miércoles, 28 de junio de 2017

Ser Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús de Amparo

Ser Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús de Amparo
Nada más que un feliz testimonio sacerdotal
Pbro. José Andrés Bravo Henríquez

          Por la gracia de Dios, Comunidad Divina de Amor, del Padre amante, el Hijo amado y el Espíritu Santo de amor, soy cristiano por el bautismo y presbítero por la ordenación sacerdotal recibida hace casi treinta y siete años, en esta maravillosa Iglesia local de Maracaibo. He experimentado los más grandes dones de amor recibido de Dios y vivido entre el pueblo. He sido párroco casi toda mi vida de consagrado, en una parroquia rural como la de Nuestra Señora del Carmen de El Carmelo (Cañada-Urdaneta); en una parroquia de un barrio popular de ahora municipio San Francisco, Nuestra Señora de Guadalupe de Sierra Maestra; de una parroquia de élite situada en plena avenida 5 de Julio de nuestra Ciudad de Maracaibo, San José; de una parroquia del casco central de Maracaibo como Santa Bárbara; de la parroquia de más grande significación por ser dedicada a la patrona zuliana Nuestra Señora de Chiquinquirá, la Basílica de La Chinita amada. Hasta ser párroco fundador de la parroquia personal universitaria San Juan Crisóstomo y San Juan Pablo II, siendo capellán de la Universidad del Zulia.
          Otras misiones no menos importantes y con una carga valiosa de experiencia amorosa que me hacen sentir a la Iglesia como sacramento de comunión universal, peregrina por estos pueblos del Zulia. He sido, pues, vicario parroquial de la misma Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Juan de Dios acompañando a Mons. Roberto Lückert; también he sido vice-rector del Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino acompañando al padre Eduardo Ortigoza; director del Centro Vocacional y responsable de la pastoral vocacional y juvenil de nuestra Arquidiócesis; canciller-secretario de la Curia Arquidiocesana; capellán del Hospital Noriega Trigo; administrador parroquial de la parroquia San Rafael Arcángel de El Moján; capellán de la Universidad del Zulia y de la Universidad Católica Cecilio Acosta; vicario episcopal de pastoral; director general del Instituto Niños Cantores del Zulia; rector del Templo San Tarsicio; asesor de la Acción Católica de Maracaibo y del Foro Eclesial de Laicos; profesor de teología y filosofía en el Seminario y en la Universidad Católica Cecilio Acosta; escribo y dicto conferencias, especialmente de doctrina social de la Iglesia. Como si fueran pocas las gracias recibidas por el Señor, tuve dos años de receso misionero para realizar estudios teológicos en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Con todos estos servicios que he ejercido, unas veces bien otras no tan bien, con aciertos y con errores, testimonio mi amor a la Iglesia, casa-escuela-taller de comunión.
          Todo esto lo expreso hoy con un espíritu de agradecimiento, para aclamar al mundo mi inmensa felicidad de seguir sirviendo a Dios y a su pueblo desde mi amada Iglesia Católica como sacerdote. Porque estoy absolutamente convencido de que no se puede tener a Dios por Padre si no se tiene a la Iglesia por Madre, como lo diría san Cipriano en el siglo III de la era cristiana. Porque el fundamento de la comunión fraterna es la comunión de hijos con el Padre del Hijo amado. Es decir, si somos cristianos, seguidores de Jesús, somos hijos de su Padre eterno que con su Espíritu Santo nos convierte en una familia de hermanos que es la Iglesia. Somos cristianos, por lo tanto, somos Iglesia.
          Pero, lo hago en el momento en el que finalizo una de las misiones más bellas y enriquecedoras de mi vida sacerdotal, ser párroco de esta hermosa comunidad parroquial Santa Teresita del Niño Jesús del humilde sector Amparo, donde se alaba a Dios, se proclama su Palabra, se celebra la Eucaristía y se santifica con los sacramentos, la oración y toda clase de actos piadosos, bajo el patrocinio de la santica de Lisieux y su caminito de la infancia espiritual. Santa Teresita, humilde, sencilla, generosa y amorosa como Amparo. Después de casi doce años viviendo con esta comunidad, tengo el honor de testimoniarlo con responsabilidad. Siempre lo dije, me siento orgulloso de ser párroco de esta comunidad.
