martes, 18 de febrero de 2014

Tenemos que ser Testigo de la Verdad



                                                                                                
COMUNICADO
“Tenemos que ser Testigo de la Verdad”

El Estado de Derecho y la Democracia son el marco institucional propicio para el respeto, garantía y protección de los derechos humanos. El respeto a la Constitución, la independencia de los poderes públicos, la actuación de los funcionarios públicos con sujeción al ordenamiento jurídico y la responsabilidad por la violación de los derechos humanos, son elementos sustanciales para la existencia de una sociedad democrática
La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana, en su misión de participar en la construcción de una convivencia justa y pacífica fundada en la fe y en el respeto a la dignidad humana, lamenta los violentos incidentes ocurridos durante el presente mes. Nos duele hondamente el costo humano que dejan como saldo las manifestaciones ocurridas en diferentes zonas del País los días 12 y 13 de febrero, que, hasta el momento, han arrojado 3 ciudadanos muertos y aproximadamente 66 heridos y 80 detenidos.
Ante esta situación:
Rechazamos
·         La criminalización generalizada, por parte del Estado, del derecho a manifestar y protestar.
·         La participación de grupos civiles armados al margen de la ley (paramilitares) con la venia muchas veces de instituciones y fuerzas pública que tienen el deber de garantizar la paz social y los derechos fundamentales.
·         El uso desproporcionado e indiscriminado de la fuerza para mantener el orden público, vejando la dignidad humana.
·         La restricción de la información y la autocensura que generan rumores infundados, incertidumbre y desasosiego en la población.
·         Las detenciones arbitrarias, la irregularidad de la designación de un centro de reclusión que queda distante  del Juez Natural y del sitio donde sucedieron los hechos.
·         Los tratos crueles para con los detenidos que atenten con la Dignidad Humana.
·         Cualquier iniciativa que tienda a la violencia y tergiverse la voluntad pacifica de los ciudadanos a expresar sus opiniones, ideas y descontentos.
Exigimos
·         A los partidos políticos, a la sociedad civil, a las instituciones del Estado venezolano a tolerar y reconocer las diversas ideas, opiniones, planteamientos, para dialogar, negociar y construir de manera democrática alternativas inclusivas, justas y pacíficas. La violencia y el conflicto fratricida es un camino ciego. 
·         Respuestas institucionales apegadas al debido proceso que orienten de manera eficaz, independiente e imparcial una investigación para garantizar la verdad y la consecución de la Justicia.  
·         Un listado de los detenidos con su ubicación exacta y cargos que se le imputan, para garantizar el derecho a la legítima defensa y que la familia tenga la información de su familiar.
·         El respeto al derecho a manifestar y protestar de manera pacífica en el marco constitucional.
·         Al Estado Venezolano a respetar  el derecho a la integridad personal y a las garantías judiciales de los detenidos.
·         Al Estado adoptar mecanismos para evitar el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes públicos en marchas y manifestaciones de protesta.
Nos solidarizamos con todos los familiares de las víctimas, expresándoles nuestras palabras de condolencia y nuestra oración en estos momentos de tristeza y dolor.  

Pedimos a todos los cristianos: orar intensamente y trabajar en la construcción de la paz, dando testimonio de un auténtico seguimiento a Jesucristo, nuestro Señor, para hacer posible en nuestro país la fraternidad de los hijos e hijas de Dios. Elevamos nuestras oraciones por todas las víctimas de la violencia y sus familiares.

Nos comprometemos desde la Vicaría de Caracas, La Vicaria de Los Teques y la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal a trabajar  conjuntamente con el Foro por la Vida en el acompañamiento y la  asesoría  las víctimas y hacer un seguimiento a los hechos ocurrido, exigiendo una investigación independiente, la garantía y el respeto de los Derechos Humanos.

