viernes, 26 de noviembre de 2010

Luís Oquendo Delgado: Insigne compositor zuliano

Por Andrés Bravo

Capellán de la UNICA

Mientras nos acercamos a tan valiosa personalidad nos sentimos más orgullosos de ser zulianos. Porque la existencia del maestro, poeta y músico Luís Oquendo Delgado es como un signo de belleza armónica que representa el alma del pueblo. Nuestro testimonio tiene la autoridad de la ya prolongada amistad con su familia, formada con los valores genuinos de la fe cristiana y la cultura popular. Pero, este insigne zuliano, ha dejado desbordar su inspiración en los más variados géneros musicales del folklore de nuestra región, del país, de América Latina y del mundo. Desde la cándida edad de nueve años, gozamos de su melódica voz y destreza musical, cantado como aficionado en la emisora “Ecos del Zulia”. Luego, en sus juveniles diecinueve se lanza debutando como cantante profesional en la emisora “Ondas del Lago”.
Pues, ahí frente al majestoso templo de la venerada Santa Lucía, en “mi viejo Empedrao”, exactamente en “Las Cuatro Esquinas”, bajando las lindas escalinatas, aún encontramos la vivienda donde Doña Ana Josefa nos regaló a nuestro abolengo compositor que hoy ilumina los caminos de la historia con sus musas de luces. Don Carlos Manuel le recibe con amor paterno. Un honorable caballero, como un poema creado por el Señor, ha nacido en el hogar de los Oquendo Delgado, en la aurora del 30 de mayo de 1926. Con seguridad, la luciteña del barrio sonríe exclamando con emoción: “ha nacido mi cantor”.
Aurora lo enamoró. Y para siempre vivió en su hogar una Aurora piadosa, con la graciosa entrega al Dios de Jesús. Contrajo matrimonio el 3 de marzo de 1956 ante la imagen milagrosa de la mártir virgen de El Empedrao, donde Mons. Castellano, después de reñirles por su retraso, bendijo la unión de los Oquendo-Mora: “Aurora es como una flor/ que brota Temprano./ Ella es como rocío, como el sol./ Ella habla siempre con Dios todas mañanas/ y a mí me parece a veces que llora Dios”. Así canta el poeta a su amada. Ella por su parte, guardando como tesoro intimo de su corazón materno, nos ha expresado que ha escrito lindos cuentos para sus hijos e hijas.
En la vida de Luís Oquendo, cada experiencia humana es motivo inspirador de sus creaciones. Contempla con mirada límpida cada instante de la historia para expresarla con belleza de letras y músicas. El nacimiento de Jesús Joaquín, su primer hijo, lo convirtió en uno de los más grandes compositores del Zulia. Ese momento queda reseñado con una décima donde agradece al Niño Jesús su primer fruto amoroso, como un regalo en la navidad de 1956.
Es un compositor prolífico de valiosos danzas, contradanzas, décimas, bambucos, valses, gaitas, boleros, tangos, pasodobles y muchos más géneros musicales. Su primera danza y la que mayor satisfacción le ha dado es “Mi Chinita”, la que Mario Suárez y Carlos Ocho nos dejan escuchar y que aun brota espontaneo en los zulianos, incluso en los más jóvenes, en las fiestas chiquinquireñas: “En un parquecito de aquí de mi pueblo, sentada en un banco, yo vi una Chinita morena, bonita, vestida de blanco…”. Sin duda, la Virgen de Chiquinquirá es su más grande inspiración. También le canta a su Santa Lucía con su Empedrao querido, San Benito, el Saladillo de San Juan de Dios, la Plaza Baralt, a aquel añorado Lago de cristal hoy marginado. Así como al Último Serenatero, los ojitos sin luz de una niña y las manitas amputadas por la ambición de su padre. Todo el sentimiento humano, su historia y su tierra han quedado expresados en sus diversas composiciones.
Ciertamente, su familia es su mayor motivo de inspiración. A su esposa Aurora, sus dos hijos el doctor en medicina Jesús Joaquín y el militar de la marina Luís Carlos, sus cuatro hijas la doctora veterinaria Yadira, la doctora de medicina Jenny, la doctora en psicología Gina y la administradora y politóloga Yolik, les ha dedicado sus mejores creaciones. En la intimidad de su hogar todos sus hijos e hijas cantan tan precioso como su padre. Ellos son, como lo canta en una sus gaitas, un ramo de violetas que nace del vergel maternal de su Aurora amada: “Porque un poema es al fin como un ramo de violetas”.
Entre otras facetas de la vida de Luís Oquendo, se destaca su seriedad y responsabilidad en su trabajo testificado en sus quince años de tarea en la empresa petrolera Shell, donde aprendió el inglés y estudió relaciones públicas e industriales. Fue maestro del folklore zuliano en diferentes centros de estudio, desde el Instituto Zuliano de la Cultura. Sin embargo, su trayectoria artística ha sido su más valioso tesoro para la humanidad. A los cuarenta años graba su primer disco con sus bellas composiciones “el goajiro” y “amor sin raza”. Doce de aquellos ya antiguos “cuarenta y cinco” y uno denominados “larga duración” con la Orquesta Sinfónica de Maracaibo. Son muchos más de setenta conjuntos los que han proyectado sus gaitas. Su primera composición gaitera es “Mi Gaita”, cantada por el muy querido Tino Rodríguez. Nosotros hemos encontrado entre los años 1965 a 1999, unas 217 composiciones diversas y un CD con su hermoso poema escrito en decimas: “Poemas para mi barrio El Empedrao”, donde expresa su profundo amor a su terruño luciteño. Pero, sin duda, no se podría precisar sus numerosas creaciones en diferentes géneros musicales. La jocosidad del espíritu zuliano susurra que sólo les falto una mala composición, porque todas son de un alto nivel profesional. Entre los solistas que más le han grabado se destaca Jack Pérez a quien llaman “el Último Serenatero” por haber popularizado tan hermosa gaita cantada en varias versiones. Otros de igual meritos: Enrique Gotera y Fernando Rincón. Igualmente, Lila Morillo, Mario Suárez, Carlos Ochoa, Tino Rodríguez, entre muchos, han interpretado sus bellas creaciones.
Sus muchos merecidos homenajes y reconocimientos sinceros de un pueblo que lo quiere presente en su propio lar amado. Pero, las circunstancias de la vida lo conducen hacia la capital de nuestra República el 28 de diciembre del año 1990, siempre con su esposa. Vuela a encontrarse con sus hijas que aun estaban haciendo sus postgrados. No se va sin despedirse cantando: “No podré decirte adiós/ el día que yo me vaya/ tengo presente tus playas/ la Chinita y San Juan de Dios/ el lago con su pasión/ el sol, el rayo y el puente/ Santa Lucía en mi mente/ y llanto en mi corazón”. Al comienzo del siguiente año nosotros le hemos escrito un artículo publicado en el Diario Católico “La Columna” en su edición del jueves 24 de enero en la página de opinión. Ahí, con profundo sentimiento y atreviéndonos interpretar los sentimientos de los zulianos, le comunicamos: “Un zuliano que se va solo se lleva todo lo que somos. Don Luís Oquendo Delgado no olvide llevarse nuestra más grande admiración. Hasta su regreso poeta”.
Pero, siguiendo a sus hijos decide radicarse en la capital del Estado Falcón donde aún habita con su familia produciendo sus mejores creaciones a la humanidad.

Publicado en: Revista de Amigos de la Música Zuliana "AMUZ", # 3 (Maracaibo, Noviembre 2010), págs. 26-29

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