lunes, 31 de julio de 2017

El Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesias


El Centro Arquidiocesano de Estudios de
Doctrina Social de la Iglesia
Pbro. Mg. José Andrés Bravo Henríquez
Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia
Arquidiócesis de Maracaibo
Universidad Católica Cecilio Acosta
            “La enseñanza social de la Iglesia se origina del encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias éticas con los problemas que surgen en la vida de la sociedad”[1]. Este es el sentido del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia de la Facultad de Filosofía y Teología, de la Universidad Católica Cecilio Acosta, de la Arquidiócesis de Maracaibo, aprobado por su Consejo de Facultad el 11 de mayo de 2016. Consignado y aprobado definitivamente por el Consejo Universitario de nuestra Casa de Estudios Superiores el 26 del mismo mes y año, a los 49 años de la promulgación de la Populorum pregressio del beato papa Pablo VI.
Decretado por nuestro Arzobispo y Canciller de la UNICA, Mons. Ubaldo Santana, el día 13 de junio de 2017, fiesta litúrgica del gran predicador San Antonio de Padua (1191-1195). Dicho decreto, signado con la sigla Acta Curiae N° 0505-17, reza: “Decreto darle al Centro de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia de la Universidad Católica Cecilio Acosta estatuto Arquidiocesano. Por tanto, se crea el Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia”.
Después de un serio discernimiento, consultando ampliamente con el Consejo Presbiteral y el Consejo Episcopal, confirmando la aceptación de las autoridades de la UNICA, el pastor de Maracaibo dio este paso definitivo, valorando el trabajo que por años se ha realizado en su Arquidiócesis.
Precisamente, es en el marco de la celebración de la undécima Semana de la Doctrina Social de la Iglesia es donde Mons. Santana nos anunció su deseo y, en el mismo acontecimiento, reconoce el esfuerzo de once años de la Semana que todos los segundos domingos de cuaresma inaugura con la Eucaristía. Aunque, ya desde el 2002 el Foro Eclesial de Laicos nace con el objetivo de difundir dicha doctrina social y formar en ella a los seguidores de Cristo y a todos aquellos que se acercan o nos acercamos con la actitud del buen samaritano.
Aquí es donde nos detenemos para dedicar al Dr. Jorge Porras, laico ejemplar y misionero de la doctrina social, nuestra memoria agradecida. Seguramente, desde la casa del Padre Eterno, nos sigue apoyando. El Foro Eclesial de Laicos es coordinado por el Dr. Guillermo Yepes Boscán, acompañado por el Dr. Homero Pérez, Dr. Rafael Díaz Blanco, Ing. Jóvito Chávez, entre otros. Desde ya, forman parte de nuestro Centro Arquidiocesano de Estudios.
También la UNICA, desde su comienzo, el 1 de diciembre de 1983, se ha identificado con este Magisterio Social. Su identidad de católica y humanista se expresa en la academia, en la pastoral universitaria, en las publicaciones e investigaciones, en el Área Académica de Catolicidad, en las Cátedras Libres, en la Cátedra común de Humanismo Cristiano, en Diplomados y Cursos. Recordamos el gran Congreso sobre Doctrina Social de la Iglesia que organizó nuestra universidad con éxito indiscutible en el año 1991, celebrando el centenario de la promulgación de la Rerum novarum (15/05/1891) del papa León XIII. Hoy con cátedras en todas carreras profesionales y con diversas actividades, incluyendo la Semana de la Doctrina Social de la Iglesia, crecemos con este nuevo Centro de Estudios así como ha crecido con el Centro de Estudios de Filosofía para Niños y Niñas.
También, la creación de este nuestro Centro de Estudios valora enormemente la iniciativa de la Parroquia San Antonio María Claret al unirse a esta noble misión con un grupo significativo de laicos organizados en el Equipo Parroquial DSI Padre Claret, con una extraordinaria organización, una generosa entrega y un espíritu abierto de servicio, asumiendo la tarea propia de un laicado auténtico, digno del nombre de cristiano, animado y sostenido por la acción pastoral de su párroco Ovidio Duarte. Entre otros, nombramos a Franklin Curiel, Mario Auver, Fernando Urdaneta, Silvana Giannangeli, Jóvito Chávez, Guillermo Yepes y Andrés Bravo, quienes desde este momento forman parte de este Centro de Estudios.
