martes, 17 de agosto de 2010

VIVIR EN POSITIVO

Por Mons. Ubaldo R.Santana Sequera
Arzobispo de Maracaibo
Presidente de la CEV


Para nosotros los cristianos el motor principal para vivir en positivo es tener fe, sabernos amados de Dios, redimidos por Jesús, habitados por el Espíritu Santo, protegidos por la Santísima Virgen y llamados a vivir en comunión de amor por la eternidad con la Trinidad Santa.
Sabemos con firme certeza que “los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se manifestará; que todo contribuye al bien de los que aman a Dios: que si Dios está con nosotros nada nos podrá separar de su amor y que Dios que nos ama hará que salgamos victoriosos de todas las pruebas” (Cf Rom 8,39).
Todo esto nos lo da gratuitamente el Señor por medio de su Espíritu pero tenemos que buscarlos con ardiente deseo, pedirlos con insistencia a la puerta del Señor, por medio de la oración, hasta que el nos abra. “Si ustedes aún siendo malos saben dar a sus hijos cosas buenas ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lc 11,13).
Pero hay gente que ha perdido el timón de su vida y carece de estas profundas y maravillosas certezas que dan sentido a la vida y ayudan a superar todas las dificultades que se presentan. No saben que con la luz y la fuerza de Dios podemos cambiar lo que no nos gusta si ponemos empeño; que el Señor nos da fuerzas cuando las perdemos y nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida tomando decisiones acertadas. No importa donde estemos parados: el caos que nos rodea puede ser un buen comienzo para poner orden en todas las piezas de nuestra vida. No importa de dónde venimos sino hacia dónde vamos, con qué animo y con quién.
He aquí algunas preguntas que nos pueden ayudar a caminar más proactivamente por la vida: ¿Qué puedes hacer con los recursos que tienes? Para echar adelante en la vida no pensemos solo en lo que nos falta sino en lo que ya tenemos. Todos poseemos lo necesario para entrar en acción: deseo, voluntad y perseverancia.
¿Quién manda en ti? Cuando decimos “No puedo” manda en nosotros la negatividad. Si nos sentimos sin poder es porque lo hemos perdido. El enojo por algo o con alguien suele robar nuestra fuerza porque le dedicamos a esa persona o a esa situación nuestra atención mental y emocional. Hasta que nos las saquemos de nuestro pensamiento no nos dejarán actuar.
¿Qué estás dispuesto a abandonar para seguir adelante? No podemos tenerlo todo al mismo tiempo. A veces Dios se vale de la misma vida para aligerarnos el equipaje y enseñarnos a enfrentar nuevas situaciones con mayor libertad. Otras veces somos nosotros mismos que debemos elegir qué soltar y con qué quedarnos.
¿Qué piensas de ti mismo? Lo que creemos de nosotros mismos da forma a nuestra vida. Si nos consideramos improvisadores lo trataremos de confirmar actuando desordenadamente. Examinemos esas creencias y borremos aquellas que no nos ayudan a ser mejores.
¿Puedes visualizar tu futuro? Si no puedes imaginarlo, no puedes crearlo. Tener una idea clara de lo que queremos y hacia dónde vamos galvaniza nuestras energías y concentra nuestra fuerza espiritual para actuar. Se prospectivo. Se imaginativo. Aprender a soñar con los ojos despiertos.
¿Buscas pretextos para no actuar? Las excusas nos paralizan. Cuando decimos: “no tengo tiempo” o “me falta dinero” es por miedo, pero hay que vencerlo y actuar. El decir “yo soy así” es un modo derrotista de enfrentarme a mí mismo y a la vida. Lo importante no es si tienes muchas o pocas cosas que hacer sino cómo te organizas para alcanzar tus metas y ordenar tus actividades.
¿Tienes paciencia para darte el tiempo de cambiar? Las cosas grandes llevan tiempo. Los cambios duraderos se logran paso a paso. Aquello que dices que falta es a lo mejor uno de los logros que te toca alcanzar. El punto más oscuro de la noche es el que precede al arribo del alba. “Me puedo caer, me puedo herir, puedo quebrarme pero con eso no desaparece mi fuerza de voluntad” (Madre Teresa de Calcuta)
¿Estás dispuesto a pedir ayuda? Nadie lo sabe todo ni puedo hacer todo. Hay que pedir ayuda cuando sintamos que es necesario. Siempre habrá alguien que nos tenderá la mano, nos aportará su experiencia y nos dará nueva luz para ver las cosas con mayor claridad.

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