Ya desde mis primeros años de sacerdote visitaba esta comunidad que crecía cada vez más con el esfuerzo de muchos de sus feligreses, como una capilla filial de nuestra madre parroquia Nuestra Señora de Lourdes. Revisando el archivo parroquial me encontré un escrito donde se agradecía a Dios los veinticinco años del templo de Santa Teresita del Niño Jesús. De ahí pude recoger varios datos significativos que vale la pena recordar para seguir siendo agradecido al Amor Divino. Según este interesante testimonio, nuestro templo se construyó con mucho esfuerzo comunitario, para recabar fondos y poder comprar materiales de construcción.
Gracias a la dirigencia de los laicos más activos de esta comunidad, acompañado por el Arzobispo Mons. Roa Pérez, se logró la donación del terreno y la mano de obra de parte de los poderes públicos del Estado.
En el archivo parroquial reposa el documento que testimonia la donación por parte del entonces Concejo Municipal del Distrito Maracaibo a la Arquidiócesis de Maracaibo del terreno donde hoy está construido este Templo Parroquial. Este acto de donación del terreno fue autorizado por sesión de la Cámara Municipal de los días 6, 20 y 27 de junio de 1973. No fue sino el 5 de octubre de 1975 cuando se coloca la primera piedra y el 18 de marzo de 1978 se abre y bendice el Templo dedicado a Santa Teresa de Lisieux, carmelita nacida el 2 de enero de 1873, quien ofreció un legado espiritual muy hermoso conocido como el caminito de la infancia espiritual que vivió en el amor a Dios y al prójimo como su vocación cristiana.
Muchas son las personas a las que debemos agradecer, sería muy mezquino de nuestra parte no recordarlo. Pero, no puedo hacerlo hoy porque es posible que olvide a algunos. Detrás de cada uno de ellos están sus familias, así se alarga más la lista. Me disculpan que sólo nombre a la Sra. Berenice de Bermúdez, responsable de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, y a la Sra. Edita de Rincón, responsable de la Pía Unión de Santa Teresita del Niño Jesús. Sólo un nombre más que es recordado con mucho cariño, el Sr. Ramón Molina quien, además de ser por mucho tiempo custodio fiel del Templo, antes prestaba su casa de habitación para que pudiera celebrarse la Eucaristía. A nuestros pastores, Mons. Domingo Roa Pérez quien acompañó a esta comunidad y bendijo el Templo y a Mons. Ubaldo Santana que creó la parroquia. A los párrocos que han servido en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, especialmente el padre José Molero quien representa el esfuerzo y amor de todos sus antecesores. Memoria agradecida para una larga lista. Un dato más, donde el muy querido Mons. Guillermo González Fuenmayor es el principal protagonista, porque a él se debe la formación de la Pía Unión y la donación de la reliquia de nuestra patrona que reposa venerada en nuestro templo. Sin duda, lo testimonia el escrito de acción de gracias citado, el padre Laudi Zambrano es digno también de nuestro recuerdo agradecido.
Un día, por la eficiente dirigencia del bien amado padre José Molero y la sabia decisión de nuestro padre y pastor Mons. Ubaldo Santana, fue elevada Parroquia en la mañana de la cuaresma dominical del seis de abril del año dos mil tres, siendo el privilegiado primer párroco el muy querido padre José Gregorio Montenegro. Esa mañana dominical yo acompañaba al padre Eduardo Ortigoza quien, como vicario general de nuestra Arquidiócesis, presidia la celebración solemne en nombre del Arzobispo. En ese mismo momento, le expresé al padre Ortigoza que yo envidiaba esta parroquia. Me escuchó el Señor, porque a los veintisiete meses después, en la Eucaristía dominical del once de septiembre del año dos mil cinco, solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela, recibía a esta Comunidad Parroquial Santa Teresita del Niño Jesús como su párroco, bendito día mariano que me donó tan grande honor.
Un importante legado recibí ese momento de los sucesivos párrocos de la parroquia madre, de varios sacerdotes que aquí sirvieron y, especialmente, de su párroco fundador el padre Montenegro. Una organización, una historia, mil desafíos. Durante los primeros días recibí a todos los que hacían vida pastoral, a sus principales líderes y a los más comprometidos. Escuchar y tomar nota fue el inicio en la primera semana.
