenta conmigo Padre Nedward y con esta Comunidad que desde ya te acoge con respeto y aprecio.
                Por último, permítanme agradecer especialmente a nuestro Rector Dr. Ángel Lombardi por seguir confiando en mí a pesar de mis deficiencias. Igualmente, a todas las autoridades, estudiantes, profesores, directores, secretarias y obreros. Siguen siendo mi familia UNICA. Mil gracias.