Capellán de la UNICA
Ante
el acontecimiento reciente de la partida hacia la casa eterna para vivir en
comunión con la Comunidad Divina de Amor, el hogar de Dios, Trinidad santa, del
Cardenal Carlos María Martini (1927-2012), Arzobispo emérito de Milán (Italia),
le ofrezco mi pequeño homenaje por su servicio a la Iglesia y, desde Ella, a la
humanidad actual. Con su vida sacerdotal y su pensamiento cristiano construido
desde la sabiduría de la Palabra de Dios que estudió con profundidad hasta
convertirse en uno de los más importantes exegetas de este tiempo.
Se puede afirmar que su
existencia integral se ha configurado con la Sagrada Escritura. La enseñó como
catedrático y maestro de la espiritualidad y la pastoral, la celebró como
sacerdote, la vivió como seguidor de Jesús y la anunció como un evangelizador
auténtico. Los que han tenido la felicidad de escucharlo y también los que
hemos gozado leyendo sus enseñanzas, podemos ahora sabernos guiar por lo que él
denomina los puntos esenciales de la pastoral: el primado de la Palabra, la
centralidad de la Eucaristía y la urgencia de la caridad.
Ciertamente, precisa nuestro
Cardenal, “la interioridad de la fe se nutre a través de la escucha de la
Palabra”, en la Eucaristía “se revela el misterio cristiano interior y se
manifiesta continuamente” y por “la caridad la gente despierta, ve el
sufrimiento de otras personas y aprende a abrir el corazón, a comprender que la
vida vale, sobre todo, por los valores que exigen entrega”. Esta es una de sus
más hermosas enseñanzas, con la sencillez del sabio maestro.
Ya ha salido muchos escritos
sobre su vida y su obra. La mayoría se han enfocado en los puntos más
polémicos, porque, sin duda, su pensamiento está repleto de interrogantes que
la sociedad actual hace a la Iglesia. Se han recordado dos obras de gran
importancia. Una es un diálogo entre nuestro Cardenal y el famoso intelectual
Umberto Eco, titulado con una de las más inquietantes preguntas: “¿En qué creen
los que no creen? Un diálogo sobre la ética en el fin del milenio”. En este libro
expresa nuestro Cardenal una de sus más grandes inquietudes, afirmando que el
pecado mayor de la humanidad de hoy es el haber perdido la esperanza.
La segunda, es más reciente:
“Coloquios nocturnos en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe”. Es una entrevista
realizada por su hermano jesuita austriaco Georg Sporsvhill y publicada en el
año 2008. Para mí, una de sus más bellas obras donde nuestro Cardenal se
expresa con la misma espontaneidad y sinceridad de siempre, pero, con un
sentimiento mayor dado su cercanía de su despedida de nuestra tierra. Muchas
respuestas son más bien interrogantes que la humanidad sigue haciéndose a sí
misma y a Dios, sobre el mal y el sufrimiento y, especialmente, la cuestión de
la posición de un cristiano en la sociedad actual. Pues, nuestro Cardenal
piensa que debemos ayudar al mundo a encontrar una dirección, “no somos sólo
una gota que se funde en la corriente de la sociedad, por el contrario, debemos
decidir hacia dónde ha de encaminarse la sociedad”. Por eso concluye, que no es
fácil ser cristiano en la sociedad.
No tuve la dicha de conocerlo
personalmente, pero sus enseñanzas espirituales y pastorales me alcanzaron con
sus escritos. Poseo sólo algunos en español que me siguen ayudando como
sacerdote. “Las Bienaventuranzas” (1997) es un opúsculo donde se recoge unas
bellas meditaciones radiadas sobre el exordio del Sermón de la Montaña según
Mateo. “Para vivir la Palabra” (2000), reflexiones tomadas de las visitas pastorales.
“Un tesoro en vasijas de barro” (2011), selección de reflexiones para sus
sacerdotes. “Tres etapas en la vida espiritual” (2001), según él mismo, “este
libro es una respuesta a la pregunta: ¿Qué significa llevar una vida acorde con
el Espíritu de Jesucristo?”. Un extraordinario “Diccionario Espiritual” (1997),
breve y profundo.
Otros: “El Presbítero como
comunicador” (1996), fruto de un cursillo de Ejercicios Espirituales. Siempre
recuerdo lo subrayado por mí: “El predicador no es quien imparte elementos doctrinales
o psicológicos, sino aquel que transmite y hace vivir, mediante la palabra, el
sacramento, la liturgia y la oración, la alegría de la confianza en el misterio
de Cristo crucificado y resucitado”. “Vivir con la Biblia” (1999) que, como lo
sugiere el subtítulo, se trata de “meditar con los protagonistas de la Biblia
guiados por un experto”. “Los Sacramentos, encuentros con Cristo e instrumento
de comunicación” (1996), meditaciones cuaresmales radiadas. “Oración y
Conversión Intelectual” (1994), el subtítulo lo indica: “Catorce meditaciones
para sacerdotes”.
Más: “Las Virtudes del cristiano
que vigila” (2003), fruto de los Ejercicios Espirituales para la cuaresma. “Los
Relatos de la Pasión” (1994), excelente estudio. “Esteban, servidor y testigo”
(1988), meditaciones para diáconos. “El Camino de Timoteo” (1995), meditaciones
de Ejercicios Espirituales. “Effatá Ábrete” (1993) y “La orla del manto”
(1993), dos valiosas cartas pastorales para la Iglesia de Milán. “El pan para
un pueblo” (1994), meditaciones de la Escuela de la Palabra. Esta escuela es
una de sus más grandes iniciativas pastorales. “Por una Santidad del Pueblo” (1994),
diversas homilías y meditaciones.
La Biblia como Palabra de Dios es el texto
fundamental de su vida y su pensamiento. Adoptó la lectio divina como su método más querido. Así, el Cardenal Martini,
hijo de San Ignacio de Loyola, será recordado en la historia de la Iglesia como
digno sucesor de San Ambrosio, San Carlos Borromeo y el Siervo de Dios Juan
Bautista Montini. Será siempre escuchado porque su tarea evangelizadora
permanecerá… para la mayor gloria de Dios.
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