Esa misma semana me reuní con el equipo de catequistas, todos renunciaron. Pero, a los meses fueron regresando muchos de ellos y, con otros que se unieron, después de un taller o curso del Secretariado Arquidiocesano de Catequesis, se formó un nuevo equipo de catequistas y comenzamos la formación cristiana para que los niños y jóvenes, en un itinerario formativo fueran recibiendo los sacramentos de iniciación cristiana.
Con insistencia he dado un gran valor a la catequesis y he orado constantemente para que en mi parroquia el Señor suscite abundantes vocaciones para la catequesis, el servicio pastoral más importante de una comunidad cristiana. Como lo afirma el Concilio Plenario de Venezuela, “ser catequista es una vocación. Se es catequista por un llamado de Dios para el servicio de la Iglesia… Ser catequista no se confunde con ningún otro ministerio. Sólo en la medida en que el catequista descubra la especificidad de su vocación y servicio y viva el sentido de pertenencia a la Iglesia, asumirá su misión con propiedad y se preocupará por cultivarla” (Concilio Plenario de Venezuela, La Catequesis 86-87).  Hoy lo entrego al nuevo pastor seguro de que lo va apreciar.
A los pocos días realizamos una asamblea parroquial con una asistencia extraordinariamente significativa. En ella estaban representados todos los grupos y aquellos no asociados a ningún grupo. Ahí decidimos juntos el horario de las Eucaristías diaria y dominical, horario de despacho y otros servicios comunes. Tomando en cuenta la situación de inseguridad que desde mi inicio es una de las debilidades de este sector. Poco a poco fuimos todos tomando nuestras responsabilidades al servicio de Dios y de su pueblo a nosotros encomendado. Una de los más bellos aprendizajes en mi formación sacerdotal es que el mismo pueblo es quien nos enseña el cómo debemos servirlo. Así quise hacerlo.
En estos momentos reciben ustedes un nuevo párroco, un nuevo pastor, un nuevo camino, la historia sigue pero renovada, en crecimiento. Reciban mis felicitaciones porque hoy el Buen Pastor les regala un buen pastor, el padre José de Jesús Palmar Morales, mi hermano y amigo de muchos años, que recibe una bella comunidad. Así pues, desde este momento su párroco es el Pbro. Lcdo. José de Jesús Palmar Morales, cura de barrio como le gusta ser. Estudió filosofía y teología en el Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima de Caracas y comunicación social en nuestra Universidad Católica Cecilio Acosta. Nació el día primero de octubre de 1961, fiesta de nuestra venerada santa Teresita. Dios me dio la gracia de compartir con su hermosa familia, su mamá María Chiquinquirá de la etnia Añú, su papá José Ramón de la etnia Wayuu, pero mi hermano José y su hermana Charito nacieron y se criaron en el Saladillo. Mons. Domingo Roa Pérez le impuso las manos y pronunció la oración consagratoria ordenándolo el día 14 de agosto de 1988, solemnidad de la Asunción de la Virgen, en la Basílica de nuestra Sagrada Dama del Saladillo. Recuerdo con cariño que el neo-sacerdote José me pidió le predicara su primera Misa.
Te felicito padre Palmar porque ese mismo Buen Pastor te regala un buen rebaño, una gran Comunidad Cristiana. Con sueños e ilusiones, que cree y ama, que confía en ti y te respeta desde ya porque antes de que llegaras te ofrecimos cada Eucaristía. Esta parroquia es buena y generosa, como todo rebaño, necesita de tus cuidados, de que sanes sus heridas y cures sus enfermedades, que la mantengas sana y activa, que la orientes por el camino del bien, que como buen pastor seas su valiente defensor para que ningún lobo feroz la destruya. Estoy absolutamente seguro que el Dios bendito, el amor misericordioso, te ayudará en ésta, tan importante misión apostólica.
El padre Palmar es un sacerdote con celo pastoral y entrega total, generoso y bien formado, inquieto en su caridad social y servicio de la justicia, furioso defensor de los derechos humanos, amante de la Iglesia tanto como es amante del pueblo venezolano, piadoso, mariano amante de la Virgen de Chiquinquirá hasta lo más hondo de su ser, en pocas palabras, un buen pastor. Es el pastor valiente que es capaz de enfrentarse a cualquier lobo que quiera atentar contra su rebaño.