Entre los objetivos más pretenciosos del Centro de Estudios, se encuentra la promoción de un movimiento humanístico integral y solidario de inspiración cristiana. Proponemos crear un movimiento de reflexión, estudio, investigación y también de acción, que unifique a personas intelectuales de diversas disciplinas, abiertas y desprendidas, capaces de crear opinión y formar a jóvenes en un ideal político posible para la Venezuela de hoy. El gran reto es la verdadera educación de jóvenes inquietos para la conducción de los destinos de nuestro pueblo.
El Movimiento que proponemos debe tomar como base el Evangelio de Jesús y la Doctrina Social de la Iglesia Católica. El ideal histórico es el de, con los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción de dicha doctrina, promover un humanismo integral y solidario[2]. La organización y la formación nos darán el éxito.
Se trata de un movimiento de acción, no sólo asistencial, sino fundamentalmente de promoción humana. Por eso, debemos comenzar siempre por la formación en los principios de reflexión y de los criterios de juicio. La Iglesia, en estos últimos años, ha avanzado de manera significativa en marcha hacia una renovación que la ha convertido cada vez más al servicio solidario para la humanidad. Nos ha brindado un Magisterio dinámico y renovado, porque se ha vuelto a la fuente misma de la fe que es el misterio que llega a nosotros por la revelación de Jesucristo. Particularmente, en América Latina, la doctrina es maravillosamente rica e inspiradora. Y, en la Iglesia que peregrina y sirve en Venezuela, también encontramos un importante conjunto de enseñanzas, principalmente en los documentos del Concilio Plenario de 2006.
Este último nos desafía a un mayor compromiso por transformar la realidad actual del país, con los valores del Evangelio, en todos los ámbitos de la sociedad. Crear una nueva sociedad ha sido siempre el anhelo de los seguidores de Jesús. La opción evangélica y preferencial por los pobres nos debe motivar a crear y promover sistemas económicos más justos y solidarios, que tengan como objetivo el progreso integral de todo el hombre y de todos los hombres. La economía de comunión es una experiencia valiosa.
En este mismo sentido, la Iglesia nos convoca a defender y promover la paz y los derechos de la persona humana. Como sentencia el Vaticano II (1962-1965), “las instituciones humanas, tanto privadas como públicas, deben esforzarse por estar al servicio de la dignidad y el fin del hombre, luchando al mismo tiempo valientemente contra la esclavitud social o política y respetando los derechos fundamentales del hombre bajo cualquier régimen político”[3]. Al igual que debemos asumir el valor del trabajo que humaniza y hace progresar a los pueblos, evitando así instrumentalizar al ser humano.
En la formación y el ejercicio de la política, es sumamente importante enseñar y vivir su verdadero sentido que se concreta en el servicio del bien común. Pero, sobre todo, hoy se nos exige construir y consolidar la democracia perdida, promoviendo una más auténtica participación y organización de los ciudadanos, fortaleciendo así la sociedad civil. Con respecto a este tema, debemos estudiar y difundir los principios cristianos y las orientaciones de nuestros pastores sobre los problemas sociales y políticos, con el fin de ayudar eficazmente a formar la conciencia del pueblo en estos aspectos tan importantes de la doctrina; descubrir y suscitar entre los laicos verdaderas vocaciones a la actividad socio-política, y estimularlos a una óptima capacitación, no sólo doctrinal, sino también pastoral, para las tareas tan importante de servir al bien común, y promover obras para la solución de los problemas, con la prioridad de la caridad cristiana que debe expresarse en la justicia y en un ambiente de libertad.
Un Movimiento Humanístico significa un proyecto gigante que requiere la competencia de hombres y mujeres con un gran sentido humano y cristiano de la humanidad y de su historia. Que estén dispuestos a compartir sus saberes y sus ideales. Que les importe el ser humano como persona digna de ser amada por sí misma. Amarlo porque es humano, imagen e hijo de Dios.
