sábado, 15 de octubre de 2011

Al Dr. Angel Lombardi

Andrés Bravo

Capellán de la UNICA

Paulo VI dice que el testimonio de vida es la mejor manera de anunciar el Evangelio de Jesús a la humanidad actual. Pues, la verdad se enseña mejor cuando viene de un maestro con autoridad. Esta virtud del verdadero maestro sólo es fruto de una existencia auténtica. Un cristiano no es ajeno a la misión de Jesús. Debe ser, por el contrario, la verdadera razón de su existir. Esto exige ser signo, modelo, ejemplo, donde hombres y mujeres encuentren a Jesús que es el Cristo en su manera de ser, pensar, sentir y actuar. Es, por otro lado, la única manera que la humanidad acceda al misterio al que estamos llamados.
Con estas sencillas líneas, deseo unirme, o arrimarme al menos, al homenaje que se le está ofreciendo al estimado Dr. Angel Lombardi. Humanista, historiador, educador y maestro, escritor y editor, político y muchas cualidades más. Yo deseo ofrecerle el agradecimiento como Iglesia, a un Laico que sirve a la humanidad con sentido trascendente. Admiro con sincero sentimiento, lo he expresado en otras oportunidades, a estos cristianos como el profesor Lombardi que asumen con integridad su condición de laicos ante la sociedad y, encarnado en su ambiente propio, testimonian su fe en una vida profesional competente, con excelencia y con un profundo compromiso social, sentido que se ha empeñado darle a la Universidad católica Cecilio Acosta, como su Rector.
Me honra servir a la Iglesia y a la humanidad bajo su rectoría, desde la capellanía y la docencia en la UNICA. Pero, me siento aún más dignificado cuando comparte sus responsabilidades, dándome participación y compromiso, confiando y valorando mi servicio. He gozado de su presencia, de sus conversaciones, de sus recomendaciones, de sus análisis sociales, políticos, económicos y universitarios. He aprendido de sus lecciones en conferencias, en sus libros y artículos de opinión e investigación. Muchas veces he aprendido de él a discernir mis pensamientos y mis actuaciones. Algunas otras veces he abandonado un proyecto para emprender otro, después de sus consejos y recomendaciones. Valora mis iniciativas y las acoge con toda libertad, así como mis opiniones expresadas en palabras o por escrito.
Desde seminarista me apasiona la doctrina social de la Iglesia, la he estudiado y la he enseñado. Gracias al Dr. Lombardi y muchos otros laicos comprometidos que Dios ha puesto en mi camino, he tenido un espacio en la universidad para promover y fomentar esta doctrina social. También con este insigne profesor, he podido seguir profundizando en el humanismo cristiano. Con sentido crítico de la historia, examina los signos de nuestros tiempos y se proyecta hacia el futuro, comenzando de nuevo al amanecer del día. Con él he aprendido a mirar profundo y lejos, a ser crítico y autocrítico, a romper y rehacer siempre, a tomar de las tradiciones y crear nuevos caminos. Rectificar para hacer mejor el trabajo.
Observo que el pensamiento y la vivencia de comunión y las iniciativas de paz, de diálogo interreligioso y cultural de Chiara Lubich y su movimiento Focolares, les han dinamizado su espíritu ya de por sí inquieto, activo y siempre abierto. Me atrevo a creer que se ha convertido en su inspiración en su lucha constante de construir la fraternidad universal.
Cuando se rinde homenaje a un una persona, aparecen las contradicciones. O se canoniza o se sataniza. El Dr. Lombardi es un ser humano, esa es su grandeza. Es peregrino en este mundo, se va realizando en la historia a la vez que hace la historia. Pero, cuando se ha sido protagonista, luchador y constructor, se encuentran siempre con aquellos que los adversan y aquellos que lo siguen. Yo lo admiro y valoro como una excelente persona.

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