Así pues padre, aquí tienes a la Pía Unión Santa Teresita del Niño Jesús. Es un grupo de mujeres adultas, jóvenes y niñas que tiene la misión de vivir, enseñar y fomentar el caminito de la infancia espiritual de Santa Teresita. La devoción a nuestra patrona es el corazón amoroso que sostiene esta parroquia. Enséñale la vida, la obra y la espiritualidad de Santa Teresita para que cada socia de la Pía Unión viva la vocación de amar que la Santa Carmelita vivió. Esta asociación piadosa nace el primero de abril de mil novecientos setenta y nueve, ahora ha parido un grupo de veintiún hombres que el pasado primero de octubre, fiesta patronales, se juramentaron como los Caballeros de Santa Teresita. Juntos organizan la fiesta haciendo que todos los grupos y la comunidad participen.
Esta fiesta en honor a Santa Teresita del Niño Jesús, consiste en el traslado de su imagen a la carroza de veneración especial, la novena celebrada del 22 al 30 de septiembre de cada año. El primero de octubre es el día glorioso de la santa patrona que celebramos con la Eucaristía solemne y la procesión. Del 2 al 4 de octubre le ofrecemos el triduo, el domingo siguiente salimos en caravana con la imagen de Teresita por las calles, avenidas, callejones, veredas y caminos de Amparo. Concluye las fiestas con el traslado de la imagen de Santa Teresita a su sitio habitual de veneración. Hay bendiciones de los niños y pétalos de rosas, ofrendas de flores de los niños, besos a la reliquia.
Aquí también tienes a la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús que tuvo una muy significativa transformación. También es uno de los primeros grupos de esta comunidad. Hoy la entrego rejuvenecida. Está formada de mujeres adultas, jóvenes y niños. También han integrado jóvenes varones. Su principal misión es la adoración al Santísimo Sacramento y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Se han hecho responsables de la Virgen peregrina por los hogares de la parroquia desde el mes de mayo hasta el fin del año litúrgico. De igual manera también el Corazón de Jesús visita los hogares desde el mes de junio. Tienen la responsabilidad litúrgica de todos los primeros viernes de cada mes que comienza con la adoración al Santísimo Sacramento. Muchas otras iniciativas han surgido de esta Sociedad Religiosa, desde su renovación. Aunque participaron todos los grupos, esta Sociedad se hizo cargo de las actividades del Año de la Misericordia.
He aquí al equipo de Pastoral Bíblica que, a mi juicio, es una bendición para nuestra comunidad cristiana. Estudian, meditan, celebran, viven y proclaman la Palabra de Dios. Esta experiencia pastoral responde a las líneas de acción que el Concilio Plenario de Venezuela nos plantea, “entregar la Biblia al pueblo”, que implica estudio semanal ayudando a que los cristianos se encuentren con el Señor, se entreguen a Él, le sigan y le sirvan. El anuncio de la Palabra que convoca para formar la comunidad y alimenta al cristiano para su santificación. Es decir, hacer “de la Biblia la base fundamental de la predicación y la renovación” (Concilio Plenario de Venezuela, La proclamación profética del Evangelio de Jesucristo en Venezuela 154).
También te entrego al grupo de Renovación Carismática en el Espíritu de nuestra parroquia que se hace sentir con su carisma pentecostal. Su misión es el fomento de la vivencia del Espíritu Santo en la comunidad. La oración y la proclama de la Palabra de Dios les sostienen. Son los que visitan con sus oraciones de sanación a los enfermos de la comunidad. Uno de sus mayores aportes, buscando la participación de todos los demás grupos, es la organización y conducción de la fiesta de Pentecostés. Consiste en una fiesta fraterna donde se canta y se alaba al Señor, se ora, especialmente por la sanación, se anuncia la Palabra de Dios y se comparte una sencilla enseñanza y el ágape de fraternidad.
Al comienzo de mi misión como párroco, organizamos un espacio para la formación de todos los feligreses denominado “Escuela de Comunión”. Se trata de pequeños encuentros donde, bajo mi conducción, pudimos leer e interpretar todo el libro del Génesis y el libro del Éxodo como historia de la salvación. Un curso de liturgia conducida por el diácono Juan José Pérez y su esposa Mary Carmen. También participamos del diplomado de Doctrina Social de la Iglesia que dirigió la Conferencia Episcopal Venezolana con el Consejo Nacional de Laicos avalado académicamente por nuestra Universidad Católica Cecilio Acosta. Lamentablemente, la peligrosidad del sector azotado por la inseguridad personal, hizo difícil la realización de mayor formación, aún con la conciencia de la gran responsabilidad que teníamos.