“…La paz se construye día a día, en
la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia
Más perfecta entre los hombres…” Papa Francisco (EG 219)

En Caracas, a los 14 días del mes de Febrero del 2014




      + Mons. Roberto Luckert León                                        + Mons. Baltazar Porras
                          Presidente                                                                Presidente
             Oficina de Justicia y Paz                                            Comisión de Pastoral Social
                                  

martes, 11 de febrero de 2014

LUZ, CRISOL DE LIBERTAD Y ESPERANZAS


Dr. Emilio Fereira
Profesor emérito de LUZ

Al considerar la actitud gubernamental hacia las universidades, especialmente autónomas, uno vislumbra para LUZ tiempos de opresión, es decir, de restricciones severas impuestas por quienes pretenden convertir un país de hombres libres en una nación de borregos sometidos por una ideología fracasada y anacrónica; de individuos o grupos oprimidos, devaluados, explotados y privados de sus derechos fundamentales por quienes desean perpetuarse en el poder para instaurar el comunismo.



Tal desvalorización de forma de existencia, propiciada por una cultura unidimensional, marca el rompimiento entre el conocimiento y la realidad social al acentuar la deformación del pensamiento versado, para considerar que los seres humanos pueden vivir sumidos en su presente de miseria impedidos, a la fuerza, de conocer o elaborar cualquier forma de pensamiento literario, histórico, teórico o práctico. De ahí, el desafío ético-político  de reactualizar la universidad como crisol de emprendimiento generador de soluciones propicias al país en razón de la necesidad de acrecentar la libertad y generar esperanzas.



En efecto, sin una sólida formación universitaria, hombres y mujeres sometidos, sin acceso a la  « Prensa, Radio y Televisión libres», limitados en la capacidad de poder navegar en la red espacial, son incapaces de imaginar alternativas de sociedad. El planteamiento de un pensamiento unicolor reproduce, en una versión más sofisticada, el discurso de la lucha de clases que fundamentó la explotación social del pasado siglo y que estigmatizó a nuestros ciudadanos marginales. Ante esta  situación, la Universidad ha de acrisolar la capacidad de imaginar el futuro, como un de todos los seres humanos.  



LUZ, en el próximo periodo rectorar ha de comprometerse con un esfuerzo totalizador de la «teoría y praxis» humana buscando, en la interioridad de ésta, re-totalizarse como «acción de la libertad».  Métodos de opresión no pueden, servir a la liberación del oprimido, por cuanto en sociedades gobernadas por intereses de grupos sectarios y fanáticos dominantes, se impone “una educación como práctica de la libertad”, una “pedagogía del oprimido”[1]. No una pedagogía para él, sino de él.



Los caminos de la liberación son los del mismo oprimido que se libera: él no es cosa que se rescata sino sujeto que se debe auto-configurar responsablemente.



LUZ requiere instaurar en el próximo periodo rectoral una «Educación Problematizadora» que niegue el sistema unidireccional propuesto por la  «Educación Oficialista» ya que, como banco cultural del estado unidimensional, da existencia a una «comunicación sesgada de ida y vuelta» y elimina la contradicción entre educadores y educandos.



Más aun, el docente y el alumno universitario se educan entre sí  mientras se establece un diálogo en el cual tiene lugar el proceso educativo. Con la «Educación Problematizadora» se apunta claramente hacia la liberación y la independencia, pues  destruye la pasividad del educando  y lo incita a la  búsqueda de la transformación de la realidad, en la que opresor y oprimido encontrarán la liberación humanizándose.[2] 



La Universidad, como crisol de libertad y esperanza, es incompatible con una institución que, de manera consciente o mistificada, ha venido siendo práctica de dominación. La manera de la libertad sólo encontrará adecuada expresión en una universidad en donde el profesor y estudiante tengan condiciones de descubrirse y conquistarse, reflexivamente, como sujetos de su propio destino histórico.



Las técnicas y métodos de la universidad tradicional terminado siendo la esterilización del proceso en que el ser humano constituye y conquista, históricamente, su propia forma de ser, pensar y actuar. Poe ello he venido insistiendo, desde hace más tres décadas, en que nuestras instituciones más que educadoras son educastradoras.



