lunes, 23 de junio de 2014

VIII Encuentro Nacional de Pastoral Universitaria



Andrés Bravo
Capellán de la UNICA

            En la bella Isla de Margarita se celebró el VIII Encuentro Nacional de la Pastoral Universitaria entre los días 21 al 24 de mayo 2014, organizado por la Comisión Episcopal de Juventud y Pastoral Universitaria de la Conferencia Episcopal Venezolana, presidida por Mons. Castor Oswaldo Azuaje, obispo de Trujillo, y dirigida por el presbítero Carlos Flores. Sin embargo, es el presbítero Leonardo Marius quien asesora acertadamente la pastoral universitaria a nivel nacional. Aunque se sintió la presencia activa de Mons. Azuaje y del padre Flores, la coordinación del evento fue responsabilidad del padre Marius quien lo hizo de manera excelente. Así, pues, comienzo por darle el reconocimiento que justamente se merece.
            El encuentro se constituyó con momentos espirituales, formativos, de convivencia y compromisos. Participamos cerca de setenta personas comprometidas con la pastoral en el mundo universitario. Estudiantes, obreros, administrativos, profesores, sacerdotes y obispo, representamos unas veinte delegaciones de distintas universidades de nuestro país, de quince diócesis y arquidiócesis. Mons. Aníbal Quintero, obispo de Margarita, nos dio la bienvenida y presidió la Eucaristía de Inauguración en la Iglesia del Valle, ofreciendo el encuentro a la protección maternal de la Virgen del Valle. El texto que nos iluminó durante todo el evento, fue la exhortación del papa Francisco, Evangelii gaudium (EG). De esta forma, también sentimos la presencia del pastor universal.
            El primer día fue la llegada y la primera reunión donde se señalaron los motivos, las dinámicas y los lineamientos del encuentro. Se presentó solemnemente el “Año Jubilar de la Juventud en Venezuela” motivado por la pasada conmemoración del bicentenario de la batalla de la Victoria que libraron los jóvenes venezolanos el 12 de febrero de 1814. El tema y lema del año celebrativo de la juventud son las palabras del papa Francisco que pronunció en la pasada Jornada Mundial de la Juventud: “Sean callejeros de la fe”. Es un llamado a los jóvenes cristianos a vivir su vocación bautismal de misioneros “saliendo de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). Lo que se pretende lograr es propiciar entre los jóvenes la vivencia de fe cristiana.
            El segundo día fue, a mi juicio, el más productivo. El profesor mexicano, de origen italiano, Giampiero Aquila, dictó una excelente ponencia sobre una introducción a la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium del papa Francisco, que tituló: “para ver el trigo en medio de la cizaña”. El mismo profesor con su enseñanza condujo el trabajo de todo el día. Él calificó la exhortación papal como una “provocación apostólica”. Es, sin dudas, como lo es la misma persona de Francisco, una exigencia a la renovación.
En primer lugar, nos habla de una Iglesia misionera en clave de salida. Aquí se subraya una dimensión antropológica sumamente importante. “La propuesta, dice el papa, es vivir en un nivel superior” (EG 10). Esto lo explica el mismo Francisco citando el documento de Aparecida el numeral 360: “La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás” (EG 10). El profesor Giampiero interpreta que la invitación misionera atañe la naturaleza misma del ser humano y que las dimensiones de la vida de la Iglesia son dimensiones de la vida del hombre. Es decir, digo yo, ser Iglesia, y en Ella, misionero, forma parte de mi realización personal.
El segundo punto de la ponencia sobre la exhortación en cuestión, es sobre una respuesta a la realidad o, como textualmente lo dice nuestro profesor, “una respuesta en el ambiente”. Aquí se encuentra el juicio ante una realidad que vemos siempre con mirada nueva (“como los ojos del neonato que se abrieran por primera vez a la realidad”). Ciertamente, aprecio yo, el papa es crítico ante una realidad que debe cambiar. Si en algún momento sus predecesores llegaron a insinuar alguna justificación al capitalismo, con el propósito de señalar el peligro evidente del socialismo, Francisco hace una fuerte y clara acusación a todo sistema que no asegura el valor de la vida humana y dice “no a una economía de la exclusión y la inequidad” (EG 53), porque “esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad” (EG 53). Se hablará siempre de los “nos” de Francisco: No a una economía de la exclusión (EG 53-54), no a la nueva idolatría del dinero (EG 55-56), no a un dinero que gobierna en lugar de servir (EG 57-58), no a la inequidad que genera violencia (EG 59).
Otra grave realidad que desafía la evangelización que nuestro profesor no hizo notar en la exhortación es la secularización que busca reducir la fe al ámbito de lo privado y de lo íntimo. Explica el papa: “Al negar toda trascendencia, (la secularización) ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada” (EG 64). Para esta realidad que desafía a la Iglesia misionera, la respuesta es, según el papa, “el sentido unitario y completo de la vida humana que propone el Evangelio” (EG 75).
