martes, 10 de marzo de 2015

FE Y ALEGÍA: UNA VISIÓN HOLÍSTICA DE LA EDUCACION


Dr. Emilio Fereira
Profesor Emérito de LUZ
Con este escrito quiero unirme a la celebración de los 60 Años de Fe y Alegría, Institución fruto de la mente inspirada del Padre José María Vélaz, jesuita de origen chileno, formado en España,  de memoria inolvidable para Venezuela, a donde lo trajo la Divina Providencia, en 1946, para hacer su magisterio en el colegio San Ignacio de Caracas. Ordenado sacerdote en España, regresó a Venezuela  y fue Rector del prestigioso colegio San José de Mérida.

Cuando terminó su período rectoral ideó una red de escuelas campesinas para los llanos de Barinas que se descaminó en 1954, cuando sus superiores le enviaron a la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas.  Allí, hace sesenta años, fundó Fe y Alegría para vivir a plenitud su vocación de Misionero. Su Proyecto, sin la menor duda, ha sido el movimiento de Educación Popular Integral más transcendental del país.

En estas dos palabras, «Popular e Integral», preñadas de discernimiento, se compendia la esencia de la propuesta educativa del P. Vélaz quien esbozó su misión y visión en principios como: “Fe y Alegría comienza donde termina el asfalto, donde no gotea el agua potable, donde la ciudad pierde su nombre”. En Fe y Alegría “Nos hemos atrevido a levantar una bandera cuando tantos arrían y desdeñan las banderas. Nuestra bandera ha sido la Educación Integral de los más Pobres, es decir, de los más menospreciados e ignorantes, y como estos son muchos millones, nos hemos atrevido a la Educación de Millones. O lo que es lo mismo: a la liberación de millones”.  Hoy más de 300.000 venezolanos se forman en Fe y Alegría.[1]

A mí no me queda duda. Como vengo repitiendo desde hace más veinte años, la educación es lo primero. Sin educación no hay futuro de la nación. De ahí su importancia como proceso de ayuda para que los niños se desarrollen y perfeccionen en los diversos aspectos (materiales y espirituales, individuales y sociales) de su ser, de tal modo  que puedan alcanzar su plenitud humana y cumplir su vocación de servicio a sus semejantes.

A través de la educación, en efecto, el ser humano cultiva sus tres aptitudes fundamentales:

·         Lingüística. Favorece el desarrollo y uso del pensamiento simbólico y de la comunicación interpersonal.

·         Técnica.  Le permite servirse de la naturaleza a fin de generar instrumentos que mejoren su capacidad de trabajo y su tarea de transformación de la realidad para, de es modo, mejorar su calidad de vida.

·         Ética. Propicia la capacidad para distinguir, en el orden objetivo, el deber ser y el  ser de hecho.

Por consiguiente, educar implica tanto la formación de la mente como el desarrollo de la moral; la educación se entiende, por un lado, como instrucción, por otro,  como formación del carácter.  Educar es un proceso de preparar a las personas para lo que les espera.  Cuando las personas no reciben una educación de calidad, en estos dos sentidos, se enfrentan a fuertes limitaciones para acceder al mundo laboral y se les restringen sus oportunidades de superación personal y de ejercicio pleno de su ciudadanía. 

La educación es un servicio que presta la sociedad, como «supletoria» de la familia, a fin de que los ciudadanos se desarrollen y perfeccionen en los diversos aspectos (materiales y espirituales, individuales y sociales) de su ser, dirigiéndose así hacia su fin propio. La educación es un  proceso de preparar a los educandos para un futuro que han de construir con su esfuerzo de adultos, moralmente responsables ante ellos mismos y ante la comunidad. En más de cincuenta años de servicio como docente, jamás he admitido la Tesis del Estado Docente.

Así, La participación de los padres en la educación de los hijos debe ser considerada esencial y fundamental, pues ellos constituyen las columnas centrales de esa importante estructura que marcará el futuro de cada ser humano. La familia es la célula original de la vida social. Es la sociedad natural en que el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad.

Como afirmara San Juan Pablo II (1994),[2] “la familia se encuentra en el centro de la gran lucha entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte, entre el amor y cuanto se opone al amor. A la familia está confiado el cometido de luchar ante todo para liberar las fuerzas del bien.

          En la sociedad actual, señala se plantea el deber de una reflexión y un compromiso profundos, para que se reconozcan los verdaderos valores, se defiendan los derechos del hombre y de la mujer y se promueva la justicia en las estructuras mismas de la sociedad. De este modo el «nuevo humanismo» no apartará a los hombres de su relación con Dios, sino que los conducirá a ella de manera más plena. “Se hace necesario recuperar por parte de todos la conciencia de la primacía de los valores morales, que son los valores de la persona humana en cuanto tal”.[3]

De ahí que se necesitan canales de comunicación y una acción coordinada para que, en estos dos ámbitos vitales, los niños se desarrollen intelectual, emocional y socialmente en las mejores condiciones. Por ello, la suma del esfuerzo de los dos baluartes de ese proceso, la familia y la escuela, es, según los expertos, el camino a seguir para que el ser humano alcance el éxito en su vida

Creo que la familia, como fuente primaria de principios y valores, del lenguaje y conocimientos básicos, tiene el derecho y la obligación de seleccionar la escuela donde quiere que sus hijos cursen sus estudios, de discutir y aprobar los programas curriculares, de procurar una educación de calidad, una educación integral que forme a la persona en su totalidad. Como bien expresase el P. Vélaz: “Si la educación es un instrumento de liberación y de humanización, si por medio de ella contribuimos a continuar el plan salvífico de Dios que quiere el desarrollo pleno de cada hombre, no bastará educar a todos los hombres, sino que habrá que educar a TODO el hombre.


[1] Luis Ugalde SJ.  2014 Jesuitas en Venezuela: fantasmas o realidades. http://www.el-nacional.com/sj-_luis_ugalde/Jesuitas-Venezuela-fantasmas-realidades_0_472152935.html 06/03/2015.

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