Homilia de Mons. Ubaldo Santana en la Eucaristía Solemne en honor a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Patrona del pueblo zuliano
Hermanos arzobispos y obispos concelebrantes.
Hermanos presbíteros y diáconos permanentes
Hombres y mujeres de especial consagración;
Estudiantes del Seminario Mayor y del Curso Propedéutico
Señor Gobernador del Estado Zulia y su distinguida esposa
Señora alcaldesa del Municipio Maracaibo
Autoridades civiles y militares nacionales, regionales y municipales
Representantes del Cuerpo consular acreditado en Maracaibo
Invitados especiales
Representantes de los Medios de Comunicación social
Muy amados hermanos y hermanas que colman la plazoleta y los lugares adyacentes, peregrinos venidos de todo el Zulia y de otras regiones de Venezuela, de América y del mundo. A todos los cristianos de la hermana república de Colombia con quienes compartimos este patronazgo mariano un gran saludo lleno del cariño de María de Chiquinquirá.
Radio oyentes y televidentes que están en sintonía con esta celebración particularmente los ancianos, los hospitalizados, los recluidos en las cárceles, así como aquellos que nos siguen a través de las redes sociales.
Un saludo lleno de agradecimiento a los Servidores de María que cumplen 115 años de custodia y protección de la tablita y aseguran la visita lacustre y los traslados de sus réplicas peregrinas a todas las instituciones que la solicitan con gran abnegación y eficiencia
Un saludo muy especial a los pobladores de la subregión goajira que sufren los rigores de las lluvias y han tenido que abandonar sus hogares y trasladarse a refugios provisionales.
Cristianos y cristianas cada vez más numerosos que se unen con entusiasmo a esta fiesta en diversas ciudades del mundo de Europa y América; en especial aquellos que viven en países donde no tienen posibilidad de festejarla públicamente por restricciones a la libertad religiosa.
Desde que la Virgen de Chiquinquirá decidió surcar el lago a bordo de una tablita, y desembarcar en nuestras riberas hace ya más de 300 años, se ha venido tejiendo entre el pueblo zuliano y María del Rosario una hermosa historia de amor. La grey se ha volcado hacia la ermita que la alberga para cantarle gaitas inspiradas y ella ha retribuido sus innumerables gestos de devoción y de cariño con incontables favores, curaciones y bendiciones. De tantos encuentros y citas de estos dos enamorados el de estos días es sin duda alguna el más esplendoroso. Millares de hijos se agolpan en torno a la Madre llena de misericordia, agradecidos por escuchar sus plegarias, atender sus necesidades y consolarlos en sus tribulaciones. Esta noche les invito a dar gracias a Dios por haberle regalado a este noble pueblo la presencia de la Madre de su Hijo Jesús, bajo la figura de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.
Hoy nos sentimos muy cerquita de ella, como San Andrés y San Antonio. Cada vez que nos congregamos en torno a su tierna figura, nos convencemos más de cuánto la necesitamos para aprender a vivir como una sola gran familia; para arraigarnos y edificarnos en Cristo Jesús y mantenernos firmes en la fe católica heredada de nuestros antepasados. ¡Alegrémonos y regocijémonos en el Señor Jesucristo porque en su gran misericordia ha querido enviar a su misma madre como evangelizadora y gran catequista para enseñarnos a ser cristianos! La Virgen María no tiene efectivamente otra misión en la Iglesia que la de mostrarnos a su Hijo Jesucristo y de enseñarnos a hacer lo que El nos diga (Cf Jn 2,5). La verdadera devoción a la Virgen María siempre debe desembocar en un encuentro personal con Jesucristo. Quien anda con ella siente la necesidad de hacerse discípulo misionero de su Hijo y de participar activamente en la vida de la Iglesia.
En la tablita, el rostro goajiro de nuestra Madre aparece inclinado hacia el niño Jesús y sus ojos achinados están centrados en él. Esta postura de la Virgen María nos revela la esencia de la vocación y de la misión de María en el designio de la salvación. Ella es la mujer redimida, la primera criatura de la nueva alianza que en vez de darle la espalda a Dios, se voltea totalmente hacia él. Después del pecado, Adán y Eva, llenos de vergüenza, intentaron esconderse de Dios para no darle la cara. Ya no estamos condenados a caminar a tientas en las tinieblas, a vivir de espaldas a Dios, a escondernos de Él llenos de vergüenza. Como María, podemos voltearnos hacia Jesús, libres de la esclavitud del pecado, fijar nuestros ojos en El, autor y perfeccionador de la fe (He 12, 1-3).
Ese es el fruto hermoso del evangelio predicado por María en suelo venezolano desde que se apareció en Guanare. Esa es la gracia de la conversión que tenemos que pedir esta noche para todos los que profesamos la fe cristiana. Que demos la espalda al pecado, que abandonemos los caminos de la maldad y nos volteemos decididamente hacia Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, y nos dispongamos con la fuerza y la luz de su gracia a hacer el bien, detener la violencia y construir juntos la paz. Este año se nos invita a acoger en nuestras vidas la misericordia divina y a aprender en la escuela de la Palabra a ser misericordiosos, a imitación de nuestro Padre del cielo, rico en misericordia y perdón. Este llamado urgente del Señor Jesús nos llega también a través de la vida de Santa Faustina Kovalska, religiosa polaca escogida por el Señor antes del estallido de la segunda guerra mundial, para propagar por el mundo el mensaje de la reconciliación entre los pueblos con la imagen de Jesús de la Divina Misericordia.
