sábado, 25 de abril de 2015

El Buen Pastor

Andrés Bravo
Profesor de la UNICA
Reflexión Semanal 20
4° Domingo de Pascua
            En el día del Buen Pastor, nos colocamos frente a Jesucristo que nos comunica un mensaje vivencial, por medio en una parábola que lo revela como el Pastor bueno (Jn 10,1-21) y, a la vez, a nosotros como su rebaño. Este rebaño es la Iglesia, cuyo pastor es el mismo Dios que “recoge en sus brazos los corderitos y los mete en su seno, y trata con cuidado a las paridas” (Is 40,11). La Iglesia es, por tanto, la comunidad (rebaño) formada por los seres humanos (ovejas y corderos), que, reunidos en Cristo (el Buen Pastor), son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el Reino del Padre (cf. Gaudium et spes 1). Ese Reino es el rebaño definitivo hacia donde nos conduce el Buen Pastor por los caminos históricos de este mundo. De ahí que la Iglesia es el germen y primicia de este Reino en la tierra (cf. Lumen gentium 5). Pues, esta imagen evangélica, que identifica a la Iglesia como un rebaño donde todas las ovejas nos unimos bajo el cayado de un solo Pastor, es la clave de la visión de la Iglesia comunión.
            La parábola a la que nos referimos, señala claramente las características de un pastor según Cristo:

·         No podemos formar parte de la comunidad cristiana, menos aún como pastores, si no nos identificamos con el mismo Cristo, puerta del rebaño. Muchos pretenden entrar por otro lado a la comunidad cristiana para hacer daño, para sembrar divisiones y escandalizar.

·         Pero, el auténtico pastor es conocido, entra con libertad por la puerta de la dignidad y cumple un servicio recibido por el Señor. “El portero le abre, las ovejas oyen su voz, él llama a las suyas por su nombre y las saca. Cuando ha sacado a todas las suyas, camina delante de ellas y ellas detrás de él; porque reconocen su voz” (Jn 10,3-4), lo que no hacen con los extraños. Porque un verdadero pastor sabe que a quien siguen es a Cristo Jesús, jamás puede pretender que lo sigan a él mismo.

·         Si existe alguno que quiera ser pastor por sus propios meritos y con su propia misión, es rechazado, “no conocen su voz”. Un pastor es en Cristo, sin Él no somos nada. Por eso necesita ser pastoreado por el Buen Pastor y ser elegido por Él para que lo represente con fidelidad.

·         La misión que Cristo realiza y entrega al elegido, es la de dar vida con sentido, por el contrario, el ladrón da muerte. El Señor vino al mundo a entregar su vida para que todos la tengamos en abundancia. El buen pastor se diferencia del mercenario pastor, en que el primero existe entregándose, el último vive para sí y busca a sus ovejas para que le sirvan.

·         El buen pastor ama y conoce a cada una de las personas de su comunidad, no los tratan como masas, como clientes, como parte de un conglomerado que buscan, eventualmente, un servicio religioso y se van olvidados. La comunidad está compuesta de personas, con su propia identidad, por eso son capaces del encuentro y el compartir.

·         El pastor, como lo enseña el papa Francisco, sale al encuentro de otras ovejas, las alejadas, las que habitan en las periferias, las críticas, las difíciles, las que cuestionan y se hacen incomodas, las que profesan otra fe o se confiesan ateos: “Tengo otras ovejas que no pertenecen a este redil; a ésas tengo que guiarlas para que escuchen mi voz y se forme un solo rebaño con un solo pastor” (Jn 10,16).
Nuestro actual Pastor Universal, el papa Francisco, acostumbrado a sus discursos claros y raspados, nos enseñó en la Misa Crismal 2015, las tareas de los sacerdotes: “llevar a los pobres la Buena Noticia, anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracias del Señor. Isaías agrega: curar a los de corazón quebrantados y consolar a los afligido”. Y, una de las más hermosas y cuestionadoras palabras de alguien que ama: “Si Jesús está pastoreando en medio de nosotros, no podemos ser pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos. Olor a oveja y sonrisa de padre… Sí, bien cansados, pero con la alegría de los que escuchan a su Señor decir Vengan a mí, benditos de mi Padre”.
Maracaibo, 26 de abril de 2015

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