Recordando su vida y sus enseñanzas
Partiendo a la Casa del Padre el viernes 31 de agosto 2012
Te alabamos y te bendecimos,
Padre nuestro,
que en tu Hijo Jesucristo
llamaste a Pedro a seguirte;
le revelaste progresivamente
el misterio de su llamada,
el significado de su vida,
el término de su camino.
Tú le elegiste, Padre porque lo amabas,
le guardaste de los peligros,
estuviste a su lado en la prueba,
le salvaste de las garras del adversario,
le hiciste pasar por el agua y por el fuego
para darle después reposo y paz.
Te lo pedimos Padre, en tu Hijo,
y por tu Hijo,
Tú, que nos llamaste con amor eterno,
haz que conozcamos el misterio de nuestra vocación
el sentido de nuestro camino,
el término de nuestra búsqueda,
Haz que nos sintamos verdaderamente amados de tí
y por eso nombrados, llamados, invitados,
Concédenos reconocer en tí,
el sentido y el significado,
del camino de nuestra existencia,
de las cosas alegres o tristes,
banales o excepcionales
por las que caminamos,
Concédenos comprender,
como toda nuestra existencia
tiene su raíz, fuente y manantial
en el corazón de Cristo, en su contemplación
en su oración,
en su adoración sobre el monte de Galilea.
María Madre de la contemplación,
guía nuestro camino,
en el descubrimiento de la palabra
de Dios para nosotros.
Amén.
Padre nuestro,
que en tu Hijo Jesucristo
llamaste a Pedro a seguirte;
le revelaste progresivamente
el misterio de su llamada,
el significado de su vida,
el término de su camino.
Tú le elegiste, Padre porque lo amabas,
le guardaste de los peligros,
estuviste a su lado en la prueba,
le salvaste de las garras del adversario,
le hiciste pasar por el agua y por el fuego
para darle después reposo y paz.
Te lo pedimos Padre, en tu Hijo,
y por tu Hijo,
Tú, que nos llamaste con amor eterno,
haz que conozcamos el misterio de nuestra vocación
el sentido de nuestro camino,
el término de nuestra búsqueda,
Haz que nos sintamos verdaderamente amados de tí
y por eso nombrados, llamados, invitados,
Concédenos reconocer en tí,
el sentido y el significado,
del camino de nuestra existencia,
de las cosas alegres o tristes,
banales o excepcionales
por las que caminamos,
Concédenos comprender,
como toda nuestra existencia
tiene su raíz, fuente y manantial
en el corazón de Cristo, en su contemplación
en su oración,
en su adoración sobre el monte de Galilea.
María Madre de la contemplación,
guía nuestro camino,
en el descubrimiento de la palabra
de Dios para nosotros.
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