Venezuela también necesita con urgencia este mensaje para erradicar la violencia que nos acosa y aprender a perdonarnos y a reconciliarnos como hermanos. Necesitamos impregnarnos de sentimientos de comprensión y de tolerancia los unos para con los otros. Tantos asesinatos y masacres nos están volviendo personas desconfiadas, duras de corazón, crueles, y retaliativas, insensibles al dolor ajeno. La sospecha nos está robando la proverbial solidaridad de nuestro gentilicio para con los más necesitados. Los venideros tiempos electorales requerirán de todos nosotros un serio empeño para evitar las confrontaciones dañinas y transformarlos en herramientas de concordia y de paz entre todos los venezolanos.
En la cita de este año debemos decirle a nuestra excelsa patrona: Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos y enséñanos a ser más humanos, más compasivos. Ser compasivos, perdonar no es una debilidad. Al contrario es la más grande manifestación de nuestra fortaleza. Nuestro mundo y nuestra patria claman por mayor humanidad. ¡Cuántas guerras, cuántas muertes violentas causadas por la intolerancia racial, ideológica, religiosa y cultural; por el odio y el resentimiento, por las ansias de poder, por la codicia del dinero, por el comercio de seres humanos y el narcotráfico internacional! Ya hay gente abriendo estas nuevas rutas.
El III Encuentro de líderes religiosos realizado en Asís a finales del mes pasado nos muestra el camino por donde debemos enrumbar nuestros pasos. Cobijados por un resplandeciente sol otoñal, ataviados según sus rituales , más de 240 líderes religiosos pertenecientes a diversas confesiones, denominaciones religiosas, tradiciones y grupos humanísticos no creyentes del mundo, convocados esta vez por el Papa Benedicto XVI, dieron un esperanzador testimonio de acercamiento, de mutua escucha y expresaron su compromiso personal e institucional de trabajar juntos para promover la convivencia pacífica y respetuosa de todos los seres humanos y erradicar definitivamente la idea de que las religiones promueven la intolerancia, la violencia, el sectarismo y la guerra.
No hay muros que no se puedan derribar, prejuicios ancestrales e históricos que no se puedan superar, errores cometidos que no se puedan perdonar. No se necesita saber ni cuál es tu religión, ni tu ideología, ni tu color político, ni tu posición social o económica para juntar decisiones y voluntades, para luchar juntos contra todas las miserias, inequidades y discriminaciones que agobian el mundo y construir puentes de amistad, aceptación y entendimiento. La guerra, los conflictos violentos no son el futuro. El futuro es la paz.
Y ya que estamos soñando un mundo distinto, bajo el patrocinio de San Francisco patrono del medio ambiente y de los animales, quiero abogar por la pronta eliminación de las corridas de toros por lo menos el día de la fiesta de la Chinita y si es posible del programa de la Feria y porque no también de los carteles del mundo entero. El maltrato a los animales es una triste y lamentable prolongación del maltrato que los humanos nos infligimos mutuamente y del cual las mujeres, los niños y los ancianos son las principales víctimas. ¿Cómo se va erradicar de este mundo la crueldad y el maltrato si nosotros seguimos ostentándolo como un espectáculo para distraer al pueblo? Madre de misericordia, enséñanos a promover una cultura de la vida, del respeto, de la convivencia más sana con la creación entera y el medio ambiente. No podemos proclamarnos seguidores de Jesús y devotos de la Chinita y aceptar pasivamente tantos actos de crueldad.
Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos y enséñanos, Madre a vivir con mayor consecuencia nuestro cristianismo. Como cristianos hemos de estar alertas para combatir sin violencia pero con firmeza la progresiva entronización de la anticultura de la muerte en nuestro país. Por eso junto con la Conferencia Episcopal Venezolana y muchas Iglesias en América, los movimientos pro vida y los defensores de la dignidad humana, elevo mi voz de protesta contra la venta libre en las farmacias de la píldora del día siguiente que no es más que un abortivo que siega la vida de criaturas inocentes, destruye física y espiritualmente a miles de jóvenes y adolescentes y llena los bolsillos de comerciantes inescrupulosos.
Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. En este año de la Divina Misericordia bajo el lema Acoge su misericordia, construyamos fraternidad, quiero invitarles a recibir a la Virgen María, a acogerla en el seno de nuestras familias e instituciones, en nuestras casas, en nuestros corazones con el mismo amor y entusiasmo de los primeros pobladores de El Saladillo cuando bajo los refulgentes colores de la humilde tablita la Madre amorosa manifestó su presencia.
El milagro de la iluminación que necesitamos este año es el de ser capaces de recoger la herencia de los primeros saladilleros y ponernos a trabajar con decisión para recuperar el sentido familiar de la cultura zuliana, a fortalecer la familia cristiana y a no permitir que culturas mercantilistas y paganas nos impongan falsos modelos de familia que pervierten y dañan a nuestros niños y a nuestros jóvenes
En esta tarde bendita todos clavamos nuestra mirada en sus dulces ojos achinados y le decimos con todas las fuerzas de nuestra devoción: “Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos”, Te entregamos esta noche, la realización del Cuarto Congreso americano misionero, el CAM 4 que se llevará a cabo en esta ciudad en noviembre del 2013. Ponte tu misma al frente de su preparación para que este magno evento renueve la vida misionera de nuestra Iglesia.
Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Que lo descubramos su presencia salvadora en esta misa, en nuestros hermanos y en todo ser humano que necesita nuestra ayuda. Abramos sin miedo nuestras casas, nuestros hospitales, nuestras escuelas, nuestros seminarios y centros de formación profesional, nuestros cuárteles, nuestros lugares de trabajo, nuestras calles y vecindarios, nuestros puestos de buhoneros, nuestros campos y ciudades para que entre Santa María y junto con ella entre la gracia salvadora de Jesucristo nuestro Señor. Amen
Maracaibo 18 de noviembre de 2011
+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo
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