¡Gloria a Ti, casta Señora,
de mi pueblo bravo y fuerte,
que en la vida y en la muerte
ama y lucha, canta y ora!
Autóctona Virgen
de rostro bronceado,
mi Lago encantado
te exorne los pies
con rizos y ondas
de armónico halago,
y Reina del Lago
te digan doquier.
Bruñeron tus sienes
con lirios plasmadas
ígneas llamaradas
de eterno brillar
por eso mi tierra,
que el trópico inflama,
del Sol te proclama
la Reina inmortal.
La extraña fecunda
del suelo nativo
por Ti fluya un vivo
tesoro sin fin,
riberas y llano,
lagunas y sierra,
Reina de mi tierra
te llamen a Ti.
Y porque mi casta
florezca en virtudes
tus excelsitudes
proclame la grey
Reina de mi Tribu,
llamándote, en tanto
la dicha o el llanto
nos colmen. Amén.
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