Es necesario una revisión holística de nuestra universidad, redefinir su «razón de ser». Según Derrida[3], si la Universidad tiene una razón de ser hay que preguntarse ¿por qué la Universidad?, pero con un «por qué» que se inclina más bien del lado del ¿con vistas a qué?. ¿La Universidad con vistas a qué? ¿Cuál es esta vista, cuáles son las vistas de la Universidad? O también: ¿qué se ve desde la Universidad, ya se esté simplemente en ella o embarcado en ella, interrogarse acerca de su destinación, en Venezuela, en Latinoamérica, en el mundo?







[1] Cfr, Freire, P. 1978.  Pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI.

[2] Freire, P. 2007.Pedagogía de la esperanza, México: Siglo XXI.

[3] Derrida, J., 1997. Las pupilas de la Universidad. El principio de razón y la idea de la Universidad. En  Cómo no hablar y otros textos. Barcelona. Proyecto A. Edición digital de Derrida en castellano.

2014, 1914, 1814



Pbro. Luis Ugalde SJ
 
Estamos atrapados entre el desastre y la impotencia, con problemas graves que no se resuelven sin cambios de fondo y sin una nueva unidad democrática que inspire y movilice a la mayoría venezolana. La  altisonante retórica revolucionaria no murió aplastada por la oposición, sino por el fracaso brutal en los hechos y realidades inocultables. El 2014 es el final de una ilusión, pero necesitamos convertirlo en el comienzo de una nueva realidad esperanzada. Ilumina relacionar este año 14 con los dos anteriores, 1914 y 1814.

En 1914 estalla la 1ª guerra mundial, que demuestra cómo la más alta “racionalidad instrumental” puede combinarse con la estupidez: potencias enfrentadas en el saqueo colonial, en el desarrollo industrial, y en las guerras con eficaces armas (tanques, ametralladoras, aviones y gases venenosos). Dos bloques enfrentados con sus respectivas alianzas, con hambre de guerra y falsa confianza en que ésta sería breve y triunfal. Armados los espíritus y con ganas de aplastar al enemigo… La guerra relámpago no fue suficiente y los orgullos nacionalistas se enfrentaron en la batalla de Verdun  en guerra de trincheras que se prolongó meses con los hombres pudriéndose entre barro y cadáveres. ¿Resultado? Medio millón de muertos y heridos por cada bando. Todo para nada. A su vez el Zar ruso y la decadente nobleza mandaban a millones de campesinos mal armados y peor dirigidos como carne de cañón contra Austria y Alemania. ¿Cosecha en 1918? Ocho millones de muertos, desaparecidos cuatro imperios que fueron alegres a la guerra (alemán ruso, austriaco y turco). Además, con la humillación, mutilación y resentimiento de la Alemania derrotada, quedó prendida la mecha para la locura de otra guerra más espantosa con algún Hitler que apareciera y con instrumentos de muerte más eficaces  para elevar a 80 millones  el número de cadáveres.

¿Piensan que nuestro año 2014 se resolverá dejando correr la inercia o con el enfrentamiento total para eliminar al otro?

El año 1814, el más espantoso de nuestra historia republicana, empezó con Bolívar triunfante y proclamado “Capitán general de los ejércitos”. El joven “Libertador de Venezuela” en 1813 apostaba todo al exitoso avance relámpago hacia Caracas y la guerra a muerte sin contemplaciones contra “españoles y canarios”. “Nuestra bondad se agotó ya (…) Nuestro odio será implacable y la guerra será a muerte” (Bolívar. Mérida junio de 1813)  Con igual o mayor salvajismo se asesinaba en el bando realista. Bolívar quería trazar una línea divisoria entre americanos y españoles, pero ganó Boves con la guerra de los  americanos de abajo contra los de arriba, de esclavos y mestizos contra los blancos  hacendados; una guerra de odio racial con botín. En meses el triunfo esperado se convierte en derrota y escribe Bolívar “Terribles días estamos atravesando: la sangre corre a torrentes: han desaparecido los tres siglos de cultura, de ilustración y de industria: por todas partes aparecen ruinas de la naturaleza o de la guerra. Parece que todos los males se han desencadenado sobre nuestros desgraciados pueblos” (mayo de 1814) “Vuestros hermanos y no los españoles han desagarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares…”, dice ahora Bolívar. Los venezolanos de Boves tomaron Valencia, Caracas, Barcelona, Cumaná… En la derrota los jefes patriotas se dividieron y se culparon unos a otros; unos pudieron huir y otros murieron. En el exilio, comprendió el Libertador que dominio militar no es gobierno y dos años después empezó el lento amanecer gracias a la nueva visión social y civil, a Páez que atrajo a los llaneros de Boves, a cambios en el frente militar y  al esfuerzo civil-constitucional de Angostura.