Este acontecimiento que hoy sucede en nuestra Arquidiócesis de Maracaibo, la creación de un Centro de Estudios dedicado a la Doctrina Social de la Iglesia, responde a un mandato del Concilio Plenario de Venezuela que exige que “en el campo de la formación será preciso promover la actualización de obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y especialmente laicos en la Doctrina Social de la Iglesia”[4], exigiendo que se cumpla la norma de que “las Universidades Católicas, los Seminarios y Centros de Religiosos, Religiosas y Laicos crearán cátedras específicas sobre Doctrina Social de la Iglesia”[5].
          Un centro de estudios constituye un movimiento de avance y crecimiento. En nuestro caso, un movimiento de estudios, de investigación y de formación. Un espacio que brinda nuestra Arquidiócesis a través de la Universidad a sus profesores y estudiantes, a sus investigadores, a los agentes de pastoral y a los laicos en general. También a seminaristas y sacerdotes, para encontrar en la Doctrina Social de la Iglesia, como lo hemos señalado, “los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario. Difundir esta doctrina constituye, por tanto, una verdadera prioridad pastoral, para que las personas, iluminadas por ella, sean capaces de interpretar la realidad de hoy y de buscar caminos apropiados para la acción”[6].
          Un centro de estudios significa también personas en relación, que trabajan en equipo, reunidos en la fe cristiana que inspira una acción a favor de la formación de una nueva sociedad, en comunión con la Iglesia Católica que nos brinda este Magisterio Social, que nos convoca a la acción académica y pastoral. Específicamente, nuestro Centro de Estudios lo forman sacerdotes y profesionales de diversas disciplinas en nuestra Universidad Católica Cecilio acosta, y en toda la Arquidiócesis, como el “Foro Eclesial de Laicos” y el Equipo Parroquial “DSI Padre Claret” de la Parroquia el Claret. Todos ellos con una sólida vivencia y formación cristiana que han configurado su existencia histórica bajo los valores humanos contenidos en la Doctrina Social de la Iglesia.
          Un centro de estudios sobre la doctrina de la Iglesia tiene una motivación que lo dinamiza, que le da sentido y lo impulsa al trabajo. Para no irnos muy lejos, encontramos nuestra motivación, fundamentalmente, en la Iglesia Venezolana en Concilio Plenario. Los dieciséis documentos nos hablan de una Iglesia encarnada en nuestra realidad venezolana del siglo XXI, con graves desafíos que inspiran el estudio y la investigación, para el compromiso social desde nuestra fe cristiana.
En el documento “La contribución de la Iglesia a la gestación de una Nueva Sociedad” (CIGNS), el Concilio Plenario de Venezuela (CPV), clausurado solemnemente el 7 de octubre de 2006, nos presenta un extraordinario análisis histórico y pastoral, sobre nuestra situación en los ámbitos económico, social, político y cultural que desafía nuestra inteligencia de fe cristiana. Y, aún cuando se observan realidades muy crudas, las que vivimos actualmente, después de una década,  y que muestra un irracional y total deterioro de nuestro país, en todos los ámbitos señalados. Realidad que hace más urgente nuestra respuesta desde la academia y la pastoral. Hoy, este Centro de Estudios adquiere mayor importancia.
El año 2011, asistimos en Bogotá (Colombia) a la presentación de una guía del profesor sobre la “enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad” publicada por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con el patrocinio de la Fundación Konrad Adenauer. Esta obra es realizada por la Fundación Pablo VI de la Pontificia Universidad Católica de Salamanca (España). Esta presentación se celebró en el marco de un Curso Básico organizado por el CELAM, la Organización de Universidades Católicas de América Latina (ODUCAL) y la Fundación Konrad Adenauer, donde participamos representantes de veintiocho universidades católicas latinoamericanas. Por Venezuela asistieron el Padre Luis Ugalde de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas (UCAB) y el Padre Andrés Bravo de la Universidad Católica Cecilio Acosta de nuestra Arquidiócesis.
Me refiero a este importante evento eclesial por la significación magisterial de donde se puede tomar ideas para nuestro proyecto. Especialmente, fue muy iluminadora la ponencia de Mons. Mario Toso, Secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Comenzó ofreciéndonos un gran desafío tomado de un informe del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM que se presentó en la XXXIII Asamblea Ordinaria en el año 2011. Permítanos referirnos a varias ideas presentadas en esta magistral ponencia, en pro de lo que estamos presentando.
