viernes, 15 de noviembre de 2013

Palabras de Francisco, Papa, sobre la corrupción


Mons. Mario Moronta

Obispo de San Cristobal


Recientemente, el Papa Francisco ha tenido algunas reflexiones sobre el tema de la “corrupción”. Considero oportuno transcribirlas para el conocimiento de todos los lectores y para que nos sirvan de base a diálogos e intercambios posteriores. Nos encontramos, muchas veces con cristianos que justifican la corrupción, al dejarse guiar por un pragmatismo y por la moral del “vale todo”, que no es otra cosa sino la expresión de un fuerte relativismo ético.
A continuación las ideas que nos propone el Santo Padre:
Y la doble vida de un cristiano hace tanto mal, tanto mal. ‘¡Pero, yo soy un benefactor de la Iglesia! Meto la mano en el bolsillo y doy a la Iglesia. Pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres… roba. Es un injusto. Ésta es doble vida.
Donde «está el engaño, no está el Espíritu de Dios. Esta es la diferencia entre el pecador y el corrupto». El Papa también subrayó que quien lleva una doble vida «es un corrupto».

“Nosotros debemos decirnos pecadores, sí, todos, ¿eh?; lo somos todos. Corruptos, no. El corrupto está fijo en un estado de suficiencia, no sabe qué cosa es la humildad. Jesús, a estos corruptos, les decía: ‘La belleza de ser sepulcros blanqueados, que parecen bellos, por afuera, pero dentro están llenos de huesos muertos y de putrefacción. Y un cristiano que se vanagloria de ser cristiano, pero que no hace vida de cristiano, es uno de estos corruptos”.
«¡todos conocemos a alguien que se encuentra en esta situación y cuánto mal provocan en la Iglesia! Cristianos corruptos, sacerdotes corruptos... ¡Cuánto daño hacen a la Iglesia! Porque no viven en el Espíritu del Evangelio, sino en el espíritu de la mundanidad».

«Una podredumbre barnizada: ésta es la vida del corrupto. Y Jesús no les decía sencillamente “pecadores” a estos, les decía: “hipócritas”.

La corrupción moral es como un plano inclinado, pequeñas violaciones a menudo anteceden y favorecen delitos mayores. Papa Francisco quiso recordarlo hoy en su homilía, “porque -explicó- tal vez se empieza con un pequeño soborno… ¡Pero es como la droga, ¿eh?!”. “Entonces -afirmó el Papa- la costumbre de esta corrupción se convierte en una dependencia”.
“Tal vez hoy nos haría bien rezar por los niños y jóvenes que reciben de sus padres un pan sucio: también estos tienen hambre, ¡tienen hambre de dignidad!”. Invitó, por ello a rezar “para que el Señor cambie los corazones de estos devotos del dios soborno y se den cuenta de que la dignidad viene del trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de todos los días y no de estos caminos más fáciles que al final te quitan todo”.
Estas son algunas ideas propuestas por el Santo Padre: se llega a ser corrupto por una conducta endurecida y por ser un “pecador empedernido”, como se suele decir. La corrupción ha ido alcanzando niveles en todos los sectores, públicos y privados, que van creando toda una anti-cultura del facilismo, del querer enriquecerse a como dé lugar. Por eso, junto a la corrupción administrativa, podemos encontrar la de los contrabandistas, la de quienes se dedican al cobro de vacunas y extorsiones, al “matraqueo”, al narcotráfico, al tema de la usura y de otros actos, como el de negociar con las “remesas” para “redondearse…
La tarea de la Iglesia y de una sociedad que se quiere considerar “sana” es la de luchar contra los antivalores que facilitan que la corrupción sea considerado como algo “normal” y “hasta necesario” en nuestra sociedad. De allí la urgente toma de conciencia y del compromiso por asumir la tarea de renovar moralmente nuestra sociedad.

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