jueves, 12 de mayo de 2016

Por una Iglesia toda sinodal


Mons. Bruno Forte

29 de Abril de 2016
La exhortación apostólica del Papa Francisco Amoris laetitia, «La alegría del amor», es fruto de una ejemplar convergencia de colegialidad episcopal, sinodalidad de todo el pueblo de Dios y ejercicio del ministerio petrino. El colegio de los obispos ha participado en la maduración de lo que en ella se expresa, sobre todo a través de una muy amplia consultación, realizada mediante cuestionarios enviados antes de las dos asambleas sinodales, la «extraordinaria» de octubre de 2014 y la «ordinaria» de octubre de 2015. Las respuestas provenientes de todo el mundo no hicieron sólo partícipes a los pastores de las Iglesias diocesanas y a los comprometidos en Roma en el servicio de directa colaboración con el Sucesor de Pedro, sino también a muchas instituciones culturales, organismos pastorales y personas expertas en la materia o deseosas de ofrecer su aportación respondiendo a la invitación de las diócesis y de las Conferencias episcopales. La participación en las asambleas sinodales de los obispos, elegidos en representación de todos los componentes de la Catholica, se caracterizó por una gran franqueza e vivió también momentos en los que la diversidad de puntos de vista pareció imprimir lentitud o incluso obstaculizar el camino: la invitación explícita del Santo Padre a hablar siempre con absoluta libertad y responsabilidad ante Dios y la Iglesia, hizo posible una vitalidad e intensidad del camino que —según el parecer de muchos— no se experimentaba desde los tiempos del Concilio Vaticano II. Lejos de mostrar una Iglesia dividida entre «progresistas» y «conservadores», como muchos «medios de comunicación» quisieron hacer creer, un riqueza tan grande de aportaciones contribuyó al aumento de la temperatura espiritual del camino sinodal, haciendo posible la experiencia de una progresiva «diversidad reconciliada», fruto de la común voluntad de obedecer al Señor y de leer los signos de los tiempos a la luz de Su Palabra. Este ejercicio de la colegialidad episcopal ha sido una experiencia viva y enriquecedora de la eclesiología de comunión, que se expresó con claridad en el discurso del Papa Francisco del 17 de octubre de 2015 con ocasión de la celebración de los cincuenta años de la institución del Sínodo. En el mismo, entre otras cosas, el Papa dijo: «El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión». Y añadió: «Aquí el Sínodo de los obispos, representando al episcopado católico, se transforma en expresión de la colegialidad episcopal dentro de una Iglesia toda sinodal».

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