martes, 1 de diciembre de 2009

26 años de la UNICA

Les presento la homilia del Padre Andrés Bravo, Capellán de la UNICA, pronunciada el 1° de diciembre de 2009 en la Eucaristía de celebración del 26° aniversario de la Universidad Católica Cecilio Acosta:


Estamos reunidos en Comunidad Cristiana en torno a la mesa eucarística para agradecer al Señor el don maravilloso de nuestra Universidad Católica Cecilio Acosta. El primer día del diciembre de 1983, Dios la coloca en las manos de la Arquidiócesis de Maracaibo como instrumento al servicio de la obra evangelizadora de la Iglesia. Nuestra Universidad está llamada a vivir la identidad y la misión de la misma Iglesia. Es Iglesia por su misma identidad de cristiana-católica. Nace y vive, tal como lo diría Juan Pablo II, en el corazón de la Iglesia. No sólo se presenta al pueblo como comunidad académica donde con excelencia brinda un espacio, propio de su naturaleza humana, para la creatividad y la irradiación del saber para el bien de la humanidad, consagrada a la investigación, enseñanza y formación, animada por el amor del saber, eso es, el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en los campos de los conocimientos que ella ofrece (cf. Ex corde Ecclesiae 1); sino que, además, nuestra Universidad Católica se esfuerza cada vez con mayor fuerza a “garantizar de forma institucional una presencia cristiana en el mundo universitario frente a los grandes problemas de la sociedad y de la cultura” (id. 12). Todo nuestro caminar, en el pasado que celebramos, en el presente en el que nos movemos y el futuro que nos compromete, hacia la formación de una Comunidad Universitaria, humana y cristiana, comunidad de fe-esperanza-caridad, virtudes capitales del Evangelio de Jesús.
Celebramos agradecidos, pues, la UNICA ha crecido como Iglesia, es decir, como una Comunidad Cristiana que testimonia, como signo e instrumento, la presencia de Jesús que sigue salvando. Para Juan Pablo II, “la Universidad Católica es sin duda alguna uno de los mejores instrumentos que la Iglesia ofrece a nuestra época, que está en busca de certeza y sabiduría. Teniendo la misión de llevar la Buena Nueva a todos los hombres, la Iglesia nunca debe dejar de interesarse por esta Institución” (ECE 10).
Yo, como orgulloso Capellán, doy testimonio de que aquí hay un equipo humano que ha sabido integrar su competencia profesional a su fe cristiana, como lo debe hacer todo bautizado. Contamos, sin duda, con un personal mayormente cristiano comprometido y practicante, desde sus autoridades, sus profesores, empleados, obreros y muchos alumnos. Se siente entre ellos un crecimiento espiritual basado en los valores evangélicos y la doctrina de la Iglesia. Muchos de ellos hacen viva parroquial activa, sobre todo, en la vida apostólica en diferentes grupos y movimientos como el de los Focolares, del Camino Neocatecumenal, de la Legión de María, de los Servidores de María, del Grupo Huellas, sólo para mencionar los que mayormente se han expresado. Es decir, la Comunidad Universitaria de la UNICA está formada por personas de Iglesia. Favoreciendo a esto la presencia activa de nuestro Pastor el Arzobispo de Maracaibo quien es su Canciller. La presencia, como profesores y alumnos, de un significativo grupo de Sacerdotes. Además, la presencia de Seminaristas, Religiosos y Religiosas, y Consagrados y Consagradas de Institutos Seculares. Y, para mayor gloria de Dios, convivimos con espíritu ecuménico con personas de otras confesiones cristianas.
Este ambiente, facilita una pastoral universitaria basada en el ser y quehacer de nuestra Universidad, centrada en el encuentro personal y comunitario con Jesús. Esto se traduce en acción evangelizadora integrada a la formación humana y profesional. Su principal objetivo es servir a las personas que hacen vida en nuestra Comunidad Universitaria para que puedan armonizar su vida de fe y su vocación profesional; optando por un proyecto de vida en el cual el desempeño laboral y profesional sea una respuesta a su vocación cristiana. Así, pretende: valorar la reflexión y la oración personal y comunitaria; promover las relaciones fraternas; vivir los sacramentos como constitutivo mismo de la propia existencia.
La presencia entre nosotros de San Alberto Hurtado, nuestro Patrono y protector, seguidor fiel de Jesús, nos ha ayudado a vivir el Evangelio en el servicio de amor preferencial a los jóvenes y a los pobres.
Para nosotros es importante la formación en el humanismo cristiano, humanismo integral y solidario como lo enseña la Doctrina Social de la Iglesia, central en nuestra actividad académica y en la realización del servicio comunitario, como también en los diversos programas de desarrollo humano realizado por la UNICA. Tal como la Iglesia, servidora de la humanidad, así es nuestra Universidad. Por ello, estamos sumamente agradecidos de Dios.
Que María Inmaculada nos siga bendiciendo.


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