Dice Mons. Toso: “Se señala en el mismo informe que la búsqueda de la nueva evangelización de lo social, desde la luz del documento de Aparecida y de la encíclica Caritas in veritate han conducido al Departamento de Justicia y Solidaridad a procurar abordar los nuevos desafíos con la riqueza del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, recogiendo el compromiso de los cristianos a favor del desarrollo humano integral y solidario y de la búsqueda del humanismo nuevo”. Esto nos hace gestionar una relación cada vez más estrecha, de cooperación mutua con este departamento del CELAM, cuyo secretario ejecutivo es uno de nuestros profesores de la Universidad Católica Cecilio Acosta, Elvy Monzant, uno de nuestros mejores colaboradores de este Centro de Estudios. Compartimos, pues, los compromisos del proyecto pastoral más querido del papa Juan Pablo II, la nueva evangelización. Trabajaremos específicamente en este concepto de “Nueva Evangelización de lo Social”, reconociendo el lugar de la Doctrina Social de la Iglesia en la acción evangelizadora y proyectando sus conclusiones en la pastoral social de nuestra Arquidiócesis.
También señala la ponencia, algo que define el propósito de nuestro Centro de Estudios, que la doctrina social debe ser incorporada en la formación integral y permanente de los fieles. Pues, esto nos inquietó enormemente, Mons. Toso recoge un grave dato de la Pastoral Social-Caritas del CELAM, que dice: “El 80% de las personas que estaban vinculadas a estas instituciones no habían recibido preparación en este campo. Habían sido contratados como especialistas o técnicos en algunos campos del desarrollo social, o en cargos secretariales, pero sin haber tenido una mínima inducción en los temas centrales de la Doctrina Social de la Iglesia”. Esto exige de parte del Centro de Estudios una mayor y efectiva relación con nuestra Pastoral Social-Caritas de Maracaibo y, si se nos permiten, de Venezuela.
Una idea más que de esta ponencia tomaremos para el Centro de Estudios. Se trata de hacer a todos los creyentes sujetos de la Doctrina Social de la Iglesia. Porque ésta doctrina “no es una cosa que nos viene impuesta desde el exterior. Es vocación y compromiso que surgen de nuestro ser-en-Cristo. Es responsabilidad de todos, no sólo de algunos… Es deber-derecho de cada creyente y de las comunidades eclesiales, de los movimientos y de las asociaciones, de las escuelas y de las universidades católicas. Precisamente porque la doctrina social no es una peculiaridad de unos pocos, ninguno puede reservarse su exclusividad. Todos la poseen in nuce y, por tanto, son capaces de ser de ella sujetos activos y responsables”.
Todo esto nos exige salir al encuentro de los cristianos, buscarlos donde estén, para servirles. Este es el sentido y la naturaleza de los Equipos de DSI Parroquiales, tomando como modelo el Equipo DSI Padre Claret. La relación con las parroquias y comunidades cristianas, con grupos y movimientos de apostolado seglar, especialmente, la relación con el Consejo Arquidiocesano de Laicos, es fundamental. Igualmente, debemos estar presentes en las escuelas e instituciones católicas de nuestra Iglesia Local.
A todos les ofreceremos, con el indiscutible alto nivel académico que siempre ha caracterizado a nuestra Católica de Maracaibo, la UNICA, cursos y talleres, ciclos de estudios, líneas de investigación, diplomados, sobre las principales cuestiones de la sociedad y los diversos temas de la Doctrina Social. Además, debemos anunciarlo desde ya, estamos realizando el proyecto de postgrado en teología, una maestría o especialidad en Doctrina Social de la Iglesia, esperando mejores oportunidades para el avance de nuestros estudios. Esta Maestría se presentará como estudios especializados de post-grado del programa de teología de nuestra Facultad de Filosofía y Teología, con los siguientes elementos elaborados hasta ahora:
·       Descripción sinóptica del programa: Se señala el propósito y las razones que hacen necesarios estos estudios de postgrado, con la trayectoria histórica del tema central.

·       Se tienen los datos generales y la identificación de la Institución que la propone.

·       Se tiene la planilla de los datos del Coordinador de la Maestría que el Consejo de Facultad nombre. En esa espera, se tiene listo para consignar su currículo.

·       Se tiene la Justificación expresada en estos términos: “La Universidad Católica Cecilio Acosta, desde su Programa de Teología, adscrito a la Facultad de Filosofía y Teología, en búsqueda de una cada vez mayor pertinencia social en la Venezuela contemporánea, ha diseñado la Maestría en Teología, mención Doctrina Social de la Iglesia. Es una propuesta presentada como un movimiento hacia la asunción de un mayor compromiso social en perspectiva humanista y cristiana. Consciente de que el estudio de la Doctrina Social de la Iglesia no es sólo aggiornamento intelectual o cognitivo, sino más bien una concreción de la pertinencia social de la UNICA y de su corresponsabilidad en la construcción del bien común, desde la opción preferencial por los pobres, asumida por la Iglesia Latinoamericana y ratificada por el Concilio Plenario de Venezuela”.

·       Se tienen las características del programa: sus tres objetivos generales, sus objetivos específicos, la nota donde se garantiza el uso de las tecnologías de información y comunicación, los criterios de selección, requisitos de ingreso, requisitos de permanencia, requisitos de egreso, los créditos estipulados para la obtención del grado y el plan de estudio.

·       Se tiene el programa listo con el número de semestres, los ejes académicos y las asignaturas con sus números de créditos.

·       Se tiene el plan de estudio con las siete asignaturas obligatorias y las catorces asignaturas electivas. Se han señalado los profesores (Se espera por los currículos).

·       Se tiene la distribución de las unidades curriculares por eje: Tablas de unidades con sus ejes, asignaturas, números de horas y de créditos.

·       Se tiene el pensum de estudio: Desarrollo histórico de la Doctrina Social de la Iglesia. Metodología de la investigación. Familia y Sociedad. Fundamentos teológicos. Seminario de investigación. La política. La cultura. Seminario de grado. Trabajo de grado. Tres electivas.

·       Se tiene las normas de tutoría y el reglamento interno para la evaluación de la tesis o trabajo de grado.
Así pues, estamos avanzando en este proyecto que pronto presentaremos al Consejo de Facultad para ser estudiado y aprobado, organismo al que corresponde presentardo al Consejo Universitario y seguir los pasos correspondientes para poderlo ofrecer a los interesados. El Señor, con la ayuda intercesora de nuestro patrono san Alberto Hurtado, nos dará el final triunfo.
Permítanos, para finalizar esta presentación, transmitirle este excelente texto tomado de la citada ponencia de Mons. Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, donde habla de la responsabilidad de las instituciones universitarias, basándose en la Conferencia de Aparecida. En el texto que a continuación ofrecemos nos aclara que la naturaleza propia de las Universidades Católicas es la de ser centro de evangelización y lugar de encuentro del Evangelio de Jesús con la realidad humana – la sociedad y sus culturas –, en el servicio de la verdad que libera, aquí es donde este Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia de la UNICA se ubica y brinda su más valiosa contribución. Es texto es este:
“De las instituciones educativas y más específicamente de las Universidades el Episcopado Latinoamericano ha reconocido particulares responsabilidades. Ellas están llamadas de modo específico y según su propia naturaleza a cumplir con sus específicas responsabilidades evangélicas. La Universidad Católica que es reconocida como una importante ayuda a la Iglesia en su misión evangelizadora, está llamada a ofrecer una formación desde la fe, formando a las personas que en ella participan, la conciencia de la dignidad trascendental de la persona humana.
Una particular tarea que le es reconocida, es la de promover el diálogo entre fe y razón, entre la fe y la cultura, así como la promoción de la formación de profesores, alumnos y todos sus miembros, a través de la doctrina social y la moral de la Iglesia, en orden a un responsable y solidario compromiso con la dignidad humana y con la comunidad, testimoniando la novedad profética del cristianismo en cada sociedad.
Finalmente, podemos recordar el llamado que el Documento de Aparecida dirige a las Universidades Católicas de convertirse en espacios de gestación del humanismo nuevo que nace del pensamiento católico. A la luz de las importantes tareas confiadas a las Universidades Católicas se advierte la importancia de la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en ellas”.


[1] Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia, PPC, Madrid 1995. (Este documento eclesial fue promulgado el 30 de diciembre de 1988. Para este trabajo se dita así: Orientaciones DSI).
[2] Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Bogotá 2005. (Este documento eclesial fue promulgado el 30 de diciembre de 1988. Para este trabajo se cita así: Compendio DSI). Cf. Compendio DSI 7.
[3] Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual Gaudium et spes. (La versión de los documentos del Vaticano II es tomado de de la edición bilingüe promovida por la Conferencia Episcopal Española, Ed. B.A.C., Madrid 2004. Los documentos son citados por las siglas de esta edición). GS29.
[4] Concilio Plenario de Venezuela, Contribución de la Iglesia en la Gestación de una Nueva Sociedad, CIGNS 133.
[5] CIGNS 1171.
[6] Compendio DSI 7.

viernes, 21 de julio de 2017

Una crisis de larga duración en tiempo presente

Dr. Ángel Lombardi
Rector
Universidad Católica Cecilio Acosta
Arquidiócesis de Maracaibo
Texto leído en la Asamblea 73 de FEDECAMARAS: ¿Un nuevo pacto republicano o estado comunal?
 
El tiempo no tiene ni comienzo ni fin y por ello es que siempre nos encontramos en el centro del tiempo.”

J.L. Borges

La conciencia solo es posible desde la experiencia”

Kant

Todo lo real siempre es racional”.

Hegel

La libertad humana nunca es absoluta, su límite es el “Otro”; los “Otros” con quien estamos obligados a convivir, tolerar, respetar y eventualmente a ayudar en función de un Bien Común. La libertad con responsabilidad resume el principio ético-moral fundamental: desearle al otro el mismo bien que deseo para mí. 

Bertrand Russell recomendaba para la sobrevivencia de la especie, la tolerancia para la convivencia y la necesidad de atenernos a los hechos para entender la realidad.

Decía y sostengo que la libertad humana nunca es absoluta. No escogemos nuestro tiempo ni la sociedad y la cultura de la cual vamos a formar parte. Siendo lugareños emocionales, de lengua y costumbres predeterminadas, nuestra época nos obliga a la globalización. Asumirnos como habitantes de la casa común (Encíclica Laudato Si´ del Papa Francisco). Nuestra identidad culturalmente se amplía hasta niveles planetarios. Hemos creado una noosfera tecnológica-comunicacional en un contexto económico y geopolítico global.

Habitantes del tiempo, éste nos habita consumiéndonos y al mismo tiempo nos exige “consumir” el tiempo particular y en nuestro caso este tiempo venezolano tan difícil, atormentado y opresivo y es éste quizá nuestro principal desafío, intentar “comprender” lo que nos ha venido sucediendo para que, desde la lucidez, superar las dificultades, creativamente y asumir la crisis como tantas veces se ha dicho, como una oportunidad y no como una derrota.

Como Nación tenemos siglos de existencia en un largo mestizaje antropológico y cultural que nos hace particulares y universales a la vez.

Como Nación, a partir de 1492 fraguamos durante tres siglos en el colonialismo hispánico de la época y desde 1810-1811 optamos por la modernidad, al asumirnos como República Civil y desde el siglo XX, intentado desarrollar un proyecto democratizador de nuestra sociedad de economía moderna y un sistema político democrático.

Como todo proceso histórico de larga duración se ha progresado sin lugar a dudas, pero el progreso por definición no es lineal y en el camino permanentemente hay obstáculos que vencer y siempre con posibilidades ciertas de retroceso.

