lunes, 13 de diciembre de 2010

Caballero, el fuego del rebelde eterno


Fue Antimilitarista, crítico de la visión mítica de Bolívar y "mamador de gallo"

ROBERTO GIUSTI
EL UNIVERSAL
lunes 13 de diciembre de 2010

El lugar común en la vida de Manuel Caballero fue la rebeldía. Siendo un niño casi, a los 14 años, aparece ya celebrando el derrocamiento de Medina Angarita el 18 de octubre de 1945, con un grupo de estudiantes barquisimetanos. Pero pocos años después, sin haber cumplido, los veinte, ya desarrollaba intensa actividad política contra la Junta Militar, causa de su primer encarcelamiento.
Inquieto, atrevido, respondón y retrechero, como estudiante del Liceo Lisandro Alvarado, lo botaron faltando un mes para graduarse de bachiller, debió culminar terminar sus estudios en Valencia y terminó en una pensión de mala muerte, en el centro de Caracas, )Pensiòn Caraota) donde compartía una maloliente y estrecha habitación con Eleazar Díaz Rangel y Rafael Cadenas.
En Caracas, aún miembro de AD, ingresó a la facultad de derecho de la UCV, pero embebido en el trabajo clandestino (confiesa haber participado en fallido complot para asesinar a Pérez Jiménez) poca atención le prestó a profesores como Jóvito Villalba o Rafael Caldera. En febrero de 1952 participa en el asalto a la Universidad Central de Venezuela (UCV) con un grupo de estudiantes y va a dar a la cárcel del El Obispo junto con Díaz Rangel y Sucre Figarella. De allí lo enviarían a la Cárcel Modelo y seis meses después le ofrecen la libertad a cambio del exilio.

Viajes y militancia

En París y sin beca, inicia estudios de Ciencias Políticas con Maurice Duverger, pero una vez más lo absorbe la vida política. Viaja a Rumania y allí, en el Festival de las Juventudes, luego de descubrir las penurias de la vida en el comunismo, se monta en un escenario y a capella interpreta un golpe tocuyano que deja estupefactos a los jóvenes europeos.
Cuando ya había decidido dejar Acción Democrática e incorporarse al Partido Comunista ) cae preso por no tener sus papeles en regla, aun cuando sus amigos sospechaban que ese fue el pretexto del Gobierno francés para ponerlo fuera de circulación por presiones de la dictadura perezjimenista.
Lo encierran con los presos comunes y aprende las técnicas de los chulos franceses gracias a dos de ellos, con quienes compartió cautiverio durante cinco meses, "aunque nunca las puse en práctica".
De vuelta a Venezuela hace periodismo militante, funda la revista Mesa Redonda, es jefe de redacción de El Mundo, escribe en panfletaria La Pava Macha y Rómulo Betancourt se convierte en la víctima de sus terribles artículos, todos teñidos de un humor negro que nunca lo abandonaría.
Durante ese tiempo inició sus estudios de historia y aunque, como lo confiesa, nunca fue un alumno de 20 (estaba muy ocupado con trabajos alimenticios y políticos) tampoco fue mal estudiante.
Cuando en 1962 es proscrito el Partido Comunista de Venezuela (PCV), junto con Jesús Sanoja Hernández, es uno de los pocos militantes que se salvan de la cárcel, la clandestinidad o la guerrilla.
La dirección del partido se niega a enviarlo a la montaña porque "no es capaz de manejar un rifle" e hicieron bien porque la palabra siempre fue el arma más efectiva de Manuel.
Antimilitarista, crítico de la visión mística de Bolívar, mamador de gallo consuetudinario, Manuel Caballero tuvo la suficiente capacidad autocrítica, aunque su temperamento beligerante a veces lo negara, para reconocer sus errores y modificar actitudes.
Su visión de Betancourt se atemperó con los años y pudo tomar distancia para escribir un libro fundamental y desapasionado sobre el fundador del partido AD.

Entrega a la historia

En 1971 se declaró en rebeldía contra la dirección del PCV y se fue con un grupo disidente para fundar el partido MAS, aunque en 1998 se iría con cajas destempladas luego de que anunciara su apoyo a la candidatura de Chávez.

Pero ya en la década de los años 80 se fue consolidando el Caballero reposado.

Asume la dirección de la escuela de Historia de la UCV, es acogido por la Academia de la Historia, obtiene un PHD en la Universidad de Cambridge y ésta publica su ensayo Latin American and the Comintern, que una vez traducido al español se convertiría en obra de necesaria consulta para estudiar la actual situación venezolana.
Poco después de morir su madre, María Antonia y a meses de cumplir los 50 años de edad, se casó con el gran amor de su vida Hanni Ossott, en una relación tierna y compleja que se mantuvo hasta la muerte de ella (31 de diciembre de 2002).
Por esos años comenzó a escribir en el diario El Universal y su columna dominical, la última de las cuales se publicó ayer, mostró un talento y una profundidad que con la madurez nunca perdió el fuego de la rebeldía, concentrado en sus últimos años en un solo objetivo: "Yo nunca tuve dudas de que Hugo Chávez era un hombre arbitrario, de una pobreza intelectual impresionante , un bruto, nada más que un tirador de paradas".

No hay comentarios:

Publicar un comentario