“La misericordia y la verdad se encuentran; la justicia y la paz se besan” (sal 84, 11). Cumple la justicia y tendrás la paz, a fin de que se besen entre sí la justicia y la paz. Si no amas la justicia, no tendrás la paz, pues ambas se aman y se abrazan.
Para que quien realiza la justicia encuentre la paz, ésta se abraza a la justicia. Son amigas. Acaso tú quieres una y no practicas la otra, pues no hay nadie que no quiera la paz, pero no todos quieren actuar la justicia. Si preguntas a todos y cada uno de los hombres ¿Quieres la paz?, unánimemente te responderá todo el género humano: la deseo, la anhelo, la quiero, la amo. Entonces ama también la justicia, porque son amigas y se abrazan entre sí. Si no amas a la amiga de la paz, esta misma no te amará ni vendrá a ti.
¿Acaso es algo grande desear la paz? Cualquier hombre perverso la desea. Buena cosa es, pues, la paz. Pero cumple la justicia, porque la justicia y la paz se abrazan entre sí y no litigan. ¿Por qué contiendes tú con la justicia? Te manda que no robes y no le haces caso; que no seas adúltero y no la quieres oír; que no hagas a otro lo que no quieres tú sufrir, que no digas a otro lo que no quieres que te diga. Eres enemigo de mi amiga, te dice la paz, ¿por qué me buscas? Soy amiga de la justicia y no acepto al que encuentro enemigo de mi amiga. Cumple la justicia. Por eso, en otro salmo se te dice: “Apártate del mal y haz el bien” (esto es, ama la justicia), y cuando ya te hubieres apartado del mal y practicares el bien, “busca la paz y persíguela” (Sal 35, 15). Pero no la buscarás por mucho tiempo, porque ella misma se llegará a ti y se abrazará a la justicia (S. Agustín, en Sal 84, n.12).
(Citado por Restituto Sierra Bravo, Diccionario Social de los Padres de la Iglesia, Edibesa, Madrid 1997, págs. 240-241)
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