De la matriz hispánica europea africana y asiática surge la venezolanidad, como “un pequeño nuevo género humano”, emparentado directamente con el Continente Americano en su totalidad y particularmente en la región geo-política y económico-cultural que venimos llamando Latinoamérica.

La independencia, que recién acabamos de conmemorar los 206 años de la misma, fue un proyecto civil y civilizatorio tempranamente abortado por la guerra, la violencia y la anarquía que nos duró casi un siglo, hasta la derrota bárbara de los caudillos en 1903. No otra cosa fue nuestro siglo XIX, una larga y perniciosa guerra civil de una sociedad extraviada en la pobreza y las discordias. Solo en los 20 años de la guerra emancipadora se calcula una merma de nuestra población en 30%, y un 30% en la llamada guerra federal. 

Hay que esperar al siglo XX y el azar del petróleo para que Venezuela despierte de su letargo histórico y con el desarrollo demográfico, social y económico del país, surge y se desarrolla el proyecto político más importante de nuestra modernidad que no es otro que la Democracia, como proyecto político moderno del poder y la subordinación militar al poder civil. Separación y autonomía del poder y alternabilidad electoral, vía sufragios confiables.

Formalmente la Democracia venezolana, en términos electorales y políticos, surge en 1947, al establecerse el sufragio universal y el reconocimiento pleno de los partidos políticos y sindicatos. Proceso que se continúa de manera accidentada pero a la larga perfectible cuando en 1989 se logra establecer de manera legal la elección directa de gobernadores y alcaldes y en 1999, dentro de la discusión constituyentísta de la época, se logra establecer en la nueva Constitución, la actual, el principio fundamental de la Teoría Política moderna como es el Principio de la Soberanía Popular que viene a sustituir el viejo principio del derecho divino del poder. Tal como dijera John Locke, al apelar los pueblos a la consulta popular están apelando al Cielo. No otra cosa es nuestra genética democrática, no una serie de principios abstractos sino la concreción histórica de esos principios en leyes y constituciones y en la práctica política concreta. En la genética de todas las sociedades modernas está la aspiración legítima a vivir mejor, como individuos y como colectividad (este fue el gran descubrimiento del pensamiento liberal y que los intelectuales llamaron la idea de progreso) educar, formar y darle oportunidades a cada individuo y a través de la libertad individual y con las garantías del Estado de Derecho posibilitar y permitir que toda la sociedad progrese y si en el camino del desarrollo se producen rezagos o marginación por diversos motivos la Sociedad y el Estado, en función del Bien Común, y de acuerdo al Principio de Subsidiariedad y Complementariedad, se ocuparán de desarrollar las políticas pertinentes que permitan de alguna manera hacer real el principio de la igualdad. El fracaso de estas políticas en garantizar el mayor equilibrio posible en la sociedad permitió desarrollar dos deformaciones políticas e ideológicas que por comodidad y reduccionismo terminamos llamando “populismo”, y su complemento de burocratismo-electoral-clientelar. En la medida que el proyecto democrático se rezaga con respecto a las legítimas aspiraciones individuales y colectivas de libertad, ascenso social y bienestar, nuestros sistemas democráticos entran en crisis y cada tanto tiempo el autoritarismo y la dictadura nos amenazan (militarismo); pero igualmente esa utopía fracasada que es el marxismo, al renunciar como proyecto político-social a la democracia, termina en el conocido y terrible comunismo real, cuyo fracaso y espejo más cercano es el castro-comunismo que en mala hora sigue proyectando su sombra sobre el proyecto político nacional-autoritario que surgiera a la luz pública en 1992, se hizo gobierno por voto popular en 1998 y en los últimos años, atrapado en su propia lógica de intereses perversos está comprometiendo fuertemente la paz social, el desarrollo económico, y la propia convivencia entre los venezolanos.

