lunes, 19 de enero de 2015

Llamados a ser Iglesia



Andrés Bravo
Profesor de la UNICA



Reflexión Semanal 9
Tercer domingo ordinario


            El pasaje del Evangelio testimoniado por san Marcos (Mc 1,14-20) donde Jesús da comienzo a su misión, tras la paulatina desaparición de Juan Bautista, recorriendo los caminos de este mundo con el mensaje del Evangelio del reino y llamando a unos pescadores a seguirle para ser sus apóstoles, me motiva a reflexionar sobre la Iglesia que Jesús va haciendo nacer con ellos, como “signo e instrumento de salvación” (Lumen gentium 1), al servicio de la humanidad. Misterio de comunión y misión.
Pero, más que preocuparnos sobre qué es la Iglesia, debemos ocuparnos en ser Iglesia (Comunión de fe, esperanza y caridad). Al igual que los grandes padres de los primeros siglos, considero que la Iglesia no es simplemente un objeto de estudio, es un modo de vivir el seguimiento de Jesús en comunión. Por eso el papa Francisco insiste en exigirnos en no convertirla en una ONG, ni en ningún organismo de poder: “La gran tentación de la Iglesia es pretender tener luz propia… Se vuelve autorreferencial y se debilita su intención de ser misionera. Deja de ser esposa para terminar siendo administradora. De servidora se transforma en controladora” (Al CELAM 28 de julio 2013). Si el apóstol abandona su misión, se convierte en siervo del poder mundano.
En este sentido, Puebla resalta varias notas importantes que caracterizan a la Iglesia. Ella “es inseparable de Cristo porque Él mismo la fundó por un acto expreso de su voluntad, sobre los Doce (apóstoles) cuya cabeza es Pedro, constituyéndola como sacramento universal y necesario de salvación” (Puebla 222). Señala a la Iglesia como pueblo y familia de Dios (cf. Puebla 238-249). Un pueblo enviado al servicio de la comunión (cf. Puebla 267-273). La Iglesia es en Cristo, no es autosuficiente. Ella es el signo e instrumento de salvación. Es ella la que debe servir de candelabro para que la verdadera luz que es Cristo ilumine al mundo. Ella, en especial, es servidora del reino de Dios: “La Iglesia es también el instrumento que introduce el reino entre los hombres para impulsarlos hacia su meta definitiva” (Puebla 227).
            El apostolado de la Iglesia es evangelizar. Ella es evangelizadora. Esta es su vocación e identidad. Se puede decir que la Iglesia es la Apóstol de Jesús, elegida para anunciar la buena noticia del reino, la liberación del mal y la reconciliación entre nosotros y con Dios. Es que la Iglesia es llamada y elegida para hacer que los seres humanos se acerquen y escuchen a Dios y se identifiquen con su Palabra. Porque “el anuncio no adquiere toda su dimensión más que cuando es escuchado, aceptado y cuando hace nacer en quien lo ha recibido una adhesión de corazón. Adhesión a las verdades que en su misericordia el Señor ha revelado, es cierto. Pero más aún, adhesión a la persona de Cristo y al programa de vida… que Él propone. En una palabra, adhesión al reino, es decir, al mundo nuevo, al nuevo estado de cosas, a la nueva manera de ser, de vivir, de vivir juntos, que inaugura el Evangelio” (Evangelii nuntiandi 23).
             No puedo dejar de referirme, en primer lugar, al Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006), donde la Iglesia se desafía a sí misma a una renovación en Cristo, hacia la comunión y la solidaridad, para convertirse en una Iglesia viva y evangelizadora, en comunión de hermanos, solidaria con los pobres, profeta y abierta al diálogo sincero con todos. Les exhorto a que conozcamos los documentos de este extraordinario Concilio Plenario, sin dudas, el más importante acontecimiento eclesial de la Iglesia peregrina en Venezuela, de los últimos años.
            En segundo lugar, como Iglesia, debemos dejarnos mover por los vientos renovadores que nos da el Espíritu Santo, a los cincuenta años del Vaticano II, con nuestro papa Francisco. Considero que debemos asumir su compromiso, aprender de su magisterio, dejarnos “Primerear” (Evangelii Gaudium 24) y salir decididos a construir el reino. En su extraordinaria exhortación Evangelii gaudium (la alegría del Evangelio) nos ofrece su programa pastoral, el modelo de Iglesia que quiere que vivamos. Una Iglesia pobre al servicio de los pobres, una Iglesia en salida, misionera, comunidad evangelizadora en búsqueda de los alejados. Una Iglesia de calle, saliendo de sí misma al encuentro con la gente de los pueblos. La Iglesia de Cristo.
            Maracaibo, 18 de enero de 2015

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