martes, 21 de febrero de 2012

Apostar por el futuro

Andrés Bravo
Capellán de la UNICA
Uno de los valores más importante que el cristianismo brinda a la humanidad es el poder siempre apostar por el futuro, la esperanza. El Evangelio de Jesús consiste en un llamado a construir un mundo nuevo, cada vez mejor. El sentido de la historia se vive cuando no nos resignamos a ser lo mismo, a dejar las cosas como están. Tampoco vivir en la añoranza, pensando siempre en el pasado. Por eso, sin querer ser propagandista de una opción política, puedo afirmar con plena libertad y responsabilidad que me gustó el discurso del candidato opositor la noche de su postulación cuando dijo, más o menos, que no podemos vivir del pasado como quien retrocede, ni podemos quedarnos en el presente como quien se estanca. Debemos avanzar hacia el futuro. Y lo complementa con su lema “hay un camino” y su simbólica invitación a montarnos en el autobús del progreso.
Esto es un lema electoral como lo fue “el cambio va” de la campaña de Rafael Caldera de 1968 o aquellas exitosas palabras del hoy presidente Chávez ante el fracaso del golpe de 1992, “por ahora”, que le ganó la admiración popular porque prometía un futuro mejor. Sin embargo, el discurso de Capriles, en la actual realidad, es necesario porque nos indica que una nueva sociedad es posible. No es pensar que alguien se comprometa a realizarlo por nosotros, como mesías redentor, sino porque nos invita a montarnos en esta tarea (el autobús del progreso).
De modo que nuestra acción no se limita a darle el voto, sino a ser protagonista de nuestra común historia. Si nos sentimos desafiados, dinamicemos todo nuestro ser pensando que ni el pasado ni el presente han dado  las respuestas que hemos necesitado para el progreso humano que soñamos.
Debo expresar, una vez más, que nos conviene escuchar a la Iglesia que vive en un caminar continuo hacia el futuro trascendente, en continua renovación, en continua conversión, planeando nuevos proyectos. Como Ella, Venezuela debe abrirse caminos nuevos. No nos conformemos con callejones, nuestro horizonte es inmenso, necesitamos más que autopistas. Somos constructores de una nueva sociedad.
Esto nos indica que tenemos más preguntas que respuestas, más desafíos que soluciones. Debemos comenzar a buscarnos los unos a los otros y empezar a concretar unidos las respuestas y las soluciones. Debemos transformar el sistema económico para hacerlo más justo, solidario, para el desarrollo integral de todos. Dejemos de gastar esfuerzos en defender sistemas pasados que nos han hecho mucho daño y nos llevan al fracaso de siempre. Basta de asegurar que el capitalismo liberal o el comunismo es la solución. Me resisto a creer que no hay vías nuevas. Sería decir que no hay futuro. Si el “autobús del progreso” significa copiar estos sistemas viejos, yo no me monto. Construyo otro, no me quedo parado, ni retrocedo. Estamos obligados a ser creativos.
Para finalizar estas pequeñas notas, sólo me queda invitarles a que unidos construyamos el futuro, recuperando así la democracia, donde es posible la participación libre y responsable. Pues, nos corresponde fortalecer la sociedad civil, hacia una Venezuela de progreso humano.

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