sábado, 9 de noviembre de 2013

SENTIDO DE VIDA Y AFIRMACION PERSONAL

Dr. Emilio Fereira
Profesor emérito de
La Universidad del Zulia - LUZ
La humanidad atraviesa actualmente una nueva era de su historia caracterizada por rápidos y profundos cambios debidos a la inteligencia y a la actividad creadora del hombre que progresivamente se extienden al mundo entero. Tales cambios recaen tanto sobre los hombres como sobre las cosas, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre su modo de pensar y obrar. Cabe, por lo tanto, hablar de una verdadera transformación social y cultural que redunda en el sentido de nuestra vida.

Esta transformación lleva consigo no leves dificultades. El hombre cuando trata de penetrar en el conocimiento más íntimo de su propio espíritu, con frecuencia aparece más inseguro de sí mismo. Y, cuando progresivamente va descubriendo con mayor claridad las leyes de la vida personal y social, permanece perplejo sobre la dirección que se le debe imprimir.

Nunca como hoy, ha tenido el hombre sentido tan agudo de su libertad; mas, al mismo tiempo, se encuentra prisionero de nuevas formas de esclavitud social y psíquica. Aumenta intensamente el intercambio de ideas, pero las palabras mismas correspondientes a los más importantes conceptos, reciben significados muy distintos, según las diversas ideologías. Y, mientras con todo ahínco se busca un ordenamiento temporal más perfecto, no se avanza paralelamente en el progreso espiritual.

La filosofía nos enseña que no hay vida ajena a un fin. Toda vida, en efecto, está animada por un principio del obrar. Sólo el BIEN, por esencia, Dios, no obra por un fin diverso de sí-mismo. Eso hace de Dios, la Vida Suma. Sólo Él no es causado por nada y no es ordenado a nada fuera de Sí-mismo, como un bien.

El ser humano es algo más complejo. Al ser humano, señalaba ya Pío XII en 1953 ante el Congreso Mundial de Psicopatología y Psiquiatría reunido en Roma, hay que considerarlo como: Totalidad psíquica, Unidad estructurada en sí mismo, Unidad social, Unidad trascendental naturalmente orientada hacia Dios.

En efecto, cada ser humano es un compuesto de cuerpo, alma y espíritu íntimamente unidos en una sola naturaleza y una sola persona. Su vida, por tanto, es biología y transbiología. Como vegetal, el ser humano, se oxigena; como animal, conoce los objetos sensibles, se dirige a ellos por el apetito sensitivo con sus emociones y pasiones, y se mueve con movimiento espontáneo; como espíritu conoce intelectualmente al ser suprasensible, lo verdadero, y su voluntad se dirige libremente hacia el Bueno[1].

Para que un ser humano esté vivo, no sólo debe ejercer los actos que pertenecen a la vida vegetativa y animal, no sólo debe subsistir, crecer y tener sensibilidad, no sólo moverse, alimentarse y demás. Debe realizar las actividades propias de su vida específicamente humana. Es decir, dirigir sus acciones mediante decisiones libres, tomadas a la luz de su propio pensamiento y de su desarrollo intelectual, moral y espiritual, del propio significado de su vida, el significado que nos ha revelado Dios[2].

Dimensiones de la Vida

1. Orgánica. El cuerpo define el «lo concreto» del ser humano; lo ubica en coordenadas espacio-temporales; es raíz que sustenta al existente y puente entre un ser concreto y una existencia en permanente fuga. El cuerpo es el instrumento privilegiado de la acción. También, proporciona la identidad en edad, raza, características físicas.

2. Social. La comunidad: la ideología dominante, sus características socio-económicas, el papel que juega el sujeto en la misma, condiciona, modela, regula y orienta aspectos fundamentales del comportamiento y de la personalidad. La persona vive, conviviendo, Práctica. La vida humana necesita se constituye mediante las más diversas acciones; experiencias que se constituyen en vivencias como formas organizadas y modelada de actuación.

3. Motivacional: La persona necesita cuidar de su existencia, responder por sí misma a sus circunstancias. En consecuencia, actúa y forja su vida estimulado por sus necesidades; abierto a sus intereses y posibilidades, regulado por sus experiencias afectivas. Asi, necesidades, demandas e intereses movilizan al ser humano.

4. Afectiva: La trama subjetiva tiene un carácter predominantemente emocional. La persona reacciona y se envuelve por las impresiones; se vincula por los sentimientos y se encuentra siempre en afinación con el mundo por medio de estados de ánimo.

5. Temporal: El ser humano es transitorio, ajustado a un momento. Ser temporal implica una finitud de la que deriva su condición mortal. Ajustado a un momento señala que vive en un presente, condicionado por un pasado, que es su historia, y abierto a sus posibilidades futuras.

6. Espacial: El ente humano ocupa siempre determinados lugares donde configura un territorio que lo conduce a establecer la perspectiva desde la cual evalúa y percibe tanto el mundo como la situación que ocupa en la red de conexiones interpersonales y sociales. La teoría y praxis de la psicología existencial induce a que para comprender un determinado juicio, análisis u opinión es necesario observar los planos de lo posible (real, imaginario, simbólico, abstracto) emanan del lugar dinde habita la persona.

7. Axiológica. Los valores son inherentes a la existencia humana. Toda elección, preferencia o decisión implica una forma de valorización. Los valores representan los bienes deseados, procurados, instaurados y hasta mitificados por el ser humano.

8. Ontológica. La persona es ser-en-el-mundo; habita, constituye y define su realidad en términos del mundo, ya personal, corresponde a una vida individual; histórico, referido a un período del devenir de un pueblo, o de un período cultural; representativo si corresponde a una pluralidad de sujetos que muestran características comunes.

En un tiempo de profundas transformaciones es necesario plantearse de nuevo las preguntas fundamentales sobre el sentido de la vida humana. Más aún, Al contemplar los conflictos y tensiones de la sociedad actual, no podemos menos que constatar que en el fondo se encuentra una crisis moral y religiosa; crisis que ha afectado la consistencia de los valores.







[1] Happold, The Case of Spiritual Experience, en Donah Zohar / Ian Marshall, Inteligencia Espiritual, 2001

[2] Cfr. Thomas Merthon, El Hombre Nuevo, 1966

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario