lunes, 11 de noviembre de 2013

HACIA UNA EDUCACION HUMANISTICA, CIENTIFICA Y TECNICA DIGNA, CENTRADA EN LA RESPONSABILIDAD SOCIAL



Dr. Emilio Fereira
Profesor emérito de la Universidad del Zulia - LUZ

En el marco de esta reflexión, se entiende la educación como un proceso de preparar a nuestros niños y jóvenes para un futuro que han de construir con su esfuerzo de adultos, responsables ante ellos mismos y ante la comunidad y el país. La educación es un servicio supletorio que presta el Estado a fin de apoyar a los padres y a las madres para que sus hijos e hijas en formación se desarrollen y perfeccionen en los diversos aspectos (materiales y espirituales, individuales y sociales) de sus seres, dirigiéndose así hacia su fin propio. La educación se presenta como promoción del desarrollo del sujeto, como ayuda para su perfeccionamiento, su mayor bien.
Le toca a LA VENEZUELA  DE HOY abrir los ojos a la realidad del tercer milenio y enfrentar los desafíos lanzados al mundo por nuevos contextos socio culturales y geopolíticos y por las mega tendencias  y dar la cara a una crisis de valores que asume  formas de difuso subjetivismo, relativismo moral y nihilismo.
En el actual contexto de desarrollo científico, tecnológico e informático, el reto  del sistema educativo es preparar a niños y adolescentes para una sociedad de transformaciones. En efecto, los rápidos cambios estructurales, las profundas innovaciones técnicas y la globalización de la economía repercuten en el hombre de cualquier parte de la tierra, y en especial de una región, como la nuestra, ubicada de forma privilegiada en un escenario puntual, Caribe y andino. 
En el campo específico de la educación, las funciones se han ampliado, llegando a ser más complejas y especializadas. Las ciencias de la educación, anteriormente centradas en el estudio del niño y en la preparación del maestro, han sido impulsadas a abrirse a las diversas etapas de la vida, a los diferentes ambientes y situaciones allende la escuela. Nuevas necesidades han dado fuerza a la exigencia de nuevos contenidos, de nuevas competencias y de nuevas formas educativas, además de las tradicionales. Así educar, hacer escuela en el contexto actual, resulta especialmente difícil.
La escuela es cruce de caminos y se ve obligada a relacionarse con niños y adolescentes que viven las dificultades de los tiempos actuales. Se encuentra, las más de las veces, con alumnos agobiados por un ambiente de hogar escaso de condiciones emocionales y socioeconómicas sanas; con comunidades educativas (padres y maestros) que rehuyen al esfuerzo, inconstantes y carentes de modelos válidos a los que referirse. A esto hay que añadir un sentimiento de apatía por el proceso educativo que se cumple en el aula y en la institución. Todo ello es respuesta lógica a las dificultades de orden político, social, económico y cultural que rodean la escuela. En efecto, el drama del hambre y la pobreza extrema que viven la mayoría de las comunidades del país, no permite la realización de proyectos formativos y educativos que contribuyan al fortalecimiento de la región.
Frente a este panorama, la escuela en el país está llamada a una renovación valiente, a repensarse,  de manera eficaz, convincente y actual, a fin de garantizar a los escolares su adecuación, como adultos, a una sociedad cada vez más novedosa.
Educar, es en efecto, un proceso de preparar a las personas para lo que les espera y cuando las personas no reciben una educación de calidad, en la edad oportuna, encuentran fuertes limitaciones para acceder, en igualdad de condiciones, al mercado de trabajo y se les restringen sus oportunidades de superación personal y de ejercicio pleno de su ciudadanía.
Uno sueña con una escuela en la que todos y cada uno de los niños y adolescentes sobrepasen los más altos niveles educativos; en la que todos los niños sean tratados como si cada uno fuese superdotado y, sobre la base de sus competencias, a través de estrategias instruccionales enriquecedoras capaces  de desarrollar un espíritu indagador, un potencial para solucionar problemas y para contribuir al desarrollo de las ciencias y la técnica, la literatura, el arte, la música, el deporte y una suficiencia para de dedicarse plenamente a un trabajo que contribuya al engrandecimiento de cada región y del país. Uno sueña con una institución escolar en la que todos los miembros de la comunidad educativa generen una visión de su ideal de escuela y en la que todos colaboren para alcanzar el sueño de tomar decisiones participativas sobre el currículo, las estrategias de enseñanza aprendizaje, la organización escolar que ellos desean. Uno sueña con una escuela en la que las ideas cuenten.
Por ello, al establecerse la vigencia real de LA EDUCACION como epicentro de la transformación de cada región de  Venezuela se abren las posibilidades para realizar el sueño de la escuela que uno desea para conformar  una sociedad más justa, equitativa, armónica, solidaria, respetuosa de la diversidad cultural e individual y del ambiente.
Consecuentemente, la tarea organizacional y gerencial de las Secretarías de Educación en este período de gobierno ha de centrarse, con decisión y claridad, en fortalecer el esfuerzo que se ha venido haciendo por volver a hacer de la educación la primera prioridad, dado su valor como herramienta insustituible para alcanzar un vasto desarrollo social, económico y cultural de la región.