Con toda la Iglesia Universal, en nuestra comunidad parroquial vivimos con especial relevancia la liturgia, especialmente los tiempos más importantes como Cuaresma, tiempo de camino de la pascua, de penitencia y conversión, de compartir. Este tiempo, se celebra el Vía Crucis el miércoles de ceniza y todos los viernes cuaresmales, un retiro parroquial que lo realizamos en la casa de las carmelitas en Suramérica, grandes amigas y colaboradoras de esta comunidad. Consiste en un encuentro espiritual con oraciones, reflexiones y compartir fraterno. Hemos tenido hasta 109 asistentes en ese retiro. Se vive la pascua con gran esplendor y culminamos con la fiesta de Pentecostés que ya he mencionado.
Otro tiempo de profundidad espiritual y litúrgica es el adviento y navidad. Las Eucaristías de Aguinaldos forman el mayor esfuerzo pastoral de los diferentes grupos y las familias. La fiesta de navidad y de año nuevo hasta la epifanía y el bautismo del Señor. Podría decirse que la caridad y la solidaridad con los más necesitados es el punto más relevante de navidad.
En lo litúrgico, merece especial mención con mi agradecimiento sincero, al Coro Parroquial. Su ministerio no es el menos importante, por el contrario, este grupo hace el esplendor más participativo y la belleza espiritual más profunda de cada acto. Una de las cuestiones que admiro del coro es una espléndida profundidad en la armonía de sus cantos con el sentido de cada celebración. Así, por ejemplo, una Eucaristía por la paz, los cantos sobre la paz. También tenemos un Ministro que está formándose para el Diaconado Permanente, Mervin Rincón.
Hemos organizado la liturgia eucarística dominicales de forma que cada grupo apostólico y equipo de pastoral se hace responsable durante un mes, así hemos logrado mayor participación.
Muy queridos hermanos, al terminar esta etapa de mi vida sacerdotal entre ustedes quiero agradecer sus servicios amorosos. Ya tendré la oportunidad de particularizar personalmente mi agradecimiento, pues, sé dónde viven. Aquí jamás me faltó ayuda, ni para abrir el templo, ni en el servicio del altar, ni en actividad alguna, por muy difícil que fuera. Eso sí, he tenido mucho cuidado en que el servicio pastoral en nuestra parroquia no los aparte ni le impida su compromiso con la familia, con sus trabajos, con sus estudios, con sus responsabilidades ciudadanas. Por el contrario, les impulsa a vivir mejor esos compromisos primarios. El servicio pastoral debe hacer crecer sus familias, si no es así, no vale la pena la pastoral.  En fin, en todo me sentí bien servido y la comunidad bien servida. Un abrazo de corazón a corazón para cada uno de ustedes.
Cuando dejo este lugar, Mons. Ubaldo Santana me confía otras misiones. Desde ya soy el Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia, misión que realizo desde la Universidad Católica Cecilio Acosta. Al decirle hasta luego, también les digo que sigo a su servicio porque este Centro de Estudio que dirijo es para servirles a ustedes.
Hoy nuestro Arzobispo, Mons. Ubaldo Santana preside esta Asamblea Eucarística como signo de su confirmación en la fe, como el pastor y padre de todos. Gracias Monseñor, por su presencia, gracias por su confianza cuando me nombró párroco de esta comunidad y cuando ahora me coloca al frente de un nuevo organismo de formación, con grandes responsabilidades. Gracias por su consagración, por su bondad y comprensión.
Siempre me verán por aquí, sé dónde tomar el café mañanero y dónde comerme una sabrosa arepa, sé dónde se hace el mejor arroz con leche, el hervido y la hallaca de mejor calidad. Sé dónde me arreglan mi carro y dónde me regalan cambures. También sé dónde me lavan la ropa con el mayor cuidado y mejor cariño. En fin, sé dónde hay cariño y, se los he dicho, donde me tratan bien me tienen que sacar por la fuerza.
Gracias, Dios los bendiga.

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