Nuestro país se puede caracterizar como un sistema social no cristalizado, en donde los diversos grupos y clases sociales están en permanente hibridación sin terminar de definirse y asumirse desde una identidad conclusiva y su respectiva conciencia de clase. En ese sentido podemos hablar de una burguesía en formación, igualmente unas clases medias que no terminan de definir sus límites socio-económicos y una marginalidad difusa desde el punto de vista de su actividad social y económica. Un buen ejemplo es la información que el 96% de nuestras empresas están constituidas por grupos familiares en donde la tradición y los intereses creados tienden a ser mucho más importantes que los procesos de cambio e innovación tan necesarios en los tiempos de la sociedad del conocimiento y de la globalización generalizada.

En el orden político, igualmente existen unas carencias importantes que se manifiestan fundamentalmente en la precariedad institucional y el débil apego al respeto a la Ley. El poder se concibe más como poder-dominación que poder-gobierno-servicio.

Resumiendo, diría, que en este caminar histórico de los últimos dos siglos hemos sufrido distorsiones que urge corregir: un presidencialismo exacerbado, monarcas sin corona, y la fortuita riqueza petrolera no han logrado superar el horizonte de una economía colonizada, dependiente, parásita, cuyo eje, principio y fin es la minería petrolera, ampliado a la minería en general que se sigue asumiendo desde una ley colonial de la monarquía que otorga al Estado toda la propiedad del subsuelo.

La otra distorsión convertida en enfermedad política es el presidencialismo; no es una maldición, la aupamos y mantenemos nosotros mismos así como el petróleo tampoco puede ser asumido como un fatalismo negativo, sino como lo que debe ser, una oportunidad para todo el país, no solamente para enriquecer a una minoría y para que ejerza el poder esa misma minoría.

No hay tarea más importante y urgente, y perdonen la simplificación y el barbarismo lingüístico, que: Desestatizarnos, Despresidencializarnos y Despetrolizarnos. En el primer caso, poner a funcionar de manera adecuada el sistema democrático y en el segundo caso independizar nuestra economía de la dependencia petrolera (aunque entiendo que esto tiene que ser de manera progresiva e inteligente) y quizá lo más importante de todo el cambio de mentalidad de todos los venezolanos frente al poder político y frente a la economía petrolera, y entender de una vez por todas que la única riqueza de un país es su población, educada, saludable, con trabajos productivos y niveles de vida que les permita desarrollar a cada uno sus posibilidades y potencialidades humanas, en una sociedad del conocimiento, globalizada en cambio y transformación permanente.

Hay que desterrar de nuestra mentalidad lo de país o sociedad joven, antropológicamente venimos de milenios de evolución humana. Como Nación tenemos más de cinco siglos. Como Estado tenemos un desarrollo de más de dos siglos y definitivamente el Dorado no existió ni existe ni va a existir sino en función de la riqueza que entre todos los venezolanos podamos crear y disfrutar.

La libertad no permite otra definición sino desde la responsabilidad de cada uno, de todos. En la sabiduría oriental se afirma que si cada ser humano cumpliera a cabalidad con sus responsabilidades seríamos libres y no haría falta gobierno alguno.

La Historia no puede seguir siendo mitología consoladora, ni literatura de evasión, la realidad no existe sino como hecho y sus consecuencias. En el siglo XXI las ideologías terminan siendo supersticiones fanáticas. No hay doctrina política sino la doctrina de los Derechos Humanos y en sentido progresivo estos derechos desarrollados como protección y posibilidad de todos los habitantes de la tierra y de la tierra misma.

Asumir los hechos y la tolerancia, para convivir en la diversidad y las diferencias. El futuro siempre es precario e incierto, pero de nosotros depende que pueda ser mejor para todos. Hay que educarse en la construcción del futuro a ser contemporáneos del mismo. Siempre estamos en el “centro del tiempo” y en esta centralidad conflictiva de los últimos años, meses y días el desafío no es el riesgo de un Estado comunal fantasmagórico y amenazante, al cual habría que denominar de manera apropiada lo que es en realidad un proyecto totalitario de sociedad, sino entender que vencida la amenaza del autoritarismo-totalitario hay que seguir en el empeño de la construcción de una República de hombres virtuosos y leyes convenientes, y en esa perspectiva, acceder con confianza al siglo XXI que demanda por nosotros ya que llevamos un atraso de 17 años.