La tragedia de la 2ª República enseña que no bastan las buenas intenciones: En el Manifiesto de Carúpano (7-9-1814) de 1814 Bolívar derrotado dice que su intención era liberar, pero  se siente  como “el instrumento infausto de sus espantosas miserias”, aunque “mi conciencia no ha participado nunca del error voluntario, o de la malicia”. No basta querer para lograr hechos; el desastre fue inmenso, como lo será hoy. El actual naufragio sólo tiene salida con un nuevo entendimiento nacional para cambiarlo todo. La guerra social es buena para destruir, pero funesta para construir lo que Venezuela pide a gritos.

lunes, 3 de febrero de 2014

Fe y Política


Pbro. J. Andrés Bravo H.
Capellán UNICA

            Nuestra reflexión pretende responder a la cuestión sobre la relación entre la fe cristiana y la vida política. Existen quienes piensan que por ser cristianos no deben tener nada que ver con la actividad política. Otros que por ser políticos se apartan de su vida de fe. Recuerdo que en una reunión juvenil un joven emocionado dijo que habiendo encontrado al Señor se apartó de la política. Otro, más sereno y reflexivo, le respondió que ahora con mayor  razón, desde los valores cristianos, debería vivir la vocación política. Pero, que no redujera  la política al solo trabajo partidista. En realidad, no se puede entender seguir a Jesucristo apartado de la vida social. Pues, lo dice la Iglesia, “la fe cristiana no desprecia la actividad política; por el contrario, la valoriza y la tiene en alta estima” (Puebla 514). Juan Pablo II, por su parte, hace énfasis en que “para animar cristianamente el orden temporal —en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad— los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la «política»; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común”. Es más, “todos y cada uno tienen el derecho y deber de participar en la política, si bien con diversidad y complementariedad de formas, niveles, tareas y responsabilidades”.  No es excusa decir que la política es sucia por la infeliz experiencia que vivimos. “Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública” (Christifideles Laici 42).
Partimos del principio de que todo ser humano es persona, sujeto de derechos y deberes que se deben vivir en una comunidad libre y pacifica. Este llamado a ser libre en convivencia exige aceptar responsablemente toda obligación de la vida social, asumiendo las exigencias de la comunidad humana al servicio del bien común. No se comprende la vida cristiana indiferente e insensible ante un pueblo sumergido en la miseria, en el sufrimiento, obligado a un régimen opresor que le manipula con limosnas y le niega su participación y su libertad. La Iglesia, a la que casi nunca se quiere escuchar, acusa proféticamente la conciencia cristiana porque “son, también, responsables de la injusticia todos los que no actúan a favor de la justicia con los medios de que disponen y permanecen pasivos por temor a los sacrificios y a los riesgos personales que implica toda acción audaz y verdaderamente eficaz. La justicia y, consiguientemente, la paz se conquistan por una acción dinámica de concientización (sic) y de organización de los sectores populares” (Medellín, Paz 18),
Ciertamente, no se debe caer en la tentación de la violencia. En una actividad política movida por el seguimiento a Jesús exige tener una firme conciencia de justicia y un sentido dinámico de responsabilidad y solidaridad. Defender sobre todo, como lo enseña Jesús en su Evangelio, el derecho de los pobres y oprimidos. Denunciar los abusos del poder que someten al pueblo a su yugo. La vida espiritual, sacramental y apostólica deben llevarnos a la vivencia sincera del amor; y amar cristianamente es practicar la justicia. Los Centros Educativos y los Medios de Comunicación de inspiración cristiana deben formar el sentido crítico del servicio social. Finalmente, la misma Iglesia nos exhorta: “Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos” (Gaudium et spes 75).