El último punto de la ponencia trató de “la moralidad no es cumplimiento sino que es tensión”. Muy interesante este planteamiento que el papa Francisco nos ofrece porque, lo refiere el ponente, “si la naturaleza del cristianismo es la de ser un acontecimiento, lo que pide no es ser buenos sino seguirlo”. El cristiano es un seguidor de Jesús. En realidad, la exhortación nos enseña una moral social (ver EG 217-237). Los temas son: el bien común y la paz social. Denuncia la falsa paz: “también sería falsa paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden” (EG 218). Y se afinca el papa con su hablar claro: “La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética” (EG 218).
Al respecto, Francisco nos propone los siguientes principios:
1.      El tiempo es superior al espacio (EG 222-225): “Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios”.
2.      La unidad prevalece sobre el conflicto (EG 226-230): “El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad”.
3.      La realidad es más importante que la idea (EG 231-233): “Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría”.
4.      El todo es superior a la parte (EG 234-237): “Entre la globalización y la localización también se produce una tensión. Hace falta prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra. Las dos cosas unidas impide caer en algunos de estos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en un universalismo abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos programados; otro, que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar la belleza que Dios derrama fuera de sus límites”
A estas enseñanzas maravillosas que sobre la primera exhortación del papa Francisco, nos diera el profesor Giampiero Aquila, laico comprometido en la Pastoral Universitaria e investigador de la División de Filosofía del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV), México; se trabajó en grupo todo el día. Sobre cinco puntos sugeridos por el expositor y tomados de la exhortación del papa:
1.      La necesidad de la conversión: Dios nos primera. “Invito a cada Cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar con Él, de intentarlo cada día sin descanso…” (EG 3).
2.      La misión paradigmática: una Iglesia en salida. “Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a otros. Eso es en definitiva la misión” (EG 10).
3.      Una respuesta en el ambiente: la Universidad. ¿A qué nos remite que nuestra presencia no puede ser intimista o reducida a lo privado?
4.      Una fe que cubre toda la vida. “Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos” (EG 113).
5.      La moralidad no es cumplimiento sino que es tensión. Si la naturaleza del cristianismo es un acontecimiento (la persona misma de Jesús), lo que pide no es ser bueno sino seguirlo. ¿Qué descubrimos de novedoso para ayudarnos a afrontar la situación actual que vivimos en Venezuela? ¿Cuál puede ser nuestro aporte como Iglesia presente en la Universidad?
El trabajo en grupo fue realmente serio y productivo. Ahí es cuando los jóvenes estudiantes tomaron el protagonismo y se desató una interesante discusión con mucho respeto, con claridad y sinceridad. La realidad de Venezuela presentada por los estudiantes es dramática y sus luchas sacrificadas. Un gran aprendizaje de amor y compromiso social desde la fe cristiana y sus convencimientos democráticos. Esto dio a luz un documento denominado: “Manifiesto final del VIII Encuentro Nacional de Pastoral Universitaria”.
Lo que más nos llama la atención es el cómo se ven ellos (los estudiantes venezolanos) frente al país que sufren. Dicen que, entre ellos, existen los que luchan indignados, los que luchan esperanzados, los indiferentes, los que están confundidos, los silenciados y los que sostienen un compromiso ideológicos. Ahora bien, afirman en el manifiesto, que no se pretende plantear soluciones a la problemática que vivimos, “ no se trata, pues, de una postura ideológica que se contrapone a otros o se pone como una tercera vía, sino, una postura ante la realidad que permite ver mejor lo que acontece”.
Manifiestan: “Nos parece importante aclarar que Cristo no es un héroe que vino a solucionar o eliminar nuestros problemas, sino a relacionarnos de otra forma con ellos. Cristo está presente en medio de nosotros para reconocernos plenamente humanos en Él, para restituir constantemente nuestra dignidad de personas, para ser protagonistas en el mundo de lo que verdaderamente cambia al hombre y a la sociedad: una comunidad cristiana viva dentro de la Universidad”. Y concluyen: “El papa Francisco nos ha invitado a salir, a callejear la fe… Animamos así a todos los jóvenes y universitarios en general, a que no tengan miedo a anunciar y vivir a Jesucristo, que expresen con valentía, creatividad, libertad y profundo respeto al otro, lo que creen, lo que esperan, lo que le da un horizonte nuevo y definitivo a la vida, al fin y al cabo esto es la Universidad”.
Esto es, pues, el mejor fruto de nuestro VIII Encuentro Nacional de Pastoral Universitaria de este año 2014. En la Universidad Católica Cecilio Acosta hemos compartido esta experiencia con un grupo de estudiantes y profesores.

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