29 de Abril de 2016
La exhortación
apostólica del Papa Francisco Amoris
laetitia, «La alegría del amor», es fruto de una ejemplar convergencia de
colegialidad episcopal, sinodalidad de todo el pueblo de Dios y ejercicio del
ministerio petrino. El colegio de los obispos ha participado en la maduración
de lo que en ella se expresa, sobre todo a través de una muy amplia
consultación, realizada mediante cuestionarios enviados antes de las dos
asambleas sinodales, la «extraordinaria» de octubre de 2014 y la «ordinaria» de
octubre de 2015. Las respuestas provenientes de todo el mundo no hicieron sólo
partícipes a los pastores de las Iglesias diocesanas y a los comprometidos en
Roma en el servicio de directa colaboración con el Sucesor de Pedro, sino
también a muchas instituciones culturales, organismos pastorales y personas
expertas en la materia o deseosas de ofrecer su aportación respondiendo a la
invitación de las diócesis y de las Conferencias episcopales. La participación
en las asambleas sinodales de los obispos, elegidos en representación de todos
los componentes de la Catholica, se
caracterizó por una gran franqueza e vivió también momentos en los que la
diversidad de puntos de vista pareció imprimir lentitud o incluso obstaculizar
el camino: la invitación explícita del Santo Padre a hablar siempre con
absoluta libertad y responsabilidad ante Dios y la Iglesia, hizo posible una
vitalidad e intensidad del camino que —según el parecer de muchos— no se
experimentaba desde los tiempos del Concilio Vaticano II. Lejos de mostrar una Iglesia
dividida entre «progresistas» y «conservadores», como muchos «medios de
comunicación» quisieron hacer creer, un riqueza tan grande de aportaciones
contribuyó al aumento de la temperatura espiritual del camino sinodal, haciendo
posible la experiencia de una progresiva «diversidad reconciliada», fruto de la
común voluntad de obedecer al Señor y de leer los signos de los tiempos a la
luz de Su Palabra. Este ejercicio de la colegialidad episcopal ha sido una
experiencia viva y enriquecedora de la eclesiología de comunión, que se expresó
con claridad en el discurso del Papa Francisco del 17 de octubre de 2015 con
ocasión de la celebración de los cincuenta años de la institución del Sínodo.
En el mismo, entre otras cosas, el Papa dijo: «El mundo en el que vivimos, y
que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de
la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su
misión». Y añadió: «Aquí el Sínodo de los obispos, representando al episcopado
católico, se transforma en expresión de la colegialidad episcopal dentro de una
Iglesia toda sinodal».
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