Presidentes de las Conferencias Episcopades
de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela
1. Para continuar el camino de reflexión y trabajo conjunto iniciado con nuestros encuentros de Bogotá, en septiembre de 2.009, y en Quito, en abril del presente año, nos hemos reunido ayer y hoy en Caracas, los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Colombia, Ecuador y Venezuela. Hemos contado en esta oportunidad con la muy grata presencia de Mons. Miguel Cabrejos Vidarte OFM, Arzobispo de Trujillo y Presidente de la Conferencia del Perú, quien, de ahora en adelante, se unirá a este esfuerzo de comunión entre nuestras Conferencias Episcopales.
2. Ha servido este encuentro para reconocer una vez más que los pueblos de nuestras naciones forman una misma familia de hermanos, caracterizada por una experiencia singular de proximidad, fraternidad y solidaridad, en el marco de una tradición cristiana. Junto a las otras naciones del Continente, nos sentimos llamados a construir una gran patria común, - unida no sólo por la misma geografía, historia y lengua -, sino, sobre todo, por la misma fe en Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, que nos invita a vivir como discípulos y misioneros suyos.
3. En nuestro encuentro hemos tenido la oportunidad de compartir sobre la marcha de la Misión Continental, convocada en Aparecida, en cada uno de nuestros países. Con alegría comprobamos que esta experiencia misionera abre un nuevo horizonte evangelizador para la Iglesia en todo nuestro continente. Por medio de ella queremos ir al encuentro de todos los hombres y mujeres de nuestros pueblos, con el testimonio de la vida en Cristo. Hemos reiterado el compromiso que tenemos como Conferencias Episcopales de seguir brindando orientaciones pastorales en clave de misión para que todas las circunscripciones eclesiásticas de nuestros países se pongan en estado permanente de misión.
4. Hemos delineado algunas orientaciones comunes para la atención pastoral de aquellos fieles que por motivos políticos, sociales y económicos, han emigrado o se encuentran en condición de refugiados, en alguno de los países hermanos, especialmente en las zonas fronterizas.
5. La celebración de los Bicentenarios de la Independencia es una ocasión propicia para que la Iglesia haga memoria y agradezca a Dios por su aporte fundante a la formación de nuestros países y por su permanente servicio evangelizador, que ha sido y es factor decisivo en la fragua de nuestras culturas.
Renovamos nuestro compromiso con la marcha actual y futura de nuestras naciones en la perspectiva de un desarrollo integral y de un genuino humanismo cristiano. No dudamos en invitar a todos los fieles católicos a trabajar, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad, para que reine la justicia, la libertad, la fraternidad y la paz en nuestros países. Exhortamos a nuestros gobernantes a seguir avanzando, por las vías del diálogo y del fortalecimiento de las relaciones diplomáticas y la mutua cooperación, en el proceso de integración de nuestros países, superando los pragmatismos y las pugnas ideológicas.
6. Entre las realidades que hoy viven nuestros pueblos, nos causan especial preocupación la extensión de la violencia y el desprecio de la vida humana, manifestados en el auge de la delincuencia, la multiplicación de asesinatos, secuestros y actos de terrorismo. El narcotráfico y la lacra de la corrupción constituyen uno de los peores flagelos que sufren nuestros pueblos. Hacemos un llamado a las autoridades y a todas las instituciones a concertar esfuerzos para un decidido combate de estos males.
7. Antes esta realidad, renovamos nuestra fe en Jesucristo, plenitud de la vida, y convocamos a compartir el compromiso de hacer de nuestras comunidades centros de irradiación de la vida en Cristo, que contribuyan, desde la perspectiva del Reino de Dios, en las tareas de la dignificación humana, la liberación integral, la reconciliación y la inserción social, en la creación de estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que haya posibilidades para todos.
8. Aprovechamos esta ocasión para hacer llegar un mensaje de solidaridad a quienes en amplias regiones de nuestro continente se han visto afectados por las persistentes lluvias de las últimas semanas. La Iglesia, a través de sus instituciones caritativas, quiere hacer efectiva su compañía y ayuda a todas las víctimas de esta emergencia. Elevamos nuestra oración por quienes han perdido la vida y manifestamos nuestra cercanía, con una palabra de consuelo y de esperanza, a sus familiares y allegados.
9. En la proximidad de las fiestas de Navidad, en las que celebramos que la Palabra de Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros para darnos a conocer al Padre, imploramos para todos los miembros del Pueblo de Dios en nuestros países, y en particular para quienes entregan su vida cada día en la acción evangelizadora, la bendición de Dios, y la protección maternal de la Santísima Virgen María.
Caracas, 1 de Diciembre de 2.010
+ Rubén Salazar Gómez
Arzobispo de Bogota
Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia
+ Antonio Arregui Yarza
Arzobispo de Guayaquil
Presidente de la Conferencia Episcopal de Ecuador
+ Miguel Cabrejos Vidarte, OFM
arzobispo de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal de Perú
+ Ubaldo Santana Sequera, FMI
Arzobispo de Maracaibo
Presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela
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