En tal sentido, el Estado tiene la obligación de:
1.   Garantizar, de modo real, la educación Preescolar, Básica de carácter común, gratuito y obligatorio y la prosecución de los estudios en el ciclo básico y la educación vocacional y superior a todos los jóvenes, con la sola limitación de sus competencias, de su amor al estudio, su compromiso con la región y su dedicación al logro del éxito.
2.   Reformar cualitativamente la educación a fin de fortalecer planes y programas de estudios orientados a establecer las bases del aprendizaje para toda la vida: Lectura, Escritura, Aritmética y Computación, fortalecimiento de la formación moral y de la voluntad de los niños y adolescentes del país y preparación para un desarrollo vocacional pleno.
3.   Responder a la necesidad de rescatar los niños y adolescentes actualmente fuera del sistema escolar y evitar, a toda costa, la deserción de la escuela básica.
4.   Fomentar la autonomía en equidad y coordinación con el órgano rector de la educación, de todas las escuelas.  Si bien cada Secretaría debe mantener su rol orientador y supervisor es necesario avanzar paulatinamente hacia la total autonomía de las escuelas públicas de modo que puedan diseñar sus proyectos pedagógicos en conformidad con los lineamientos nacionales y estatales, pero en libertad. Para ello es fundamental capacitar a directores, docentes y comunidades educativas para trabajar de modo participativo y asumir la responsabilidad de la función educadora, que les es natural y que el estado debe apoyar. Vamos hacia una Secretaría de Educación sin escuelas. Las escuelas han de ser patrimonio de las comunidades educativas que han de aprender a regentarlas a fin de garantizar la calidad de la enseñanza que se imparte en ellas.
Estos criterios han de permitir, por una parte precisar la aplicación inmediata de entrar de lleno en una programación orgánica a mediano plazo, de cuya convergencia resultará la TRANSFORMACION SUBSTANCIAL DE LA EDUCACIÓN en el más largo plazo en sus aspectos esenciales:
El problema que preocupa a todos los ciudadanos es cómo vamos a hacer la educación más efectiva ahora y en el futuro a través de Cuatro fines primordiales:
1.   La educación como patrimonio de todos. Toda persona tiene derecho inalienable a la educación y la cultura. Es deber de todos trabajar afanosamente en favor de decisiones  que lleven a la práctica este derecho de todos, sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, o condición social. De ahí la primera finalidad: La formación integral de la personalidad de todos y cada uno de los niños y adolescentes residentes en esta región, asentada en el principio de la educación democrática
2.   La educación instrumento para la convivencia social. La sociedad ha de ser considerada, ante todo, una realidad de orden espiritual que impulsa a los hombres a cultivar la plenitud del ser humano como unidad biopsicosocial y espiritual: a desarrollar las dimensiones fundamentales de la experiencia humana: la intelectual, la estética, la moral y la espiritual; a comunicarse entre sí las más diversas informaciones; a defender sus derechos y cumplir sus deberes, a desear los bienes del espíritu: Verdad, Belleza, Bondad y Unidad; a sentirse animados a compartir con los demás lo mejor de sí mismos.  La comunidad regional será sólida cuando sus ciudadanos, bajo la guía de las virtudes cardinales: Prudencia Justicia, Fortaleza y Templanza, actúen con sensatez, de forma armónica y equilibrada, respeten los derechos ajenos y cumplan sus propias obligaciones; cuando estén movidos por el amor de tal manera, que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a los demás partícipes de sus bienes y procuren que haya en cada una de las regiones y  todo el País un intercambio de los valores más excelentes del espíritu humano: Sabiduría, Dignidad, Reputación, Respeto, Veracidad, Honestidad, Honradez, Urbanidad, Autodisciplina, Fe, Amor, Tacto, Decencia, Sensatez, Humor, Tolerancia, Humildad, Hospitalidad, Equilibrio.  Bajo esta perspectiva surge una finalidad: La formación del ciudadano virtuoso y del hombre culto, miembro de una sociedad democrática pluralista en constante transformación.
3.   La educación agente esencial del desarrollo económico. El crecimiento económico depende, en primer lugar, del progreso social. Por ello la educación básica es el primer objetivo de un plan de desarrollo integral de la región. Saber leer, escribir y contar, adquirir una formación profesional, es recobrar la confianza en sí mismo y descubrir que se puede progresar al mismo tiempo que los demás. La educación que es para el hombre un factor primordial de integración social no menos que de fortalecimiento personal, para la sociedad es un instrumento privilegiado de progreso económico y de desarrollo. De este postulado surge como fin directo: La formación del ciudadano virtuoso y del hombre culto, trabajador responsable y eficiente, para una vida activa y productiva en una o varias funciones determinadas (multidireccional) dentro de una comunidad solidaria y democrática, sin perder jamás su calidad  de persona humana: ser único e irrepetible.
