Hay enfermedades que alarman al primer síntoma. Otras avanzan
sigilosamente y sólo se les presta atención cuando ya no hay remedio; de este
último tipo es la educación de mala calidad que va minando la sociedad, hasta
que a mediano plazo aparece la tragedia irremediable. Hoy la gente parece medio
conforme con la educación y las encuestas se centran en otros malestares. Al no
medirnos con la buena educación de países exitosos, aumenta la inconsciencia.
Un grupo de venezolanos convencidos de que tenemos una extraordinaria
oportunidad para convertir nuestra educación en la gran palanca de
transformación del país, con reuniones sistemáticas mes a mes a lo largo de un
año, estudiamos los nudos claves para hacer propuestas audaces y realistas con
el objetivo de convertirlas en hechos en una década, tomando ejemplo de los
países más exitosos. Se trata de tomar en serio lo que está en la Constitución
de 1999: "Toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad,
permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades...(es obligatoria) desde
el maternal al nivel medio diversificado" y el Estado debe garantizar el
financiamiento educativo en todos los niveles preuniversitarios (artículo103).
Se trata de tomar en serio el derecho y el deber de ofrecer una educación de
calidad para todos durante, al menos, los doce primeros años de escolaridad:
¡todo un cambio radical! Entendemos que todos los venezolanos estamos de
acuerdo con este mandato constitucional, pero es evidente que la realidad
contradice el logro de este objetivo y no hay señales de que la situación se
esté superando. En consecuencia, necesitamos crear una nueva conciencia
nacional educativa para dar un salto que cambie las inercias del pasado y la
realidad, y nos encamine a una educación de calidad.
En el grupo de trabajo donde participamos hay gente competente que ha
dedicado toda su vida a la educación nacional privada y oficial,
investigadores, docentes, actores significativos, como rectores y directores en
diversos niveles, un ex ministro y algunos empresarios.
Empezamos nuestro trabajo identificando una decena de puntos claves y,
sin quedarnos en el diagnóstico y la lamentación, pasamos a elaborar las
propuestas con base en la siguiente metodología: escogíamos a uno de nosotros
por sus conocimientos en determinado tema específico, que debía escribir
alrededor de 15 páginas con sus propuestas.
Otro para que redactara cerca de 5 páginas de comentarios sobre ese
texto, y luego todos (aproximadamente 20 personas en cada sesión) discutíamos
sobre el tema y el escrito. Finalmente, el autor inicial recogía las
observaciones, correcciones y sugerencias y volvía a redactar el informe que
después se transformaría en un capítulo de este libro que recogería nuestras
ideas. Nos llamaron la atención las discusiones por la libertad, apertura y
creatividad de un grupo tan variado. Así surgieron los 10 capítulos del libro
Educación para transformar el país y una Síntesisfinal formulada en Siete
Perspectivas y Siete Propuestas. El libro y la síntesis, como separata, han
sido presentados en estos días en varios ámbitos a nombre de la treintena de
autores, quienes trabajaron bajo mi coordinación, en el Foro-Cerpe que los
aglutina.
No queremos quedarnos en un libro, sino activar una conciencia nacional
movilizada para el logro de una educación de calidad para todos, empezando por
los más pobres, entre los cuales se pierden millones de talentos castigados por
la baja calidad de su educación y la escasa prosecución escolar que los condena
a luchar en condiciones de inferioridad.
Debemos insistir en que no nos interesa cualquier educación, sino
aquella que despierte y desarrolle las potencialidades y valores personales,
eleve la condición ciudadana democrática y nos vincule al hecho productivo con
una capacitación y eficiencia que permita salir victorioso en un mundo tan
globalizado. Es cierto, que se puede aliviar la pobreza con limosnas, pero el
único modo de derrotarla es transformando el ingreso petrolero en educación de
calidad para cada venezolano.
El Foro-Cerpe no debe entenderse como un grupo
cerrado de treinta personas, sino como un espacio abierto a la discusión
orientada a la acción y a los acuerdos eficaces. A él puede pertenecer todo
aquel que comparta nuestros objetivos, independientemente del carácter de sus ideas.
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