jueves, 24 de agosto de 2017

El Discernimiento Eclesial

Pbro. Mg. José Andrés Bravo Henríquez
Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de Doctrina Social de la Iglesia
Arquidiócesis de Maracaibo
Universidad Católica Cecilio Acosta
          Celebro la entrega que el padre Richard Colmenares hace al pueblo de Dios de su primer libro “El Discernimiento Eclesial en el Concilio Vaticano II: como categoría teológica que funda la acción de la Iglesia”, fruto de sus estudios de teología pastoral en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, investigación que presentó para su licencia.
El padre Colmenares es un joven sacerdote de la Arquidiócesis de Maracaibo entusiasta y talentoso, que ha desarrollado su acción pastoral en nuestro pueblo zuliano. Recientemente ha regresado después de su segunda especialización, esta vez, en Sagradas Escrituras que hizo en el prestigioso Pontificio Instituto Bíblico de Roma de la Pontificia Universidad Gregoriana. Está ya entre nosotros y nos trajo esta obra de gran valor eclesiológica.
          Me gustaría interrogar al libro. Las respuestas a las preguntas las buscaré primero en la introducción. ¿Por qué discernimiento? Sin duda, es un importante tema para la vida cristiana que el joven autor presenta como parte del proceso educativo de la persona humana. Dice que no se trata sólo de un proceso intelectual, aunque necesario, sino “experiencial” que va desde el acto existencial de separar realidades – examinándolas y evaluándolas – hasta llevarnos al acto de decidir. Entiendo que es un proceso muy serio y dedicado porque compromete la conducta humana y la opción fundamental por el seguimiento de Jesús.
          Pero, ¿por qué eclesial? Ya nos está marcando al sujeto del proceso, la Iglesia. Nos indica que desde los primeros cristianos – nos remite a la excelente experiencia del concilio de Jerusalén (Hechos 15,4-5), entre otras – el discernimiento tiene la guía del Espíritu Santo. Es, sin duda, un proceso humano pero dentro de una vivencia religiosa “donde el gran protagonista es el Espíritu Santo”. Otra característica importante es que el discernimiento es comunitario. Es la comunidad cristiana, la Iglesia, el sujeto del discernimiento: “Es hablar de un discernimiento comunitario que tiene como finalidad en bien de la Iglesia, es hacer referencia al denominado: discernimiento eclesial”.
          Todavía nos queda la pregunta ¿por qué “en el concilio Vaticano II”? Aquí nos ubica en la actualidad de la investigación, porque, aunque el concilio tiene ya poco más de 50 años, aún nos debemos interrogar sobre él, como lo expresa extraordinariamente Juan Pablo II: “¡Cuánta riqueza, queridos hermanos y hermanas, en las orientaciones que nos dio el concilio Vaticano II! Por eso, en la preparación del Gran Jubileo (2000), he pedido a la Iglesia que se interrogase sobre la acogida del concilio… A medida que pasan los años, aquellos textos no pierden su valor ni su esplendor… con el concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza” (Novo millennio ineunte 57).
          El joven investigador lo entendió claramente. Su obra es la respuesta. Entiende que el Vaticano II es un gran ejemplo de discernimiento eclesial que ha buscado en la fuente del misterio de Dios el misterio de la Iglesia como pueblo de Dios, como sacramento (misterio) de comunión y misión, al servicio de la humanidad actual (Gaudium et spes). A mi juicio, es acertada la opción del autor en privilegiar la imagen eclesiológica de pueblo de Dios.
          Los tres capítulos de la obra teológica-pastoral responde, pues, a esta propuesta metodológica. El primero, sobre “el concilio Vaticano II como una oportunidad de discernimiento en el historia de la Iglesia del siglo XX”, enseña el proceso histórico de nuestro concilio que esencialmente es un acontecimiento de Iglesia sobre la Iglesia. Así, bajo la clave del discernimiento, el padre Colmenares, desarrolla un estudio eclesiológico: “El discernimiento ad intra en la Eclesiología del Vaticano II” (segundo capítulo) y “La Gaudium et spes, el discernimiento como clave metodológica para la acción de la Iglesia” (tercer capítulo).
          De la conclusión entiendo que la auto-comprensión que la Iglesia hace desde el concilio, es fruto de un discernimiento bien realizado. Noto que leyó el excelente artículo de Ives Congar, señalado en la amplia y organizada bibliografía, sobre el pueblo de Dios, aparecido en el primer número de la revista Concilium (1965) de donde intuye que “este discernimiento, que lo impone el reconocimiento de una igualdad ontológica entre todos los cristianos (cf. LG 11), asume, con el bautismo, la necesidad de una relación fraterna y ordenada entre cada uno de los miembros del pueblo de Dios”.
          Estamos felices de que un hermano nuestro, el padre Richard Colmenares, haya logrado tan importante éxito. Nuestro mejor homenaje es la lectura y el estudio de su obra.

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