4.   La educación como proceso de formación permanente. Si el ser humano ha de operar de modo exitoso en nuestra sociedad ha de sentirse confortable y adaptado a las transformaciones que ocurren a ritmo acelerado en el campo del conocimiento y de la técnica. Por ello, ha de ampliar sus destrezas de comunicación, desarrollar flexibilidad ante los cambios, mejorar la calidad de sus relaciones con los demás, facilitar la participación y atender su crecimiento personal. De ello se desprende la finalidad de garantizar: el perfeccionamiento y la   capacitación permanente de los recursos humanos existentes a través de programas de reactualización y recalificación de sus competencias.
Para lograr una transformación exitosa del Sistema se deben implementar las siguientes acciones:
1.    Buscar todos los medios posibles para involucrar a todos los participantes del proceso de la educación (Directores, educadores, estudiantes, empleados, obreros, padres, comunidad) en todos los aspectos del cambio.
2.    Invertir el tiempo y los recursos necesarios para formular una MODELO DE DIRECCION y generar acciones y procesos que generen excelencia en la prestación del servicio educativo que cada región requiere.
3.    Establecer una cultura y un sistema en el que todos los involucrados en el proceso, a lo largo y ancho de cada región, tengan la oportunidad de aprender y sean capaces de mejorar continuamente su actuación para alcanzar el ideal de escuela que se aspira: Democrática y solidaria, conectada a la realidad social, cultural y productiva de cada región. Una escuela que goce de autonomía equilibrada con respecto al poder educativo central de cada región; con directores habilitados plenamente para dirigir  su proyecto pedagógico, educadores comprometidos  y alumnos entusiastas. Una escuela promotora de justicia y equidad social, vinculada a la producción, la creación y autogestión.
El país requiere una escuela «democrática y solidaria». Autónoma. Centrada en una responsabilidad compartida. Con directores con facultad y habilidad para dirigir, educadores comprometidos y alumnos entusiastas. Generadora de justicia y equidad social. Vinculada a la producción, la creación y autogestión. Con un proyecto pedagógico propio. En fin, una escuela activa, conectada a la realidad social, cultural y productiva de la comunidad, la región zuliana y el país.
En esta escuela, cada uno de los educadores, sin distingo de la posición que ocupen y del lugar donde cumplan su transcendental tarea, ha de tener la oportunidad de expresar su respuesta a los tres interrogantes siguientes:
1.    ¿Por qué cada día hay que realizar el esfuerzo de transformación del sistema escolar?
2.    ¿Cómo lo vamos a lograr?
3.    ¿Cuál es mi papel durante el proceso de cambio y después de él?
El primer esfuerzo de gestión escolar, en consecuencia, ha de ser el de visualizar, entre todos (padres, representantes, maestros, miembros de la comunidad) qué ha de permanecer como está, qué carece de importancia y, por tanto, debe ser eliminado y qué elementos han de ser modificados y mejorados.  Esta tarea no puede ser orientada por los criterios exclusivos del Estado, la Supervisión y la Dirección.  Las organizaciones realizan una transformación exitosa sólo cuando la misma es producto del trabajo y del potencial de todos los que en ella laboran o tienen responsabilidades como usuarios.
Para alcanzar esta colaboración, todo el mundo (Directores, maestros, profesores, padres y representantes, miembros de la comunidad) ha de ser informado constantemente de lo que ocurre y se le debe escuchar.  La nueva cultura que se busca solo puede conformarse sobre la base de la confianza y la credibilidad, de una comunicación abierta y de un aprendizaje continuo de todos los involucrados.
La mirada dirigida a los éxitos y a las dificultades en la realización del proceso de transformación de la educación, mueve a reflexionar sobre la ayuda que cada escuela puede prestar a la formación de ciudadanos conscientes de que el futuro de Venezuela y de las comunidades pertenece a estas nuevas generaciones que alcanzarán su madurez en la segunda década del siglo XXI. De ahí la responsabilidad de proporcionar a nuestros escolares medios aptos para encontrar puesto en una sociedad altamente competitiva, caracterizada por medios técnicos y científicos y la urgencia de ofrecerles una formación moral y axiológica sólida que permita asuman con responsabilidad sus obligaciones ciudadanas.
La escuela es el corazón del país.  Nuestra identidad como región y como pueblo, nuestro orgullo de pertenecer a Venezuela y de seguir contribuyendo con nuestro trabajo a su engrandecimiento y desarrollo pleno, nos obliga a prestar cuidados especiales a las escuelas como lugares de formación ciudadana, de educación integral, de inculturación y aprendizaje de un diálogo vital entre personas de distintas ideologías, fe religiosa y condiciones sociales. En cada escuela se funden Fe, Esperanza, Cultura y Vida. 
La escuela ha de transformarse en una experiencia  de la que la comunidad es la matriz. Sólo si se sitúa en un contexto orgánico con la comunidad se convertirá en ambiente favorable para la formación del ciudadano que queremos. Por ello es tan urgente promover una nueva sensibilidad en las comunidades para que sientan el llamado a responsabilizarse de la educación y de la escuela.

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