jueves, 12 de mayo de 2016

Mensaje de solidaridad de la UNICA con Venezuela


 
            La Comunidad Universitaria de la Universidad Católica Cecilio Acosta (UNICA) experimenta un profundo compromiso doloroso ante la situación de injusticia inhumana en la que están sumergidos los más pobres de nuestro pueblo venezolano. Aquellos que impotentemente ven sufrir y hasta morir a sus seres más amados - especialmente a niños, ancianos y enfermos de enfermedades graves - por la precariedad de la salud y la imposibilidad de encontrar los medicamentos y alimentos necesarios, o porque no se poseen los recursos o porque no existen en el país.
            No exageramos al afirmar con plena responsabilidad que en nuestro país hay hambre y miseria crecientes. Terrible realidad que amenaza la paz y contraría la voluntad de Dios. Esto es calificado, con criterios cristianos, como una situación de pecado. Como Iglesia, sentimos en nuestras entrañas el clamor de los sufridos y desesperados, un clamor claro, creciente, impetuoso y hasta amenazante (cf. Puebla 89). Pues, todo atentado contra la vida humana es una ofensa a su Creador.
            Lo más grave, quizá el límite o extremo de una existencia deshumanizada, es aceptar los linchamientos y la eliminación de presuntos delincuentes que, sin respeto a ningún proceso judicial y ningún pudor moral, se le aplica una pena de muerte prohibida por nuestra constitución. Esto se llama barbarie, lejos de una sociedad civilizada. Por muy culpable que sea, todo ser humano tiene derechos humanos que deben ser respetados.
No aprobamos ninguna clase de violencia, ni amparamos a delincuentes, pero no podemos convertirnos en una sociedad de salvajes. Un escritor cristiano del tercer siglo denominado Firmianus Lactantius nos ilumina con su enseñanza: “Si el hombre se enfureciera a la vista de otro hombre, como vemos hacen los animales salvajes, no podría existir sociedad entre los hombres, ni orden, ni seguridad en las ciudades. No habría ninguna tranquilidad en la vida humana si la debilidad de los hombres estuviese expuesta no sólo a los ataques de los demás animales, sino también se combatieran unos a otros continuamente conforme hacen las bestias”.
Nos unimos a las palabras y acciones de nuestra Conferencia Episcopal (Comunicado de la CEV del 27 de abril 2016) desde donde la Iglesia Católica hace suya las angustias de nuestro pueblo y, como lo hizo Jesús, se coloca a lado de los más pobres para servirles. Igualmente, en la Católica de Maracaibo no aceptamos la manipulación hacia una violencia fratricida, ni el miedo que frena la lucha liberadora, ni mucho menos la resignación y desesperanza: “Nunca debemos ser ciudadanos pasivos y conformistas, sino sujetos conscientes de nuestra propia y calamitosa realidad; sujetos pacíficos, pero activos y, en consecuencia, actuar como protagonistas de las transformaciones de nuestra historia y nuestra cultura. ¡El Evangelio nos reclama eficacia!” (CEV 3).
En la UNICA creemos en la organización popular, en la participación y la acción solidaria. Creemos en el auténtico diálogo desde la cultura del encuentro a la que constantemente nos llama el papa Francisco. Apoyamos la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional. Creemos en la autonomía de los poderes públicos. Creemos en la posibilidad de crear entre nosotros organizaciones de solidarias para los venezolanos más necesitados. Porque, “es imperativo seguir ofreciendo la acción decidida de la Caritas Nacional diocesana y parroquial y las diversas acciones de la Pastoral Social… Todas nuestras comunidades eclesiales deben abrir un espacio, de modo que se conviertan en casas de encuentro y diálogo para quienes sincera y desinteresadamente buscan construir la paz” (CEV 10).
            Maracaibo, 12 de mayo de 2016
Consejo Universitario

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